"Countdown" 5
Publicado: 29 Oct 2024, 19:41
Montecristo necesitaba aire. Era una sensación un tanto contradictoria para un Vampiro, pero la ansiedad le carcomía por dentro. El hambre se abría paso en sus entrañas y desconcentraba sus pensamientos. Se sentía impulsivo, impaciente, poco empático. Era consciente de que había terminado por asustar a la Crepuscular la noche anterior, que no había querido acompañaros. No sentía el más mínimo remordimiento. El mundo se estaba yendo a la mierda y lejos de sentir la necesidad de cambiarlo, empezaba a sentir la tentación de empujarlo en esa dirección. Sangres Débiles que hacían honor a su apelativo. Un muchacho desagradecido dispuesto a inmolarse mientras su amada Sienna se estaba muriendo. Su Sire dando por culo. Podía casi escuchar la risa de su hermano de Sangre, descojonado por su caída en desgracia.
Salió a la noche desde aquel almacén dejado también de la mano de Dios. La parte trasera ni estaba asfaltada, aquello no parecía Nueva York. ¿Realmente querían quedarse allí?. Sólo un pensamiento más poderoso que el hambre se había convertido en su obsesión: confirmar que nadie iba a controlarlo. Ni su Clan, ni sus vínculos emocionales, ni sus recuerdos. Llegaría hasta el final sintiéndose libre.
Nyx y Pagliacci observaron a su compañero de Coterie desde la distancia. Eran conscientes de su nerviosismo permanente, de su lucha contra el hambre que corroía sus entrañas, de cómo la Bestia interior se estaba convirtiendo en un ser consciente en el interior del Tremere. El Brujah y la Caitiff se miraron en silencio. En uno de los edificios adyacentes había varias motos aparcadas y la luz que salía desde el interior hacía pensar que parte de los "Sons of Blood" terminaba el día... o empezaba su particular noche, según cómo se mirara.
Ambos sentían también la inquietud de la necesidad de destapar verdades que pudieran allanar el camino de todos. Pagliacci confiaba en que el muchacho asiático al que habían llevado los explosivos no fuera finalmente hacia la cumbre de la OTAN. Lo tomaba como la buena acción de la noche anterior de la Coterie, aunque para ella escondía el objetivo egoísta de hallar sus propias respuestas. Para sí misma... y también para Melinda. Lo que la Crepuscular que había encontrado Montecristo en la Iglesia había balbuceado apenas le había dejado dormir tranquila.
Aún así, no se sentía realmente egoísta. Seguramente había salvado al descendiente de Montecristo. También había logrado que los Tremere tuvieran que esconderse de los focos de la prensa que seguiría especulando con los abusos sexuales en Columbia. Suya era la llave para entrar en ese pozo de decadencia y rumores que era la Iglesia. En cierto modo sentía que ahora se merecía obtener sus propias respuestas.
Nyx era paradójicamente quién se sentía más calmado. Aunque un Vástago nunca estaba del todo libre del ansia de alimentarse, podía controlar sin nerviosismo la necesidad de buscar sangre, y eso le permitía pensar con más claridad. Se había dado una vuelta antes de comprobar que sus hermanos de Coterie estaban despiertos.
Un grupo de moteros que estaban fumando después de un día ajetreado por las autopistas cercanas a la Gran Manzana charlaban animadamente antes de tomar un par de cervezas e irse a dormir. No parecieron sorprenderse demasiado al ver a Nyx. O bien estaban avisados de la presencia de los miembros de la Coterie, o bien estaban acostumbrados a la presencia de extraños de paso por aquel almacén de Queens.
El Brujah se había quedado un rato con ellos, el tiempo justo para sacar algunas conclusiones. La primera es que ya era imposible entrar en el corazón de Manhattan. La Guardia Nacional había cerrado a cal y canto los alrededores de los puntos más relevantes de la ciudad ante la cercanía de la cumbre de la OTAN. Moverse por allí era casi imposible durante el día, todo un reto hacerlo en plena noche. También contaban que el acceso a los muelles del East River se había cortado. Al parecer, unos agentes de tráfico les habían contado que se había hundido un viejo edificio abandonado y que estaban inspeccionando la seguridad de las cimentaciones. El Brujah no pudo evitar pensar en que los Shelby estaban obteniendo resultados de su presión sobre Reynolds. Esta noche cumplía el plazo que había dado a aquellos extorsionadores para terminar de cumplir con su principio de acuerdo, aunque era consciente de que era imposible cumplir con los plazos.
Sentía como si tuviera una moneda en la mano en la que la cara representaba la negociación con aquellos tipos y la cruz era intentar echarse a los brazos de los tiburones de Wall Street en busca de algún tipo de protección. No sabía qué podía ser más peligroso.
OFF: Montecristo Ansia 4, Pagliacci 2, Nyx 1
Salió a la noche desde aquel almacén dejado también de la mano de Dios. La parte trasera ni estaba asfaltada, aquello no parecía Nueva York. ¿Realmente querían quedarse allí?. Sólo un pensamiento más poderoso que el hambre se había convertido en su obsesión: confirmar que nadie iba a controlarlo. Ni su Clan, ni sus vínculos emocionales, ni sus recuerdos. Llegaría hasta el final sintiéndose libre.
Nyx y Pagliacci observaron a su compañero de Coterie desde la distancia. Eran conscientes de su nerviosismo permanente, de su lucha contra el hambre que corroía sus entrañas, de cómo la Bestia interior se estaba convirtiendo en un ser consciente en el interior del Tremere. El Brujah y la Caitiff se miraron en silencio. En uno de los edificios adyacentes había varias motos aparcadas y la luz que salía desde el interior hacía pensar que parte de los "Sons of Blood" terminaba el día... o empezaba su particular noche, según cómo se mirara.
Ambos sentían también la inquietud de la necesidad de destapar verdades que pudieran allanar el camino de todos. Pagliacci confiaba en que el muchacho asiático al que habían llevado los explosivos no fuera finalmente hacia la cumbre de la OTAN. Lo tomaba como la buena acción de la noche anterior de la Coterie, aunque para ella escondía el objetivo egoísta de hallar sus propias respuestas. Para sí misma... y también para Melinda. Lo que la Crepuscular que había encontrado Montecristo en la Iglesia había balbuceado apenas le había dejado dormir tranquila.
Aún así, no se sentía realmente egoísta. Seguramente había salvado al descendiente de Montecristo. También había logrado que los Tremere tuvieran que esconderse de los focos de la prensa que seguiría especulando con los abusos sexuales en Columbia. Suya era la llave para entrar en ese pozo de decadencia y rumores que era la Iglesia. En cierto modo sentía que ahora se merecía obtener sus propias respuestas.
Nyx era paradójicamente quién se sentía más calmado. Aunque un Vástago nunca estaba del todo libre del ansia de alimentarse, podía controlar sin nerviosismo la necesidad de buscar sangre, y eso le permitía pensar con más claridad. Se había dado una vuelta antes de comprobar que sus hermanos de Coterie estaban despiertos.
Un grupo de moteros que estaban fumando después de un día ajetreado por las autopistas cercanas a la Gran Manzana charlaban animadamente antes de tomar un par de cervezas e irse a dormir. No parecieron sorprenderse demasiado al ver a Nyx. O bien estaban avisados de la presencia de los miembros de la Coterie, o bien estaban acostumbrados a la presencia de extraños de paso por aquel almacén de Queens.
El Brujah se había quedado un rato con ellos, el tiempo justo para sacar algunas conclusiones. La primera es que ya era imposible entrar en el corazón de Manhattan. La Guardia Nacional había cerrado a cal y canto los alrededores de los puntos más relevantes de la ciudad ante la cercanía de la cumbre de la OTAN. Moverse por allí era casi imposible durante el día, todo un reto hacerlo en plena noche. También contaban que el acceso a los muelles del East River se había cortado. Al parecer, unos agentes de tráfico les habían contado que se había hundido un viejo edificio abandonado y que estaban inspeccionando la seguridad de las cimentaciones. El Brujah no pudo evitar pensar en que los Shelby estaban obteniendo resultados de su presión sobre Reynolds. Esta noche cumplía el plazo que había dado a aquellos extorsionadores para terminar de cumplir con su principio de acuerdo, aunque era consciente de que era imposible cumplir con los plazos.
Sentía como si tuviera una moneda en la mano en la que la cara representaba la negociación con aquellos tipos y la cruz era intentar echarse a los brazos de los tiburones de Wall Street en busca de algún tipo de protección. No sabía qué podía ser más peligroso.
OFF: Montecristo Ansia 4, Pagliacci 2, Nyx 1






