Definitivamente, la partida de nuestro compañero ha resultado prometedora, la inquietud de los alrededores parece haberse calmado.
Mis pensamientos se hunden lentamente en el mundo onírico sin darme cuenta de lo que ocurre hasta la señal del alba en que el frío se vuelve más intenso. Me pongo rápidamente en pie para disfrutar de la mañana y mantener el paso en la segunda parte de nuestro viaje.
Sonrío en cada gota de sabiduría que sale de la boca del buen Nuño, guía del camino… pero también del alma y el corazón. Mantengo mi atención en todo lo que tenga que contarnos, interrumpiendo apenas para hacer breves preguntas y simples comentarios.
¡Nada quiero perderme!
La hora de la merienda nos detiene y disfrutamos de algo de alimento hasta esta interrupción inusitada que anuncia algo demasiado importante mientras cabalga como el viento.
Extiendo simplemente un buen cuenco de comida y bebida al hombre que nos encuentra. Le invito a acompañarnos para que pueda recuperar energías antes de seguir su agitada carrera, esperando que nos revele más detalles y circunstancias de las novedades que parece traer.