Prólogo (Jasper Rohde). Fuego y lluvia
Publicado: 13 Ago 2019, 00:35
- No tienes muy buena pinta.
Gruñes por toda respuesta al ver a Hans sentado en el tejadillo de la salida de humos del hueco del ascensor. Te ha citado en una azotea en la que os veis de vez en cuando, en un edificio del puerto que los chinos utilizan de tapadillo para redirigir su mercancía a sus tiendas por toda la ciudad y que, para no llamar la atención, suele estar bastante solitario por la noche. El peso de tu adicción se nota en tu físico, incluso una vez después de muerto, pero no es algo que te entusiasme mucho que te recuerden.
Aún así, se lo perdonas. El Brujah se ha quedado eternamente congelado en la adolescencia y eso suele ir reñido con las normas más básicas de la educación algunas veces. Te sientas a su lado e intentas evadirte del jaleo que se oye en la distancia y que es seguramente el motivo de que te haya citado aquí. Por un momento miras hacia la inmensidad negra del Estrecho de Oresund, que separa el Mar Báltico del Mar del Norte. Una fina línea de luces delinea el puente que separa Dinamarca de Suecia y con un poco de buena vista, de la que andas sobrado, puedes ver algunas luces ya en el horizonte en la costa sueca.
- Mira.
No hace falta que sigas el dedo de Hans. El alboroto se puede escuchar a distancia, incluso a la que estáis de la dársena, separados por un brazo del propio mar canalizado. Un grupo de personas ha montado una barricada de colosales dimensiones y le han prendido fuego. El olor a metal y madera quemadas te desagrada, aunque no hay que temer que los rescoldos os alcancen. La policía ha llegado con una algarabía de sirenas y órdenes dadas por altavoces. Y segundos después han empezado a volar los cócteles molotov.
En sólo tres semanas ha habido un atentado que prácticamente ha hundido un petrolero de una de las empresas más importantes del país, poco después una furgoneta conducida por un danés de origen somalí se ha llevado por delante a una decena de personas en el centro de la ciudad, un grupo de neonazis ha quemado vivo a un moribundo en una estación de tren y ahora grupos de jóvenes de izquierda se han levantado (casi literalmente) en armas después del anuncio del gobierno socialdemócrata de buscar apoyos entre los ultras de los Verdaderos Daneses. Has podido seguir las convocatorias y el bombardeo en las redes sociales en las últimas semanas. Y con no pocos Vampiros metidos en los fregados que están llevando a la sociedad danesa a irse por el desagüe.
- Me molaría estar ahí.
Miras a Hans con un toque paternalista. Si estuviera ahí, con la mezcla de su Sangre incontrolable y las llamas, acabaría pasándose la Mascarada por el arco del triunfo. El muchacho te mira con un brillo desafiante en sus ojos.
- Con tu edad ya habrás visto más de estas, pero yo...
Das un respingo, desconcertado ante el comentario. Técnicamente es probable que Hans sea un Vampiro más antiguo que tú...
Notas una cierta pulsión peligrosa en Hans, un deseo nada recomendable.
- Como no vuelva Elsa, esto se va a poner feo.
Hans es de análisis cortos. La Príncipe de Copenhague está en uno de sus períodos de ausencias que levantan todo tipo de rumores. Y más allá de las capacidades de su chiquillo, ni él ni el Natlige están pudiendo contener el incremento de una ola de tensión y violencia sin precedentes. En eso tiene razón.
Quieres volver a mirar al mar, imbuirte en el olor a humedad que ha dejado la lluvia ininterrumpida de los últimos seis días.
En ese momento, suena el primer disparo.
Gruñes por toda respuesta al ver a Hans sentado en el tejadillo de la salida de humos del hueco del ascensor. Te ha citado en una azotea en la que os veis de vez en cuando, en un edificio del puerto que los chinos utilizan de tapadillo para redirigir su mercancía a sus tiendas por toda la ciudad y que, para no llamar la atención, suele estar bastante solitario por la noche. El peso de tu adicción se nota en tu físico, incluso una vez después de muerto, pero no es algo que te entusiasme mucho que te recuerden.
Aún así, se lo perdonas. El Brujah se ha quedado eternamente congelado en la adolescencia y eso suele ir reñido con las normas más básicas de la educación algunas veces. Te sientas a su lado e intentas evadirte del jaleo que se oye en la distancia y que es seguramente el motivo de que te haya citado aquí. Por un momento miras hacia la inmensidad negra del Estrecho de Oresund, que separa el Mar Báltico del Mar del Norte. Una fina línea de luces delinea el puente que separa Dinamarca de Suecia y con un poco de buena vista, de la que andas sobrado, puedes ver algunas luces ya en el horizonte en la costa sueca.
- Mira.
No hace falta que sigas el dedo de Hans. El alboroto se puede escuchar a distancia, incluso a la que estáis de la dársena, separados por un brazo del propio mar canalizado. Un grupo de personas ha montado una barricada de colosales dimensiones y le han prendido fuego. El olor a metal y madera quemadas te desagrada, aunque no hay que temer que los rescoldos os alcancen. La policía ha llegado con una algarabía de sirenas y órdenes dadas por altavoces. Y segundos después han empezado a volar los cócteles molotov.
En sólo tres semanas ha habido un atentado que prácticamente ha hundido un petrolero de una de las empresas más importantes del país, poco después una furgoneta conducida por un danés de origen somalí se ha llevado por delante a una decena de personas en el centro de la ciudad, un grupo de neonazis ha quemado vivo a un moribundo en una estación de tren y ahora grupos de jóvenes de izquierda se han levantado (casi literalmente) en armas después del anuncio del gobierno socialdemócrata de buscar apoyos entre los ultras de los Verdaderos Daneses. Has podido seguir las convocatorias y el bombardeo en las redes sociales en las últimas semanas. Y con no pocos Vampiros metidos en los fregados que están llevando a la sociedad danesa a irse por el desagüe.
- Me molaría estar ahí.
Miras a Hans con un toque paternalista. Si estuviera ahí, con la mezcla de su Sangre incontrolable y las llamas, acabaría pasándose la Mascarada por el arco del triunfo. El muchacho te mira con un brillo desafiante en sus ojos.
- Con tu edad ya habrás visto más de estas, pero yo...
Das un respingo, desconcertado ante el comentario. Técnicamente es probable que Hans sea un Vampiro más antiguo que tú...
Notas una cierta pulsión peligrosa en Hans, un deseo nada recomendable.
- Como no vuelva Elsa, esto se va a poner feo.
Hans es de análisis cortos. La Príncipe de Copenhague está en uno de sus períodos de ausencias que levantan todo tipo de rumores. Y más allá de las capacidades de su chiquillo, ni él ni el Natlige están pudiendo contener el incremento de una ola de tensión y violencia sin precedentes. En eso tiene razón.
Quieres volver a mirar al mar, imbuirte en el olor a humedad que ha dejado la lluvia ininterrumpida de los últimos seis días.
En ese momento, suena el primer disparo.