
Analizo la situación mientras los cuchillos parecen estar a punto de saltar. Parece que todos aquí se comportan, a pesar de los hechos aparentemente acaecidos hace poco. Me impacta y a la vez me tranquiliza la cura de Santiago. Me impacta porque nunca había visto algo parecido, y me tranquiliza por tener razón una vez más, y cada paso que doy, tengo la certeza más clara de que Damià tiene la sombra más larga de lo que quiere aparentar.
Veo la respuesta facial que le muestra Marga a Santiago. Aparentemente impasiva para ojos extraños, pero ciertamente esquiva para los más cercanos. Parece que ambos intentan aparentar que tienen la situación bajo control, cuando para mi, es evidente que nadie aquí puede siquiera atarse los cordones sin temor a que su vida termina irremediablemente.
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Interesante- digo en voz alta creyendo que hablo para mi mismo con susurro mientras observo a ambos en sus intentos de respectivas posiciones de poder.
Escucho las palabras de Marga con la clara intención, al menos para mi, de rellenar ese silencio incómodo que de quedarse muda, habría sin duda alguna.
Doy unos pasos hacia su dirección sonriendo tiernamente, aunque sin llegar hasta su posición, dejándola en la intimidad de sus lúgubres pensamientos, que sin duda alguna tendrá, como yo los tuve hará... ¿un par de horas?
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Cielo, yo ya me he despedido hace un rato- le replico con el mismo rostro antes de continuar -
te lo susurraría, pero en esta terraza no hay paredes- dándole a entender a Santiago que tengo presente su fino oído, antes de girarme para mirarle a él. Con el rostro visiblemente calmado. No es que procure hacerlo, o que esté completamente ido, sino que es más bien como si el alcohol haya llegado a ese estado en el que te permite verlo todo más claro, aunque sin perder la realidad que te rodea. Una sensación que hacía años que no tenía, y la que se convierte en lo más agradable de la noche desde que he llegado.
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Los tres sabemos de sobra cual es mi futuro...- digo sin terminar la frase durante unos breves segundos -
así que bien, tu dirás-
Mi tono es neutro, con destellos de amabilidad, trazos de lástima hacia Santiago y de cierto cariño. Por mucho que quiera aparentar ser un hombre, la realidad es que no ha dejado de ser un niño visto en mi perspectiva, un niño travieso con ansias de que le amen y le respeten. Tampoco dudo que lo que ha salido por sus labios sea más probable un truco de Damià para ver el comportamiento de Marga. Aún así, ciertos nervios se ejercitan en mi interior... tal vez tendría que haberme traído más alcohol...