
Rebeca ahoga un grito al oír la voz que, si bien ha escuchado poco, puede reconocer. Tal vez, porque no esperaba tener tanta suerte. Puede notar en la voz de esa criatura un deje de terror, lo que no la tranquiliza en absoluto. Sin embargo, intenta obedecer, quizás esperando que el otro también se llene de algo de valor, como si la entereza pudiera serles de ayuda en esos momentos.
En la travesía por los pasillos, intenta pisar con cuidado a donde Democles la arrastra, intentando concentrarse más en cada paso que da, únicamente para ignorar y que su cerebro pueda aislarse de todos esos horribles sonidos. Los últimos ruidos, sin embargo, hace que casi tropiece, recomponiéndose lo más deprisa que puede. No puede evitarlo. Lo oye todo, y odia poder hacer eso. Por suerte, no es el momento para imaginar como sería ese festival de sonidos con un oído sobrenaturalmente agudo.
Un escalofrío le recorre, pero no es de miedo, sino de una corriente de aire fresca. Ella apenas ve por donde va, pero mira en esa dirección, devolviéndole la oscuridad la mirada. Duda durante un instante y con el otro brazo, agarra el de Democles, para hacerle un ademán de aviso.
-E...espera-susurra, tan bajo que duda si ha podido oírlo. Teme que cualquier otra sombra pueda escucharla... y que escuchar sus palabras pudera suponer la muerte.