1969 O CÓMO APRENDIMOS A DEJAR DE PREOCUPARNOS Y A IGNORAR A LOS SIDHE
Cuando las puertas del Glamour se abrieron de golpe en el verano de 1969 no sé exactamente qué esperábamos que ocurriera. La primera cosa de las que nos dimos cuenta es de que repente nos hacíamos más numerosos; no sólo es que hubiera más Changelings que nunca, sino que el número de Ghille Dhu se disparó de golpe. A continuación, casi de inmediato, los Sidhe aparecieron en nuestras tierras; siempre habían sido numerosos en las Islas Británicas, y aunque muchos de ellos terminaron en América, en nuestro hogar aparecieron bastantes, y en cuestión de días ya afirmaban que ellos habían llegado primero. Yo sólo era un Infantil en aquel tiempo, pero todavía recuerdo las conversaciones de mis ancianos en los henge; creo que estábamos más motivados por la curiosidad que por la rebelión. Y entonces en 1969 estalló la guerra, que en las Islas Británicas conocemos como la Guerra de la Hiedra y en Concordia como la Guerra del Acuerdo.
Hay algo que debes entender sobre nuestra interacción con los nobles feéricos. La verdad es que nunca llegamos a odiar tanto a los Sidhe como algunos de los otros Changelings. La realidad es que en los siglos anteriores nunca se habían preocupado de nosotros, y desde luego no teníamos paciencia para soportarlos, pues la mayoría eran pequeños fanfarrones vanidosos que jugaban con espadas y escribían poesía de mierda. Sólo nos cruzábamos alguna vez cuando decían que un trozo de bosque o una colina pasaban a formar parte del Condado de Cualquierlado, una parcela de terreno sin cultivar en el que se fijaban. Nunca llegaban a imponer su dominio en los lugares que nos importaban: simplemente se limitaban a dibujar fronteras en los mapas y dejaban que la naturaleza siguiera su curso, lo que nos parecía bien. En unas pocas ocasiones exigían nuestra presencia en la corte (supongo que algunos se creían que éramos sus jardineros), y éramos felices ignorándolos, pues después de todo, si tomaban las armas contra nosotros, ¿quién cuidaría de sus tierras? Deja que los Boggans se ocupen del coto de caza y antes de que te dés cuenta, no tendrás caza ni lugares naturales, porque todo estará lleno de rosales, parterres y quién sabe qué más.
Así que cuando los Plebeyos y los Sidhe comenzaron a matarse en las calles de Glasgow y el Rey Ross viajaba de corte en corte pronunciando discurso, simplemente nos sentamos en nuestros páramos, brezales y claro, ofrecimos pociones de curación a quien las quería y ocultamos a bastantes amigos Plebeyos si era necesario. Me gustaría pensar que permanecimos tan neutrales como pudimos, pero la guerra fue bastante breve e irrelevante. Los nobles llegaron, tomaron las tierras que hacía siglos habían dejado al cuidado de sus vasallos, la mayoría los trató con el debido respeto de unos señores, y sabiamente, dejaron la mayor parte de Escocia tranquila.
Comprendo que las cosas fueron bastante más complicadas en Concordia. Y los Ghille Dhu que habían conseguido llegar hasta allí se vieron involucrados en una guerra más intensa y prolongada.
Otro hecho importante que debemos mencionar es que durante la década de 1970 nos fue bastante bien. Estábamos embriagados con la sangre nueva que se unía a nuestas filas, y el movimiento ecologisa se estaba extendiendo por América y Europa. Rachel Carson, James Lovelock, e incluso Al Gore y Ralph Nader más allá del charco, toda una serie de pensadores e idealistas que hablaron en contra de todas las prácticas que estaban destruyendo el planeta. No podíamos creer lo que escuchábamos cuando los políticos se metieron en esas multitudes y salieron al frente gritando: “¡Eh, estáis haciendo daño a la Madre Tierra!”. Y la gente escuchó...más o menos: comenzaron a pedir menos contaminación, festejaron el Día de la Tierra y por primera vez fueron conscientes del calentamiento global, y fueron creadas Agencias de Protección Ambiental en varios países. Fue espectacular. Bastantes de nosotros viajamos de ciudad en ciudad, dando conferencias o participando en manifestaciones y protestas. ¿Qué importaba que los Sidhe hubieran vuelto? Teníamos cosas más importantes que hacer y peces más grandes que pescar.
En mi opinión la década de 1970 fue una época maravillosa que vivir (La música folk también regresó. Cuánto la echo de menos). Nos asentamos en una especie de complacencia, que supongo que significa que algunas de las cagadas que siguieron a esta década bendita fueron en parte culpa nuestra. Se descubrió el agujero en la capa de ozono, y se produjo el accidente nuclear de Three Mile Island, el de Chernóbil y el desastre industrial de Bhopal. Las especies en peligro de extinción se habían convertido en un estandarte para la conservación de la naturaleza, pero de alguna manera el ritmo de destrucción de las selvas se aceleró. No soy un teórico, pero supongo que se trata de un ciclo de la Historia: cuando las cosas van mal, terriblemente aburridas y difíciles, se produce una reacción de la gente que lleva a una pequeña Edad de Oro, un paraíso lleno de ideas, cambios y renovación. Y entonces la gente se acomoda de nuevo, como siempre, y comienza a preocuparse más del dinero y el poder que en ayudarse mutuamente. Creo que es lo mismo...habíamos visto a la humanidad cambiando poco a poco con la economía, jugando con la tecnología y por lo general volviendo a cometer los mismos errores de siempre.
Lo más trágico de todo esto es que no habíamos considerado las consecuencias del incremento de nuestra población a la luz de estos retrocesos. La Banalidad siempre ha sido nuestra depredadora: la sobreexplotación y la contaminación humana nos llevan al límite y nos vuelven locos. En nuestro Linaje siempre han surgido varias hadas y duendes que se han Deshecho, cayendo en la locura u olvidándose de sí mismos, pero no tuvimos en cuenta que al duplicarse o quizás triplicarse nuestra población en esas décadas, significaría que aparecerían muchos más Ghille Dhu locos. Nos rompió el corazón ver tantas caras nuevas que en cuestión de años se perdían ante la desesperación y la furia, como si una plaga hubiera caído sobre nosotros.
Mientras la edad de la tecnología nos llevaba a internet y la globalización, y la industria se reajustaba en el mundo desarrollado, volvimos a aislarnos. Las demás hadas se adaptaron bien, aunque habían sufrido a manos de la nobleza en las guerras; nuestra situación era agridulce y al revés. Después de un largo otoño, habíamos disfrutado de un breve verano, sólo para ser golpeados con mucha más dureza cuando el frío de la Banalidad regresó. Y cabizbajos, coronados de hojas muertas, nos retiramos a nuestros bosques y brezales para prepararnos para la noche más larga que se extendía ante nosotros.