Publicado: 06 Ene 2018, 23:10
El ventrue se levantó de la silla, a estirar la pierna, dejando de nuevo el boli sobre el mar de papeles. Mentón abajo, se tomó unos segundos para meditar sobre lo que iba a decirle a Bruno, consciente de que podría abrir un cisma aún mayor entre ellos. Sin embargo, si algo había aprendido el abogado, es que muchos problemas en cualquier ámbito, ya fuera laboral o familiar, se reproducían, por no atajarlos de raíz.
- Verás, Bruno - volvió a devolverle el tuteo, en señal de confianza mutua, pues lo que iba a pedirle requería de ella - Lo que voy a decirte, quizás te incomode - su tono era suave a la vez que paternal - pero creo que es necesario que tomemos cartas en el asunto. Estoy disgustado con la decisión que tomaste con el compatriota de Daren, pero es una nimiedad con el enfado que tengo con el caitiff. - Levanta la mirada de sus zapatos, para clavarla en el argento. - Llegó a dolerme seriamente la discusión en la estación de servicio, y aunque estoy convencido de que llevaba razón, algo en mí decía que el comportamiento de Jean-Luc tenía como fin algún tipo de bien común. - Continuó sin dejar réplica a Matterazi - Las decisiones que tomó sin ningún tipo de consenso... no tienen ningún sentido. Si bien tú tuviste poco tiempo de reacción, cosa que puedo entender, y te viste abocado a tomar aquella arriesgada decisión, las acciones de Du Fleuve, son de motu propio, movidas por quien sabe que interés y con ningún tipo de atención a la discreción. ¿Sabes lo que hizo en el hotel?... ¿no?... te lo cuento. - Apoyó su cuerpo en el bastón y se acercó aún más a Bruno - Después de revisar la habitación 301 del Abba... no se le ocurre otra cosa que tocar a las dos de la mañana a una inquilina... ¿te imaginas lo fácil que será para la señora, recordar a un mulato y a un cojo, que le tocaron la habitación de madrugada?...
Se dio la vuelta, y cansado, se dejó caer sobre la metálica silla plegable donde ahora reposaba su americana. El abogado empezó a remangarse las mangas de la blanca camisa. - Luego llevarnos al templo de Sahil... entiendo que necesitara sus mierdas para llegar a ese estado de éxtasis y darle rienda suelta al poder de la sangre ese tan molón... pero joder... fill de puta... que aquello era un jodido ir y venir de cainitas... a saber cuantos no nos habrán identificado.
Miró el reloj preguntándose si Durán estaría al caer... y buscando el mejor momento para desvelar su petición al gangrel. - Luego ya, lo de quitarle la estaca a Mohammed... ya ha sido la gota que ha colmado el vaso. Claro... para el muy cobarde - dijo desde la frustración - es muy fácil tirar la piedra y esconder la mano, y eso en el caitiff significa actuar como un crío y ofuscarse cuando las cosas se ponen mal... ¡No lo tolero más!. - La rabia iba en aumento - Debemos tomar cartas en el asunto, Bruno... os no va acabar jodiendo a todos... es cuestión de tiempo que sus pueriles comportamientos nos acabe salpicando. Te lo digo ahora, para que luego no me taches de ventajista. - Empezó a ordenar los papeles, dándose quizás cuenta de que estaba perdiendo demasiado tiempo charlando, y tal vez pudiera hacer las dos cosas a la vez. A medida que ordenaba la documentación impresa, prosiguió - Tú verás Bruno. Puedo dejar que tú y Daren cuidéis cada uno un cachete de mi culo, pero no voy a dejarle la parte divertida al basura. ¿Me pillas?... No pienso darle la espalda, no es trigo limpio. - Golpeaba el canto inferior del tocho de folios recogidos, sobre la mesa, para colocarlos perfectamente alineados, y proceder a ponerle un clip. - De hecho, ahora mismo, y puedo permitir que me llames paranoico, no dejo de darle vueltas a que puede estar haciendo ese cabroncete... y ahí es donde te pido el favor, Bruno... ¿crees que podrías poner a alguno de tus peludos amiguitos a seguir y ver que hace nuestro común partenaire?...