- ¿Habéis visto a Sahil? - preguntó el vástago y una jovencita de rasgos asiáticos le señaló hacia el patio interior del inmueble.
Allí se encontraba tumbado en el suelo su único amigo, tatareando una pieza de Barber con los ojos cerrados, podía achacárseles muchos defectos, pero el gusto musical de Sahil era sin duda exquisito.
Sahil: ¿Y bien? ¿Qué te preocupa?
Jean-Luc nunca entendía como lo hacía, y prefería no hacerlo.
Jean-Luc: ¿Acaso no lo sabes?
Sahil: Yo no lo sé todo - expresó el vástago sonriendo- y bien... ¿qué te preocupa?
Jean-Luc le contó lo que vio aquella noche en aquel parking de la ciudad, y aunque no sabía con exactitud qué tramaba Tristán sospechaba que no sería nada bueno.
Sahil: Ya veo... así que es eso... tienes celos de Tristán.
¡¿Cómo?! ¿Celos de ese bárbaro?- murmuró Jean-Luc para dentro- ¿por qué alguien como yo habría de tenerle celos? Y, sin embargo, allí estaba junto a Marc que le ofrecía su sangre, y cómo se miraban esos dos.
Sahil: Marc es alguien importante aquí, mucho más que yo, y te preocupa no ser el niño de sus ojos. Creeme cuando te digo que Tristán te está haciendo un favor.
Jean-Luc: No es sólo eso, amigo, él aprecia mi talento y está consiguiendo que muchos otros lo aprecien también.
Sahil: Yo aprecio tu talento, muchos aquí lo apreciamos y seguiremos haciéndolo con o sin mecenas, Jean-Luc. No lo necesitas, ni como artista, ni como vástago. ¿No has aprendido nada todos estos años?- Jean-Luc escuchaba muy atento en silencio- Eres perfectamente capaz de sobrevivir tú solo, lo llevas haciendo mucho antes de que supiera siquiera de tú existencia y sé que podrás seguir haciéndolo mucho después de la mía. Me sorprendo muy poco, amigo, pero he visto tu futuro y es realmente sorprendente.
Hablaron un buen rato hasta que finalmente les sobrevino un cálido silencio, el de dos personas que no necesitan hablar para comunicarse, el de dos personas a quienes no les molesta el transcurrir de los minutos, de las horas incluso, con sólo la armonía como escenario de fondo, allí, en medio del tumulto de un barrio marginal, allí podían escuchar, ver, oler, sentir esa sustancia llamada paz. Realmente no sabían demasiado el uno del otro, al menos en lo que a historia se refiere, pero no les hacía falta para conocerse, pues como Sahil siempre decía: "las historias de los ojos cuentan más que las historias de las bocas, al menos para aquel lo suficientemente observador" y vaya si era verdad. Jean-Luc nunca comprendió qué contaban los ojos de Tristán y qué lo hacía valioso para su amigo, ¿sólo era otro juguete roto más?
OFF:
@Sebastian_Lereux, yo te invoco, por la gloria de tu madre! Jorl! No puedorr!!!!