Cita:
Carme se quedó mirando al peculiar anfitrión de la fiesta cuando éste se alejó seguido de su coro pelotillero. Se preguntó qué clase de persona era. No podía negar que tenía algo... interesante por decirlo de alguna manera. Pero su evidente falsedad había hecho que le saltaran todas las alarmas.
─ Carme.
La voz al lado de de su cara la sobresaltó, y vio a Jordi muy cerca suya, con esa mirada intensa, quizás más intensa que nunca. Se apartó para dejar algo de espacio.
─ Carme, ¿qué hacías con ese tío?
─ ¿Hacer? ¿Hacer qué con quién ─respondió perpleja─?
─ Con el Conde de Bonnafont.
─ ¿A ti te parece que yo estaba "haciendo" algo?
─ ¿Qué te ha dicho?
─ ¿Que qué me ha dicho? Nada. Se ha presentado.
─ No te acerques a ese tío.
─ ¿Perdón?
─ Que me hagas el favor de no volverte a arrimar al Conde.
─ ¡¿Perdón?!
─ Carme.
─ ¿Pero ahora te crees que me puedes decir con quién me puedo juntar y con quién no?
─ Carme...
─ ¡Pero qué te has creído, tío! Primero te esfumas, y luego te echas encima mía, y ahora te pones en plan ex celoso. No te pega nada. ¡Qué coño! ¡Esto es lo que hacen los maltratadores! ¿Cuándo has pensado... ?
─ Carme, escucha, cojones. El tío éste es muy chungo...
─ ¡Eso ya lo sé yo con verle! Pero me sé cuidar sola.
─ No Carme, es MÁS chungo. Chungo de verdad.
Hubo un silencio tenso, ambos mirándose con rencor.
─ ¿Chungo cómo ─inquirió Carme─? ¿Me vas a contar algo de una vez.
─ Mató a su mujer ─dijo Jordi con un hilo de voz─.
Ella le miró a los ojos, y él apartó la mirada.
─ ¿Me estás mintiendo? ¡Pero qué morro tienes!
─ ¡Mira! ¡Ya está bien! ¡Corta el rollo con ese tío! ¿Me oyes?
─ ¿Pero qué rollo? ¿De qué hablas, tío?
─ ¡Joder, Carme! ¡Que te he visto! ¡Riéndote y sonrojada como una tontorrona!
Jordi cerró los ojos. Carme supo que él no quería haber dicho eso, pero también que era lo que estaba pensando. Deseó haber tenido una copa en la mano para echarle el contenido a la cara. O la misma copa.
─ Tú eres imbécil. Ahí te quedas, me voy a pillar un taxi y me largo, gilipollas.
Él se quedó un momento parado, incluso menos agresivo, como chocado por la reacción que no esperaba. Después de un instante metió la mano en la chaqueta y sacó algo.
─ Toma, ya me pasaré mañana a por el coche.
Carme se quedó mirando las llaves que le ofrecía su acompañante. Él había abandonado de golpe la actitud confrontista, y ahora de golpe parecía tranquilo, cordial, incluso cariñoso. Se diría que había visto el Cielo abierto con la posbilidad de que ella se fuera, lo que la enfureció más aún.
─ Mira, mejor no ─replicó Carme─. Me voy a quedar en la fiesta, y me lo voy a pasar bien sin ti. Y me voy a juntar con quién me salga del coño... ─miró hacia los lados─ con quién me dé la gana. Ah, parece que nuestro anfitrión quiere decirnos algo, voy a ver qué será ─terminó de forma burlona─.
Y dicho esto, se fue dejando a Jordi con tres palmos de narices.