Carta abierta a mi mismo:
Ahora que sé que los malos presagios se cumplen, y que la partida quedará oculta (no se sabe si para siempre, espero que no, pero nunca se sabe) quiero escribir a mis dos yos, que intenté volcar, quizas por primera vez, en el reflejo de unos personajes. El experimento no me salió del todo mal, y mucho menos me equivoqué al guardar ese experimento para una gran crónica. En mi favor he de decir que ya había saboreado las dos primeras temporadas como mero espectador, y ahora desde la distancia, echo de menos la voz melosa de Sebas y su hipnótico mecer de barba...
Siempre lo intento hacer, pero si que es verdad, que en esta partida he dado lo mejor de sí, hasta el punto de llegar a obsesionarme con el personaje, con mi propia creación, cosa, seguramente, del nada bueno. Y es por eso, que tal vez hoy, tenga esa sensación amarga de despedida.
Gracias Verónica, por dejarme surfear por el lado salvaje de la vida. El reacción/acción, el "a quien le importa lo que yo haga".
Gracias Francesc, por recordarme, que siempre siempre siempre, lo más importante en esta vida, es el amor. Un leitmotiv universal, para humanos, y porque no... para vampiros.
Espero que esto sea un hasta luego. Nos vemos en Barna.