- Hacia... ¿arriba? ¿Qué se supone que significa eso? ¿Que puedes volar? ¿Me tomas por estupida? - Estel parecía genuínamente despistada, como si no entendiera (o no quisiera entender, a veces pasaba con los mortales) las implicaciones de tu respuesta. En la ventana, tras de ti, claramente se recortaba el perfil de un chico o una chica armado con una pala a la que se había afilado el extremo contrario del mango. Parecía muy nerviosa, como el resto de chicos. Sólo Estel, Miranda y el tal Gordo parecían mantenerse algo más serenos.
- ¿Te complace mi respuesta? ¿Qué hacíais en el cortijo, vigilarnos a nosotros?
- No tiene que complacerme, sólo que convecerme de que no me estás mintiendo como siempre hacen los de tu calaña. Como te decía antes, no nos gusta que bichos raros como tú vengan a darnos problemas en nuestro patio trasero: ya tenemos los suficiententes por aquí. Así que cuando nos dijeron que había un grupo de catalanes haciendo preguntas raras por Los Mares, empezamos a seguiros, es tan sencillo como eso: vigilamos nuestras fronteras. No sabíamos que erais... lo que sois, hasta que empezasteis con vuestro trucos en el Cortijo. Mira, si no nos dais problemas y os vais, tampoco os los daremos nosotros. Pero como nos esteis mintiendo, criatura, no te quepa duda de que sabremos defendernos de cosas como vosotros.
Mientras Estel te daba las explicaciones, tu tenías claro, Miriam, que los chicos aquellos se estaban organizando. Los crios más pequeños se dedicaban a corretear de un lugar a otro, pasando mensajes susurrados de oído en oído, además de lo que parecían ser todo tipo de armas más o menos improvisadas a los mayores, de 16 a 18 años, que se arremolinaban en la puerta del cuarto (media docena) y en la ventana (un par de ellos). Y por los ruidos que te llegaban del resto de la casa, y de los otros barracones, había aún más que se acercaban.
- ¿Quieres saber algo más? ¿Sabéis algo de los explosivos?
- Mmmmm... - Estel se pensó la respuesta durante unos segundos... - absolutamente nada, criatura. Es la primera vez que oigo algo sobre envío de explosivos. Por lo que me han contado los chicos, en las sierras de por aquí había canteras en las que se han usado explosivos, pero por lo que se están todas cerradas... - y dejó la frase colgando, como si estuviera dudando en continuarla.
- Tengo que confesarte que he visto tu rostro antes. En cierto vídeo... en cierto invernadero... Tengo cierta curiosidad, aunque con tanto público, no sé si sería adecuado que hablaramos del tema. - Dijo Miriam mirando al público más joven.
Estel sacó pecho en ese mismo intante, claremente orgullosa por el contenido del video que estabas sugiriendo.
- ¡Ah, el vídeo! Me alegra que lo hayas visto. Ahí tienes la prueba de que sabemos como tratar con seres como tú si nos pones a prueba. Uno de los tuyos sufrió una muerte horrible a nuestras manos, ya has visto de lo que somos capaces - desde luego a Estel no parecía preocuparle la presencia de los críos para tratar el tema - Tú misma.
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He optado por contestar todas tus preguntas en paralelo por ir avanzando la conversación, pero al reordenarlas un poquito creo que se mantiene la coherencia en la escena y se entiende todo, Ivy