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Miró a su alrededor barajando opciones. Las calles estaban casi desiertas. Sí pudo atisvar a un grupo de africanos que se dirigían seguramente a trabajar, pero eran demasiados y la aventura le llevaría lejos de su refugio, algo imprudente debido al poco tiempo con que contaba.
Maldiciendo de nuevo, Jordi decidió que lo mejor sería darse un paseo hasta el refugio y cenar sólo si encontraba algo de camino. Se metió las manos en los bolsillos y echó a andar hacia la casa que la Administración había provehído.
De camino observó unas pocas personas más que se dirigían al trabajo, pero casi siempre en grupo. Para hacerlo peor, el aspecto del catalán era llamativo: piel blanca, rasgos comunes españoles, y una camisa de calidad mediana que encima debía ser insuficiente para el frío que hacía, ya que los mortales a esa hora iban todo lo fuertemente abrigados que podían permitirse, con gruesos anoraks y gorros de lana. Otro fallo más de planificación.
Pensando ya en acostarse con hambre, de repente escuchó en alguna calle cercana el sonido constante y molesto de un motor en ralentí. Decidió acercarse a acechar, evitando la luz. Buscando en la calle, lejos de la presencia de otras personas, él era menos Jordi y más el monstruo depredador que son los Vástagos.
Vio un coche detenido con el motor encendido. En el asiento del conductor un hombre estaba medio recostado en el asiento de atrás. ¿Estaría dormido? Poco probable, adormilado quizás. Jordi se colocó a una distancia media desde un ángulo desde que el que esperaba a no ser visto, calculando la maniobra varias veces. Abrir la puerta rápidamente, abalanzarse, morder y huir rápidamente. ¿Podía salir bien?
Entonces tuvo la frialdad de pensar un poco más. Si este hombre estaba ahí dentro del vehículo detenido, debía de estar esperando a alguien. El motor sólo estaba encendido para que la calefacción funcionase. Entonces alguien debía llegar de un momento a otro.
Jordi buscó un rincón oscuro desde el que esperar, y efectivamente en poco tiempo apareció otro hombre más, que perfectamente podía haber sido testigo de su ataque. Viendo que se acercaba desde atrás del coche, decidió jugársela e intentar atacarle rápidamente sin ser percibido por el conductor, quien en principio no parecía demasiado atento (si es que no estaba dormido).
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