Despues de estrecharle la mano y un poco por la inercia de no saber muy bien cuando despedirte, acompañaste unos metros a Úrsula hasta el portal del buffete.
Al girarse para despedirse, volvió a quedarse callada escrutándote con la mirada. En la escasa hora que habíais compartido juntos era como la tercera vez que lo hacía, y ya sabías interpretar el gesto como que algún tipo de decisión dificil se estaba tomando en el interior de su cabeza.
- No... se si tiene algo de relación con lo que tu jefe quiere o no de nosotros, Marc - parecía que la pelota había caído del lado que te interesaba - pero tal vez me venga a mi también bien saber qué está pasando. Espero que tengas en cuenta lo que voy a decirte si en el futuro puedes hacer algo por mi. Francamente me tocaría un montón las pelotas entrar enchufada por ser una chivata de mierda, pero no tengo ningún problema con que a cambio de algo de información me digas que se me viene alguna gorda encima - ante tu cara de incompresión Úrsula dio un par de pasos hacia ti, quedando vuestros rostros a escasos centímetros - la última vez que hablé con Pantxo fue cuando me dijo que pasaría unos días fuera de la ciudad. Lo hace mucho, lo de irse fuera, no es nada raro. Pero en esta ocasión parecía... asustado - te susurró, mirándote con atención por si tú tenías algo que revelarle a cambio - y no, ya te lo digo antes de que me lo preguntes, no tengo ni idea de la razón. Y no precisamente porque no haya motivo alguno. Más bien lo contrario, dado lo que hacemos en el despacho de este hombre, los motivos sobran. Casi me sorprende que Pantxo haya tardado tanto en pisar algún callo, con lo gilipollas que es. Lo que ya me jodería es que me salpique a mi por los 700 euros escasos que me paga al mes.