Daren asintió con la cabeza y sin mediar palabra alguna, primero le dio un simple abrazo. Había sido una noche de mierda para él.
Por un momento cerró los ojos y le acarició el pelo siguiendo con dos dedos las ondas que conformaban cada mechón, en silencio, sin decir nada más. Ella se quedó quieta, algo extrañada por aquella primera aproximación que más bien parecía que solo quería algo de cariño. La apretó contra sí un poco más, unos pocos segundos más donde podía engañarse a sí mismo...podía pensar que
ella estaba de nuevo ahí, como aquella noche que se quedaron solos en la estación de autobuses cuando volvió de Edimburgo, cuando la felicidad estaba en un simple abrazo y una sonrisa. Solo por ese momento pudo volver en su memoria a los trazos borrosos que le quedaban de ella junto con aquel tacto femenino, que tenía una altura y una forma del pelo similar.
Suavemente deslizó los labios en la oreja de ella mientras en voz muy baja volvía a la realidad de su vida actual con un "gracias" para esa chica de las altas horas de la mañana que le hacía sentir un poco menos solo cuando todo el mundo se había ido y apartando el pelo, aún con los ojos cerrados, fue llegando desde la oreja a su cuello con la boca entreabierta, acariciandola así brevemente hasta clavarle los colmillos con toda el ansia depredadora que sentía en su interior bajo todo el control que podía. La vitae comenzó a manar por su garganta como el néctar necesario para endulzar un poco la falta que tenía de placeres mundanos, ella gimió un poco, casi como si le avergonzase permitirle aquello. Él estaba en el extasis de los malditos. Y él de los malditos, noche tras noche, era quien despertaba en la pesadilla del amargor de otra noche en la que tendría que aprovechar para encontrar lo que ansiaba desde el 2012, a sabiendas de que eso jamás haría que nada de su vida cambiase. Todo bajo el peso de una Pirámide, de los deseos de su Sire y de las órdenes de Virgilio Sendra y de una Sheriff.
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¿No hacía falta tirar no? Creo...
Cuando se retiró al fin de beber de ella, la tuvo que sostener para que no cayera al suelo. La levantó en sus brazos y la llevó de nuevo a la biblioteca, dejandola durmiendo en la silla donde estaba y sobre su portatil. Acarició de nuevo su cuello con los dedos impregnados en saliva para cerrar las dos pequeñas heridas de sus incisivos. Y se quedó allí con ella, esperando que se le pasaran los efectos del Beso, por si alguno aprovechaba para llevarse alguno de sus efectos personales. Al menos todo el tiempo que pudo hasta que se hizo la hora del amanecer.
Mientras, buscó entre los volúmenes, algún mapa callejero de Barcelona y marcó con pequeñas monedas de céntimo los lugares donde había avistado al Sabbat. Solo habían sido dos ocasiones y Barcelona era muy grande, pero ya había comenzado su tarea de contemplar si la zona de acción sería localizada o no. Después, se sentó en una silla y miró de nuevo la foto del documento de Sahil.
<Turtur orda...¿ha sido Tórtola quién te ha secuestrado, Pere? ¿estabas en esta red de espionaje?¿ eres n55?> se preguntaba mentalmente mientras pasaban los segundos...los minutos y una hora. Cuando Agueda empezó a moverse despertando, cerró corriendo el callejero y se guardó el móvil, posó su mano sobre ella deseandole buenos días y se encaminó por el pasillo en dirección a su celda.
Por el camino áspero, a las estrellas.