La alarma vibratoria del móvil de Cesc sonaba en su pantalón. Rápidamente la desconectó mientrás decía: - Señores... lo siento mucho. Mi hora de seguridad ha llegado. Hora de volver al refugio. - Aprovechó que tenía el móvil en la mano, para activar la cámara y sin pedir permiso, sacó dos fotos, al tiempo que decía. - Fijaros aquí. Éste es el emplazamiento de la Urbanización Patgés... y éste mismo símbolo se repite en varias localizaciones del mapa - dijo señalando con el dedo en el mapa - Lo mismo son lugares de interés, dignos de investigar... tal vez sean los destinos de más mulas.
Sacó dos fotos, una a ese mapa, y otra a aquel extraño documento con nombres en clave. - Jean-Luc... - le dijo mientras veía que el caitiff extrañamente tanteaba la pared. - Creo que deberías quedarte tu con estos documentos... digamos, que legítimamente, te pertencen... por así decirlo. - Recogió el bastón y se dispuso a salir de la estancia. - Creo que por lo pronto, deberíamos quedar mañana en el Búnker, y ya buscaremos un nuevo emplazamiento... y por cierto. Deberíamos dar prioridad a buscar a Bruno. No contesta a los mensajes... y lo mismo está en peligro, como lo estuvo Jean-Luc - enfatizó - y no pudo advertirnos. Creo que es de vital importancia que lo localicemos. Podríamos quedar sobre las 22:30 o así. Yo necesito alimentarme mañana sí o sí. Buenas noches, señores.
El ventrue salió de nuevo airado tras escuchar a Daren*1 decir que tenía un asunto del que encargarse a la noche siguiente. No dijo nada. Asentió con la cabeza, pero el mal humor le subía como la hiel por la garganta. ¿Es que acaso no entendían nada?. ¿Es que no sentían la presión del tiempo que él estaba viviendo?... ¿No veían como la arena resbalaba por aquel reloj de arena en el horizonte negro de Barcelona.?
Con aquellos pensamientos, Cesc salió del sótano del templo de Sahil, donde esperaba pacientemente Arnau. En los últimos metros, Fornals intentó transformar su rostro y que no se le notara lo que allí había vivido aquella madrugada. - Arnau, neng. Que alegría verte. Llévame a casa por favor.
El coche arrancó, al tiempo que Francesc sacaba de su cartera su agenda y la pluma del bolsillo de la chaqueta. Actualizó rápidamente su agenda:
Luego sacó dos tarjetas de su tarjetero y los apoyó en la agenda donde, en el reverso de ambas tarjetas escribió algo. Los frenos del coche chirriaron mínimamente, al llegar al Carrer de Mallorca. Cesc sacó un billete de 200 euros de la cartera y le dijo a Arnau: - Arnau, querido - al tiempo que le entregaba una bolsa - ¿serías tan amable de llevar esto a una lavandería y pedir que lo envíen a la trigésima tercera planta de la torre Agbar? - le dijo al tiempo que le daba la tarjeta y el billete de 200 euros. - Por favor, que añadan esta tarjeta:
- Tranquilo, Arnau, soy consciente de que no eres mi mayordomo ni nada de eso, pero me harías un gran favor. Ahora mismo no dispongo de tiempo y me he compromentido a entregarlo mañana. - Una mano desde el asiento de atrás en el hombro de Arnau y un pequeño apretón fue la despedida que eligió Francesc con su guardaespaldas personal, tras citarlo mañana sobre las nueve y media en la misma ubicación de ayer.
Consciente de que mañana al despertar debía alimentarse, dejó la otra nota en la portería del edificio donde Cesc tenía su actual refugio/vivienda:
Subió por el ascensor absorto con lo que había vivido aquella noche... tantas cosas, tan intensas... era imposible centrarse... era de una extrema complejidad organizarse y focalizar. Con esos pensamientos en la cabeza, la puerta del ascensor, se abrió dejando ver un extraño paquete frente a su puerta. La paranoia invadió a Fornals, que se movió en slow motion hasta el propio paquete, temeroso de lo que podía encontrarse. Pero ya de cerca, pudo visualizar de que se trataba. La nata que chorreaba derretida por las esquinas del cartón y que caían sobre la alfombra, no dejaba lugar a dudas que se trataba de una tarta. - Mierda... mi cumpleaños - Recogió la tarjeta sin leerla, sabiendo lo doloroso que sería hacerlo. Entró a su apartamento y arrojó la tarta con caja incluida al fregadero con una furia inusuada. Luego ya en la soledad de su apartamento, abrió la tarjeta y vio la pequeña caligrafía de su sobrina, deseándole el mejor de los cumpleaños... Colgó la tarjeta en el inútil frigorífico con un nudo en la garganta, al tiempo que mandaba un mensaje a su hermana Angels, al tiempo que las lágrimas rojas nublaban su visión y mojaban su cara.
Y también mojaron su cara, las gotas de la cálida agua de la ducha, mientras el abogado seguían intentando hacer un control de daños de toda la situación. Se encontraba saturado, pensando en la fiesta en la casa Batlló, en los comentarios Sandra, de Nines, de Marc, y sobre todo de Ginesta. Pero tambien de la extraña experiencia vivida en el templo o del encuentro con Paula. Había sido una noche más que movida, y la investigación, salvo nuevas pistas en los documentos personales de Sahil, no había avanzado en demasía. Sentía el peso de la espada de Dámocles en su nuca. Una presión forzada y no deseada. Presión al fin y al cabo.
Cesc se vistió solo con aquel pantalón de pijama de seda y dejando su cabellera totalmente suelta. Inquieto, consciente de que le costaría dormir, y sabiendo que toda la casa ya estaba domóticamente cerrada, y teniendo en cuenta que aún quedaban un rato hasta el amanecer, accedió a un cuarto donde, amontonados en cajas aparecían todos los recuerdos de su vida mortal. Cómo el que va a realizar una mudanza perenne. En el centro de la habitación, y un precioso piano de cola Yamaha, negro como el tizón, donde Francesc practicaba en su vida humana o les tocaba el "Para Elisa de Beethoven" a los ligues que traía a casa. La habitación, tal y como pidió Francesc en la compra estaba totalmente insonorizada, y podía si quería dar un concierto allí, que nadie se enteraría.
Se acercó despacio al piano, cómo el que tiene miedo a afrontar su pasado. Un surco provocado por su dedo, dejaba un rastro entre el polvo de la madera. Se acercó al taburete de piel y se sentó. Abrió la tapa de las teclas, con la misma lentitud que había realizado todo el proceso. Y no sabe si por inspiración divina o por que, una melodía se le vino a la cabeza... una melodía de una canción de Gordon Mathews alias Sting, donde hacia un genial simil con una partida de cartas... una nota continuó a la otra y la canción surgió, pensando en cada estrofa el significado que tenía para su ya ajetreada vida y el momento que estaba viviendo:
{ https://www.youtube.com/watch?v=erp4KMWcuVo&t= The shape of my heart by Sting }
" He deals the cards as a meditation
And those he plays never suspect
He doesn't play for the money he wins
He doesn't play for the respect"
En referencia a su propia persona, a su entorno, a la camarilla... a sus amigos y enemigos... así vino la primera parte de la estrofa. Que continúa con su segunda parte, en referencia de la oportunidad para bien o para mal que tenía de salvar Barcelona, y de la necesidad casi insana de obtener respuestas a tantas preguntas:
" He deals the cards to find the answer
The sacred geometry of chance"
A continuación el estribillo, donde el primer verso hacía referencia, bajo aquel extraño punto de vista de un Cesc omnubildado, al Sabbat:
"I know that the spades are the swords of a soldier"
Para referirse en el segundo a los anarquistas:
"I know that the clubs*2 are weapons of war"
El tercer verso, hacía referencia a su casa, a la casa Ventrue:
"I know that diamonds mean money for this art"
Para acabar el estribillo, con una frase que sentenciaba, como a Cesc le gustaría estar alejado de toda aquella mierda, y no convertirse en alguno de aquellos con los que compartía un baile de máscaras:
"But that's not the shape of my heart"
Después de añadir una nueva estrofa y reiterar el estribillo, vino el último conjunto de versos de la canción, en clara referencia a Verónica, y lo que podrían opinar los demás si aquello saliera a la luz. No era una bonita historia de amor. Era una horrorosa historia de desamor:
"And if I told you that I loved you
You'd maybe think there's something wrong
I'm not a man of too many faces
The mask I wear is one
Those who speak know nothing
And find out to their cost
Like those who curse their luck in too many places
And those who smile are lost"
La última nota quedó suspendida en el aire... como si fuera a ser eterna. Y entonces de nuevo la voz de Verónica asomó por su cabeza, mientras el abogado se sujetaba las sienes y los dedos se agarraban el pelo, como el que intenta soportar una locura:
-Abogado... abogado... ¿vas a ayudarme o te vas a quedar aquí para siempre?...
Se hizo el silencio en su cabeza: - Me voy a quedar aquí para siempre... - susurró al tiempo que una lágrima de sangre manchaba una blanca tecla del piano.
*1:
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Aquí he metajugado sabiendo que Vir me ha comentado (y lo que vi en la sesión) de que tendría que ir a lo de Amelia. En caso de que no diga eso, ignorad el párrafo. Ha sido así para avanzar algo de tiempo.
*2:
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"clubs" sería traducido como "bastos" de la baraja. No clubs de baile ni nada de eso... XDDD
Spoiler:
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Perdonad el chorropost y sobre todo tanta historia con imágenes y demás pero tenía muchas cosas en el tintero. Sorry about that.
Con esto (salvo sustos del trío calavera de narradores) doy por terminada la noche de Cesc.