El caitiff se mantuvo estático, con la mirada pérdida, ningún estímulo parecía alterar ese estado petreo. Pasó varios minutos así, como una de aquellas estatuas que adornaban aquel sótano, pero aquel estado era sólo aparente: en su mente una guerra abierta y con muchos frentes se desataba feroz e implicable. Fue sólo cuestión de tiempo que Jean-Luc empezara a murmurar, casi de manera imperceptible, algunas frases a modo de bucle, casi como una letanía. Sin duda, aquellos sucesos traumáticos junto con una sobreexposición a un ambiente de demencia sobrenatural hicieron verdaderos estragos en él.
SOEUR BRIGITTE. Eres una aberración, pequeño mocoso insolente, ¿cómo no te iban a abandonar tus padres, mocoso? ¿Cómo no hacerlo cuando tienes al demonio dentro de ti? Maldita lacra...
PEQUEÑO JEAN-LUC. ...
SOEUR ADÈLE. ¡Hermana! No le digas eso, sólo es un niño.
SOEUR BRIGITTE. No es sólo un niño, mira sus ojos, observa cómo se clavan desafiantes en los míos. Él todavía no ha entendido cual es su papel en este mundo, todavía no ha comprendido que es sólo un negrito más abandonado al que nunca adopatarán. Nadie querría ver esos ojos, créeme mocoso, te haría un favor arrancándotelos.
TRISTÁN. ¿Por qué no le respondes, cobarde? ¿Vas a dejar que esa monja oronda de culo blanco te hable así mucho más tiempo?- se ríe- A veces resultas tan patético...
PEQUEÑO JEAN-LUC. ...
---------------------------
PEQUEÑO JOSEPH. Algún día nos iremos de aquí, juntos, iremos lejos, como a Francia o más lejos.
PEQUEÑO JEAN-LUC. Sí...
PEQUEÑO JOSEPH. Me gustas, aunque nunca hables demasiado. ¿Acaso no tienes sueños, Jean-Luc du Fleuve?
PEQUEÑO JEAN-LUC. ...
PEQUEÑO JOSEPH. ¿Ves? Te quedas callado mirando hacia la nada. No eres como el resto de chicos aquí.
PEQUEÑO JEAN-LUC. ¿No... lo... soy?
PEQUEÑO JOSEPH. ¿Todavía no te has dado cuenta, chico raro? (risas)
---------------------------
PÈRE ANDRÉ. Lo siento mucho, chico, la hermana Adèle te quería mucho.
PEQUEÑO JEAN-LUC. ...
PÈRE ANDRÉ. Ahora tienes que ser fuerte, y apoyarte en la fe. Dios misericordioso la requería junto a él. ¿Sabes lo que significa misericordioso, chico?
PEQUEÑO JEAN-LUC. No.
PÈRE ANDRÉ. A veces parece ser duro, chico, pero siempre actúa con moderación y justicia, pues hay justicia en su obra, y no habrá carga demasiado pesada ni prueba demasiado dura para aquellos que se apoyen en él. Por eso, chico, hemos de confiar en él y tener fe. ¿Lo entiendes, no?
TRISTÁN. «¿Lo entiendes, no?» - Se ríe.- ¿Por qué no le dices la verdad, Jean-Luc? Dile que no entiendes esa justicia divina. Dile que te cagas en su puta misericordia. ¡Habla de una vez, cobarde!
PEQUEÑO JEAN-LUC. ...
---------------------------
JOVEN JOSEPH. ¡Sí! Ya tengo los billetes, hermano. Nos largamos de aquí.
JOVEN JEAN-LUC. Nos largamos. Sí.
JOVEN JOSEPH. ¿Es que no te hace ilusión, Jean-Luc du Fleuve? ¿O acaso tienes miedo, pequeña gallinita?
JOVEN JEAN-LUC. No tengo miedo.
JOVEN JOSEPH. ¿Seguro?
JOVEN JEAN-LUC. Bueno, quizá lo tenga un poco.
JOVEN JOSEPH. Eres lo peor. (risas)
---------------------------
JOVEN JOSEPH. ¿Cómo hemos llegado a esto, hermano?
JOVEN JEAN-LUC. ...
JOVEN JOSEPH. ¡Habla, joder! ¡Habla!
JOVEN JEAN-LUC. ...
JOVEN JOSEPH. Te odio cuando haces eso.
JOVEN JEAN-LUC. Yo también... me odio...
JOVEN JOSEPH. Vamos a salir de ésta, hermano. Todo irá bien.
---------------------------
JOVEN JOSEPH. No pudiste protegerme, yonqui.
JOVEN JEAN-LUC. ...
JOVEN JOSEPH. Ni siquiera pudiste llegar a despedirte de mí.
JOVEN JEAN-LUC. Lo siento,- llorando- de verdad, lo siento.
JOVEN JOSEPH. Ey, deja de llorar, Jean-Luc, deja de llorar.
JOVEN JEAN-LUC. ...
JOVEN JOSEPH. Nunca lo olvides, ¿vale? Tu sueño. Nuestro sueño.
JOVEN JEAN-LUC. ¡No te vayas, Joseph! ¡No me dejes solo! ¡No me dejes solo!
TRISTÁN.«¡No te vayas, Joseph!»- suelta una carcajada- ¿Siempre has sido tan patético?
JEAN-LUC. ¡Cállate!
TRISTÁN. Vaya, quizás tengas algo de huevos y todo. ¿No quieres que hable? ¿No quieres que te diga lo que eres, Jean-Luc?
JEAN-LUC. ...
TRISTÁN. Menudo pusilánime, no vales para nada. Ni siquiera has podido salvar a aquellos que te importaban. Sigue vendiendo tu culo para drogarte, parece que es lo único que se te da bien.
JEAN-LUC. ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE!
---------------------------
JEAN-LUC. ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE!
VAL. ¿A quién mandas callar, soufflé?
JEAN-LUC. ¡Val!
VAL. ¿Quieres que patee tu culo de chocolate?
JEAN-LUC. ¡¿Dónde has estado?!
VAL. ¿Hola? ¡Estoy aquí! De verdad estás muy raro, soufflé, muy raro.
---------------------------
JEAN-LUC. ¡Val! ¡Val!
TRISTÁN. Deja de gritar, estúpido, conseguirás que nos maten.
JEAN-LUC. ¿Dónde está Val?
TRISTÁN. «¿Dónde está Val? ¿Dónde está Val?», sí serás lerdo. Val está muerta.
JEAN-LUC. ¡Cállate ya!
TRISTÁN. ¿Qué? ¿Paula la mandó a México? ¿Casualmente tiene su teléfono? Pensaba que eras más listo...
JEAN-LUC. ...
TRISTÁN. ¿A cuánta gente más tendrá que matar? ¿Cuántas veces más tendrá que torturarte? Sabes lo que tienes que hacer. ¡Hazlo!
---------------------------
SIRE DE JEAN-LUC. Creías conocer la oscuridad, ahora vivirás eternamente en ella.
JEAN-LUC. ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO!
TRISTÁN. Espera, ¿qué estás pensando? No, para. No lo hagas...
El trance se rompió por un momento y Jean-Luc se llevó las manos a su chaqueta, cogió su pistola y temblando se la llevó a la boca. Durante unos segundos su lucha interna se manifestó fuera de su mente. No quería aprentar, pero debía hacerlo. Pronto se reuniría con Sahil.