Daren limpiaba los utensilios con los colmillos parcialmente sacados aprisionando su labio inferior de la rabia. Una rabia que venía en parte por lo humillado que se había sentido por no haber sabido superar académicamente a Alex frente a su propio mentor. Iba limpiando despacio y concienzudamente, un poco por hacer tiempo para que el Magister y el otro pupilo con el que mantenía una rivalidad se fueran antes y le dejaran solo, otro poco porque tenía una lucha atroz por mantener a raya a una Bestia que en su interior rugía de hambre e ira por lo que había pasado hace poco más de una hora frente al Bunker.
El hecho de haber tenido que usar su extraña Taumaturgia para salvar su vida le había rememorado cosas muy dolorosas de su pasado.
Spoiler:
Y cuando esos acontecimientos volvieron a asomar, apretó más los labios y como un samurai que presenta su espada de forma ritual frente al emperador, depositó la daga que había usado Cesc para rematar a la criatura, lentamente sobre la mesa, ahora limpia de rastros de sangre y la miró intensamente, notando su propio sabor metálico en la boca. Sin darse cuenta le comenzaba a sangrar el labio. Apoyó los nudillos abandonando un poco del peso de su cuerpo hacia esa mesa, en la que empezaba a rememorar un cuerpo tendido con los brazos en cruz en la forma de esa daga.
Como si estuviese en el velatorio en el que le hubiese gustado estar para poder despedirse. De nuevo, volvía a tenerla frente a él.
La tenía frente a él, pero ahora él estaba en ella, notando cómo la fuerza le iba abandonando, sintiendo que toda esperanza de reconciliación se desmoronaba, segundo a segundo. Ahora tenía una somera idea de cómo había sido el último retazo de vitalidad que le quedaba en ella en esa secuencia de pocos minutos, aunque con el macabro añadido del recuerdo del placer de aquella noche en el sótano de la casa. Pero la cara oscura que tenía encima, ni siquiera era la del propio Jean Luc...sino la de un ser que ansiaba eliminar todo rastro de humanidad en él.
<Y si me hubieras permitido actuar más...tendrías mucho menos que lamentar> le incitó aquella voz, dulcemente, usandose de sus propios pensamientos para que le dejase tomar un poquito más de control. El albino no era consciente de la puntería que había tenido esas palabras, hasta que volvió a levantar la cabeza, retomando la escena en la que estaba, con el otro tremere aprendiz que limpiaba la sangre con una sonrisilla triunfal, espejo de pensamientos de alguien que no tardaría en comentar entre los de su nivel jerárquico, que había dejado a la
rata blanca de biblioteca en mal lugar frente a su propio mentor. Constantí ni siquiera le miraba.
Afortunadamente, por lo menos por ahora, las breves miradas de su compañera le sacaron de aquel peligroso estado. Daren comenzaba a preguntarse si por fin ella entendería con esto aquella conversación en el callejón del barrio gótico. Miró de nuevo al mapa, disimuladamente, intenando percatarse del lugar en que la demoníaca criatura había intentado refugiarse.
"Asuntos que no nos conciernen" pensó rememorando las palabras de Cesc en el taxi mientras su cabeza continuaba hilando
<este ritual nada tiene que ver con la alerta de la Administración, esto estaba planeado por otras razones....por eso Cesc Constantí quería que hiciese aquel trabajo de "Alquimia sefardí" desde hace días, porque quería que fuese yo quien le auxiliase>
<¿Por qué vais todos tras Amelia?...> otro pensamiento se le cruzó en la cabeza, aunque de forma disparatada
<¿y si Amelia no está muerta? y si...> agrandó los ojos nervioso mientras intentaba enfocar su atención de nuevo en el mapa, mientras luchaba para que su mente, en su soberbia deductiva, no le hiciese relacionar la imagen del mapa atravesado por la daga con lo que a todas luces comenzaba a parecerle la solución al enigma. La Urbanización Patgés.