Parecía que toda la casa estaba monitorizada, tanto las habitaciones por las que habías pasado como las que habías dejado sin revisar (una especie de almacén, una cocina, otro dormitorio...). Pero no se veía más movimiento.
- Sólo quedamos nosotras. Este es sólo uno de los lugares que usamos para nuestras experiencias de entretenimiento. De las que te hablé antes. No tiene... no tiene nada de especial, más allá de que está apartado y es discreto. De la cantera... no se qué quieres saber. Es una cantera, mi abuelo trabajaba en ella, como tantos en la zona, pero no se que más decirte.
Mariajo seguía fascinada contigo, y una vez que la herida de la cara se cerró, elevó una mano para tocarte la mejilla, claramente incrédula de lo que acababa de ver.
- Después de lo que acabo de ver, no creo poder ofrecerte nada que sea de tu interés- se derrumbó en una de las sillas, esbozando una sonrisa incrédula- pensaba ofrecerte un puesto en nuestra organización, el que le iba a ofrecer a Alejo si pasaba la prueba. Ya sabes a lo que nos dedicamos, así que ya sabes el tipo de trabajo que tendría asociado- y después de callar durante un momento - ¿hay más como tú?