
Sin duda alguna, no tiene tiempo para reaccionar ni de procesar absolutamente nada. Nota, eso sí, el golpe contra el suelo y como las frías baldosas no son precisamente una caricia contra su piel. Siente dolor en el hombro, codo, cadera y rodillas, aquellos con los que ha impactado contra la superficie, pero sorprendentemente, puede ponerse de pie. Y a la par, su cerebro funciona.
"Qué hijo de puta. Que hijo de la grandísima puta"
Ante lo que ve, casi que hubiera preferido que todo hubiese acabado allí arriba. Pero claro, eso
no encajaría en absoluto en sus planes. Algún cebo haría falta.
Huir sería patético. En otras circunstancias lo hubiese pensado y considerado así, pero en ese instante, su instinto es superior a asu raciocinio. Busca en el suelo algún resto de cristal, metal o similar. No podrá defenserse con ellos, pero tiene otros planes por si la cosa se tuerce. Y luego, intenta echar a correr a la única dirección que se le ocurre, aquella que Democles le había indicado. En esas otras circunstancias de frío raciocinio, también hubiese sopesado que era una trampa.
Pero no es el momento.