#4
Mensaje
por Corso » 16 Nov 2019, 13:04
Nvo. Construction Danmark.
Sede Central Copenhague.
Sala de Juntas.
22:15H
-”Lo que debe entender, Señor Rohde, es que esto no es nada personal. Lo que sea de mi agrado, o no, es una valoración que carece de relevancia. No cometa el error de pensar, ni por un momento, que mis intereses personales juegan algún tipo de papel en este asunto. Todos los aquí reunidos pueden constatar fehacientemente que el único motivo y propósito de mi presencia ante ustedes es el de ejercer de simple mediadora en un conflicto de intereses que lo único que está consiguiendo es postergar una resolución a todas luces...inevitable”.
Rohde miró como algunos de los integrantes de la directiva se miraban unos a otros intercambiando entre ellos discretos gestos de asentimiento a las palabras que acababan de ser pronunciadas. No hacía falta ser un genio para saber que aquello era muy significativo: la reunión se estaba desarrollando demasiado deprisa para su gusto. Para empezar, no le gustaba nada que fuese ella quien condujese la sesión. Podía parecer una tontería, pero aquella zorra había aparecido como de la nada seis meses antes de esa noche y en un tiempo record había conseguido hacer tambalearse la empresa que él, ÉL, llevaba presidiendo desde hacía diez años: "Nvo. Construction Danmark". No comprendía cómo la situación había llegado hasta ese punto, pero así era. La representante de C&N, tenía comprobado el hombre tras una serie de incontables reuniones con ella, era una serpiente de cascabel con aspecto de frágil y cara pieza de porcelana.
“Johan, lo que la señorita Klausen quiere decir...”
La mujer levantó lentamente una mano que sirvió para frenar en seco aquellas palabras, acompañando su gesto con una fría sonrisa.
“Lo que la señorita Klausen quiere decir le garantizo que es capaz de decirlo por sí misma, Señor Rybner. Gracias por su interés, pero me encuentro perfectamente”.
La sala volvió a quedar en silencio y Rybner bajó la mirada al portafolio que tenía frente a él sobre la mesa con el rubor pintando de rojo sus mejillas.
Rohde sonrió apretando su ancha mandíbula. Ese capullo de Rybner se lo merecía, entre otras cosas por traidor. ¿Ahora le venía con... Johan? ¿Se dirigía a él por su nombre? Qué hijo de puta. En los últimos meses su antipatía hacia él había alcanzado cotas de profundo odio y verle en ese momento avergonzado como un colegial reprendido casi le provocó un orgasmo.
“Bien, si alguien más quiere aportar alguna otra cosa sobre mi bienestar antes de continuar...- Karen esperó los segundos que tardó en recorrer con la mirada las caras a su alrededor - Entonces, si les parece, sigamos. Como hombres de negocios que son, todos somos conscientes de lo apretadas que están sus agendas y de lo tarde que es. No me gustaría que sus esposas me responsabilizasen de su tardía llegada a casa, ya me entienden...”.
Los presentes se rieron e hicieron un par de comentarios entre ellos. Karen se había encargado de conocerlos bien, tenía varios informes pormenorizados de sus hábitos y rutinas menos lícitas tras haberle pedido a Lars y Annalise que los investigaran a fondo y, en eso, los dos eran referentes en sus campos.
Era irrisorio lo fácil que le había resultado relajar el ambiente con esa ridícula broma tras la pequeña reprimenda a Rybner. Ah, llevaba mucho tiempo masticando la testosterona acumulada en la sala. Aquellos cerdos machistas...Casi deseaba poder cogerles por los huevos hasta llevarles al llanto.
Sin ir más lejos, el propio Rybner tenía por afición ir a recoger a su hija de diez años al colegio una hora antes de que acabasen sus clases de natación. Un tiempo que aprovechaba para discretamente grabar en video al resto de niñas en la piscina. Solo había hecho falta hackear su teléfono para encontrar una serie de fotos y videos que podían llevarle a disfrutar de la hospitalidad que los presos le dispensaban a los pederastas y violadores.
¿Y Madsen? Bueno, a Annalise le había sido suficiente una pequeña muestra de sangre para tener pruebas suficientes sobre la adicción del directivo a la droga. Droga que ellos mismos le seguirían suministrando e información que le mantendría en su sitio si no quería perder su puesto de trabajo. O algo peor.
“Bien, Señor Rybner” – empezó por él - “Si su voto es un “sí” puede firmar en la última página del dossier. Justo bajo su nombre, por favor”.
Rohde observó como aquel cabrón sonreía a Karen con servidumbre. No sabía cómo demonios aquella mujer había conseguido llevarse el gato al agua, pero tenía que reconocerle que era una experta nadando entre tiburones. Los tenía a todos comiendo de su mano desde el principio. A todos menos a él. No iba a consentir que ninguna putilla esnob le sacase la firma que sirviese para perder el control de la empresa. Por muy inteligente que se creyese. Por mucho que representase a los capullos de Christiani & Nielsen.
No obstante, contaba con cierta ventaja. Se suponía que cada uno de los que allí se sentaba iba a tener un voto de cara a la decisión final. Sabía que Rybner y Madsen le habían vendido. No obstante, Mikensen le apoyaría hasta el final y, además, aún tenía reservado un último as en el bolsillo.
Rohde no había llegado a situar su empresa como la cuarta constructora más importante del país sin aprender un par de trucos por el camino y mantener a ralla a sus rivales directos.
“Señorita Klausen. Si me lo “permite” yo sí que tengo algo que decir al respecto de su...bienestar, por así decirlo. Y si no me lo permite me da exactamente igual. Quizá estos perros traidores le hayan contado muchas cosas sobre cómo funciona esta empresa. Incluso puede que le hayan contado cosas sobre mi. Maldita sea, estoy seguro de que por un par de millones extra venderían hasta a sus madres. ¿Eh, mierdecillas? - las palabras salían por su boca cargadas de flema y bilis - Pues tengo malas noticias para vosotros. Habéis estado tan ocupados lamiéndole el culo a esta puta y a sus amos que os habéis olvidado de leer la letra pequeña. Así de estúpidos sois”.
Una sonrisa animal dibujó en su rostro una expresión lobuna.
“En caso de empate de votos en la junta, nuestros antiguos estatutos internos dictaminan que es el fundador y ahora presidente honorifico quien tiene el voto decisivo. Y que si la absorción es rechazada la empresa interesada no volverá a tenerse en consideración en ocasiones futuras. Puede llamar a ese capullo de abogado suyo, a Amundsen Abogados, y preguntarles si quiere. Le he mandado una copia que ahora mismo debe estar leyendo. Dígale que pueden enrollar estos dossiers que han preparado con las vueltas que sean necesarias hasta que les quepan por el culo, porque no sé cuanta pasta pensaban llevarse en comisiones, pero la cifra va a ser “cero”– Miró con desprecio a Karen con fuego en los ojos antes de dirigirse de nuevo a todos- ¿Sabéis qué? Esta misma mañana he ido a ver a ese vejestorio de Lauridsen y le he hablado de vosotros, hablado de verdad, y de lo que le ibais a hacer a su empresa esta misma noche.
El resto de los presentes le miraron con cierto aire de incredulidad y sorpresa. Incluso, extrañamente, Klausen parecía dispuesta a guardar silencio y no interrumpirle mientras hablaba; lo que hizo que él fuese dotando de más fuerza y convicción sus palabras.
“Oh, qué sorpresa ¿Verdad?” - Rohde se levantó y apoyó con intensidad los puños sobre la mesa de caoba negra dejando caer el peso de su cuerpo hasta que los nudillos le palidecieron. La mesa en la que tantas veces se habían reunido y tomado decisiones millonarias. La misma mesa que nunca iba a abandonar.
“También le he hablado de usted, Klausen, y de sus representados “verdaderos daneses” de mierda; sí, sí, por mucho que quieran vestirse con otra piel yo les conozco bien. Y me ha asegurado que ningún puto nazi le va a poner las manos encima a esta empresa ni ahora, ni nunca, mientras él siga vivo. Así que, sinceramente, sí que debería empezar a preocuparse por su bienestar...porque está jodida”.
Rohde se calló retomando aliento después de liberarse de toda la tensión que le llevaba contracturando el cuerpo y el ánimo desde hacía meses. Un silencio de sepulcro se adueñó del despacho durante un minuto que pareció una eternidad. Como si nadie supiese qué decir. Eso le pareció buena señal y fue incrementando su confianza. Quizá aquella pesadilla se había terminado al fin. Entonces Karen retomó la palabra.
“Bien, tras este necesario minuto para recuperarnos del discurso del Señor Rohde soy yo misma quien les presento disculpas por su..."excesiva vehemencia". Somos conscientes de la delicada posición en la que se ha encontrado y trataremos de encontrar la mejor manera de que se adapte a los cambios que están por llegar".
"Sin embargo su conducta ha sido vulgar, innecesaria y totalmente desconcertante porque, Señor Rohde...” – dijo extrayendo el documento de la última página de su portafolio, el cual se había incorporado al resto de los documentos justo antes de que todos entrasen en la sala. – “...Me sorprende con este gesto” – Mantuvo el documento en alto, a la vista de todos, mostrando la firma que iba a acabar definitivamente con la resistencia de Rohde y los intensos meses de negociaciones- “Creo que ha malinterpretado las palabras del Señor Lauridsen si han tenido una pequeña charla esta mañana. Yo misma he hablado personalmente con él en su domicilio particular esta noche y, como puede ver, – el dedo índice de Karen señaló la firma de Lauridsen – ha declarado su empresa por absorbida hace menos de dos horas”.
“Pero, ¿Cómo has...? - La miró atónito y balbuceó algo ininteligible, abatido y pálido como una mortaja - ¿Tú...has...conseguido…?” - Buscó aterrorizado la mirada de Mikensen esperando una explicación. Éste negó levemente antes de firmar él también, lo que le indicó que no había nada que hacer y que era mejor rendirse o irse a la calle.
Dos minutos después, con el estómago revuelto, vio su propia mano sujetando la pluma que Karen le acababa de ofrecer. Johan Rohde claudicó estampando su firma bajo su nombre.
El sonido de los trazos de la pluma de la Ventrue sobre el papel le fue ensordecedor.
***Dos horas después***
Conversación por chat por una red segura de CyberScan.
¿Hola? Está hecho.
...
No, ningún problema. Llevábamos meses detrás de esto, estaba todo previsto.
...
Exacto, la parte de nueva recalificación. C&N pasa a tener el derecho de construcción.
...
Ya, una gran adquisición para el Clan y para la facción, por supuesto. Tranquilos, soy consciente de que lo tendréis presente en el futuro, no te preocupes.
…
Sí, el norte de Frederiksberg es desde hoy Dominio de la Coterie, como habíamos acordado.
...
Hablaremos de todo con más tranquilidad mañana.
...
Te dejo, Lars y Annalise esperan mis noticias.
…
Sí, yo también. Adiós.
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