
TOLEDO
La ciudad de Toledo remonta sus orígenes a un asentamiento de los carpetanos, que fue conquistada por los romanos en el 193 a.C. con el nombre de Tolletum, convirtiéndose en un municipio. Sin embargo, tras la conquista los pueblos nativos continuarían resistiéndose durante las décadas siguientes. Aunque incrementó su importancia con el paso de los siglos, llegándose a convertir en una ciudad romana, mantuvo una importancia más discreta que otras grandes ciudades del período, como Corduba, Emerita o Tarraco.
Un antiguo del clan Lasombra llamado Tiberio Nobilior, se convirtió en el Príncipe de la ciudad. Gobernaría sobre los vampiros romanos durante siglos, hasta que en el siglo IV entró en conflicto con los vampiros cristianos de su dominio. Fue traicionado por uno de sus chiquillos y su destrucción coincidió con la llegada de los visigodos.
Durante el siglo V los visigodos comenzaron a invadir la península, expulando a suevos, alanos y visigodos, y tras la Batalla de Vouillé abandonaron el sur de la Galia, asentándose en Hispania y situando su capital en Toledo, lo que proporcionó una renovada importancia a la ciudad, que también se convirtió en sede de varios concilios eclesiásticos importantes. Los reyes visigodos fomentaron nuevas construcciones e introdujeron instituciones como el Oficio Palatino o el Aula Regia. También se formó una considerable población judía, que comenzó a ser perseguida durante el siglo VI, tras la conversión al catolicismo del rey Recaredo en el año 589. En el año 610 se convirtió en la sede metropolitana de todas las iglesias hispanas, remarcando la primacía del arzobispo de Toledo.
La importancia de Toledo no dejó de atraer a numerosos Cainitas. Aunque en principio la capital visigoda fue disputada por Lasombra y Ventrue, finalmente fueron los Lasombra quienes consiguieron situar en el poder en el siglo VII al Arzobispo Offa, un Cainita visigodo y un antiguo respetado entre los Amici Noctis. Offa creó una corte conocida como el Concilio en la Sombra, ocupada por destacados Lasombra y que en gran parte reflejaba la estructura de los Amici Noctis en la península. Este Concilio no sólo gobernó a los Lasombra ibéricos, sino que también extendió su influencia sobre la mayoría de los dominios, además de la propia Igleisa.
Sin embargo, el dominio del Concilio en la Sombra fue breve. Con la invasión musulmana del siglo VIII, muchos Lasombra, especialmente los que se encontraban en los territorios conquistados por el Islam, abrazaron la nueva religión y se desligaron del concilio. El Arzobispo Offa resistió en Toledo hasta mediados del siglo, momento en el que desapareció. Fue sustituido por uno de sus propios chiquillos, el sultán Mohamed ibn Offai, quien asumió el mando de un concilio de Lasombra musulmanes mucho más reducido.
Tras la conquista musulmana, aunque perdió la capitalidad en Al-Ándalus, la ciudad conservó su importancia como Madinat al-muluk, convirtiéndose en la ciudad andalusí más importante del norte de la península, y conservando una relativa autonomía del emirato de Córdoba -incluso con períodos de independencia- hasta el siglo X.
El sultán Mohamed se encontraba descontento con la dependencia del emirato de Córdoba. Intercambió embajadas corteses con el sultán al-Masaari, mientras al mismo tiempo trataba de aprovechar el descontento de los bereberse y otras minorías marginadas por el gobierno musulmán. También abrió su dominio a otros Ashirra descontentos con el gobierno de su clan, especialmente de su propio clan, pero también varios Capadocios, Toreador y Ventrue. La matriarca Sara, una antigua Capadocia de origen judío que había sufrido las persecuciones de los visigodos, se convirtió en uno de sus principales apoyos.
Cuando el califato de Córdoba cayó a principios del siglo XI, Toledo se convirtió en la capital de una taifa que se extendió por los territorios al sur del Tajo. Varios notables de la ciduad, tomaron el poder, pero descontentos los toledanos con el mal gobierno, entregaron el poder a Abderramán ibn Dil-Nun, señor de Santaver en el año 1035.
La dinastía de los Banu Dil-Nun eran una familia bereber que había llegado en tiempos de la conquista musulmana, y que habían conseguido gran poder durante los siglos siguientes.
Si bien el sultán Mohamed intentó desligarse del poder de Córdoba, apoyándose en la nobleza toledana, otros Ashirra consideraban que esa estrategia debilitaría Al-Ándalus. Frente al poder del sultán se alzó el imán Alí Al-Yahya, un Mushakis (Brujah), que tenía influencia sobre las familias bereberes de Toledo y al-Manya. Sin embargo, poco después Alí fue asesinado con varios de sus partidarios por los Lasombra, que tomaron el control de los bereberes.
Durante las décadas siguientes la taifa de Toledo prosperó bajo la dinastía Dil-Nun, mientras los Ashirra de Toledo maniobraban en la compleja telaraña de intrigas con otros reinos, enfrentándose y aliándose sucesivamente con las taifas de Sevilla y Badajoz.
Sin embargo, en el año 1070 varios infernalistas fueron capturados en Sevilla. Se trataba de un grupo de Baali y Lasombra llegados desde Toledo para instalar su presencia en la zona. Los Ashirra pidieron al sultán Mohammed que investigara en su dominio, y éste prometió que así lo haría, aunque nunca hubo resultados concluyentes.
No era para menos. Durante los siglos anteriores el sultán Mohammed había realizado tratos con un antiguo Baali llamado Shaitan, quien le ayudó a mantenerse en el poder. Shaitan creó La Escuela Negra en Toledo, un nido de eruditos infernalistas dedicado a la investigación de las artes oscuras, que tomaron a Ashirra de otros clanes, especialmente Lasombra. Muchos de los discípulos de esta escuela infernalista transmitieron sus enseñanzas por Europa y el Norte de África.
Pronto se estableció una alianza inaudita entre los gobernantes de las taifas. El sultán de Córdoba Hilel al-Masaari dirigió un ataque contra los Ashirra de Toledo, y finalmente en el año 1080 realizaron su movimiento. El sultán Mohammed y su corte fueron capturados y ejecutados, una purga que diezmó las filas de los vampiros toledanos. Sin embargo, Shaitan consiguió huir.
En el plano mortal, la desaparición del sultán Mohammed debilitó su influencia sobre los gobernantes de la taifa de Toledo. Los enfrentamientos entre los partidarios de aproximarse a otras taifas y los de una alianza con Castilla, cansados de las continuas guerras, incrementaron los cambios en el gobierno toledano. El rey Al-Cádir recuperó el trono en el año 1081 y se alió con el monarca cristiano Alfonos VI para recuperar tierras toledanas y valencianas.
Alfonso VI puso cerco a la ciudad, al mismo tiempo que atacaba otras taifas, y tras cuatro años de asedio, Toledo se rendía pacíficamente, tras recibir garantías de que los musulmanes serían respetado y conservar sus bienes. Los ejércitos musulmanes se comprometieron a abandonar las fortalezas y el alcázar.
Un triunvirato de vampiros alcanzó un acuerdo en el año 1085 para gobernar conjuntamente la ciudad. Por parte de los Ashirra, el último sultán, Otmán Al-Istikmal, como representante de los Cainitas cristianos el Arzobispo Onofre (Offa), del clan Lasombra, que había aguardado su momento para regresar a su antiguo dominio, y por parte de los vampiros judíos, la antigua Sara, del clan Capadocio, decidida a proteger a su familia y su comunidad.
El reino de Toledo pasó a formar parte del reino de Castilla, sin mantenerse como un reino diferenciado. Pronto entró en competencia con otras ciudades castellanas, especialmente Burgos y Madrid. En el mundo musulman, la caída de Toledo provocó que las taifas andalusíes pidieran ayuda a los almorávides del Norte de África para detener el avance cristiano. Sin embargo, el sitio almorávide de Toledo en el año 1090 terminó fracasando.
Durante el siglo XII el rey Alfonso VII respetó los fueros de capitulación de Toledo, y la ciudad se convirtió en un importante centro económico y cultural, creándose un centro traductor aprovechando la presencia de eruditos cristianos, judíos y musulmanes. Durante esta época muchas obras de la ciencia y cultura árabe fueron traducidas en Toledo, desde donde se extenderían a Europa. También se creó una escuela catedralicia de diferentes ramas del saber.
Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo surgieron ciertos roces entre comunidades. Con el paso del tiempo la presencia cristiana era cada vez más importante, y los cristianos se sintieron lo bastante fuertes para rechazar los acuerdos de capitulación. Ya en el año 1087 los cristianos, instigados por el arzobispo, se habían apoderado de la mezquita mayor, y se restauró Toledo como sede primada del reino de Galicia, León y Castilla. Durante los años siguientes se producirían nuevas confiscaciones.
Desde el comienzo el Arzobispo Onofre de Toledo, además de favorecer la restauración de la antigua sede eclesiástica, tomó medidas para garantizar la primacía cristiana sobre la ciudad, no siempre instigando, pero a menudo aprovechando, los roces entre las diversas comunidades. El sultán Al-Ikstimal, reclamó una y otra vez, a menudo con el apoyo de Sara, pero fue en vano.
En el año 1162 el ejército leonés tomó temporalmente la ciudad de Toledo durante la guerra contra Castilla. El Arzobispo Onofre aprovechó la presencia leonesa para expulsar a varios Ashirra, afirmando que estaban aliados con los Cainitas leoneses. El sultán Al-Ikstimal negó tales hecho, saliendo en defensa de sus compañeros, y en la reunión que mantuvo con el Arzobispo, fue arrestado.
El Arzobispo denunció una conspiración de los Ashirra para derrocarle y proclamó que pasaba a ser la única autoridad vampírica sobre Toledo. Durante las décadas siguientes los vampiros judíos y musulmanes pasaron a estar bajo su protección, provocando descontento en la ciudad y varios enfrentamientos.
El reinado autoritario del Arzobispo terminó hacia el año 1200. Una facción aliada de Lasombra cristianos y musulmanas lo derrocaba, expulsando a sus partidarios. Eliéser de Polanco, del clan Lasombra, fue proclamado Príncipe, al mismo tiempo que restauraba el antiguo triunvirato que gobernaba la ciudad.
POLÍTICA Y RELIGIÓN
La ciudad de Toledo se encuentra en una ubicación central en la península ibérica, en la orilla derecha del río Tajo, sobre una colina de unos cien metros y rodeada de murallas. La entrada principal se encuentra al norte.
La plaza de Zocodover es el principal mercado de la ciudad, donde se venden carnes, verduras y frutas, y productos de lujo como el azafrán y el acero damasquino. Los comerciantes se congregan en el barrio del mercado, así como granjeros, pescadores, artistas itinerantes y otros. Incluso en los días en que no hay mercado la plaza suele estar frecuentada, y los habitantes realizan juegos y competiciones. En gran medida, es el corazón de la ciudad, aunque por la noche se encuentra casi desierta. Se dice que todo lo interantes de los reinos ibéricos termina pasando por Toledo, y es el lugar más probable donde se pueden encontrar personas interesantes...y problemas.
En el centro de Toledo se encuentra el alcázar, una fortaleza cuadrada de cuatro torres, que fue construida por los musulmanes en el siglo IX en el punto más elevado de la ciudad como último bastión defensivo. Después de conquistar la ciudad el rey Alfonso VI restauró y amplió la fortaleza, que se complementa con el castillo de San Servando, en la orilla izquierda del Tajo.
En Toledo también se encuentran numerosas iglesias, algunas construidas por los mozárabes y otras posteriores a la conquista del siglo XI. Muchas combinan elementos cristianos y musulmanes, en una mezcla de estilos visigodos, mudéjares, románicos y más recientemente, góticos.
Toledo es una ciudad cosmopolita, con barrios cristianos, judíos y musulmanes, y las iglesias conviven con mezquitas y sinagogas. Aunque la población es cada vez más cristiana con cada generación que pasa, las comunidades judías y musulmanes todavía son importantes, y el comercio y la cultura se abren a todas las religiones, siendo los lugares en los que se encuentra una mayor convivencia entre las comunidades -la mayor parte del tiempo.
Como en la mayor parte de la península ibérica, los judíos viven en su propio barrio o kahal, la judería más numerosa e importante de Castilla, que ha recibido refugiados judíos que huyen de las taifas musulmanas. El centro de la judería es la sinagoga principal, un hermoso edificio de tejado de madera, con arcos y pilares. Como otras juderías, en el kahal de Toledo sus habitantes se rigen por una serie de leyes, las takkanot, tan vinculantes como las leyes del rey, y los castigos en la comunidad pueden ir desde multas leves al herem (excomunión y expulsión de la judería), que se suele reservar para los conversos.
Los musulmanes no se encuentran tan concentrados en un barrio, sino dispersos por Toledo. Aunque la gran mezquita fue derribada y convertida en catedral cristiana, todavía quedan varias mezquitas intactas y abiertas a la oración. Sin embargo, en estos tiempos los musulmanes de Toledo tienen un ánimo agridulce. Aunque la ciudad todavía da la bienvenida a su comercio, la ciudad se vuelve cristiana sin remedio. Mientras tanto, la ciudad permanece abierta y el ritmo del comercio es todavía más febril a medida que el fanatismo y la guerra limitan el acceso a los mercados de la península.
Aunque por los acuerdos de capitulación el rey Alfonso VI se comprometió a respetar la mezquita mayor, en el año 1087, fue ocupada y consagrada como catedral de Santa María, convirtiéndola en catedral primada del reino. La mezquita catedral se mantuvo casi intacta, aunque algunas partes fueron derribadas, hasta que en el año 1226 comenzo su reconstrucción en estilo gótico.
El actual arzobispo de Toledo es Rodrigo Jiménez de Rada; sirvió como consejero y diplomático de varios reyes y es canciller del reino de Castilla. Fue el principal organizador de la cruzada contra los almohades de al-Ándalus, dirigiendo varias campañas durante la Reconquista, entre ellas la de las Navas de Tolosa, consiguiendo numerosos señoríos. También es el autor De Rebus Hispaniae, una historia de la península ibérica desde sus orígenes hasta 1243. En el año 1245 se encuentra asistiendo a un concilio en la ciudad francesa de Lyon.
SOCIEDAD CAINITA
Como los mortales, los Cainitas de la ciudad de Toledo son criaturas cosmopolitas. Aunque existen ciertos antiguos respetados y considerados como autoridades, la verdad es que hay demasiados Cainitas de todas clases entrando y saliendo constantemente para que un solo Cainita controle toda la ciudad. Como resultado, Toledo es lo más parecido a una ciudad libre que existe en toda la península, con favores, obediencias e incluso vidas en ocasiones, que se compran y venden en el mercado nocturno de la Plaza de Zocodover.
La principal autoridad de los Cainitas cristianos de Toledo es el Príncipe Eliéser de Polanco, del clan Lasombra, lo más parecido a un poder real. Fue él quien ideó la conspiración entre Lasombra cristianos y musulmanes para derrocar al Arzobispo Onofre y expulsar a sus partidarios. Sin embargo, Tercio Bravo, chiquillo del Arzobispo, y varios de sus amigos, todavía aguardan una oportunidad de regresar al poder. Durante las frecuentes ausencias de Eliéser, hacen lo que pueden para fomentar el descontento y convertir a Tercio en Príncipe. Sin embargo, por una parte la población Cainita toledana cambia con frecuencia y nadie quiere comenzar una guerra sino que el comercio continúe, y por otra los vampiros judíos y musulmanes se oponen al regreso de quienes no deseaban compartir la ciudad.
Jorge Crespo, un antiguo Nosferatu, es el encargado de velar por el Silencio de la Sangre en Toledo, especialmente en el mercado nocturno, asumiendo como su deber envolver en una capa de invisibilidad los asuntos de la noche y ocultarlos de los ojos mortales. Jorge también utiliza la última torre del puente de San Martín como lugar para encuentros e intercambios especialmente delicados, y hace lo que puede para enfatizar los rumores y leyendas que circulan sobre el lugar, para mantener a los humanos a una distancia respetuosa. Jorge también colabora con Hazual, un antiguo Nosferatu que está acondicionando las catacumbas, túneles y estructuras de la ciudad para convertirlo en un refugio para su clan. Hazual ha visto en acción a los Nictuku, los enemigos legendarios de los Nosferatu, y no está dispuesto a que ocurra lo mismo en Toledo.
La situación económica y social también resulta muy adecuada para los Prometeos, que a menudo utilizan la ciudad de Toledo para sus reuniones en la península ibérica. Su agente más estable es García Vázquez, del clan Brujah, un mercader de lana, con intereses en el negocio de los paños, que utiliza como fachada para sus actividades. Aunque un enfrentamiento entre Eliéser de Polanco y Tercio Bravo podría beneficiar a su causa, la situación de Toledo es demasiado buena para desaprovecharla, y por el momento se dedica a acumular poder e influencia, quizás intentando tomar la ciudad cuando llegue el momento.
Otros no tienen tanta paciencia. Diego de Peñarrubia, un caballero Ventrue, se siente desagradado por el clima cosmopolita de Toledo, y ante lo que considera la pasividad de los Cainitas cristianos, se dedica a erosionar poco a poco la convivencia entre religiones. Sabe que el tiempo corre a su favor, a medida que los cristianos incrementan su número. Al mismo tiempo también se dedica a reclutar soldados y guerreros para continuar la Reconquista. Aunque comparte intereses con los partidarios Lasombra de Tercio Bravo, hubo un desencuentro personal entre ellos.
Como centro cultural, Toledo atrae a muchos eruditos Cainitas, deseosos de encontrar nuevos libros o contratar los servicios de los numerosos traductores de la ciudad, entre ellos se encuentran vampiros de todos los clanes, que aprovechan el clima de paz y tolerancia, pero no todos son inofensivos. Aldonza Manosnegras es una estudiosa Cainita, que ve señales y profecías en diversos libros. Su refugio está recubierto de extrañas inscripciones incomprensibles, y ella misma, cuando se encuentra inspirada, a menudo transcribe sus profecías y señales y las dispersa por las bibliotecas de la ciudad. Quienes encuentran uno de sus libros en ocasiones se ven arrastrados a la locura.
El segundo grupo más numeroso entre los vampiros de Toledo se encuentra conformado por los Ashirra musulmanes, en su mayoría del Qabilat al-Khayal (Lasombra), aunque también hay bastantes Assamitas, Brujah y Toreador entre ellos. Sin embargo, cada vez son más los que perciben el cambio de los tiempos y abandonan la ciudad, o se encogen de hombros y de forma pragmática se convierten al cristianismo, para tristeza y enfado de sus antiguos compañeros de fe. Recientemente el antiguo sultán Lasombra anunció su marcha, siendo sustituido por Ismael, un joven de su mismo clan. Sin embargo, Ismael es un oportunista sin escrúpulos, que tras perder su dominio al sur del reino de Toledo y enfurecer a varios sultanes, ha decidido probar suerte en Toledo. Tras las derrotas de las últimas décadas sabe que el Islam no tiene posibilidades de recuperarse en Al-Ándalus, por lo menos no a corto plazo. Está pensando en provocar conflictos entre sus compañeros Lasombra, especialmente entre los cristianos, y cuando llegue el momento tomar el trono de Toledo, desde donde pondrá las condiciones para que sus compañeros Ashirra se mantengan en el poder. Ismael está dispuesto a todo, incluso aparentar un cambio de fe, para salirse con la suya.
El principal seguidor de Ismael es Iná, un enorme guerrero de piel oscura, que en vida formaba parte de los Imesebelen, la guardia de esclavos del sultán almohade. Ismael lo encontró tras la Batalla de las Navas de Tolosa, esclavizado por un caballero cristiano, así que lo liberó y le dio el Abrazo. Con la lengua arrancada, es una presencia leal e inquietante al servicio del sultán de Toledo.
Desde la época del reino visigodo, los Cainitas judíos han sido una constante en la ciudad de Toledo. Son pocos, pero estrechamente unidos a su comunidad, a la que han procurado proteger, especialmente de los vampiros cristianos y musulmanes. La antigua Sara, del clan Capadocio, que llegó desde Jerusalén, asumió la labor de proteger a la comunidad judía de la ciudad, especialmente debido a que había llegado acompañando a su familia mortal. Sara ha resistido contra viento y marea a lo largo de los siglos, cumpliendo su misión, incluso en los momentos oscuros del infernalismo del sultán Mohammed o la tiranía del Arzobispo Onofre. Es la más antigua de los tres representantes de los vampiros de Toledo, y comienza a sentir la llamada del letargo.
Aunque en teoría forman parte de la facción de los Cainitas cristianos, lo cierto es que los Tremere constituyen una presencia aislada, y hasta cierto punto temida y respetada en Toledo. Acarisa es la representante del clan en la ciudad, una maga de gran poder y talento, que ambiciona apoderarse de los tesoros de erudición de la ciudad. En su capilla hay Usurpadores cristianos, judíos y musulmanes, y coordina a sus servidores en diversos proyectos e investigaciones, como la expansión del clan en el reino de Castilla, la búsqueda de libros y objetos esotéricos, o la investigación de rumores sobre los últimos Salubri. Para lograr su propósito, Acarisa recurre al mercado nocturno de Toledo, ofreciendo favores y servicios que no suelen ser aceptados, pero siempre hay alguien dispuesto a recurrir al poder de los Tremere, y poco a poco Acarisa teje su propia telaraña de influencia sobre los asuntos de la ciudad.
También al margen de otros Cainitas se encuentra Gadea, una figura que muchos consideran una Malkavian errante, y que procura evitar al resto de los vampiros. Sin embargo, Gadea oculta sus propios secretos, el principal de ellos su identidad como una de los temidos Baali. En vida fue una esclava cristiana del sultán Mohammed del clan Lasombra, preparada para servir como sacrificio a sus amos infernales. Sin embargo, fue rescatada durante la purga de los infernalistas de Toledo, que provocó la destrucción de la Escuela Negra y la huida de Shaitan. Sus salvadores eran los Moloquim, una facción Baali dedicada a mantener a los demonios aprisionados y que se dedicaba a cazar a sus compañeros que desataban un poder demasiado peligroso en el mundo. Gadea fue Abrazada, y desde entonces se dedica a vigilar las calles de Toledo, siempre atenta en busca de señales e indicios del regreso de los infernalistas, a los que caza sin piedad, al mismo tiempo que procura permanecer oculta de la atención de otros vampiros.
LA LEYENDA DE LA REINA CONSTANZA Y ABU WALID
Se cuenta que cuando el rey Alfonso VI conquistó la ciudad de Toledo acordó con los musulmanes de la ciudad que respetaría sus posesiones y bienes, y les permitiría mantener el uso de sus mezquitas. Sin embargo, aprovechando la ausencia del monarca durante un viaje a Sahagún, la reina Constanza de Borgoña y el arzobispo Bernardo de Ségirac, decidieron no respetar el acuerdo y un día un grupo de soldados entró en la mezquita mayor de Toledo, expulsaron a los fieles y el arzobispo consagró la mezquita como catedral dedicada al culto cristianos.
Cuando el rey se enteró de lo ocurrido, montó en cólera, y regresó a toda prisa para tomar el mando de la situación, decidido a dar un castigo ejemplar a quienes habían provocado que rompiera la palabra dada a los musulmanes. Decidió condenar a muerte a todos los que habían participado en la usurpación de la mezquita mayor, incluyendo a su propia esposa y al arzobispo. Los cortesanos reaccionaron horrorizados, pero no consiguieron aplacar la cólera del rey.
Fue entonces cuando el alfaquí Abu Walid, encargado por su gente, salió al encuentro del rey Alfonso antes de que llegara a Toledo, consiguió tranquilizarlo y lo liberó de la palabra que había dado sobre la mezquita mayor, negociando un nuevo acuerdo.
Aunque la leyenda se considera como una muestra de la tolerancia entre las religiones de Toledo, los Cainitas, que tienen una memoria mayor que los mortales, saben que ese encuentro entre el rey y el alfaquí nunca se produjo, y los musulmanes tuvieron que aceptar la usurpación como un hecho consumado, sin que el monarca tomara medidas ejemplares. Sin embargo, los vampiros toledanos saben que el verdadero instigador de la ocupación de la mezquita mayor fue el antiguo Arzobispo Onofre, quien casi provocó una guerra entre Cainitas y Ashirra. Fue el sultán Al-Ikstimal quien consiguió calmar los ánimos, y aunque conseguiría mantener la paz durante un tiempo, finalmente terminaría convirtiéndose en una víctima del Arzobispo.
INTRIGAS TOLEDANAS
La biblioteca de Abderramán: Se dice que los reyes visigodos poseían una enorme biblioteca en la que guardaban numerosos libros y objetos que habían saqueado de Roma. Para protegerla de los numerosos conflictos que se produjeron en el reino, un monarca decidió ocultarla bajo tierra, y allí permaneció escondida hasta que fue hallada durante el reinado del emir Abderramán, que incrementó la colección y la protegió con un laberinto de catacumbas y túneles con trampas y protecciones místicas. Con el tiempo el secreto se perdió, aunque hay vampiros que todavía hoy en día conservan la leyenda. El contenido de la biblioteca es un misterio, aunque las leyendas hablan de libros y objetos legendarios, entre ellos la mesa de Salomón, con el verdadero nombre de Dios, el Santo Grial, libros considerados perdidos, etc. Otros dicen que la biblioteca realmente es una cámara de saber prohibido creada por Shaitan, llena de libros blasfemos e incluso tal vez la prisión de demonios.
Las tres religiones: Aunque en épocas posteriores la tolerancia entre las tres culturas de Toledo será idealizada, lo cierto es que la convivencia no es fácil. Los personajes serán encargados de vigilar la paz entre las facciones de los vampiros toledanos, procurando neutralizar las intrigas, al mismo tiempo que descubren que son los propios mortales los que dificultan la convivencia.
El libro maldito: Un traductor de Toledo se arroja desde una ventana a la muerte. Poco tiempo después un erudito se arranca los ojos balbuceando palabras incoherentes. Un erudito vampiro (o quizás los propios personajes) investigan el rastro de un libro que provoca la locura, y que fue escrito por Aldonza Manosnegras. Y lo peor de todo es que no es el único...
Las raíces de piedra: La construcción de la catedral de Toledo ha atraído a varios arquitectos franceses, y las obras marchan a buen ritmo. Sin embargo,se produce un conflicto. Hay quienes acusan a uno de los Ashirra, resentido por la destrucción de la antigua mezquita mayor; otros lo atribuyen al Príncipe de un dominio rival, interesado en reducir la grandeza de Toledo. Los personajes pueden descubrir que los responsables son los propios mortales, por culpa de los celos y envidias entre los arquitectos.