Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Moderador: Baudelaire
- HERALDO HISTORIADOR (Baudelaire)
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Gabriel asiente y parte en busca de lo que le has pedido, para regresar rápidamente con un incensario humeante que coloca en un costado. El sacerdote, procede a bendecir el agua, mientras Muadjit se encarga de poner el hielo en el otro cubo.
Miguel, al notar que ningún monje está a la vista, espera que el mayordomo se retire para recibir las habas del cochero e invitarle también a salir. Te las entrega dentro de un mortero, mientras procede a fragmentar el hielo tal como le has solicitado para seguir bajando la fiebre.
El sacerdote comienza a asperjar el agua bendita tibia por todos los rincones, mientras te aseguras de volver a cerrar la puerta. Muadjit sigue murmurando al exterior, mientras se pasea inquieto. Todos los intentos del cochero por calmarlo son inútiles.
Parece que el exorcismo y la ingesta del antídoto deberán ocurrir simultáneamente, así que seria el momento ponerte manos a la obra. Tienes las habas dentro del mortero y pareces detenido en el tiempo, mientras todo el resto está realizando sus tareas.
Miguel, al notar que ningún monje está a la vista, espera que el mayordomo se retire para recibir las habas del cochero e invitarle también a salir. Te las entrega dentro de un mortero, mientras procede a fragmentar el hielo tal como le has solicitado para seguir bajando la fiebre.
El sacerdote comienza a asperjar el agua bendita tibia por todos los rincones, mientras te aseguras de volver a cerrar la puerta. Muadjit sigue murmurando al exterior, mientras se pasea inquieto. Todos los intentos del cochero por calmarlo son inútiles.
Parece que el exorcismo y la ingesta del antídoto deberán ocurrir simultáneamente, así que seria el momento ponerte manos a la obra. Tienes las habas dentro del mortero y pareces detenido en el tiempo, mientras todo el resto está realizando sus tareas.
- Charles_Castle
- Mensajes: 94
- Registrado: 07 Nov 2019, 00:55
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Todo se viene como un afluente de sucesos, se suceden agolpándose unos tras otros mientras la vida de Don Domingo pende de un hilo. Todos están empeñados haciendo algo, ahora tengo que preparar la infusión de las habas. Así que tomo el cuenco para macerar y empiezo colocando unas cuantas para empezar el proceso.
Mientras mi mente regresa al momento cuando vi por primera vez a Don Domingo. Ahí tirado todo hinchado y azulado por la falta de aire. Le doy gracias a Dios por que hubiera llegado hasta aquel momento y diciendo mentalmente una oración a San Judas Tadeo para que intercediera ante Dios, además del respectivo Padre Nuestro mientras las habas se van haciendo añicos quedando una masa granulosa. Le pongo un poco más, tengo que cuidar que no sean muchas ni que faltan para que hagan el efecto deseado: "Dios míos, ¿cual será la cantidad?"
Calculo de acuerdo a mi experiencia y pongo el resultado de la maceración para hacer la infusión en el fuego con el agua y rogando que Dios nos dé la mano.
Esperando a que se haga al antídoto y dárselo ya más frío por la un costado de la boca para evitar una fuga a través del orificio por el cual respira.
Mientras mi mente regresa al momento cuando vi por primera vez a Don Domingo. Ahí tirado todo hinchado y azulado por la falta de aire. Le doy gracias a Dios por que hubiera llegado hasta aquel momento y diciendo mentalmente una oración a San Judas Tadeo para que intercediera ante Dios, además del respectivo Padre Nuestro mientras las habas se van haciendo añicos quedando una masa granulosa. Le pongo un poco más, tengo que cuidar que no sean muchas ni que faltan para que hagan el efecto deseado: "Dios míos, ¿cual será la cantidad?"
Calculo de acuerdo a mi experiencia y pongo el resultado de la maceración para hacer la infusión en el fuego con el agua y rogando que Dios nos dé la mano.
Esperando a que se haga al antídoto y dárselo ya más frío por la un costado de la boca para evitar una fuga a través del orificio por el cual respira.
- HERALDO HISTORIADOR (Baudelaire)
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Mientras el líquido sanador disminuye su temperatura, acomodas unos almohadones para dejar semisentado a Domingo. Tus manos se hacen divinas, pues sientes que sabes cuál es la posición correcta. Queda con la boca ligeramente abierta y notas que la inflamación de la lengua ha cedido bastante.
El padre abre su libro y comienza su batalla con ese demonio que en realidad sabes que no debería estar allí. A menos que sea tan poderoso que haya podido soportar las plegarias iniciales y hacer que una persona parezca estar siguiendo los rezos.
Gabriel te asiste coon un embudo, mientras inclinas la cabeza del enfermo para dejarlo en la posición adecuada para que la infusión entre sin asfixiarle ni salir por el orificio en la garganta. Miguel se encarga de sostener un puñado de hielo en su frente desde atrás del camastro.
Vade retro… ipso facto. En nombre del señor te ordeno que dejes el cuerpo de este hombre. Atrás, ¡demonio!
La situación es sumamente incómoda, pues debes ponerte con el cuerpo torcido y una rodilla en el costado de la estructura del lecho mientras vuelvas el contenido del cuenco en el embudo. Al mismo tiempo afirmas la mejilla del filántropo para evitar derrames. La espesa infusión, algo más fría, comienza a deslizarse por en interior de la boca hacia el esófago. Estás atento a las señales de posible ahogo, mientras observas que avanza por el camino correcto, sabes que tus plegarias ha sido bien recibidas.
El padre continúa con su procedimiento y el hombre abre los ojos. Las cuencas lucen como un abismo con pequeñas llamas. Un reflejo de deglución te indica que ya ha bebido todo. Con un gesto rápido le indicas a Gabriel que deben asegurar la verticalidad de cabeza y espalda. Te ayuda a girarlo, mientras Miguel, todavía desde atrás le pone sus hombros en la mitad del cuerpo y las manos extendidas para sostener la nuca.
De cada poro de Domingo un vaho amarillento se desprende en finas volutas que se deshacen inmediatamente al tocar los vapores del incienso y las gotas de agua bendita que están por todos lados. Una mueca de dolor surge desde sus labios que rápidamente recuperan su color rojizo. Su semblante se ve relajado y reaparece el iris azulado del hombre, extiendes una mano para posarla sobre su pecho y sientes el ritmo de su corazón. Ya está dentro de los rangos normales, mientras con la otra cubres ligeramente el orificio en su garganta. El aire fluye desde su nariz, con lo que compruebas que todas las vías respiratorias están despejadas.
El antídoto ha sido efectivo y, el exorcismo, también. Es una historia que te gustaría contarle a la prole de tu descendencia, en invierno junto a la chimenea. Para ello, por supuesto, deberás conseguir recuperar la fertilidad de tu esposa. Si se te ha concedido el milagro de salvar su vida y, ahora, lo mismo con Domingo… quizás podrás recibir la bendición de la clínica gratuita y la iluminación para hallar los medios que restauren el vientre desde dónde surgirá tu propia prole.
Aunque sientes que, después de todo, podrías considerar a Gabriel y Miguel como tus hijos. Han probado su valía y, quizás, debas considerar postularles para el examen doctoral… a pesar de lo jóvenes que son. Han demostrado su valía más allá de lo que jamás hubiste imaginado.
El padre abre su libro y comienza su batalla con ese demonio que en realidad sabes que no debería estar allí. A menos que sea tan poderoso que haya podido soportar las plegarias iniciales y hacer que una persona parezca estar siguiendo los rezos.
Gabriel te asiste coon un embudo, mientras inclinas la cabeza del enfermo para dejarlo en la posición adecuada para que la infusión entre sin asfixiarle ni salir por el orificio en la garganta. Miguel se encarga de sostener un puñado de hielo en su frente desde atrás del camastro.
Vade retro… ipso facto. En nombre del señor te ordeno que dejes el cuerpo de este hombre. Atrás, ¡demonio!
La situación es sumamente incómoda, pues debes ponerte con el cuerpo torcido y una rodilla en el costado de la estructura del lecho mientras vuelvas el contenido del cuenco en el embudo. Al mismo tiempo afirmas la mejilla del filántropo para evitar derrames. La espesa infusión, algo más fría, comienza a deslizarse por en interior de la boca hacia el esófago. Estás atento a las señales de posible ahogo, mientras observas que avanza por el camino correcto, sabes que tus plegarias ha sido bien recibidas.
El padre continúa con su procedimiento y el hombre abre los ojos. Las cuencas lucen como un abismo con pequeñas llamas. Un reflejo de deglución te indica que ya ha bebido todo. Con un gesto rápido le indicas a Gabriel que deben asegurar la verticalidad de cabeza y espalda. Te ayuda a girarlo, mientras Miguel, todavía desde atrás le pone sus hombros en la mitad del cuerpo y las manos extendidas para sostener la nuca.
De cada poro de Domingo un vaho amarillento se desprende en finas volutas que se deshacen inmediatamente al tocar los vapores del incienso y las gotas de agua bendita que están por todos lados. Una mueca de dolor surge desde sus labios que rápidamente recuperan su color rojizo. Su semblante se ve relajado y reaparece el iris azulado del hombre, extiendes una mano para posarla sobre su pecho y sientes el ritmo de su corazón. Ya está dentro de los rangos normales, mientras con la otra cubres ligeramente el orificio en su garganta. El aire fluye desde su nariz, con lo que compruebas que todas las vías respiratorias están despejadas.
El antídoto ha sido efectivo y, el exorcismo, también. Es una historia que te gustaría contarle a la prole de tu descendencia, en invierno junto a la chimenea. Para ello, por supuesto, deberás conseguir recuperar la fertilidad de tu esposa. Si se te ha concedido el milagro de salvar su vida y, ahora, lo mismo con Domingo… quizás podrás recibir la bendición de la clínica gratuita y la iluminación para hallar los medios que restauren el vientre desde dónde surgirá tu propia prole.
Aunque sientes que, después de todo, podrías considerar a Gabriel y Miguel como tus hijos. Han probado su valía y, quizás, debas considerar postularles para el examen doctoral… a pesar de lo jóvenes que son. Han demostrado su valía más allá de lo que jamás hubiste imaginado.
- Charles_Castle
- Mensajes: 94
- Registrado: 07 Nov 2019, 00:55
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
El olor a incienso es penetrante y vuelve la escena como un sueño; sin embargo, sé que debo continuar para sacar aquella alma de su sufrimiento y lo llevo a cabo rogando para que Dios guíe mis manos.
Me acerco y trabajo de acuerdo a mi experiencia mientras el padre recita las oraciones para combatir contra el maligno. Mis estudiantes y yo nos movemos al compás que las oraciones van marcando.
El procedimiento avanza a pesar de las complicaciones, el antídoto se le ha dado y ahora está en manos de Dios Padre, mientras Miguel y Gabriel aplican sus conocimientos junto a su sentido que han mostrado… y por el que quieren ser sanadores. De pronto Don Domingo abre los ojos. Es un momento crucial. Un vaho amarillento va saliendo del cuerpo, el agua bendita se mezcla con los vapores que van emanando del cuerpo.
Y conforme el veneno se desprende del cuerpo la salud se equilibra nuevamente. Reviso su corazón, su color va regresando a la normalidad al igual que su respiración. Me santiguo agradeciendo a Dios por sus bendiciones. La esperanza de conseguir el dinero para la clínica crece y no me queda más que dar un abrazo a mis estudiantes; ha sido un momento crucial y han respondido, al mismo tiempo que la idea que me surge sobre ellos es que serán estupendos físicos.
-¡Gabriel… Miguel… ¡Demos gracias a Dios! Muchas gracias por su dedicación, la que me han mostrado la clase de galenos en que se convertirán. Ahora sólo debemos mantener estable a Don Domingo, cerrar la herida en el cuello.
-Padre, sus oraciones han salvado el alma de este hombre -agradezco al sacerdote por su aporte.
Después salgo a avisarles a los criados el estado de su amo.
-¡Muadjit! - le llamo - Don Domingo ha reaccionado favorablemente, debo agradecerles su esfuerzo, sin su ayuda y la de Dios no sé que hubiera pasado - le digo.
Me acerco y trabajo de acuerdo a mi experiencia mientras el padre recita las oraciones para combatir contra el maligno. Mis estudiantes y yo nos movemos al compás que las oraciones van marcando.
El procedimiento avanza a pesar de las complicaciones, el antídoto se le ha dado y ahora está en manos de Dios Padre, mientras Miguel y Gabriel aplican sus conocimientos junto a su sentido que han mostrado… y por el que quieren ser sanadores. De pronto Don Domingo abre los ojos. Es un momento crucial. Un vaho amarillento va saliendo del cuerpo, el agua bendita se mezcla con los vapores que van emanando del cuerpo.
Y conforme el veneno se desprende del cuerpo la salud se equilibra nuevamente. Reviso su corazón, su color va regresando a la normalidad al igual que su respiración. Me santiguo agradeciendo a Dios por sus bendiciones. La esperanza de conseguir el dinero para la clínica crece y no me queda más que dar un abrazo a mis estudiantes; ha sido un momento crucial y han respondido, al mismo tiempo que la idea que me surge sobre ellos es que serán estupendos físicos.
-¡Gabriel… Miguel… ¡Demos gracias a Dios! Muchas gracias por su dedicación, la que me han mostrado la clase de galenos en que se convertirán. Ahora sólo debemos mantener estable a Don Domingo, cerrar la herida en el cuello.
-Padre, sus oraciones han salvado el alma de este hombre -agradezco al sacerdote por su aporte.
Después salgo a avisarles a los criados el estado de su amo.
-¡Muadjit! - le llamo - Don Domingo ha reaccionado favorablemente, debo agradecerles su esfuerzo, sin su ayuda y la de Dios no sé que hubiera pasado - le digo.
- HERALDO HISTORIADOR (Baudelaire)
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
El cochero le abre rápidamente la puerta a Muadjit, para evitar que en su ímpetu llegue a tumbarla. Entra precipitadamente casi llevándose por delante al sacerdote y a ti, pero con su entrenamiento militar le esquiva hábilmente para detenerse de súbito frente a la cama.
Se contiene de lanzar algún otro tipo de expresión corporal, simplemente sonriéndole a su amo. Aquél que, sin duda, le ha permitido tener una vida distinta
Disculpadme, señor Eyzaguirre. Es demasiada la emoción.
Es lo único que murmura y se disculpa silenciosamente contigo, lo mismo que con el sacerdote. Éste, te lleva al pasillo, mientras Gabriel y Miguel te hacen un gesto para indicarte que se encargarán de los cuidados que restan. Entre los que se incluyen, desinfectar y cerrar la herida, como también hacer el aseo de la sala y del filántropo.
El cochero se queda al interior y cierra la puerta para brindarte la privacidad que se requiere.
Rafael, mi nombre es Francisco. Lo que has observado es más que una simple intoxicación con belladona.
El trato coloquial y el conocimiento que muestra de temas sanitarios te sorprende por un momento. Sin embargo, quizás la iglesia también tiene ciertos integrantes con conocimientos cercanos a los de un físico.
Apreciaré mucho que puedas visitarme en mi capilla, que se ubica en la otra cuadra, junto al puesto de guardia. Envía, por favor, un mensajero el día anterior y estaré preparado para recibirte.
Se expresa con calma y seguridad, sabe de lo que habla. Al principio estabas seguro que el rezo de Domingo era suficiente prueba de que estaba libre de posesión demoníaca, pero te has equivocado. Lo que Francisco te manifiesta ha sido una prueba a tu fe.
Todo resulta muy intrigante, porque se retira rápidamente envuelto en un grueso manto de misterio.
Generalmente vas a la capilla más cercana a la universidad. Nunca habías pensado que podrían otra junto a un puesto de guardia. Todo es curioso e inquietante, a la vez. Para cuándo vuelves a la realidad, el sacerdote ya ha dejado el lugar.
Desconoces cuánto tiempo ha tomado la conversación. Te parece que el tiempo ha sido muy breve, pero tienes la sensación que la conversación duró una eternidad… para dos simples frases que te han dejado más preguntas que respuestas.
Se contiene de lanzar algún otro tipo de expresión corporal, simplemente sonriéndole a su amo. Aquél que, sin duda, le ha permitido tener una vida distinta
Disculpadme, señor Eyzaguirre. Es demasiada la emoción.
Es lo único que murmura y se disculpa silenciosamente contigo, lo mismo que con el sacerdote. Éste, te lleva al pasillo, mientras Gabriel y Miguel te hacen un gesto para indicarte que se encargarán de los cuidados que restan. Entre los que se incluyen, desinfectar y cerrar la herida, como también hacer el aseo de la sala y del filántropo.
El cochero se queda al interior y cierra la puerta para brindarte la privacidad que se requiere.
Rafael, mi nombre es Francisco. Lo que has observado es más que una simple intoxicación con belladona.
El trato coloquial y el conocimiento que muestra de temas sanitarios te sorprende por un momento. Sin embargo, quizás la iglesia también tiene ciertos integrantes con conocimientos cercanos a los de un físico.
Apreciaré mucho que puedas visitarme en mi capilla, que se ubica en la otra cuadra, junto al puesto de guardia. Envía, por favor, un mensajero el día anterior y estaré preparado para recibirte.
Se expresa con calma y seguridad, sabe de lo que habla. Al principio estabas seguro que el rezo de Domingo era suficiente prueba de que estaba libre de posesión demoníaca, pero te has equivocado. Lo que Francisco te manifiesta ha sido una prueba a tu fe.
Todo resulta muy intrigante, porque se retira rápidamente envuelto en un grueso manto de misterio.
Generalmente vas a la capilla más cercana a la universidad. Nunca habías pensado que podrían otra junto a un puesto de guardia. Todo es curioso e inquietante, a la vez. Para cuándo vuelves a la realidad, el sacerdote ya ha dejado el lugar.
Desconoces cuánto tiempo ha tomado la conversación. Te parece que el tiempo ha sido muy breve, pero tienes la sensación que la conversación duró una eternidad… para dos simples frases que te han dejado más preguntas que respuestas.
- Charles_Castle
- Mensajes: 94
- Registrado: 07 Nov 2019, 00:55
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Me toma desprevenida la reacción del mayordomo. Quizá si al pensarlo bien: no, ya que su relación va más allá de la simple servidumbre; pero aún así no puedo evitar poner los ojos de plato al verlo entrar intempestivamente por lo que lo sigo como acto reflejo. Al escuchar la disculpa le pongo la mano en el hombro.
- Ahora descansen ustedes, que lo cuidaremos para que se reponga. Y traten de apartar el té que tomó, hay que descubrir de donde ha provenido su mal.-le digo con la confianza que me da el haber visto de su lealtad.
Cuando el sacerdote me aleja para hablar conmigo, lo sigo con curiosidad por lo que tiene que decirme. Y, para mi sorpresa, no es algo de lo que se pueda imaginar. Al oírlo trato de ocultar el asombro que causan sus palabras. Lo que sospechaba en un principio, parece tomar forma. Dos males: uno físico y otro espiritual, ¿quién sería capaz de aquéllo? Y, luego, tan poderoso para seguir inicialmente los rezos del padre. Intrigante sus palabras así como él mismo, el padre Francisco. Sé que va envuelto en un halo de misterio.
Repaso mentalmente el puesto de guardia para tratar de recordar una capilla; pero por más que me esfuerzo… no logro tener una imagen en la cabeza de éso. Debe ser el cansancio después del momento que acaba de pasar.
Así, con la sensación de que ha sido mucho tiempo más, regreso para seguir con los cuidados de Don Domingo. Quizá en tres días iré a visitar a aquel padre.
- Ahora descansen ustedes, que lo cuidaremos para que se reponga. Y traten de apartar el té que tomó, hay que descubrir de donde ha provenido su mal.-le digo con la confianza que me da el haber visto de su lealtad.
Cuando el sacerdote me aleja para hablar conmigo, lo sigo con curiosidad por lo que tiene que decirme. Y, para mi sorpresa, no es algo de lo que se pueda imaginar. Al oírlo trato de ocultar el asombro que causan sus palabras. Lo que sospechaba en un principio, parece tomar forma. Dos males: uno físico y otro espiritual, ¿quién sería capaz de aquéllo? Y, luego, tan poderoso para seguir inicialmente los rezos del padre. Intrigante sus palabras así como él mismo, el padre Francisco. Sé que va envuelto en un halo de misterio.
Repaso mentalmente el puesto de guardia para tratar de recordar una capilla; pero por más que me esfuerzo… no logro tener una imagen en la cabeza de éso. Debe ser el cansancio después del momento que acaba de pasar.
Así, con la sensación de que ha sido mucho tiempo más, regreso para seguir con los cuidados de Don Domingo. Quizá en tres días iré a visitar a aquel padre.
- HERALDO HISTORIADOR (Baudelaire)
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Te cruzas con Muadjit y el cochero que van saliendo de la habitación. Lo que te comprueba que ha sido un lapso muy breve, por ello les dices hasta pronto y regresas al interior. Allí se hallan Miguel y Gabriel con un pequeño avance de sus tareas. Todo está, temporalmente, en orden. Al menos hasta que, el verdadero origen de este incidente, fuere esclarecido. Y para aquéllo, probablemente faltará mucha investigación acuciosa.
Observas como trabajan diligentemente tus estudiantes, ya complemente convencido que tienen un porvenir brillante como físicos. Su talento y esfuerzo ya se hacen incuestionables y solamente puedes sonreírles con profunda humildad. Estás más que complacido de sus logros, que son suyos… tú, solamente, les mostraste el camino. Ellos, a pesar de las complicaciones de la carrera de físico, han decidido seguirlo. Ya vas pensando en que serán muy útiles en tu futura clínica.
Todo es demasiado halagüeño, pero la providencia se torna muy tangible. Desbordas de fe con este milagro al que has asistido, esta magnífica coordinación entre ciencia y religión. Tus divagaciones son interrumpidas por Miguel y Gabriel se acercan para informarte que ya han terminado.
Ahora la sensación es a la inversa que en el pasillo. Un pequeño instante sumido en tu mundo interior que, en realidad, han sido largos minutos. Lo que tomarían las tareas de tus estudiantes.
Profesor Eyzaguirre, por favor, revise nuestro trabajo.
Comienza hablando Miguel y le sigue Gabriel.
Sí, profesor Eyzaguirre. Ha sido la mejor clase que hayamos tenido.
Te agradecen en conjunto.
Observas como trabajan diligentemente tus estudiantes, ya complemente convencido que tienen un porvenir brillante como físicos. Su talento y esfuerzo ya se hacen incuestionables y solamente puedes sonreírles con profunda humildad. Estás más que complacido de sus logros, que son suyos… tú, solamente, les mostraste el camino. Ellos, a pesar de las complicaciones de la carrera de físico, han decidido seguirlo. Ya vas pensando en que serán muy útiles en tu futura clínica.
Todo es demasiado halagüeño, pero la providencia se torna muy tangible. Desbordas de fe con este milagro al que has asistido, esta magnífica coordinación entre ciencia y religión. Tus divagaciones son interrumpidas por Miguel y Gabriel se acercan para informarte que ya han terminado.
Ahora la sensación es a la inversa que en el pasillo. Un pequeño instante sumido en tu mundo interior que, en realidad, han sido largos minutos. Lo que tomarían las tareas de tus estudiantes.
Profesor Eyzaguirre, por favor, revise nuestro trabajo.
Comienza hablando Miguel y le sigue Gabriel.
Sí, profesor Eyzaguirre. Ha sido la mejor clase que hayamos tenido.
Te agradecen en conjunto.
- Charles_Castle
- Mensajes: 94
- Registrado: 07 Nov 2019, 00:55
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Vuelvo a pensar en qué había pasado al hablar con el padre Francisco al ver salir a Muadjit y el cochero. Me despido con una leve sonrisa y un movimiento de mano.
Al entrar a la habitación me quedo observando a Gabriel y Miguel. Me santiguo y rezo silenciosamente un salmo con los ojos cerrados.
"Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre ¡Todos hablan de tus obras portentosas!", Doy gracias por haber enviado a dos ángeles como mis estudiantes, que demuestran que Dios los ha llamado para ser físicos y llevar el bienestar a las personas afligidas.
Ese momento hace que sienta que el tiempo se detiene, pero en realidad ha pasado más tiempo, Gabriel y Miguel se acercan a mí. Extrañado por haberme ensimismado tanto, asiento a lo que me dicen.
Reviso que todo sea adecuado para Don Domingo y asegurar su recuperación.
Ante los agradecimientos, les contesto - No, yo debo agradecerles y a Dios, sin su ayuda seguramente el resultado hubiera sido diferente y más complicado. Han aprendido bien y tienen el sentido para ser buenos físicos.
-Terminen y vayan a descansar que las clases han terminado por hoy - digo para agradecerles por su esfuerzo.
Al entrar a la habitación me quedo observando a Gabriel y Miguel. Me santiguo y rezo silenciosamente un salmo con los ojos cerrados.
"Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre ¡Todos hablan de tus obras portentosas!", Doy gracias por haber enviado a dos ángeles como mis estudiantes, que demuestran que Dios los ha llamado para ser físicos y llevar el bienestar a las personas afligidas.
Ese momento hace que sienta que el tiempo se detiene, pero en realidad ha pasado más tiempo, Gabriel y Miguel se acercan a mí. Extrañado por haberme ensimismado tanto, asiento a lo que me dicen.
Reviso que todo sea adecuado para Don Domingo y asegurar su recuperación.
Ante los agradecimientos, les contesto - No, yo debo agradecerles y a Dios, sin su ayuda seguramente el resultado hubiera sido diferente y más complicado. Han aprendido bien y tienen el sentido para ser buenos físicos.
-Terminen y vayan a descansar que las clases han terminado por hoy - digo para agradecerles por su esfuerzo.
- HERALDO HISTORIADOR (Baudelaire)
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Tus estudiantes sonríen y se notan algo confundidos por tu manifestación de profunda humildad. Imaginas lo sorprendente que debe ser para ellos que su profesor les agradezca, pero tras tomarse un momento para dejar todo ordenado… se despiden y se marchan llenos de gozo.
Escuchas sus voces risueñas alejándose, para finalmente darte cuenta que has quedado junto al filántropo sin otra persona en la habitación. Todo está en orden, pero sabes que debe recibir cuidado por un par de días. Por ello, llamas a uno de los monjes para darles las indicaciones.
Mientras se aleja a comunicar a sus compañeros, observas que Domingo duerme plácidamente. Mucho más coloridas sus mejillas y, también, mucho más henchido su pecho lleno de aire fresco. Nueva vida late en su corazón, como compruebas al escucharlo con tu pequeña corneta de auscultación. Quitas el paño húmedo para verificar su temperatura y notas que está normal. Así que lo retiras definitivamente, acomodas las cobijas y sales al pasillo.
Un poco después recibes la nota del abad. Sumamente breve, pero clara al informarte que coordinará los turnos de cuidado. Y que, ante cualquier imprevisto enviará a un mensajero para notificarte… ¡de inmediato! Del mismo modo, estará rezando cada misa de matines por su completa recuperación.
Solamente te queda pasar a dejar el registro de la clase y podrás marchar a la residencia del filántropo para comprobar si han descubierto algo sobre la caja de té. O, quizás, visitar a tu esposa en su facultad. También es posible ir a ver el puesto de guardia para conocer la capilla. Ponderas también otras opciones, como ir a tu laboratorio para seguir investigando o quedarte un poco más por si acaso.
El monje que te ha entregado el mensaje, te mira absorto mientras divagas. Al darte cuenta, descubres que estás bloqueando el acceso a la habitación.
Escuchas sus voces risueñas alejándose, para finalmente darte cuenta que has quedado junto al filántropo sin otra persona en la habitación. Todo está en orden, pero sabes que debe recibir cuidado por un par de días. Por ello, llamas a uno de los monjes para darles las indicaciones.
Mientras se aleja a comunicar a sus compañeros, observas que Domingo duerme plácidamente. Mucho más coloridas sus mejillas y, también, mucho más henchido su pecho lleno de aire fresco. Nueva vida late en su corazón, como compruebas al escucharlo con tu pequeña corneta de auscultación. Quitas el paño húmedo para verificar su temperatura y notas que está normal. Así que lo retiras definitivamente, acomodas las cobijas y sales al pasillo.
Un poco después recibes la nota del abad. Sumamente breve, pero clara al informarte que coordinará los turnos de cuidado. Y que, ante cualquier imprevisto enviará a un mensajero para notificarte… ¡de inmediato! Del mismo modo, estará rezando cada misa de matines por su completa recuperación.
Solamente te queda pasar a dejar el registro de la clase y podrás marchar a la residencia del filántropo para comprobar si han descubierto algo sobre la caja de té. O, quizás, visitar a tu esposa en su facultad. También es posible ir a ver el puesto de guardia para conocer la capilla. Ponderas también otras opciones, como ir a tu laboratorio para seguir investigando o quedarte un poco más por si acaso.
El monje que te ha entregado el mensaje, te mira absorto mientras divagas. Al darte cuenta, descubres que estás bloqueando el acceso a la habitación.
- Charles_Castle
- Mensajes: 94
- Registrado: 07 Nov 2019, 00:55
Re: Una brutal epifanía: la gente se muere en la calle
Mi mente divaga por las posibilidades, ¿qué hacer? Seguir la investigación o ver la capilla. Pensando en aquéllo me doy cuenta que estoy estorbando la entrada. Al descubrirlo, me hago a un lado para que pase el monje.
-Lo lamento, hermano. Gracias por todo y que Dios bendiga su día, - digo para alejarme. Pero, ¿a dónde? Definitivamente la capilla podría esperar. ¿Visitar la facultad? Aún no, había tiempo para eso después. Definitivamente lo mejor será seguir con las pistas, si alguien había intentado atentar contra Don Domingo hay que encontrar las pistas antes de que se pierdan.
Lo analizo durante el camino a la oficina para dejar el registro, considerándolo como imprescindible.
Después de hacer el papeleo salgo rumbo a casa de Don Domingo, es importante ir que ver si han descubierto algo antes de que desaparezca o sea borrado. Aún mi corazón guarda el temor de las palabras del padre, también hay artes oscuras implicadas y aquéllo le ha consternado. Dios ha ayudado para salvar a Don Domingo y debo seguir su obra para encontrar al culpable.
-Lo lamento, hermano. Gracias por todo y que Dios bendiga su día, - digo para alejarme. Pero, ¿a dónde? Definitivamente la capilla podría esperar. ¿Visitar la facultad? Aún no, había tiempo para eso después. Definitivamente lo mejor será seguir con las pistas, si alguien había intentado atentar contra Don Domingo hay que encontrar las pistas antes de que se pierdan.
Lo analizo durante el camino a la oficina para dejar el registro, considerándolo como imprescindible.
Después de hacer el papeleo salgo rumbo a casa de Don Domingo, es importante ir que ver si han descubierto algo antes de que desaparezca o sea borrado. Aún mi corazón guarda el temor de las palabras del padre, también hay artes oscuras implicadas y aquéllo le ha consternado. Dios ha ayudado para salvar a Don Domingo y debo seguir su obra para encontrar al culpable.