
Tercera reseña del cuarto capítulo del Companion, me salto la de los vikingos porque me he aburrido soberanamente leyéndome el capítulo y me gusta mucho más Constinopla. Y es que Constantinopla fue, junto a Jerusalén y Transilvania, uno de los nocturnos de la primera edición de Edad Oscura. En la segunda edición llegarían El velo de la noche, Iberia Nocturno y Edad Oscura: Islas Británicas, pero su influencia en la ambientación y su capacidad de influir en los jugadores fue menor, tristemente. Y es que ser la primera ciudad escogida para dibujar un escenario, como Chicago en la mascarada, te pone en el foco de muchas miradas y así es como Constantinopla quedó como la ambientación por antonomasia de Vampiro Edad Oscura.
Una ciudad gloriosa y espléndida en 1197, que fue devastada en 1204, durante la cuarta cruzada, reduciendo a cenizas muchos de sus antiguos, matanfo y violando a la pobación y saqueando innumerables reliquias a manos de los cristianos latinos, monumentos dorados que fueron robados y aún se encuentran en Venecia y Génova (donde los gremios mercantiles vendían su flota para las cruzadas). Arruinada Constantinopla para mayor esplendor de las ciudades italianas y muerto el arcángel Miguel, el sueño de una ciudad paradisíaca para los vástagos se derrumba y los que quedan se disputan sus restos.
Los acontecimientos descritos se describen hasta ahora en La amarga cruzada, un suplemento de la 2a edición de Edad Oscura. Aquel suplemento puso fin a la ambientación del primer nocturno y, el capítulo del companion, puede verse como la tercera parte de la película, de una trilogía de la caída de un imperio.

Aunque se esfuerzan en las primeras páginas por describir qué fue el sueño y la trinidad de antiguos que gobernaba Nueva Roma, este capítulo presupone en gran medida el conocimiento previo de la ambientación, por la cantidad de personajes que referencian. Se dibuja un mundo idílico bajo el gobierno del arcángel Miguel, un lugar místico en el que las divinidades paseaban en la tierra. Desaparecido el arcángel, algunos creen que diablerizado, su sueño pervive mediante sus discípulos Toreador, fundaderos de una nueva senda de la Via Caelis, y los cohesionados Nosferatu, los únicos que consiguieron capear la tormenta intactos.
La estructura del triunvirato de clanes y sus protectorados se ha desmoronado, los Tzimisce abandonaron y se retiraron a los Cárpatos, tras ver arder sus monasterios. Los clanes ya no existen cohesionados (salvo los Nosferatu) y la ciudad se ha convertido en un caos gobernado por el tirano lasombra Alfonzo, descendiente de Narses y un miembro de la herejía cainita. En una ciudad cada vez más probre y decadente y en la que apenas es capaz de mantener el control, Alfonzo utiliza la violencia extrema para conservar el poder, mientras la lasombra Gabriela de Génova maniobra para arrebatársela y el lasombra veneciano, que ha diablerizado a su sire, exige su vasallaje.
No obstante, la ciudad sigue atrayendo a vástagos, el sueño de la trinidad pervive en sus seguidores y a él acuden peregrinos en busca de iluminación, entre los que se encuentra un farsante ventrue y una tzimisce que pretende reconstruir la sabiduría de su clan, sin volver a caer en los errores de Gesu. Por si no fuera lo bastante volátil, la espada de los tártaros se acerca a sus cuellos y los Andas (línea de gangrels) cabalgan entre ellos, todos saben que Constantinopla podría volver a caer si no se unen para hacerles frente, lo cual parece milagroso.