
No hago caso a la respuesta que me otorga Damià. Es evidente que no ha entendido, o siquiera se ha parado a pensar el significado de mis palabras, y la verdad, es que ni me interesa lo más mínimo entablar una conversación y/o intercambio de sarcasmos en esta situación. Lo único que importa ahora, es salvar una vida que ya ha sido enjuiciada y declarada terminada. Así suele ser el ser humano, convicciones frágiles, engaños a uno mismo, sentimientos antaños duros y seguros se convierten en barcos de papel en pleno huracán. Sé que estoy muerto, y aún y así sigo buscando salvar la vida... sólo hace falta un detalle, para que se desmorone toda la convicción que poseía.
La sensación es la de cruzar un pantano a oscuras. Sabiendo que hay distintos tipos de animales que en un paso en falso, te convertirán en una amalgama de carne picada.
Una sensación que empeora en cuanto cambiamos de piso. La visión de la sangre en las paredes, la cabeza mirando al infinito a través de nosotros, la normalidad con que esos dos afrontan la situación... El hedor de la muerte empieza a acomodarse en el ambiente, al igual que el bloqueo en mi cabeza va desapareciendo lentamente, por desgracia. Las sensaciones cada vez son más peligrosas, más dolorosas, más temerosas y en cierto modo, gratificantes. Gratificantes por haber pensado en su momento que sería el primero en caer, y darme cuenta que ya ha caído alguien antes que yo, algo que sin darme cuenta, se enfatiza en la comisura de mis labios en forma de media sonrisa. Aunque de forma futil, ya que la situación me devuelve a la seriedad de la que es merecedora. La sensación de los pies pesados empieza a formarse en mi. No es cansancio, sino el propio miedo que hace que la sensación de lentitud se apodere de ellos.
Las duras palabras de Damià me despiertan, haciendo que gire la mirada hacia Marga, y posteriormente a las armas que dice Damià que hay. Si son armas de fuego de poco retroceso, tipo Glocks, haré el gesto de cogerlas, pero si son armas blancas y cualquier otro tipo, no les haré ni medio caso. Las armas blancas tengo claro que no sirven con lo poco que he visto de ellos, puesto que dependen de mi fuerza y velocidad, algo en lo que ellos ganan seguro, armas largas requieren de una experiencia que no poseo, por lo que tampoco me sirven.
(Sea lo que sea la acción que ocurra) Miro a Marga. Ver su rostro me tranquiliza, puesto que me transmite los sentimientos que poseo yo mismo, y eso hace que mi orgullo aflore y se haga con la situación. Le sonrío, levantando los hombros a modo de resignación, aunque con mirada aparentemente segura, una mirada corta, puesto que de alargarla se notaría mucho que sólo es postureo. Es el instinto de otorgar seguridad, por mucho que por dentro pueda estar acojonado, que en cierto modo es así, pero una pequeña parte de mi, una que desconocía, parece estar ¿disfrutando? de la situación. No sabría explicarlo ni si quiera a mi mismo. Es un conjunto de sensaciones parecidas y antagónicas a la vez, pero confluyen en una cierta seguridad que aboga por las situaciones novedosas que terminan saliendo bien. Es como estar en un videojuego en el que sabes que si mueres, puedes volver a probar el nivel.
Tirada de sigilo 3d10: [ 9 8 9]