[Análisis] Príncipe de la ciudad

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Reseña de Príncipe de la Ciudad, de Keith Herber

Recientemente he estado documentándome como Narrador para una crónica ambientada en San Francisco, fue de este modo como llegué a esta novela, de 1995, una de las primeras novelas ambientada en el Mundo de Tinieblas. Por decirlo brevemente, la novela es mala, no hay por donde cogerla, pero de todos modos, trataré de argumentar mi opinión.

Esta novela es la secuela de una novela que nunca fue traducida, Dark Prince, en la cual Sullivan es un vástago irlandés de una línea de sangre china que se incriminado por las intrigas de los antiguos de San Francisco. Sullivan lo resuelve todo sin mucha dificultad, matando a todo el que se cruza en su camino y acabando con intrigas de siglos (sorprendetemente simples) a base de machetazos.

La precuela, Príncipe de la Ciudad, sigue las andanzas de Vannevar Thomas, un soldado ventrue de la guerra de independencia americana que es muy buena persona, colega de todo el mundo, honorable y todo eso. Vannevar llega a San Francisco durante la explosión demográfica que supuso la fiebre del oro. La Camarilla le envía para establecerse como agente de la secta en la costa oeste.

A partir de ahí vemos sucederse décadas y personajes sin poco más que dos o tres líneas para cada uno. Vannevar se gana la confianza del primer príncipe español, al que traiciona con remordimientos (pero el príncipe no se lo toma mal). Actúa como consejero del segundo príncipe, un Tremere, que confía en él como su mano derecha.

Tanto Vannevar como el Príncipe son traicionados por el chiquillo del Tremere que asciende al principado y convierte a Vannevar en un proscrito. A partir de ahí, nada tiene sentido. Karsh hace un cameo, descubrimos que Oscar Wilde es un toreador con ínfulas y Vannevar asciende al principado después de matar al asesino asssamita que envían a por él con ayuda de un mago-vampiro- azteca que no vuelve a aparecer. Aún así le sabe mal ir a por el Tremere, así que el honorable ventrue se espera a que se quede medio muerto, durante el terremoto de 1906, para rematarlo.

Mientras tanto los cainitas chinos (no existía aún Estirpe de Oriente) van dando tumbos preparando su malo malísimo plan para conquistar el mundo, el cual incluye ayudar a veces a Vannevar y otras intentar matarlo... en fin, tampoco Vannevar reacciona de ningún modo lógico. Así que la Familia (el clan de los chinos) después de casi un siglo de muchos planes trata de conquistar la ciudad enviando cadáveres a puntos estratégicos para activarlos posteriormente con nigromancia china milenaria. Plan que Vannevar descubre y desbarata en un solo párrafo. Aparecen los garous, a los que despacha en un par de párrafos también, y los Sabbat que dan bastante guerra. Al final los Sabbat consiguen hacer algo útil y todo, atrapan al príncipe y sus vástagos de confianza, para inmediatamente ser rescatados a lo deux ex machina por el primer príncipe, el español, que pasaba por ahí y no se tomó mal que un siglo atrás le traicionara. Luego, para colmo, Vannevar le vuelve a traicionar porque el español es demasiado malvado...

La historia sigue, es solo el resumen de la primera mitad del libro, pero ya os podéis hacer una idea de la cantidad de personajes que aparecen sin ton, ni son, ni lógica alguna. El libro parece más una sucesión histórica de acontecimientos inconexos que una novela. Lo que tienen en común es Vannevar, un personaje absurdo por momentos...

No sorprende que San Francisco Nocturno y Noches de Profecía, suplementos posteriores ambientados en San FRancisco, ignoraran por completo la novela, yo lo hubiera hecho. En positivo me quedo con la portada, que está chula, y con la vampiresa que muere tras un chute de LSD porque se cree una mariposa (por lo menos me eché unas risas).