{ https://www.youtube.com/watch?v=zEmtfA8FETc - Llulaby by Low }
- En resumidas cuentas, no puede volver a salir por la puerta de este edificio nunca más. ¿Me está escuchando?
No, no estaba escuchando. Su cuerpo estaba allí, perenne, inmovil. Su alma, en su hogar. Su espíritu, nadando entre los recuerdos de la felicidad que algún día inundó su hoy inútil corazón. Quiso tener en aquel preciso instante un momento para grabar sus memorias, en algo tan liviano como un papel de fumar. Deseo decirle a la memoria de los tiempos... "Ey, aquí estoy. No soy nadie, pero aquí estoy, entre siete mil millones de almas. fui uno de tantos que luchó por nada, por un día a día sin historia, que se empapó de libros de autoayuda para encontrar una felicidad que ya tenía y de la que en realidad estaba huyendo. Para ser, en el último segundo, el mal mártir que siempre había sido. Para decir, adiós, buenas noches y buena suerte."
Ojalá una última cena. Dejar salir a la Bestia y lanzarse sobre Fjordhal. Disfrutar de su sangre descendiendo por su garganta, mientras decenas de balas de los miembros de seguridad de MT perforaban su cuerpo.
Pero a cambio de todo ello, decidió un nuevo órdago. Por un momento se disfrazó de su eterno amigo inmortal al que tambien dedicó un recuerdo. "- Tu amigo está quemado, me temo". - Y las palabras del psiquiatra tremere llegaron de nuevo en su mente, y aun en aquellas, sus útlimas y las de Laurent probablemente a tenor de las palabras del Brujo, quiso entender que aquel en el que nunca quiso convertirse, si le había dado una lección. De entre todos aquellos años de eterno aprendizaje para un mal alumno. El arte de la negociación. La empatía y la presencia. El subterfugio y la manipulación. Había llegado el momento de ponerlo en práctica. Por primera y última vez, probablemente. De manera exclusiva, seguramente. Un todo al negro. Un nada al rojo.
- Sí, la estoy escuchando. Pero no. No es eso lo que va a pasar. Voy a salir por esa puerta -indicando por la puerta entrante al habítaculo y que le daba salida de nuevo a su libertad - y mañana volveré y tendrá usted una propuesta más benévola para mi persona. - Señaló para la tele donde se veía su antigua casa, y solo deseo no haberse equivocado en los tiempos. Que los tremere cumplieran su palabra o todo sería en balde - Y no, no me amenace con esto, ni me venga con la chorrada de la posición negociadora, porque ambos sabemos que yo, tengo algo que ustedes quieren. Un don de el que quieren aprovecharse, y juro por mi familia que si a ellos les pasa algo, me quitaré la vida. Así que no, ni entraré por esa puerta ni pasaré a formar parte de ningún equipo de investigación computacional. - Se levantó, aireado, con clara intención de largarse - Lo siento, pero ya viví esa vida.
Jasper Rohde
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Re: Jasper Rohde
Tus palabras suenan rotundas, directas, convincentes. Es la primera vez en muchos años, quizá la primera vez en tu no-vida, que tienes la sensación de estar rodeado de un aura de carisma que sobrecoge a quien tienes enfrente. No eres un simple yonki dubitativo, perezoso y dependiente de las decisiones de otra persona o Vampiro. Eres un ser inmortal, un Vástago hastiado pero imbuido de la convicción traspasada por la Sangre a través de los siglos. Tu elocuencia es convincente, la verdadera demostración de determinación de un ser desesperado, pero que aún no ha perdido su dignidad.
Intuyes la duda en la agente Fjordahl. Laurent estaría orgulloso de ti. Quizá al final sí que habías aprendido algo.
La policía duda, mira al cristal tintado. No sabe qué hacer, pierde la iniciativa. Se muestra como un peón con poca capacidad para improvisar y hacer frente a una situación que no esperaba. Su mundo se reduce a ordenar y obedecer. Después de A siempre viene B, después del 1 siempre viene el 2. No está acostumbrada a que de repente llegue D o el número 6.
Alguien le dice algo por el pinganillo que lleva discretamente ubicado en su oreja derecha. Parece rendirse. Su voz es más suave, su gesto mucho menos intimidatorio.
- Bueno, de acuerdo... ¿qué es lo que quiere entonces?
Antes de responderle, un escalofrío recorre tu espina dorsal. Es una sensación extraña, ya que a pesar de su nombre, en realidad es como un latigazo cálido. Un latigazo que conecta directamente con un sexto sentido ubicado en lo más profundo de tu ser.
Laurent.
Está en un gravísimo peligro.
Puedes notarlo, sentirlo en cada poro de tu cuerpo muerto. Es una sensación inexplicable, sobrenatural, casi extracorpórea aunque te sacude por dentro.
- ¿Está usted bien?
OFF: Tirada de Carisma + Liderazgo (dificultad 8). El 10 cuenta doble por la especialidad "elocuente"
[roll=758]4d10>=8-P[/roll]
Intuyes la duda en la agente Fjordahl. Laurent estaría orgulloso de ti. Quizá al final sí que habías aprendido algo.
La policía duda, mira al cristal tintado. No sabe qué hacer, pierde la iniciativa. Se muestra como un peón con poca capacidad para improvisar y hacer frente a una situación que no esperaba. Su mundo se reduce a ordenar y obedecer. Después de A siempre viene B, después del 1 siempre viene el 2. No está acostumbrada a que de repente llegue D o el número 6.
Alguien le dice algo por el pinganillo que lleva discretamente ubicado en su oreja derecha. Parece rendirse. Su voz es más suave, su gesto mucho menos intimidatorio.
- Bueno, de acuerdo... ¿qué es lo que quiere entonces?
Antes de responderle, un escalofrío recorre tu espina dorsal. Es una sensación extraña, ya que a pesar de su nombre, en realidad es como un latigazo cálido. Un latigazo que conecta directamente con un sexto sentido ubicado en lo más profundo de tu ser.
Laurent.
Está en un gravísimo peligro.
Puedes notarlo, sentirlo en cada poro de tu cuerpo muerto. Es una sensación inexplicable, sobrenatural, casi extracorpórea aunque te sacude por dentro.
- ¿Está usted bien?
OFF: Tirada de Carisma + Liderazgo (dificultad 8). El 10 cuenta doble por la especialidad "elocuente"
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Jasper Rohde
{ https://www.youtube.com/watch?v=QYEC4TZsy-Y&t=132s - Just a perfect day by Lou Reed }
A pesar de que Jasper sentía el peligro en el que se encontraba su socio... ¿que podía hacer?... ¿Llamarlo?... no conocía nada de su actual ubicación ni lo que tardaría en proporcionarle aquella necesaria ayuda. Lo único que podía hacer es seguir con su plan y que la destrucción del router generara la confusión y el caos que le permitiera escapar de aquel que fuera el peligro.
"- Tu amigo está quemado, me temo" - las palabras del psiquiatra tremere repicaban en su mente.
- ¿Que quiero hacer?... ¿Que quiero hacer?... ahora me viene con esa pregunta... ¿verdad?... ¿a que esta jugando Frau Fjordharl? - dijo intentando adjudicarle un vejatorio adjetivo nazi - Seguir con el trato que teníamos... eso es. Ustedes quieren algo de mí... yo se lo daré a cambio de la protección de mi familia. Ese era el trato... ¡Pero no puede ser si cada noche me recuerda la jodida posición negociadora y me cambia dichos términos "contractuales" - Entrecomilló con los dedos, y Jasper dio rienda suelta un vodevil improvisado a la par que ensayado, pues guardaba ciertas similitudes con el universo de mentiras y excusas en las que siempre solía vivir y que además, de alguna manera siempre solía salir bien parado.*1 - Quiero acabar con esto de una vez, ¿quieren conectarme de una vez?... ¿A que estamos esperando?. - Se había levantado con cierto dramatismo y acercado a la puerta donde estaba el router, añadiendo la urgencia y el apremio a sus colaboradores para que prepararan lo necesario para el experimento. Jasper comprobó que el picaporte de la puerta estuviera abierto y entonces insuflaría con sangre sus músculos*2 y solo, actuando como lo hacía, cuando estuviera cerca del router y pareciera prestarse al testeado, dejar salir a la bestia y arrancar con furia los cables.
Formalizar el sacrificio, esperando que los Brujos hubieran cumplido con su parte del trato. Esperando que de alguna manera ignota, aquello ayudara tambien a Malalt, fuera cual fuera el fuego que lo estuviera devorando.
A pesar de que Jasper sentía el peligro en el que se encontraba su socio... ¿que podía hacer?... ¿Llamarlo?... no conocía nada de su actual ubicación ni lo que tardaría en proporcionarle aquella necesaria ayuda. Lo único que podía hacer es seguir con su plan y que la destrucción del router generara la confusión y el caos que le permitiera escapar de aquel que fuera el peligro.
"- Tu amigo está quemado, me temo" - las palabras del psiquiatra tremere repicaban en su mente.
- ¿Que quiero hacer?... ¿Que quiero hacer?... ahora me viene con esa pregunta... ¿verdad?... ¿a que esta jugando Frau Fjordharl? - dijo intentando adjudicarle un vejatorio adjetivo nazi - Seguir con el trato que teníamos... eso es. Ustedes quieren algo de mí... yo se lo daré a cambio de la protección de mi familia. Ese era el trato... ¡Pero no puede ser si cada noche me recuerda la jodida posición negociadora y me cambia dichos términos "contractuales" - Entrecomilló con los dedos, y Jasper dio rienda suelta un vodevil improvisado a la par que ensayado, pues guardaba ciertas similitudes con el universo de mentiras y excusas en las que siempre solía vivir y que además, de alguna manera siempre solía salir bien parado.*1 - Quiero acabar con esto de una vez, ¿quieren conectarme de una vez?... ¿A que estamos esperando?. - Se había levantado con cierto dramatismo y acercado a la puerta donde estaba el router, añadiendo la urgencia y el apremio a sus colaboradores para que prepararan lo necesario para el experimento. Jasper comprobó que el picaporte de la puerta estuviera abierto y entonces insuflaría con sangre sus músculos*2 y solo, actuando como lo hacía, cuando estuviera cerca del router y pareciera prestarse al testeado, dejar salir a la bestia y arrancar con furia los cables.
Formalizar el sacrificio, esperando que los Brujos hubieran cumplido con su parte del trato. Esperando que de alguna manera ignota, aquello ayudara tambien a Malalt, fuera cual fuera el fuego que lo estuviera devorando.
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Re: Jasper Rohde
Puedes notar cómo te envuelve un aura de convicción y de elocuencia que realmente no habías sentido nunca. Quizá era fruto de la desesperación. Quizá fuera la paz definitiva que empezabas a sentir en tu interior al confiar en estar haciendo una última buena acción. Quizá habías aprendido lo suficiente de la cercanía de Laurent y de Álex, del carácter de Job. Quizá era tu nueva alianza sanguínea con los taimados y convincentes Tremere. Fuera lo que fuera, por una décima de segundo no te sentías como un yonki abandonado, como un cocainómano que había decidido tirar una vida eterna por el retrete, que se había visto abocado a asentir y a obedecer a otros.
El dominio de la escena, la repentina sumisión quizá fruto de la sorpresa de la agente Fjordahl, te investían de una determinación desconocida. Quisiste disfrutar de esa última décima de segundo frente a aquel router negro. Quizá era tu último instante de libertad, no sabías qué podías desencadenar, pero una ola de liberación recorría tu interior. Sonreíste al pensar en Laurent, cuyo objetivo siempre había sido destruir aquellas máquinas para evitar la propagación del caos. Sonreíste al recordar a Álex, alejada ahora de aquel delirio. Sonreíste al recordar la palabra con la que tantas veces te habían definido: Caitiff. Un don nadie. Sin Clan, sin voluntad, sin futuro.
Sonreíste al pensar en tu familia. Era cuanto podías hacer por ellos.
Tirar del cable fue liberador. Un subidón de adrenalina que desencadenó un terremoto de sensaciones en tu interior. Notaste un calambrazo potentísimo en tu cabeza, un latigazo en las sienes y un aullido en tu mente. Notaste al mismo tiempo a tu propia Bestia interior revolviéndose. Casi creíste notar cómo tu propia Sangre acudía a tu cerebro para acallar ese grito demoledor que amenazaba con taladrarte la cabeza. De alguna manera supiste que nunca más volverías a escuchar ninguna voz en tu cabeza.
Casi sueltas un sollozo de pura felicidad en la décima de segundo inmediatamente posterior a ese acto, quizá heroico, quizá suicida. Al fin eras dueño de tus pensamientos.
El sonido de un arma cargándose a tu espalda es lo siguiente que escuchas junto al improperio que te dedica la agente Fjordahl.
- De rodillas, hijo de la gran puta.
Estás mirando a una pared, no hay extrañas estancias de otro tiempo delante de ti. La policía te apunta a tu espalda y escuchas un revuelo en una sala anexa, pronto serán más las armas que habrá apuntando en tu dirección.
Sonríes.
OFF: -8 Puntos de Sangre (+1 en Fuerza). -1 FV
El dominio de la escena, la repentina sumisión quizá fruto de la sorpresa de la agente Fjordahl, te investían de una determinación desconocida. Quisiste disfrutar de esa última décima de segundo frente a aquel router negro. Quizá era tu último instante de libertad, no sabías qué podías desencadenar, pero una ola de liberación recorría tu interior. Sonreíste al pensar en Laurent, cuyo objetivo siempre había sido destruir aquellas máquinas para evitar la propagación del caos. Sonreíste al recordar a Álex, alejada ahora de aquel delirio. Sonreíste al recordar la palabra con la que tantas veces te habían definido: Caitiff. Un don nadie. Sin Clan, sin voluntad, sin futuro.
Sonreíste al pensar en tu familia. Era cuanto podías hacer por ellos.
Tirar del cable fue liberador. Un subidón de adrenalina que desencadenó un terremoto de sensaciones en tu interior. Notaste un calambrazo potentísimo en tu cabeza, un latigazo en las sienes y un aullido en tu mente. Notaste al mismo tiempo a tu propia Bestia interior revolviéndose. Casi creíste notar cómo tu propia Sangre acudía a tu cerebro para acallar ese grito demoledor que amenazaba con taladrarte la cabeza. De alguna manera supiste que nunca más volverías a escuchar ninguna voz en tu cabeza.
Casi sueltas un sollozo de pura felicidad en la décima de segundo inmediatamente posterior a ese acto, quizá heroico, quizá suicida. Al fin eras dueño de tus pensamientos.
El sonido de un arma cargándose a tu espalda es lo siguiente que escuchas junto al improperio que te dedica la agente Fjordahl.
- De rodillas, hijo de la gran puta.
Estás mirando a una pared, no hay extrañas estancias de otro tiempo delante de ti. La policía te apunta a tu espalda y escuchas un revuelo en una sala anexa, pronto serán más las armas que habrá apuntando en tu dirección.
Sonríes.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Jasper Rohde
{ https://www.youtube.com/watch?v=QzK5gnlhutE& - Deadman's Gun by Ashtar Command }
El final no tiene nada de ceremonial. Carente de epicicidad. Falto de solemnidad. Es un momento fugaz donde todo se apaga y pasa al reino de los recuerdos con fecha de caducidad, donde los rostros se vuelven borrosos y sólo nos deja un deje en el corazón o un pensamiento fugaz. Pero nada más. Un sólo instante, un rayo de sol fulgurante en el horizonte para dejar atrás una larga noche. Una bajada de telón y el show acabó para siempre.
Aquella sensación de libertad invadió a Jasper con la fuerza de la mejor de las dosis. Un éxtasis que ninguna droga, ni siquiera el amor, le había proporcionado, nunca. Jamás. Se sentía nuevamente él. El yo de antaño. Allí, en el final de sus días, había por fin, tomado las riendas de su vida. Había recuperado el control, aunque fuera para perderlo, para siempre, en aquel instante. Pero era una sensación de paz que no había sentido desde hacía tanto tiempo que el sentimiento se le hizo extraño.
Annelise, el pequeño no tan pequeño Klaus, pasaron por su cabeza en un microsegundo que fue capaz de contar una historia entera. Se vio en Venecia, la del sur, con el baile de máscaras carnavalesco en el que Annelisse siempre quiso contemplar. San Marcos estaba engalanada solo para ellos, y las bombillas vibraban al son del salitre que volaba y se adheria a su caliente cristal. Se contempló con Klaus en el baño. Ambos estaban frente al espejo del baño, afeitándose juntos. Su primera vez. Imitación. Contemplación. Familia y felicidad. Un camino que se había auto negado él mismo por una vida de prometido escape que no lo fue tanto. Lejos de prosperar, cayó en el decrepito y oscuro pozo de la soledad y la dejadez, y ahora allí, con el cable en la mano, sentía que era el único momento en que desde hacía tanto tiempo, había hecho algo de utilidad. De su mano y empresa. Como era él, sin alardes ni adornos. Desde las sombras, desde lo inesperado.
Alex y Laurent tambien se pasaron por su mente, y como un espectador omnisciente, lejos de contemplar lo malo, todas los buenos momentos se pasaron en su mente como polaroids ardiendo que se consumían al instante. Alex sonreía frente al terminal mientras la luz verdosa iluminaba su afable rostro. Malalt aun con su porte distante, se hacia otorgar el respeto de un padre y el calor de un hermano. Se dio cuenta que los echaba tremendamente de menos. Solo esperaba que aquel sacrificio les sirviera, realmente, a ambos. Y que lo recordaran como lo que no había sido. Alguien valeroso y capaz. Fiel compañero que ahora, ejecutaba las últimas de las órdenes.
La falta de sangre le acusaba el estómago, cuando el corazón dejó atras su protagonismo, y la bestia rugía voraz en su interior. Fjordarl le amenazaba con un arma. Pobre infeliz. No sabía que ya no tenía nada que perder. Y nada es más peligroso que alguien que ya no tiene nada que perder. Ellos serían los propios encargados de acabar con aquello a lo que aspiraban controlar. Ellos serían los verdugos de sus propias y maquiavélicas aspiraciones. Jasper sonrió y se giró fuera de sí. Dejó que la poca sangre que su cuerpo mantenía fluyera hasta sus tendones muertos y puso toda su fe en acabar con la inquisidora*1, sabiendo y siendo consciente de que sería en breve, un colador. El objetivo de una ensalada de tiros. Pero en aquel cuarto, era un perro encerrado, azuzado por un amo cruel y maltratador. Sin escapatoria. Si tenía una posibilidad para vivir era aumentando la agilidad y recuperando algo de aquella sangre. Por eso necesitaba de la sumisión total de Fjordarl, y aquello solo se podía permitir un truco de trilero de aquel regalo envenenado que los maniáticos le habían proporcionado. Engatusar su mente con alguna visión que la dejara inerte lo justo para que no descerrajara aquel primer disparo.
Jasper sonrió y se lanzó hacia su final. Hacia ese momento fugaz. Carente de solemnidad. Falto de epicidad.
*1
El final no tiene nada de ceremonial. Carente de epicicidad. Falto de solemnidad. Es un momento fugaz donde todo se apaga y pasa al reino de los recuerdos con fecha de caducidad, donde los rostros se vuelven borrosos y sólo nos deja un deje en el corazón o un pensamiento fugaz. Pero nada más. Un sólo instante, un rayo de sol fulgurante en el horizonte para dejar atrás una larga noche. Una bajada de telón y el show acabó para siempre.
Aquella sensación de libertad invadió a Jasper con la fuerza de la mejor de las dosis. Un éxtasis que ninguna droga, ni siquiera el amor, le había proporcionado, nunca. Jamás. Se sentía nuevamente él. El yo de antaño. Allí, en el final de sus días, había por fin, tomado las riendas de su vida. Había recuperado el control, aunque fuera para perderlo, para siempre, en aquel instante. Pero era una sensación de paz que no había sentido desde hacía tanto tiempo que el sentimiento se le hizo extraño.
Annelise, el pequeño no tan pequeño Klaus, pasaron por su cabeza en un microsegundo que fue capaz de contar una historia entera. Se vio en Venecia, la del sur, con el baile de máscaras carnavalesco en el que Annelisse siempre quiso contemplar. San Marcos estaba engalanada solo para ellos, y las bombillas vibraban al son del salitre que volaba y se adheria a su caliente cristal. Se contempló con Klaus en el baño. Ambos estaban frente al espejo del baño, afeitándose juntos. Su primera vez. Imitación. Contemplación. Familia y felicidad. Un camino que se había auto negado él mismo por una vida de prometido escape que no lo fue tanto. Lejos de prosperar, cayó en el decrepito y oscuro pozo de la soledad y la dejadez, y ahora allí, con el cable en la mano, sentía que era el único momento en que desde hacía tanto tiempo, había hecho algo de utilidad. De su mano y empresa. Como era él, sin alardes ni adornos. Desde las sombras, desde lo inesperado.
Alex y Laurent tambien se pasaron por su mente, y como un espectador omnisciente, lejos de contemplar lo malo, todas los buenos momentos se pasaron en su mente como polaroids ardiendo que se consumían al instante. Alex sonreía frente al terminal mientras la luz verdosa iluminaba su afable rostro. Malalt aun con su porte distante, se hacia otorgar el respeto de un padre y el calor de un hermano. Se dio cuenta que los echaba tremendamente de menos. Solo esperaba que aquel sacrificio les sirviera, realmente, a ambos. Y que lo recordaran como lo que no había sido. Alguien valeroso y capaz. Fiel compañero que ahora, ejecutaba las últimas de las órdenes.
La falta de sangre le acusaba el estómago, cuando el corazón dejó atras su protagonismo, y la bestia rugía voraz en su interior. Fjordarl le amenazaba con un arma. Pobre infeliz. No sabía que ya no tenía nada que perder. Y nada es más peligroso que alguien que ya no tiene nada que perder. Ellos serían los propios encargados de acabar con aquello a lo que aspiraban controlar. Ellos serían los verdugos de sus propias y maquiavélicas aspiraciones. Jasper sonrió y se giró fuera de sí. Dejó que la poca sangre que su cuerpo mantenía fluyera hasta sus tendones muertos y puso toda su fe en acabar con la inquisidora*1, sabiendo y siendo consciente de que sería en breve, un colador. El objetivo de una ensalada de tiros. Pero en aquel cuarto, era un perro encerrado, azuzado por un amo cruel y maltratador. Sin escapatoria. Si tenía una posibilidad para vivir era aumentando la agilidad y recuperando algo de aquella sangre. Por eso necesitaba de la sumisión total de Fjordarl, y aquello solo se podía permitir un truco de trilero de aquel regalo envenenado que los maniáticos le habían proporcionado. Engatusar su mente con alguna visión que la dejara inerte lo justo para que no descerrajara aquel primer disparo.
Jasper sonrió y se lanzó hacia su final. Hacia ese momento fugaz. Carente de solemnidad. Falto de epicidad.
*1
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Re: Jasper Rohde
Primero notas un ligero balbuceo. Es como una señal, como cuando suena la alarma del despertador. Unos ojos en blanco, una boca entreabierta, unas manos que quedan flácidas. Aunque son imágenes que apenas duran un parpadeo, sientes una conexión inmediata, eléctrica, instantánea, entre el caos de tu propia mente y la psique desprevenida de la agente Fjordahl. Siempre te queda la insana curiosidad de saber qué será lo que dibujan los sentidos de quienes se ven afectados por la fuerza de tu propia mente. Nunca has comprendido el funcionamiento de tus propias capacidades, tan peligrosamente parecidas a las que manifiestan algunos vampiros dementes. Te ha dado miedo saber más sobre por qué ese don fluye por tu Sangre desde la noche de tu Abrazo; nunca has querido conocer una respuesta que en el fondo sabes cuál es. Pero en todo caso, sabes qué funciona. Que con tu propia voluntad puedes imbuir extrañas reacciones sensoriales.
Más de una vez te ha sido útil para sobrevivir, y esperas que esta noche sea una de esas. En ese instante en el que la agente Fjordahl queda atrapada en algún tipo de bucle visual, terminas de darte la vuelta y saltas sobre ella sin poder evitar que tus colmillos asomen al exterior. Tu Bestia está imbuida de adrenalina, pero también del Ansia de la Sangre, que notas casi ausente totalmente de tu cuerpo. Por la dureza de tus músculos y el alarido que acompaña al momento en que surgen tus colmillos intuyes que la falta de alimento te debe hacer parecer en este instante más como una bestia de otro universo que como un simple yonki con el mono.
Agarras como una alimaña los hombros de Fjordahl, dejando que la inercia os lleva a los dos contra el suelo. Ella mira aterrorizada más allá de ti, sabes que es un muñeco inerte en tus manos. Que es alimento. Sangre. Nada más que eso.
No escuchas el sonido de los disparos, pero sí notas el impacto de las ráfagas de las balas. Pam, pam, pam. Pam, pam, pam. Varias atraviesan tu hombro derecho, haciendo brotar un reguero de sangre que dibuja un arco en el aire antes de tocar el suelo detrás de ti. Otras apenas suponen un pellizco en la clavícula izquierda que apenas son una molestia.
Alzas la vista con un gruñido. Dos hombres, uno bastante más alto que el otro, apuntan con sendas pistolas en tu dirección desde la puerta. Fjordahl está debajo de ti y ha soltado incluso su arma, destruida por el terror de lo que se dibuja en su mente. Tienes hambre. Mucha, demasiada. Tienes rabia. Mucha, demasiada. Tienes miedo. Mucho.
La Bestia emerge casi a la superficie para intentar desbocar ese terror y que también sea demasiado y te convierta en puro instinto.
Y es tan tentador...
OFF: -9 Puntos de Sangre (sólo queda 1). -2 FV. +1 Fuerza.
2 Niveles de Salud letales
He hecho un pequeño reajuste. Si gastas 1 punto de Sangre en Destreza y usas Dementación 2, tendrías que gastar 2 puntos de Sangre. Por un lado, con tu Generación no podrías hacerlo en un turno. Por otro, si lo hicieras te quedarías sin Sangre en el organismo porque te quedan 2 puntos. Así que he optado por hacer el gasto para Dementación.
Para realizar tu siguiente acción tendrías que pasar una tirada de Autocontrol a dificultad 7. Sólo se pueden tirar tantos dados en Autocontrol como puntos de Sangre queden en la reserva, por lo que tendrías que tirar 1 dado. Puedes gastar FV para evitar el Frenesí y actuar como quieras. Si no lo gastas y tiras y pasas la tirada, puedes declarar tu acción con normalidad. Si no, Jasper caería en Frenesí
Más de una vez te ha sido útil para sobrevivir, y esperas que esta noche sea una de esas. En ese instante en el que la agente Fjordahl queda atrapada en algún tipo de bucle visual, terminas de darte la vuelta y saltas sobre ella sin poder evitar que tus colmillos asomen al exterior. Tu Bestia está imbuida de adrenalina, pero también del Ansia de la Sangre, que notas casi ausente totalmente de tu cuerpo. Por la dureza de tus músculos y el alarido que acompaña al momento en que surgen tus colmillos intuyes que la falta de alimento te debe hacer parecer en este instante más como una bestia de otro universo que como un simple yonki con el mono.
Agarras como una alimaña los hombros de Fjordahl, dejando que la inercia os lleva a los dos contra el suelo. Ella mira aterrorizada más allá de ti, sabes que es un muñeco inerte en tus manos. Que es alimento. Sangre. Nada más que eso.
No escuchas el sonido de los disparos, pero sí notas el impacto de las ráfagas de las balas. Pam, pam, pam. Pam, pam, pam. Varias atraviesan tu hombro derecho, haciendo brotar un reguero de sangre que dibuja un arco en el aire antes de tocar el suelo detrás de ti. Otras apenas suponen un pellizco en la clavícula izquierda que apenas son una molestia.
Alzas la vista con un gruñido. Dos hombres, uno bastante más alto que el otro, apuntan con sendas pistolas en tu dirección desde la puerta. Fjordahl está debajo de ti y ha soltado incluso su arma, destruida por el terror de lo que se dibuja en su mente. Tienes hambre. Mucha, demasiada. Tienes rabia. Mucha, demasiada. Tienes miedo. Mucho.
La Bestia emerge casi a la superficie para intentar desbocar ese terror y que también sea demasiado y te convierta en puro instinto.
Y es tan tentador...
OFF: -9 Puntos de Sangre (sólo queda 1). -2 FV. +1 Fuerza.
2 Niveles de Salud letales
He hecho un pequeño reajuste. Si gastas 1 punto de Sangre en Destreza y usas Dementación 2, tendrías que gastar 2 puntos de Sangre. Por un lado, con tu Generación no podrías hacerlo en un turno. Por otro, si lo hicieras te quedarías sin Sangre en el organismo porque te quedan 2 puntos. Así que he optado por hacer el gasto para Dementación.
Para realizar tu siguiente acción tendrías que pasar una tirada de Autocontrol a dificultad 7. Sólo se pueden tirar tantos dados en Autocontrol como puntos de Sangre queden en la reserva, por lo que tendrías que tirar 1 dado. Puedes gastar FV para evitar el Frenesí y actuar como quieras. Si no lo gastas y tiras y pasas la tirada, puedes declarar tu acción con normalidad. Si no, Jasper caería en Frenesí
Spoiler
Mostrar
Tirada de Dementación con gasto de FV
[roll=776]5d10>=5[/roll]
(éxito automático en la acción de abalanzarse sobre Fjordahl por el éxito de Dementación y a Fuerza +1)
Iniciativa Jasper (+6)
[roll=777]1d10[/roll]
Iniciativa agentes (+5)
[roll=778]1d10[/roll]
Disparo agente 1
[roll=779]5d10>=6-p[/roll]
Daño agente 1
[roll=780]5d10>=6-p[/roll]
Resistencia disparos agente 1
[roll=781]2d10>=6-p[/roll]
2 NS letales
Disparo agente 2
[roll=782]5d10>=6-p[/roll]
Daño agente 2
[roll=783]4d10>=6-p[/roll]
[roll=776]5d10>=5[/roll]
(éxito automático en la acción de abalanzarse sobre Fjordahl por el éxito de Dementación y a Fuerza +1)
Iniciativa Jasper (+6)
[roll=777]1d10[/roll]
Iniciativa agentes (+5)
[roll=778]1d10[/roll]
Disparo agente 1
[roll=779]5d10>=6-p[/roll]
Daño agente 1
[roll=780]5d10>=6-p[/roll]
Resistencia disparos agente 1
[roll=781]2d10>=6-p[/roll]
2 NS letales
Disparo agente 2
[roll=782]5d10>=6-p[/roll]
Daño agente 2
[roll=783]4d10>=6-p[/roll]
Última edición por Voivoda el 29 Ene 2022, 18:52, editado 1 vez en total.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Jasper Rohde
{ https://www.youtube.com/watch?v=h0baR5zIcuk& - Creep live by Radiohead Scala & Kolacny brothers version }
Jasper hizo una vez más acopio de la templanza necesaria para aguantar a la bestia*1, aún en su omega, aún en los primeros rayos de su último amanecer. Suspiró mientras sangre muerta brotaba por su hombro de una manera antinatural. El miedo de Fjordarl le devolvía una mirada de pozos oscuros, sin fin, de auténtico pavor, haciéndole ver lo que realmente era. Un monstruo. Una criatura no muerta maldito para toda la eternidad. Aunque aquella eternidad acabara aquel día, Fjordarl necesitaría de terapia constante para superar aquel momento. Era una forma de vivir tambien.
Pero no era eso lo que ahora se planteaba el paria. Agotado y hambriento, se encontraba en un nuevo órdago con aquellas cartas que el destino le había repartido. Una mano a vida o muerte. Una lúgubre timba en la que todos estaban condenados a perder.
Cogió a Fjordharl, como el títere que era. Una muñeca de trapo en sus manos. La levantó en un movimiento fugaz haciendo acopio de sus últimas fuerzas y la utilizó de escudo humano. Intentó hacerse con la pistola que la alerdada trabajadora había dejado a su merced e intentó amenazar con ella, con su porte raquítico. Y si no se haría maña con sus colmillos. Lo que fuera para demostrar que su amenaza iba en serio.
- O me dejáis pasar o vuestra jefa va a tener la peor de las muertes... he visto el terror en sus ojos. Digaselo Fjordarl... digale a estos cabrones que no quiere morir... ¡¡¡ DILO !!!- Jasper Rohde echaba mano de una ilusión. Esta vez sin poder de sangre de por medio. Una ilusión de falsa seguridad. De mentiroso aplomo. De saber lo que estaba haciendo. Y lo único de lo que tenía certeza, es que cada segundo de no vida, se había convertido en un regalo. Tic tac tic tac...
Jasper hizo una vez más acopio de la templanza necesaria para aguantar a la bestia*1, aún en su omega, aún en los primeros rayos de su último amanecer. Suspiró mientras sangre muerta brotaba por su hombro de una manera antinatural. El miedo de Fjordarl le devolvía una mirada de pozos oscuros, sin fin, de auténtico pavor, haciéndole ver lo que realmente era. Un monstruo. Una criatura no muerta maldito para toda la eternidad. Aunque aquella eternidad acabara aquel día, Fjordarl necesitaría de terapia constante para superar aquel momento. Era una forma de vivir tambien.
Pero no era eso lo que ahora se planteaba el paria. Agotado y hambriento, se encontraba en un nuevo órdago con aquellas cartas que el destino le había repartido. Una mano a vida o muerte. Una lúgubre timba en la que todos estaban condenados a perder.
Cogió a Fjordharl, como el títere que era. Una muñeca de trapo en sus manos. La levantó en un movimiento fugaz haciendo acopio de sus últimas fuerzas y la utilizó de escudo humano. Intentó hacerse con la pistola que la alerdada trabajadora había dejado a su merced e intentó amenazar con ella, con su porte raquítico. Y si no se haría maña con sus colmillos. Lo que fuera para demostrar que su amenaza iba en serio.
- O me dejáis pasar o vuestra jefa va a tener la peor de las muertes... he visto el terror en sus ojos. Digaselo Fjordarl... digale a estos cabrones que no quiere morir... ¡¡¡ DILO !!!- Jasper Rohde echaba mano de una ilusión. Esta vez sin poder de sangre de por medio. Una ilusión de falsa seguridad. De mentiroso aplomo. De saber lo que estaba haciendo. Y lo único de lo que tenía certeza, es que cada segundo de no vida, se había convertido en un regalo. Tic tac tic tac...
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Voivoda
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Re: Jasper Rohde
"Eh, tú, no seas idiota, suéltalo"
Ya no recuerdas muy bien el año. En los 90 seguro, porque en tu mente vestíais todos como si os creyerais Michael Jordan. Aún andabas controlando tus propios instintos, pero la protección de Malalt te hacía sentir seguramente más fuerte de lo que realmente eras. Te gustaba juntarte con aquella panda de perdidos. Seguramente ya no quede uno vivo y el que lo esté vivirá debajo de algún puente en una carretera de mierda. Pero entonces creías que podías controlar su inevitable rumbo hacia la perdición. Y evitar que esa cuesta abajo les llevara a la cárcel antes de que les saliera la primera cana en los huevos conllevaba por ejemplo mediar para que no le rajaran el cuello al primer colgado que les debiera 10 coronas en droga.
Por eso le dijiste a Simon que soltara a aquel pandillero con la cara marcada por el consumo excesivo de cocaína. Aquello no era limpio. Utilizarlo como escudo ante un grupo de camellos de poca monta... Sabías que ibais a poder con ellos con unas buenas hostias, dos navajazos superficiales y un par de advertencias de que no volvieran a intentar colocar su mierda en la Ciudad Libre. Pero si Simon hacía alguna gilipollez se arrepentiría el resto de su vida.
Esa imagen vuelve a tu mente en esa décima de segunda en la que la agente Fjordahl apenas se mueve, temblando ligeramente por el terror que se ha apoderado de su mente. Su cuerpo es débil, un saco de huesos a los que el miedo ha dejado sin fuerza. Apuntas a aquellos dos tipos trajeados que tienes delante. Parecen agentes de película. Impersonales, decididos. Te intimidan un poco, de una manera no demasiado natural.
Piensas si estarás haciendo una gilipollez como Simon en los 90.
Te repites a ti mismo que el fin justifica los medios. Y también que no quieres convertirte en el monstruo que todos te han repetido durante cientos de noches que inevitablemente eres.
El hombro duele, tienes un Hambre terrorífica que hace que notes los tendones sujetando a duras penas tus músculos mientras tu Bestia sisea en tus pensamientos para que te abalances sobre alguno de esos tipos y te des un festín a su costa. Y a tomar por culo todo. Controlas tus instintos con los restos de tu voluntad.
- Deja a la agente Fjordahl y suelta el arma, Rohde -dice una de las voces impersonales de esos tipos.
Sus armas se mueven ligeramente. Sospechas que no has recibido más tiros porque se lo han pensado con más cuidado para no llevarse por delante a su jefa. Se han tomado unos segundos para apuntarte directamente a la cabeza.
Simon no le rajó el cuello a aquel pandillero.
OFF: -9 Puntos de Sangre (sólo queda 1). -3 FV. +1 Fuerza.
2 Niveles de Salud letales (-1 dado a la acción)
El turno de ellos pasa en apuntar (lo que les daría una bonificación si disparan en el siguiente turno). Tampoco se mueven del sitio, por lo que puedes actuar tú y de cara al siguiente turno, al ser unos momentos de tensión pero sin movimientos bruscos, no hace falta que tires Autocontrol (aunque esa tirada puede volver a ser necesaria en cualquier momento posterior según cómo se desarrolle la acción)
Tirada de Conciencia (Humanidad 7, utilizando a un mortal como escudo humano). La superas
[roll=789]4d10>=8-p[/roll]
Ya no recuerdas muy bien el año. En los 90 seguro, porque en tu mente vestíais todos como si os creyerais Michael Jordan. Aún andabas controlando tus propios instintos, pero la protección de Malalt te hacía sentir seguramente más fuerte de lo que realmente eras. Te gustaba juntarte con aquella panda de perdidos. Seguramente ya no quede uno vivo y el que lo esté vivirá debajo de algún puente en una carretera de mierda. Pero entonces creías que podías controlar su inevitable rumbo hacia la perdición. Y evitar que esa cuesta abajo les llevara a la cárcel antes de que les saliera la primera cana en los huevos conllevaba por ejemplo mediar para que no le rajaran el cuello al primer colgado que les debiera 10 coronas en droga.
Por eso le dijiste a Simon que soltara a aquel pandillero con la cara marcada por el consumo excesivo de cocaína. Aquello no era limpio. Utilizarlo como escudo ante un grupo de camellos de poca monta... Sabías que ibais a poder con ellos con unas buenas hostias, dos navajazos superficiales y un par de advertencias de que no volvieran a intentar colocar su mierda en la Ciudad Libre. Pero si Simon hacía alguna gilipollez se arrepentiría el resto de su vida.
Esa imagen vuelve a tu mente en esa décima de segunda en la que la agente Fjordahl apenas se mueve, temblando ligeramente por el terror que se ha apoderado de su mente. Su cuerpo es débil, un saco de huesos a los que el miedo ha dejado sin fuerza. Apuntas a aquellos dos tipos trajeados que tienes delante. Parecen agentes de película. Impersonales, decididos. Te intimidan un poco, de una manera no demasiado natural.
Piensas si estarás haciendo una gilipollez como Simon en los 90.
Te repites a ti mismo que el fin justifica los medios. Y también que no quieres convertirte en el monstruo que todos te han repetido durante cientos de noches que inevitablemente eres.
El hombro duele, tienes un Hambre terrorífica que hace que notes los tendones sujetando a duras penas tus músculos mientras tu Bestia sisea en tus pensamientos para que te abalances sobre alguno de esos tipos y te des un festín a su costa. Y a tomar por culo todo. Controlas tus instintos con los restos de tu voluntad.
- Deja a la agente Fjordahl y suelta el arma, Rohde -dice una de las voces impersonales de esos tipos.
Sus armas se mueven ligeramente. Sospechas que no has recibido más tiros porque se lo han pensado con más cuidado para no llevarse por delante a su jefa. Se han tomado unos segundos para apuntarte directamente a la cabeza.
Simon no le rajó el cuello a aquel pandillero.
OFF: -9 Puntos de Sangre (sólo queda 1). -3 FV. +1 Fuerza.
2 Niveles de Salud letales (-1 dado a la acción)
El turno de ellos pasa en apuntar (lo que les daría una bonificación si disparan en el siguiente turno). Tampoco se mueven del sitio, por lo que puedes actuar tú y de cara al siguiente turno, al ser unos momentos de tensión pero sin movimientos bruscos, no hace falta que tires Autocontrol (aunque esa tirada puede volver a ser necesaria en cualquier momento posterior según cómo se desarrolle la acción)
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Tirada de Conciencia (Humanidad 7, utilizando a un mortal como escudo humano). La superas
[roll=789]4d10>=8-p[/roll]
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Jasper Rohde
{ https://www.youtube.com/watch?v=7KJjVMqNIgA - I will survive by Gloria Gaynor Cake version }
Simon no le había rajado el cuello a aquel pandillero. Había hecho gala de la superioridad intimidatoria que un trozo de metal afilado con mango de madera le había otorgado. Con aquel poder intrínseco de la malicia que era la posibilidad de matar a otro ser humano. No lo había rajado. Pero había disfrutado cada segundo con el miedo racional de su víctima. Había respirado el hedor del instinto de supervivencia de aquel pandillero.
La visión de una carótida sesgada regando de sangre la escena, no era lo que su Bestia necesitaba para calmarse. No obstante, su lado humano una vez más, tiró por los suelos, sus aires de grandeza, su impostada heroicidad, su gloria de martir, su sacrificio eterno. El miedo de Fjordharl, el sentirla por primera vez, tan débil, tan frágil, tan vulnerable, como aquel pandillero que se meo en los pantalones, le devolvió el rostro de Annelisse, y luego la pueril inocencia de Klaus... ¿que estaba haciendo? Él no era así, no valía para aquello. Ya se había mortificado las tantas veces que había tenido que extremarse en el Beso, o apretar demasiado los tornillos de los camellos que debían pasta a Laurent.
Al final, todas aquellas noches de desasosiego, de trampas mortales y de miedos internos, se ahogaba en aquel mismo minuto. Los cañones de las pistolas apuntaron a su cabeza, y si bien seguía sin tener miedo a la muerte, el instinto atávico de vivir una noche más, la ínfima y minúscula posibilidad de volver a ver los rostros de su hijo y esposa, le hizo temblar la mano, y en aquel preciso momento que su castillo de heroicidad impostada, cayera con un leve soplido de cobardia. Sabía que Fjordharl no tendría la misma piedad que él. Intuía lo que le esperaba, sin embargo, él también era Simón.
Dejo caer el arma, y la bandera blanca de su mirada denotó una tristeza hastiada. Apartó a Fjordharl con extrema delicadeza, con un suplicante perdón en su manera de agarrarle de los hombros y retirarla un paso adelante, lejos de su amenaza. Levantó las manos y dejó que el destino hiciera el resto. Jasper seguía siendo un monstruo. Un monstruo que luchaba por pensar que aún quedaba algo de humano en lo más remoto de sus células. Un monstruo que creía que aún existía algo de estúpida caridad humana en algo tan étereo como el alma. Un monstruo que luchaba por no serlo. Un no idiota... cómo Simón.
Simon no le había rajado el cuello a aquel pandillero. Había hecho gala de la superioridad intimidatoria que un trozo de metal afilado con mango de madera le había otorgado. Con aquel poder intrínseco de la malicia que era la posibilidad de matar a otro ser humano. No lo había rajado. Pero había disfrutado cada segundo con el miedo racional de su víctima. Había respirado el hedor del instinto de supervivencia de aquel pandillero.
La visión de una carótida sesgada regando de sangre la escena, no era lo que su Bestia necesitaba para calmarse. No obstante, su lado humano una vez más, tiró por los suelos, sus aires de grandeza, su impostada heroicidad, su gloria de martir, su sacrificio eterno. El miedo de Fjordharl, el sentirla por primera vez, tan débil, tan frágil, tan vulnerable, como aquel pandillero que se meo en los pantalones, le devolvió el rostro de Annelisse, y luego la pueril inocencia de Klaus... ¿que estaba haciendo? Él no era así, no valía para aquello. Ya se había mortificado las tantas veces que había tenido que extremarse en el Beso, o apretar demasiado los tornillos de los camellos que debían pasta a Laurent.
Al final, todas aquellas noches de desasosiego, de trampas mortales y de miedos internos, se ahogaba en aquel mismo minuto. Los cañones de las pistolas apuntaron a su cabeza, y si bien seguía sin tener miedo a la muerte, el instinto atávico de vivir una noche más, la ínfima y minúscula posibilidad de volver a ver los rostros de su hijo y esposa, le hizo temblar la mano, y en aquel preciso momento que su castillo de heroicidad impostada, cayera con un leve soplido de cobardia. Sabía que Fjordharl no tendría la misma piedad que él. Intuía lo que le esperaba, sin embargo, él también era Simón.
Dejo caer el arma, y la bandera blanca de su mirada denotó una tristeza hastiada. Apartó a Fjordharl con extrema delicadeza, con un suplicante perdón en su manera de agarrarle de los hombros y retirarla un paso adelante, lejos de su amenaza. Levantó las manos y dejó que el destino hiciera el resto. Jasper seguía siendo un monstruo. Un monstruo que luchaba por pensar que aún quedaba algo de humano en lo más remoto de sus células. Un monstruo que creía que aún existía algo de estúpida caridad humana en algo tan étereo como el alma. Un monstruo que luchaba por no serlo. Un no idiota... cómo Simón.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Jasper Rohde
https://www.youtube.com/watch?v=h0baR5zIcuk
Otra navidad más había llegado a Copenhague. Con su olor a jengibre y falsedad. Con rostros importados y nieve en las aceras.
Jasper miraba el gris e hipnotizante mar del Norte, en su particular terra incognita que era aquella hora de la madrugada. Desde el puente. Aquel desde el que tantas veces había pensado saltar. Ahora, la desesperanza solo era un sentimiento más, que unido a la monotonía, resolvían la ecuación de un ser movido por la completa inercia de una existencia atemporal.
Pensar en las últimas navidades, no le trajo tristeza ni amargura. Tampoco un sentimiento de felicidad y dicha. Sólo una aspereza neutra en su ya erosionada alma. Había perdido a su familia mortal, y ahora desde hacía una vuelta al sol, a su familia cainita. Alex, Laurent... cada uno con un destino desconocido, sin cartas, ni llamadas, pero si con un vacío en las entrañas, de gente que moldeó tu senda de una manera u otra. De decisiones que decidieron otras decisiones. De piezas de dominó que caían en un emborronado tablero.
Se giró como cada madrugada, volviendo de nuevo sus piernas sobre la barandilla. Justo antes de que las luces azules volvieran a asomar por las sombras del boulevar. Otra noche sin la valentía para hacerlo. Otra noche, esperando que la fina línea entre la realidad y la locura en la que estaba destinado a sumergirse, no se acabara rompiendo como la cuerda tensionada de un violín. Cada día era una vuelta más en su clavijero particular.
Se pasó el dorso de la mano por sus mejillas, pero desde hacía semanas, ya no había lágrimas. Su figura se perdió entre las calles más oscuras, con destino a su agujero del barrio. Tras las nubes, la luna de Christiania relucía en un azul mortecino y apagado, anacarado.
Otra navidad más había llegado a Copenhague. Con su olor a jengibre y falsedad. Con rostros importados y nieve en las aceras.
Jasper miraba el gris e hipnotizante mar del Norte, en su particular terra incognita que era aquella hora de la madrugada. Desde el puente. Aquel desde el que tantas veces había pensado saltar. Ahora, la desesperanza solo era un sentimiento más, que unido a la monotonía, resolvían la ecuación de un ser movido por la completa inercia de una existencia atemporal.
Pensar en las últimas navidades, no le trajo tristeza ni amargura. Tampoco un sentimiento de felicidad y dicha. Sólo una aspereza neutra en su ya erosionada alma. Había perdido a su familia mortal, y ahora desde hacía una vuelta al sol, a su familia cainita. Alex, Laurent... cada uno con un destino desconocido, sin cartas, ni llamadas, pero si con un vacío en las entrañas, de gente que moldeó tu senda de una manera u otra. De decisiones que decidieron otras decisiones. De piezas de dominó que caían en un emborronado tablero.
Se giró como cada madrugada, volviendo de nuevo sus piernas sobre la barandilla. Justo antes de que las luces azules volvieran a asomar por las sombras del boulevar. Otra noche sin la valentía para hacerlo. Otra noche, esperando que la fina línea entre la realidad y la locura en la que estaba destinado a sumergirse, no se acabara rompiendo como la cuerda tensionada de un violín. Cada día era una vuelta más en su clavijero particular.
Se pasó el dorso de la mano por sus mejillas, pero desde hacía semanas, ya no había lágrimas. Su figura se perdió entre las calles más oscuras, con destino a su agujero del barrio. Tras las nubes, la luna de Christiania relucía en un azul mortecino y apagado, anacarado.
