[Recurso] Celebrando la oscuridad

[Voivoda]

4. Taste of the moon

[Alexander Weiss]

DÍA CINCO: EN LAS SOMBRAS
Hay cosas que nacen en las sombras. Criaturas informes que se alimentan de la creencia del misterio, lo desconocido, y sobre todo, el miedo. Como polillas a la luz, estas cosas oscuras se ven atraídas por el miedo, especialmente los miedos surgidos de las pesadillas y la imaginación. A menudo se escurren entre las sombras y se limitan a aguardar, aprovechando los sonidos de la noche para recoger su peculiar cosecha de terror. Las más avispadas aprenden a emitir susurros, crujidos y golpes repentinos, y las más avispadas se atreven a salir de las sombras, vistiéndose con las formas de los temores que buscan inspirar.
Sin Nombre era una de esas cosas. Salvo por el rabillo del ojo era difícil de ver, y entonces era poco menos que una sombra sin forma, hasta que la imaginación de sus víctimas se la daba. Recorría las casas en la noche, yendo especialmente a los más pequeños, víctimas inocentes repletas de imaginación.
En esta ocasión entró en una habitación infantil iluminada por la luna, llena de juguetes, una cama con un edredón de estrellas y escuchó un pequeño zumbido. Entonces Sin Nombre se convirtió en una mosca enorme, monstruosa, con enormes ojos rojos compuestos, y un cuerpo peludo y segmentado, lleno de patas, y alas traslúcidas que emitían un zumbido siniestro.
Avanzó hacia la cabecera de la cama cuando se tropezó con algo que no había visto. ¿Qué era eso? Una de sus patas se había quedado pegada y no podía soltarla. Se revolvió y de repente otra de sus patas quedó pegada. ¿Un hilo?
Cuanto más se agitaba, más se pegaba Sin Nombre, y poco a poco los hilos que le atrapaban dieron forma a una telaraña extendida en la habitación, uy cuyo centro se encontraba en la cama.
De entre las sombras y las arrugas de las sábanas surgió una pequeña figura. Parecía un niño...o no lo era. Un camisón blanco, un rostro oculto por cabello negro, y movimientos que parecían...una araña.
Como si lo hubiera leído, la criatura de la cama canturreó.
-Mosca revoltosa, ¿por qué llorará? La araña te atrapó y de repente te engullirá.
De repente, por primera vez Sin Nombre sintió su propio miedo, un miedo primario del que no podía alimentarse. La criatura arácnida parecía crecer en tamaño y Sin Nombre cada vez se hacía más pequeño.
Tim Susurros sonrió con anticipación en las sombras. Por fin había encontrado al Sin Nombre y podría añadirlo a su colección de pesadillas.

[Voivoda]

5. In the shadows

[Alexander Weiss]

DÍA SEIS: CLANDESTINA
-Entiendo. Muchas gracias.
Pablo Santos colgó el teléfono satisfecho. La policía había encontrado a los asaltantes de su mansión y los había arrestado. Pasarían un tiempo suficiente en prisión como para echarlos fuera del juego y encargarse de ellos. Tenía suficientes contactos y esbirros que se encargarían de separarlos y eliminarlos uno tras otro. Al fin y al cabo, a nadie le importaría que unos ladrones de poca monta terminaran devorados por los engranajes del sistema.
Pablo llevaba mucho tiempo jugando al juego, desde que había llegado a la ciudad hacía cincuenta años, y se había abierto paso hacia arriba en el banco de tiburones de los no muertos. Ahora tenía poder y dinero, una posición de respeto entre los antiguos.
Sonrió pensando que unos simples mortales se habían atrevido a desafiarle. Se había deshecho de adversarios mucho más peligrosos. Eran ellos quienes debían tenerle miedo...
Sintió la pesadez del sueño. Se acercaba el amanecer y tenía que dormir durante el día, un precio más que aceptable a cambio de todo lo que había conseguido.
Por la mañana Leonor Fernández abrió la puerta. Como siempre, tenía que dejarlo todo limpio y en orden, pero en esta ocasión tenía que apurarse. No sabía de cuánto tiempo disponía antes de que descubrieran que había sustituido a la empleada de la limpieza. Había aprendido bien. Preparó todos los dispositivos con calma y no permaneció más tiempo del necesario. Cuando cerró la puerta detrás de sí suspiró aliviada, pensando en cómo podría ayudar a sus compañeros arrestados por la policía. De momento debía ponerse a salvo y después ya vería.
Esperó diez minutos en las cercanías hasta que escuchó las explosiones justo a mediodía. El fuego era especialmente eficaz contra los chupasangres, y para cuando los bomberos llegaron sólo pudieron encontrar un viejo cuerpo calcinado y atrapado entre los escombros.

[Voivoda]

6. Underground

[Alexander Weiss]

DÍA SIETE: RABIA CONTRA EL SISTEMA
En el fondo, hay cosas que nunca cambian, y Farag Ebeid lo sabía bien.
Las calles de El Cairo no eran amables con quien era diferente. Desde el desprecio de sus vecinos, a las amenazas y ataques, Farag sabía que debía luchar para no vivir escondido y con la cabeza baja. Había estado a punto de morir en una ocasión, bajo una lluvia de golpes e insultos, cuando él y sus compañeros fueron asaltados tras una manifestación para exigir sus derechos. Insultos que habían degenerado en gritos y gruñidos no muy diferentes a los de las bestias.
y Farag había estado a punto de morir, o mejor dicho, había muerto, pero en las tierras del más allá encontró la forma de regresar a través de Harsiesi, otro espíritu rebelde de otra época. Harsiesi había dirigido una revuelta contra los sacerdotes corruptos del dios Set, para acabar con su yugo y vengar la muerte de sus padres. Harsiesi había muerto, pero había encontrado consuelo en los campos sagrados de Amenti.
Harsiesi y Farag colaboraron para regresar al mundo de los vivos. El Culto de Isis los había ayudado a resucitar con una nueva vida, y Farag había renacido con determinación, decidido a continuar la lucha donde la habían dejado.
Puede que los sacerdotes del dios oscuro ya no se pasearan abiertamente con arrogancia, pero su legado continuaba, con sus esbirros extendiendo la corrupción. Y Farag estaba decidido a combatirlos, para derribar el sistema controlado por sus lacayos, un sistema que bajo las pretensiones de una falsa pureza, esclavizaba a la humanidad y aplastaba a quienes disentían.
Farag alzaba su voz de nuevo, con el espíritu antiguo y a la vez renovado del Hechizo de la Vida, y haría temblar los cimientos de la sociedad.

[Voivoda]

7. Rage against the system

[Alexander Weiss]

Ilustración de Nevi
DÍA OCHO: RIVALES
-¡No podemos permitir que nos superen! ¡Hay que aumentar la producción!
María observaba con ojo crítico el informe con las cifras de ventas del último mes. Karlidas era una de las empresas de calzado punteras en el mercado alemán, y no había sido fácil llegar hasta aquella posición. Había ascendido progresivamente mediante una mezcla de trabajo duro, diseños vanguardistas, dejando atrás a varios de sus competidores, y de repente aquellos arribistas de Pantera habían comenzado a ganarles terreno. María desconfiaba. Intuía algo familiar en el proceso.
El secretario le anunció que tenía una visita.
-Dígale que la veré en otro momento.
-Ha insistido. Dice que su hermana quiere verla.
María era hija única. No tenía hermanas, pero...
-Que pase.
Aguardó con anticipación hasta que la puerta de su despacho se abrió. Una mujer alta, y rubia, vestida profesionalmente con un traje ejecutivo y que para nada se parecía a María, con su discreto gusto por los vestidos verdes, con su cuerpo regordete moreno. Sin embargo, la reconoció.
Era Kotaem, y no hacía ningún esfuerzo por ocultarlo.
Koumem sonrió. La presencia de Kotaem le trajo recuerdos de los primeros días de la Creación, cuando guiaban los vientos, compitiendo juntas en velocidad o chocando de forma juguetona y creando remolinos y huracanes mediante su poder elemental. Las dos Asharu de la Segunda Casa habían caído juntas, y habían continuado con sus juegos, que de la mera diversión habían adquirido un cariz más siniestro, provocando destrucción a su paso.
Ahora que había regresado al mundo recientemente, Koumen echaba de menos el desafío de su hermana y rival.
-Muy buenos días, Sra. Penzel, soy Angelica Weber, y he venido a hablar con usted de negocios.
-Me alegro de verla, Sra. Weber -respondió María levantándose de su asiento y ofreciéndole la mano con una sonrisa-. He de suponer que el juego continúa.
-Como siempre. -Angelica respondió con una sonrisa.
La competencia entre Karlidas y Pantera iba a alcanzar un nuevo nivel encarnizado. Despidos, sabotajes, daños inmuebles y personales...La rivalidad entre las dos hermanas iba a volverse interesante.

[Voivoda]

8. Rivals

[Alexander Weiss]

DÍA NUEVE: LOS OJOS DE UN MONSTRUO
Un bar es un lugar perfecto para cazar, y Brock Sanders lo sabía, o por lo menos se había acostumbrado con los años. Desde que era joven se había habituado a la compañía de las multitudes, mezclarse con todo tipo de gente, con música y sonido de ambiente. Era como darse un baño en una marea de vida, sí eso era, vida.
Y todo aderezado con una buena bebida. Le gustaba la cerveza, pero últimamente se estaba aficionando al martini blanco. La mayor parte de las noches era eso, disfrutar de la bebida, de la música, de la compañía, y de vuelta a casa.
Pero esta noche era distinta. En noches como ésa estaba preparado. La bebida sólo era un aperitivo para lo que venía después.
Observó a su presa, una joven bonita, pelirroja, con aspecto desprotegido. Como una gacela fuera de lugar en la sabana. No venía acompañada, o por lo menos, más allá de unos coqueteos puntuales, no parecía tener pareja.
Brock se adelantó, con su mejor sonrisa de dientes blancos. Sus ojos verdes chispearon, y la chica le devolvió una mirada de ojos verdes, con sorpresa y curiosidad.
La tranquilizó con palabras suaves, entabló una conversación casual, y cuando el bar comenzó a vaciarse, se ofreció a acompañarla a la parada de taxis. Tenían que pasar por un callejón que Brock conocía y donde podría someter a la chica...¿Cómo se llamaba? no importaba.
No había bebido mucho para mantenerse alerta, y la chica parecía nerviosa y se aferró a él. Mucho mejor, eso facilitaría las cosas. Mientras pasaban bajo el arco de oscuridad del callejón tanteó la navaja en su bolsillo. Contó mentalmente hasta diez, listo para atacar.
Uno, dos, tres...
La cuenta se interrumpió bruscamente, cuando el abrazo de la chica se convirtió en una presa de hierro. Sintió una punzada en el cuello, y de repente una marea sensual e indescriptible que se iba apoderando de sus sentidos. Sus piernas comenzaron a fallarle y se derrumbó.
Brock tardó en darse cuenta de que se estaba muriendo. Vislumbró por última vez los ojos de la chica, ojos verdes con pupilas de serpiente, ojos de monstruo sin vida. Su boca tenía colmillos y estaba manchada de sangre. El último pensamiento de Brock estuvo acompañado de la consciencia de que había sido cazado por un depredador más peligroso que él.