[Recurso] Celebrando la oscuridad

[Voivoda]

14. Lines drawn in blood

[Alexander Weiss]

DÍA QUINCE: PLANES OSCUROS
Sólo faltaba una firma.
Sólo eso y aquella pequeña empresa familiar pasaría a ser suya. Por supuesto, podía hacer que el dueño sufriera un accidente, pero no merecía la pena matar moscas a cañonazos. Una pequeña empresa de cerámica artesanal podía simplemente adquirirse por métodos indirectos. Había sido tan sencillo como adquirir el contrato de alquiler de la sede, negarse a renegociar y ordenar un desafío.
La firma sólo era el último paso.
El dios oscuro estaría satisfecho.
Amos Farland recordaba cómo había comenzado como un avispado botones en un hotel y cuando recibió la bendición del dios se había convertido en un agresivo ejecutivo de bolsa. Por supuesto, tenía que servir a la divinidad, pero le dejaba suficiente espacio para su beneficio personal.
Ahora iba a la reunión de la firma y...un momento.
El coche se había detenido y se encontraba en una calle desconocida, en la parte de atrás de la empresa que había ido a adquirir.
-¿Qué ocurre?
-Hemos llegado, señor -dijo el chófer con voz distante, quitando el seguro de las puertas del coche.
Farland descendió fastidiado. No debía estar aquí, sino en la reunión.
Antes de que pudiera reaccionar, el chófer se dio la vuelta. La verdad es que Amos no solía fijarse mucho en quién lo llevaba, y aquel rostro impasible tenía algo inquietante. De repente la mano del chófer salió disparada y lo dejó inconsciente con la contundencia de la piedra.

Meri dio las últimas pinceladas a su obra. Trabajar un buen barro requería su habilidad, y darle vida más habilidad aún, pero lo que tenía ante ella estaba a la altura de una obra maestra: un Ushabti de cerámica que imitaba perfectamente los rasgos del original y tenía una mente lo bastante compleja para desempeñar las órdenes que debía darle. Pronunció las últimas palabras del hechizo, y la copia de Amos Farland cobró vida en virtud del poder del Antiguo Egipto.
-Irás a la reunión y rechazarás firmar la adquisición, denunciando que tu empresa se encuentra involucrada en varios delitos y asuntos ilegales. Las evidencias ya han sido enviadas a la policía y a los medios de comunicación. Cuando termines, presentarás tu dimisión.
-Así se hará.
Meri sonrió satisfecha. Recordaba su primera vida como una estimada artista en la época de los faraones. Nunca había sido una guerrera, pero estaba dispuesta a luchar a su manera contra los esbirros del dios oscuro.

[Voivoda]

15. Dark schemes

[Alexander Weiss]

DÍA DIECISÉIS: INSTINTOS ANIMALES
Era un día estupendo para pasear por el parque. Jeff y sus amigos pasaban las tardes de verano allí: jugando al fútbol, subiéndose a los columpios o improvisando juegos para pasar el día antes de volver a casa. Algunos juegos eran bastante atrevidos, como traer alpiste y atacar a pedradas a los pájaros incautos que acudían al festín. A Jeff le desagradaban especialmente las palomas y las gaviotas: "ratas con alas" las llamaba su madre. Cuando era más pequeño le daban cierto miedo, pero ahora disfrutaba espantándolas o echándolas.
Por su cumpleaños a Jeff le habían regalado un pequeño rifle de aire comprimido, por lo que el juego había adquirido un carácter más sanguinarios. Aunque algunos pájaros morían con las pedradas, ahora Jeff tenía un instrumento de muerte, eficaz y preciso.
Ya lo habían probado el día anterior, y MIckey destacó por ser el que tenía mejor puntería. Jeff se sentía un poco incómodo, pero hoy estaba dispuesto a tomarse la revancha.
Llegaron al "campo de la muerte", un pequeño claro entre los árboles lo bastante alejado para no molestar a nadie y para sofocar el sonido de las detonaciones. De todas maneras, nadie, salvo un amargado, querría interrumpir a un grupo de chicos que jugaban.
Aquel día alguien los estaba esperando. Jeff lo reconocía. Era uno de los "niños del parque," uno de los mendigos que rebuscaban entre la basura de las papeleras o que mendigaban una moneda o un bocadillo. Jeff y sus amigos procuraban mantenerse lejos, y nunca compartían sus juegos con ellos.
El chico estaba sucio y harapiento, con su ropa colgando de un cuerpo escuálido y huesudo, casi cómico. Tenía los ojos muy grandes y saltones, como una rana. Se les quedó mirando.
-¿Qué haces aquí? -Preguntó Jeff con un poco de fastidio-. Este sitio es nuestro.
-No. -contestó el chico con una voz que sonaba como un especie de graznido ronco-. Marchaos.
Jeff y sus amigos se rieron. Antes de jugar en el campo de la muerte se reirían dándole una paliza a aquel desarrapado.
Jeff chasqueó los nudillos y se dirigió erguido y con decisión hacia aquel chaval. Era más pequeño y flaco, y no sería un desafío.
Pero el chico se le quedó mirando, y de repente, como una exhalación, lo golpeó en el ojo con uno de sus dedos, rápido y certero. Jeff retrocedió, aullando de dolor, sorprendido y temeroso de que le hubiera dejado tuerto.
-Marchaos -repitió el chico harapiento-. Marchaos ya.
Jeff se incorporó, rabioso y decidido a darle una paliza. Sus amigos avanzaron con él.
-Ahora te vas a enterar.
El chico levantó su cuello, largo y huesudo hacia atrás, y lanzó una serie de graznidos. En ese momento, un revoloteo de alas agitadas comenzó a sentirse en los árboles. Una bandada imposible de cuervos, urracas, palomas y toda la fauna aviar del parque se había reunido. Y de repente, descendieron.
Arcaraor, Señor de las Alas y de la Sexta Casa de los Rabisu asintió satisfecho. Nadie profanaría sus criaturas ni el territorio que había elegido.

[Voivoda]

16.Animal instincts

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[Alexander Weiss]

DÍA DIECISIETE: OBJETO DE DESEO
La vida de Francis había sido una vida de miseria en todos los sentidos. Poco agraciado, marginado socialmente y condenado a vivir en el fondo de la sociedad, inculto y esforzándose por poco más que sobrevivir.
Todo eso había cambiado cuando conoció a la ama. Ella lo había encadenado con sangre, y aunque lo hacía sufrir también era feliz sirviéndola, deseándola. Terminó Abrazado como carne de cañón, y por primera vez el velo carmesí había sido apartado de sus ojos y se dio cuenta de la libertad que había adquirido.
Había continuado sirviendo a su ama durante un tiempo, ofreciéndole su lealtad mientras aprendía de ella todo lo necesario, y finalmente la había traicionado y bebido su sangre como recompensa por su largo servicio.
Ni siquiera la decadente Espada de Caín podía detenerlo ahora. Francis terminó abandonando la secta, enfrentada a los inquisidores, a su corrupción interna y a una cruzada fruto de la desesperación que estaba condenada al fracaso. Dio la espalda a sus compañeros de manada cuando tuvo la oportunidad, fingiendo su muerte, y había procedido a disfrutar de su libertad largo tiempo demorada.
Para Francia la sangre de Caín le había dado todo aquello que había deseado en vida. Con su poder se había convertido en un objeto de deseo para los demás, podía tocar sus mentes para que le amaran, podía tomar la riqueza que necesitaba. Y de una noche para otra podía cambiar su carne como quien cambia de vestimenta.
Ahora mismo se encontraba en un club nocturno. Las presas lo miraban con ojos anhelantes mientras pasaba entre ellas, y tenía mucho donde elegir, pero a Francis no le interesaba la belleza superficial, sino el aroma tentador de la sangre. Más tarde elegiría a uno entre su cortejo y lo degustaría en la seguridad de su refugio, pero mientras tanto disfrutaría de la belleza de la noche y del placer de sentirse observado y deseado.

[Voivoda]

17. Object of desire

[Alexander Weiss]

DÍA DIECIOCHO: EL ARMA ELEGIDA
Selena observó a los Garou del Clan del Viento Susurrante. Se habían reunido para el desafío. Selena creía que desde hacía tiempo estaba preparada para ser reconocida, ante los ojos de sus compañeros Guardianes del Venado y de los espíritus de Gaia. La noche anterior se había purificado, había descansado y había meditado, pensando en su adversario, Mael.
Mael era uno de los guerreros más prometedores del clan, y aunque Selena no desconocía las artes de la guerra, muchos consideraban que no estaba a su nivel. Por lo tanto, Selena debía aproximarse al desafío con astucia.
Lucharían en un círculo consagrado para la guerra. Los partidarios de uno y de otro los rodearían.
El juez del clan, Sabino "Palabras-en-el-Viento" pronunció solemnemente las reglas del desafío. Selena escuchó con atención, aunque ya se las sabía. Lucharían hasta que uno de ellos se rindiera o fuera expulsado del círculo.
-¿Qué armas elegís?
Entre la panoplia ofrecida, Mael eligió un bastón. No era un duelo a muerte, pero Selena sabía que Mael confiaba en su habilidad. Selena eligió el bastón a su vez.
Se pusieron en posición, y los tambores del clan resonaron. Cuando el último toque anunció el comienzo, Selena vio que su adversario ya había adoptado la forma de guerra y la embestía con el bastón, tratando de echarla fuera del círculo. Selena lo evitó con algo de dificultad, y su sorpresa y duda no pasaron desapercibidas.
Mael la persiguió, y Selena reaccionaba a sus ataques con desgana, parando su bastón mientras adoptaba la forma de guerra para adquirir más fuerza. Sus ojos refulgieron, mostraron los dientes, gruñeron, pero parecía que Selena llevaba las de perder. No era una guerrera, y su adversario era más grande y fuerte. De todas maneras estaba presentando más resistencia de lo que se esperaba.
Finalmente la acorraló contra el borde del círculo, y Selena echó una ojeada temerosa hacia atrás, temiendo quedar fuera. Su adversario la golpeó con el bastón, haciendo un barrido y la derribó, inclinándose sobre ella, con el bastón apuntando a su pecho.
-¿Te rindes, Selena?
La mujer loba inclinó ligeramente el hocico, y de repente, como una exhalación, se incorporó, aferró la mano de Mael y la arrastró con fuerza hasta aplastarla contra el suelo...fuera del círculo.
-¡Mael está fuera! -anunció el juez Sabino- ¡Selena ha vencido!
Sí, había vencido, utilizando su astucia como arma.

[Voivoda]

18. Weapon of choice

[Alexander Weiss]

DÍA DIECINUEVE: COMPAÑERO
Noam siempre había sido una persona tímida. Desde que era niño los libros y los estudios se habían convertido en su compañía habitual. A su madre le preocupaba su soledad, mientras que su padre estaba orgulloso de su intelecto brillante. Y en verdad, Noam se había convertido en un ingeniero de los mejores de su promoción, aunque siempre solo, tachado de raro. Aunque a veces Noam sentía cierto anhelo por ser aceptado, por tener amigos y disfrutar de algo más que la compañía de sus diseños y fórmulas, el miedo al rechazo, a las burlas y al acoso lo habían llevado a cerrarse sobre sí mismo, a mantener un perfil bajo.
Pero desde hacía años estaba dispuesto a cambiar su situación. Tras un desafortunado incidente en el que le habían gastado una broma cruel en una fiesta, Noam se había encerrado en su laboratorio con una nueva determinación. Por supuesto, su trabajo seguía siendo meticuloso y brillante, pero ahora su tiempo libre estaba ocupado por un nuevo objetivo. Habían sido años de observación, experimentación y creación, todo a la sombra de su deseo de tener un compañero.
Era un proyecto desafiante, pero eso a Noam no lo intimidaba. Recordó su infancia y varias personas que se habían cruzado en su vida, personas a las que había admirado, que tenían los rasgos que a él le faltaban, y los introdujo en su creación. Una ciencia maravillosa había surgido de su mente y sus manos y ahora por fin, tenía el resultado.
Adam. Era una máquina, pero también con una mente propia. Una mente que sabía muchas cosas, pero que también podía aprender y reaccionar a su entorno. Era un hijo, un amigo y un compañero, todo a la vez.