EL MUNDO EN GUERRA
Redoble de tambor. Un Piskey tamborilero y con un viejo uniforme militar de un ejército indefinido y con multitud de remiendos se levanta entre los congregados y arroja un petardo al fuego. El sonido asusta y sorprende a los presentes, al tiempo que brotan chispas multicolores. Baldric Tengounplanmuyastuto se cuadra y saluda antes de comenzar su relato con una sonrisa en su rostro mugriento y curtido por el sol.
¡Salud la compañía! La Edad de las Máquinas alumbró cambios en muchos sitios, entre ellos las formas de hacer la guerra. Para bien y para mal es un lugar al que los Piskies nos hemos visto arrastrados con más frecuencia de la que querríamos, a menudo contra nuestra voluntad. En el pasado cuando los reyes hacían sus guerras a menudo reclutaban a la fuerza a vagos, maleantes e indeseables, y nosotros solíamos caer en esa categoría, lo fuéramos o no.
Un ejército no es un lugar especialmente bonito, especialmente cuando siembra la destrucción a su paso, pero también hay espacio para la magia en su interior. Más allá de fantasías e ilusiones patrioteras, para un soldado el ejército se convierte en su familia, en un espacio de camaradería y amistad, y eso son cosas que podemos comprender y apreciar. Lástima que a menudo el dolor de la pérdida, el odio al enemigo y el miedo enturbien esos sentimientos.
Como decía, a veces nos hemos visto arrastrados a la guerra, ya sea por la fuerza, pero también por propia voluntad. Con el paso del tiempo algunos Piskies se han unido al ejército ya sea para cuidar de de alguien especialmente querido y asegurarse de que regresa sano y salvo a caso, huyendo de una persecución o por otros motivos menos habituales. Sin embargo, la guerra no es un ambiente fácil, y quienes permanecen mucho tiempo en ella terminan madurando rápidamente o sucumbiendo a la Banalidad….se pierden demasiadas cosas. De todas maneras nunca han faltado Piskies veteranos que enseñen a los asustados reclutas novatos un par de cosas para sobrevivir y mantenerse a flote, o un par de lecciones de humildad.
La edad de la caballería quedó atrás, y el siglo XX trajo una nueva forma de hacer la guerra. Los países del mundo habían crecido demasiado egoístas y mimados con sus orgullos nacionales y comenzaron una carrera armamentística que terminó llevando al desastre.
Ni siquiera lo vimos venir. Al principio pensamos que sería una guerra como las anteriores, con un par de meses de escaramuzas antes de que los diplomáticos plantearan los intercambios territoriales y las compensaciones económicas en los tratados. Pero Austria-Hungría le declaro la guerra a Serbia, Rusia le declaró la guerra a Austria-Hungría, Alemania a Rusia, Francia a Alemania…y todos los países europeos en virtud de sus alianzas e intereses se vieron arrastrados a la Gran Guerra.
Por supuesto, hubo intentos de pararlo, y la primera Navidad fue una explosión de optimismo pensando que todo terminaría en cuestión de meses, pero la guerra duró años en muchos lugares y frentes, y comenzó una terrible guerra de trincheras, cayeron Imperios y millones de personas murieron por la guerra, las enfermedades y el hambre.
Y nos vimos atrapados. De la misma forma que los jóvenes soldados idealistas que partieron al frente, muchos Piskies cayeron en las trincheras o tratando de auxiliar a sus protegidos. La guerra creó muchos huérfanos y necesidad y no dábamos abasto.
Y lo que vino después no fue mucho mejor. Los Piskies que acompañamos a los revolucionarios en Rusia también quedaron atrapados en una presa de hierro que quería modernizar el país a la fuerza y como fuera preciso. La guerra civil entre rusos blancos y rojos, las hambrunas de la colectivización, el terror de las purgas y los gulags…no había espacio para la magia y la ilusión, sólo la fría Banalidad del pragmatismo para construir un mundo deshumanizado.
La llegada de la gripe española mató a cientos de miles de personas a su paso, y parecía que la Peste Negra había regresado. La desesperación humana se reflejó en el Ensueño, pero lo peor todavía estaba por llegar.
Una nueva guerra estalló en Europa, nacida del odio y el deseo de revancha. Pero en esta ocasión de la misma forma que se libraba una guerra en los campos de batalla, en los países se estaba llevando una guerra interna contra los pueblos “inferiores.” En esta ocasión los vagos, maleantes e impuros no fueron reclutados a la fuerza, sino esclavizados o llevados a los campos de la muerte. Muchos Piskies que acompañaban a los nómadas que recorrían Europa simplemente desaparecieron ante la marea de terror banal que emanaba de los campos de concentración. Los supervivientes se ocultaron o se unieron a la resistencia, junto con otros duendes y hadas que también se habían visto arrastrados al conflicto. En medio de tanta desesperación los Tarados proliferaron, y se alimentaron bien en medio de la miseria humana.
Y finalmente todo terminó con un estallido de luz venenosa en Oriente. Los humanos habían descubierto un arma tan terrible que ni ellos mismos estaban seguros de volver a utilizarla.
Siento si mi relato os ha asustado o entristecido, pero creo que es una historia que no debe ser olvidada, al menos para que podamos aprender de ella.