[Edad Romana] Libia

Requiem, Estirpe de Oriente, E. Victoriana, E. Romana, etc.
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Alexander Weiss
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[Edad Romana] Libia

#1

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:23

Imagen EDAD ROMANA: LIBIA
Por Magus [email protected]
INTRODUCCIÓN
El nombre latino de Libia, del griego Libyē, se refería en la antigüedad a las tierras al oeste del Nilo, correspondiéndose con el Magreb moderno, desde Marruecos por el oeste hasta las fronteras de Egipto en el este. En ocasiones incluso se utilizaba el nombre de “Libia” para referirse a todo el continente africano. Los pueblos que las habitaban eran ancestros de los bereberes modernos, que habían habitado en la zona durante milenios, trasladándose debido a los cambios climáticos. Durante el período helenístico, los bereberes eran conocidos como libios, un término tomado de los egipcios, que se referían esos pueblos como libu. Con el tiempo sirvió para diferenciar a los habitantes del norte de África, que serían conocidos como “libios” frente a los que habitaban al sur de Egipto, conocidos como “etíopes.” Por su parte, los antiguos egipcios llamaban Tjehenu a las tierras al oeste de su país, considerándolo el país de los espíritus.
Más concretamente con el tiempo Libia pasó a referirse al país situado inmediatamente al oeste de Egipto, entre Marmárica (Libia Inferior) y Cirenaica (Libia Superior). El Mar Libio o Mare Libycum era la parte del Mar Mediterráneo al sur de Creta, entre Cirene y Alejandría.
El siguiente suplemento, más allá de las confusiones de términos históricos, se centrará en los territorios de las provincias de Cirenaica, Tripolitania y el reino de Fazania, incluidos aproximadamente en los territorios reclamados por el país moderno de Libia.

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Re: [Edad Romana] Libia

#2

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:26

TRIPOLITANIA Imagen HISTORIA
Hace milenios existían muchos pueblos bereberes en la antigua Libia, siendo los más destacados los libu, mencionados durante el reinado del faraón Ramsés II, y cuyo nombre sería utilizado para designar el norte de África. Eran pastores nómadas, que criaban cabras, ovejas y otro tipo de ganado. Las antiguas fuentes egipcias describen a los hombres libios con largas melenas, trenzadas y con adornos de plumas y cuero, que posiblemente indicaban distinto tipo de posición y pertenencia tribal. Vestían con túnicas elaboradas con pieles teñidas y pintadas. Los hombres adultos lucían barbas trenzadas y utilizaban joyas para mostrar su riqueza. Las mujeres llevaban las mismas ropas que los hombres y entre sus armas se incluían arcos y flechas, hachas, lanzas y dagas. Con el tiempo los libios al oeste del lago Tritón se convirtieron en granjeros sedentarios, desarrollando sistemas de irrigación para aprovechar las aguas subterráneas y los ríos del desierto.
Los libios lucharon en ocasiones con los egipcios, e incluso crearon la dinastía XXII en Egipto en torno a la ciudad de Tanis. Entre los nombres de tribus que mencionan las fuentes escritas se menciona a adirmáquidas, giligames, amonios, atarantes, asbistas, marmáridas, ausquisas, nasamones, macas, lotófagos, garamantes, getulios, mauros y luvatas, así como otros muchos.
Durante el siglo VII a.C. comerciantes fenicios de Tiro y Sidón frecuentaban la costa libia, pero más allá de puestos comerciales para negociar con las tribus locales la aridez del terreno les desanimó a establecer asentamientos importantes. Sin embargo, en los siglos siguientes llegaron los cartagineses, que fundaron los emporia de Lepcis, Oea y Sabrata, que deseaban extender su influencia hacia el país de los garamantes, Cirenaica y Egipto, accediendo a las rutas comerciales que enlazaban con el sur del Sáhara. Tras varios conflictos entre griegos y cartagineses, ambas partes situaron en los altares Filenos, consagrados por el sacrificio de dos hermanos, los límites entre la eparquía cartaginesa de África y el país de los griegos cirenaicos. La región fue conocida como Tripolitania (“país de las tres ciudades”).
Las tres colonias africanas pagaban a Cartago elevados tributos de más de 9.000 kilos de plata al año. Estos tributos procedían de las riquezas que obtenían del comercio con el interior de África (fieras
para los anfiteatros, pieles, marfil, oro en polvo, piedras semipreciosas y esclavos) y por la explotación agrícola de las llanuras de la costa que desarrollaron los colonos cartagineses, y que permitieron el cultivo extenso de cereales y olivos, que también constituían parte del suministro agrícola de Cartago.
Tras la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago y la victoria del general romano Escipión en Zama (202 a.C.), las tres colonias quedaron liberadas de tributos, aunque siguieron sometidas a Cartago. Sin embargo, en el año 162 a.C. Massinissa, rey de Numidia y aliado de Roma, conquistó la región con el beneplácito de los romanos. En su posición como aliados de Roma, las ciudades no sufrieron los efectos de la Tercera Guerra Púnica, que terminó con la destrucción de Cartago (146 a.C.). Sin embargo, cuando el príncipe númida Yugurta declaró la guerra a Roma (111 a.C.) Lepcis firmó un tratado de amistad y alianza con los romanos suministrándoles toda la ayuda que necesitaban. Tras la derrota de los númidas, Roma abandonó la zona, y las tres ciudades alcanzaron la independencia. Ya desde la época de la dominación cartaginesa, Lepcis era el centro administrativo.
Durante las guerras civiles en Roma, las ciudades de Tripolitania se situaron en el bando del general Pompeyo, proporcionándole armas, soldados y plata. Julio César, vencedor de esa guerra, sometió la zona, que pasó a formar parte de la provincia proconsular de África e impuso una multa de tres millones de libras de aceite a los tripolitanos. Sin embargo, durante el reinado de Augusto, sucesor de César, las ciudades habían recuperado cierta autonomía y se les concedió el derecho de acuñar su propia moneda. Por otra parte, la presencia de los romanos también beneficiaba a los tripolitanos, proporcionándoles protección frente a las tribus libias del interior.
Desde el reinado de Augusto, Tripolitania pasó a integrarse progresivamente en el Imperio Romano. Los tripolitanos eran protegidos por la Legión III Augusta, que en ocasiones luchaba contra los garamantes, señores de la región de Fazania y contra las tribus libias rebeldes, que durante el siglo I en ocasiones alteraron la paz de la provincia. Hacia el 20 a.C. el procónsul Lucio Cornelio Balbo partió de Sabrata en una expedición triunfal que conquistó Garama, capital de los garamantes y convirtió Fazania en un reino cliente de Roma.
En el año 69, cuando el emperador Vespasiano accedió al trono, las ciudades de Lepcis y Oea se declararon la guerra. Los garamantes, cuya ayuda solicitaron los habitantes de Oea, saquearon el territorio de Lepcis. Sólo la intervención de Valerio Festo, legado de la legión, consiguió restablecer la paz. Los prisioneros garamantes fueron arrojados a las fieras en el anfiteatro de Lepcis y su capital Garama fue saqueada. En los años siguientes Roma convertiría las ciudades tripolitanas en municipios latinos y realizaría varias expediciones militares contra la tribu de los nasamones para pacificar el país.
En el año 145 nació en Lepcis (conocida como Lepcis Magna desde el año 110 para distinguirla de Lepcis Parva en la costa cartaginesa) Lucio Septimio Severo, que se convertiría en el primer emperador africano en el año 193. Había visitado su ciudad natal durante su carrera senatorial, en el año 174, y ya como emperador realizaría una segunda visita en el año 202, en compañía de su familia. Durante su reinado puso en marcha el Limes Tripolitano, una frontera abierta para proteger la costa tripolitana y los campos de cereales y olivos de las tribus del interior así como controlar las rutas de caravanas. El territorio tripolitano fue ampliado hacia el sur con una serie de fuertes ocupados por la Legión III Augusta. No obstante, en el año 238 el emperador Gordiano III disolvió la legión, dejando las ciudades expuestas a las incursiones de las tribus nómadas. La regio Tripolitana adquirió mayor importancia y autonomía dentro de la provincia del África proconsular, que fue desmembrada en el año 303, durante el reinado del emperador Diocleciano, que creó la provincia de Tripolitania, con Lepcis Magna Salonina como capital.
El siglo IV comenzó con un seísmo que devastó las ciudades tripolitanas, que utilizaron las ruinas para construir murallas defensivas, y su población se redujo ante la presión de las tribus libias, que renovaban sus ataques ante la debilidad percibida de los romanos. Ante la intranquilidad de los tripolitanos, los lepcitanos entraron en conflicto con el emperador. Un nuevo seísmo en el año 365 aceleró el declive, acentuado por los continuados ataques de los austurienses, jinetes de camellos originarios del centro de Sírtica, y que junto a los garamantes se convirtieron en la principal amenaza para los territorios romanos de Tripolitania y Cirenaica.
Cuando el cristianismo se convirtió en una religión aceptada a principios del siglo IV en el Imperio Romano, ya se encontraba arraigado en Tripolitania desde el siglo II, especialmente entre la
población de origen púnico, que se había resistido a la integración romana, y que todavía era bastante numerosa durante esta época.
La reducción de la población, unida a los enfrentamientos entre cristianos católicos y donatistas, debilitaron la provincia de Tripolitania. A mediados del siglo V el territorio comenzó a recibir desde el oeste los ataques de los vándalos, que en el año 439 habían conquistado Cartago, y que finalmente, en el año 455, añadieron Tripolitania a su reino, consolidando su dominio sobre África, y convirtiéndose en una amenaza para los territorios romanos durante las décadas siguientes.

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Re: [Edad Romana] Libia

#3

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:28

Imagen HISTORIA VAMPÍRICA

LOS ORÍGENES
Los no muertos han habitado las costas del Mediterráneo desde hace milenios. Sin embargo, la ausencia de grandes concentraciones humanas y la naturaleza nómada de los libios, hicieron que la mayoría de los vampiros prefirieran otros destinos, como las florecientes civilizaciones de Egipto o Cartago. Las factorías fenicias en la costa libia eran utilizadas como parada estacional en los desplazamientos marítimos, pero ningún vampiro las reclamó de manera permanente.
La situación cambió durante el auge de Cartago, que convirtió las factorías comerciales en ciudades permanentes, y con los colonos cartagineses también llegaron algunos vampiros, especialmente Assamitas y Brujah. Osorcón, un Assamita, se convirtió en el líder de los vampiros cartagineses, dirigiendo a sus compañeros desde Lepcis (en aquel entonces Lebda). Osorcón poseía grandes conocimientos y ayudó a los colonos cartagineses a llevar Tripolitania a su esplendor económico, dirigiendo la construcción de canales y obras de riego y colaborando con sus compañeros para controlar rutas comerciales con el interior de África. De esta manera establecieron contacto con varios Gangrel nómadas, consiguiendo romper su desconfianza inicial para beneficiarse mutuamente mediante el comercio.
La prosperidad de Tripolitania, reflejada en los enormes tributos que pagaba anualmente, atrajeron a otros vampiros cartagineses. Osorcón era considero el portavoz de la comunidad de los no muertos tripolitanos durante esta época, aunque realmente compartía el liderazgo con sus compañeros que lo habían acompañado en los inicios de las colonias.

LA LLEGADA DE ROMA
La guerra contra Roma acabó con este período de prosperidad de Tripolitania. Tras la Segunda Guerra Púnica, las ciudades tripolitanas dejaron de pagar tributos a Cartago, aunque Osorcón y sus compañeros continuaron enviando recursos a la gran ciudad. Ni siquiera cuando unas décadas después el rey de Numidia se apoderó de Tripolitania los vampiros de la zona rompieron sus lazos con Cartago.
La caída de Cartago en 146 a.C. trajo a varios refugiados a Tripolitania. Aunque Osorcón era un administrador carismático, la amenaza de los romanos aconsejaba un liderazgo más fuerte, y cedió voluntariamente su posición a Ídibal, un guerrero del clan Brujah. Ídibal fortificó las ciudades tripolitanas, y con la ayuda de otros compañeros de clan en el Norte de África terminó volviendo al reino de Numidia en contra de Roma tras la sublevación de Yugurta. Asimismo, estableció contacto con varios vampiros de Fazania, Cirenaica y Egipto, especialmente del clan Toreador, tratando de crear un frente común que hiciera frente al ascenso de Roma.
Fue en vano. Desde la ocupada Cartago, convertida en la provincia de África proconsular, una alianza de Lasombra y Malkavian se enfrentaron a la alianza de los vampiros númidas y tripolitanos. Aprovechando la llegada de las legiones romanas para proteger las ciudades de Tripolitania, varios vampiros enviados desde Roma intentaron apoderarse de la zona, pero aunque fueron rechazados por los Brujah, no pudieron evitar que Tripolitania cayera bajo influencia romana.
Durante las décadas siguientes desde la provincia de África, los vampiros romanos continuaron enfrentándose a los cartagineses. Por su parte Ídibal siguió aprovechando todas las oportunidades que tenía para debilitar el poder de sus enemigos, y durante la guerra civil entre César y Pompeyo, apoyó a este último. Desgraciadamente terminó en el bando perdedor, y fue destruido poco después, apoderándose
de la ciudad de Lepcis el ambicioso Publio Calpurnio Numídico, del clan Lasombra, un veterano de la guerra contra Yugurta, que con una cuadrilla de vampiros romanos consiguió apoderarse de Tripolitania.
La victoria de los vampiros romanos provocó un éxodo de los vampiros cartagineses. Los que no fueron destruidos se refugiaron en Fazania y Cirenaica, o buscaron nuevos refugios lejos del alcance de los romanos.
Publio Calpurnio asentó el orden del Senado Eterno sobre Tripolitania y repartió los dominios entre sus aliados. Aunque fue proclamado Princeps, realmente se convirtió en el líder de un consejo de vampiros, como los Principes de Oea y Sabrata. Envió embajadas de buena voluntad a sus vecinos de Cirenaica, pero pronto se encontró con la amenaza de los garamantes.
Los vampiros exiliados tenían aliados entre los vampiros que habitaban entre las tribus nómadas del desierto, y con su ayuda levantaron al reino de los garamantes en pie de guerra. Los romanos reaccionaron enviando a sus legiones, y a su vez los Principes de Tripolitania reclutaron aliados entre varios Gangrel que recientemente habían sido aceptados en el orden del Senado Eterno. Estos guerreros Gangrel, dirigidos por el antiguo Arnobio Rufo, consiguieron rechazar a los Gangrel nómadas que acompañaban a los garamantes y a cambio también pasaron a controlar las rutas comerciales que se adentraban en el desierto. Los vampiros tripolitanos, aunque con reticencia, aceptaron el trato a cambio de protección.

ASCENSO Y CAÍDA
El reinado del Princeps Publio Calpurnio de Lepcis Magna fue un período de prosperidad para los vampiros tripolitanos. En general los Gangrel controlaban las rutas comerciales del desierto, mientras los Toreador asumían el control de las rutas marítimas. Los Lasombra habían reclamado para sí el ejército y la administración, mientras los Malkavian parasitaban los templos religiosos. Sin embargo, más allá del linaje, cualquier vampiro ambicioso podía hacerse fácilmente con facetas de poder.
El reinado de Publio Calpurnio acabó bruscamente durante las guerras sucesorias que finalmente llevaron al emperador Septimio Severo al poder. Aunque el Princeps de Lepcis Magna había apoyado al emperador africano, los enfrentamientos entre Lasombra y Ventrue romanos trajeron a Tripolitania a una visitante inesperada. Antonia Sepia, del clan Ventrue, sobornó a Arnobio Rufo y a los Gangrel, que prácticamente le abrieron las puertas de Tripolitania. Publio Calpurnio fue derrocado y asesinado, y Antonia Sepia asumió el poder, acompañada de su prole.
Antonia supo ganarse a sus vecinos mediante la diplomacia. Las numerosas reformas del emperador Septimio Severo en Tripolitania y las numerosas obras en las ciudades, fueron canalizadas por la Princeps de Lepcis Magna. Quienes se oponían a su dominio, a menudo veían su influencia mermada y quienes se convertían en sus aliados resultaban engrandecidos. Por otra parte sus aliados Gangrel no se mostraban muy decididos a la hora de proteger a los opositores de los ataques de los vampiros garamantes, y aunque con gran reticencia, el reinado de la nueva Princeps fue aceptado.
El reinado de Antonia Sepia terminó tan abruptamente como había comenzado, con un terremoto en el año 306, que la destruyó en el interior de su refugio. Uno de sus chiquillos, Lucio Galo, ocupó el poder con la ayuda de Arnobio Rufo, el verdadero poder detrás del trono. Arnobio eliminó a varios Ventrue más veteranos e influyentes que se negaron a reconocerlo como Princeps de Lepcis Magna.
Sin embargo, el orden de los vampiros tripolitanos había cambiado. El Princeps ya no contaba con la influencia en el Senado Eterno de su predecesora. En el año 313 se formó un consejo de notables entre los vampiros de Tripolitania, entre los que destacaron los Principes de Lepcis Magna, Oea y Sabrata, así como antiguos poderosos con grandes intereses en el comercio de la región, como Arnobio Rufo en representación de los Gangrel. Por primera vez fue aceptado un representante de los vampiros cristianos, el Obispo Lucas de Sabrata, del clan Lasombra, uno de los chiquillos de Publio Calpurnio.
El consejo de los vampiros tripolitanos se mantuvo durante las décadas siguientes, pero un nuevo terremoto en 365 alteró de nuevo el orden vigente. Este terremoto provocó más destrozos que el anterior, acabando con varios vampiros y poniendo a otros en letargo. Arnobio Rufo asumió entonces de forma directa el poder, pero las ciudades tripolitanas se encontraban en un período de decadencia y declive. Cada vez más vampiros las abandonaban en busca de otros dominios más prósperos y los Principes tenían cada vez menos poder efectivo. Durante este período el Obispo Lucas dirigió la formación de un nuevo
consejo, formado por los vampiros cristianos. Arnobio Rufo se enfrentó a él, convertido en el líder de los vampiros paganos supervivientes. Ambas facciones se enfrentaron hasta la llegada de los invasores vándalos, entre los que se encontraban varios Lasombra ansiosos de conquistar nuevos dominios. El Obispo Lucas y Arnobio Rufo fueron destruidos en el año 455 y los vampiros tripolitanos supervivientes huyeron o consiguieron adaptarse al nuevo orden.

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Re: [Edad Romana] Libia

#4

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:29

Imagen LEPCIS MAGNA
La ciudad de Lepcis (o Leptis) Magna se encuentra en una ubicación bien elegida, que fue responsable de su desarrollo y prosperidad durante siglos, especialmente tras el acceso del emperador Septimio Severo al poder, que nació en esta ciudad y se preocupó de darle un aspecto de capital imperial. La ciudad fue construida en línea recta en fases de manzanas de casas rectangulares delimitadas por las calles principales, paralelas a la Via Triunfal, la mayor de todas. Esta Neapolis o “ciudad nueva” fue construida en torno a los siglos III – II a.C.
Liberada de la dominación cartaginesa pasó a la tutela númida, lo que le permitió vivir un período de prosperidad hasta convertirse en una ciudad libre (Civitas libera et inmunis) durante el reinado del emperador Augusto, convirtiéndose en uno de los principales puertos de la costa africana. Fue incorporada formalmente a la provincia de Africa proconsular durante el reinado de Tiberio y mediante la alianza y amistad con Roma adquirió el nombre de Colonia Ulpia Traiana Augusta Fidelis Lecpis Magna durante el reinado de Trajano, así como la condición de municipio.
Las reformas del emperador Severo, iniciadas a finales del siglo II provocaron el crecimiento de Lepcis, pero con el declive del comercio en el siglo III la ciudad comenzó a declinar, y a mediados del siglo IV, incluso antes de la devastación del terremoto de y tsunami del año 365 varias partes de la ciudad fueron abandonadas. La crisis fue empeorada por la corrupción del gobernador Romano, que exigió sobornos para proteger la ciudad durante las incursiones de los nómadas. Las quejas de los habitantes de Lepcis al emperador Valentiniano I llevaron a Romano a sobornar a los jueces y que los lepcitanos fuesen castigados por “lanzar acusaciones falsas,” aunque posteriormente la culpabilidad de Romano fue demostrada y Lepcis rehabilitada. La ciudad disfrutó de un breve renacimiento durante el reinado de Teodosio I.
Tras la conquista de los vándalos a mediados del siglo V, las murallas de Lepcis fueron demolidas para disuadir a la población de que intentara rebelarse. Desgraciadamente, semejante acto dejó la ciudad desprotegida frente a las incursiones de las tribus del desierto.

EL ESTADIASMO Y EL PUERTO
El estadiasmo o Stadiasmus Maris Magni es una especie de puerto de estilo griego construido en la época del emperador Augusto, y cuya imagen descubren los marineros al acercarse: “Lepcis la blanca detrás de su barrera de islotes.” Estos edificios portuarios están recubiertos de cal o construidos en piedra caliza, pero a partir del siglo II se construye con mármoles de diversos colores.
Para paliar la ausencia de un auténtico puerto, el promontorio sobre el que se alza la ciudad fue modificado al nordeste y el este, con fuertes diques de albañilería de más de 10 m de espesor y 150 m de longitud. En el siglo I se construyó un templo en el malecón dedicado al emperador Domiciano por Tiberio Claudio Sestio, un vanidoso cargo público local.
Durante la visita del emperador Septimio Severo en el año 202 se emprendieron reformas en el puerto, incrementando su capacidad y equipamiento, procurando evitar los períodos en que se enfangaba. Se añadió un espigón con un faro. Los islotes fueron unidos mediante dos malecones y se creó una gran bahía artificial de unos 1.200 metros, bien equipada con plataformas, pórticos y almacenes.

EL MERCADO
Annobal Tapapio Rufo, hijo de Himilcón, un ciudadano inmensamente rico y que ocupaba la magistratura cartaginesa de sufete, y posteriormente varios sacerdocios romanos, inició a finales del siglo I a.C. una serie de ambiciosas obras.
La primera de estas obras fue el mercado de Lepcis Magna o macellum, terminado hacia el año 8
a.C. Se trata de un espacio cerrado con soportales, en cuyo interior se instalan los tabiques de las tiendas o
los mostradores en hileras. Los arquitectos también dispusieron una serie regular de mesas de venta y dos grandes quioscos circulares.
El acceso al mercado se realiza a través de dos puertas abovedadas en el sur, presididas por el caduceo de Mercurio, dios del comercio.

EL TEATRO
El teatro de Lepcis Magna fue construido poco después que el mercado, terminado en los años 1- 2 d.C., en el espacio de una antigua necrópolis. Este gran teatro es el mayor de los teatros romanos de África después del de la vecina Sabrata y el más antiguo del continente. En su parte baja fue excavado en la roca y se apoya sobre un montículo artificial de tierra.
El teatro fue inaugurado por Annobal Rufo, y su generosidad fue recordada en una tabla en latín y púnico. En el centro inmediato del teatro se situó un templo consagrado a Ceres Tyche (Fortuna). En la decoración del teatro también se incluyeron estatuas de otros dioses como Liber Pater –Dionisos, Hércules y Apolo, así como del emperador Augusto.
El teatro de Lepcis Magna no sólo servía para ofrecer espectáculos lúdicos, sino también para proporcionar un espacio a eventos civiles y religiosos, como las reuniones de la asamblea popular y las ceremonias dedicadas al culto del emperador y los dioses.

EL CALCÍDICO
Inaugurado por una cofradía religiosa en el año 11, el chalcidicum es un templo dedicado al culto del emperador Augusto y de la diosa Venus. Consiste en una larga columnata de piedra caliza elevada sobre una escalinata que conduce a un podio. Aparte de estar dedicado al culto religioso también era un lugar comercial en torno a sus pórticos.

LOS TEMPLOS DEL FORO
Como parte de la construcción del Foro romano, Annobal Rufo hizo levantar dos templos principales al estilo itálico consagrados a los dioses protectores de la ciudad: Shadrapa-Liber Pater- Dionisos y Milk’ashtart-Hércules, que posteriormente fue dedicado al culto de Roma (Júpiter-Juno- Minerva) y Augusto, y otro templo de Hércules fue construido al norte del Foro.
Hacia el año 70 comenzó a construirse en el sudoeste del Foro un pequeño templo dedicado a la diosa Cibeles.
La construcción de los templos convirtió la plaza rectangular del Foro en una plaza trapezoidal.
Los tres templos son similares, construidos sobre escalinatas y podios.

EL ANFITEATRO
En el año 56 se inauguró en Lepcis Magna un modesto anfiteatro para unas 16.000 personas, a partir del vaciado de una colina que había servido de cantera. Situado a un kilómetro escaso de la ciudad, mantenía los espectáculos al margen de la vida de los ciudadanos. En su interior se encuentra un altar de piedra dedicado a la diosa Némesis, diosa tutelar de los anfiteatros.
Como centro comercial de animales exóticos, posiblemente los espectáculos con animales salvajes eran relativamente frecuentes en Lepcis Magna, junto con combates de gladiadores y ejecuciones de prisioneros.

LA CANALIZACIÓN DE AGUA
Lepcis disponía de manantiales de agua dulce además de cisternas para acumular el agua de la lluvia. Sin embargo, el desarrollo demográfico y la adopción del estilo de vida romano, en el que las termas eran imprescindibles, provocaron la necesidad de mejorar el abastecimiento.
A mediados del siglo II Quinto Servilio Cándido, de la importante familia de los Servilios corrió con los gastos de búsqueda, captación, bombeo y canalización de nuevas fuentes de agua, asegurando su suministro permanente mediante un acueducto conectado con la ciudad mediante conductos subterráneos, tomando el agua del río Cinips, que desembocaba a unos 20 km de Lepcis.
Gracias a las mejoras en la canalización, desde el siglo II en Lepcis se multiplican las fuentes decoradas de mármol.

LAS TERMAS DE ADRIANO
Inauguradas en el año 137, hacia el final del reinado del emperador Adriano, con la ayuda de Quinto Servilio Cándido, es el mayor exponente del abundancia de agua y de mármol en Lepcis durante el siglo II. Se aprovechó un gran recodo al borde del último recodo de un río y se construyó una amplia palestra oval, dejando al sur las salas caldeadas. En el lado opuesto a las termas se construyó un gimnasio bordeado de columnas.
El plano de las termas es el típico de las termas de época imperial, con una simetría total de las salas frías, templadas y calientes. En el norte se construyeron varias estancias dedicadas a vestuarios, salas de ejercicio y reuniones, favoreciendo la vida social y cultural. En el patio se construyó una gran piscina. La ornamentación de mármol de los edificios sería renovada en siglos posteriores. Los nombres de varios ciudadanos destacados de Lepcis figurarían en las sucesivas reparaciones y ampliaciones, como Tiberio Plautio Lupo o Marcio Rusoniano. También figurarían las estatuas de sucesivos emperadores, especialmente Septimio Severo y Caracalla, y en el pórtico meridional se situaron capillas dedicadas a Liber Pater y Hércules.

EL CIRCO
A principios del reinado del emperador Marco Aurelio se inauguró el circo de Lepcis, si bien la ciudad ya contaba con espacios para estos espectáculos. Desplegando su ruedo de ciento cincuenta metros está adosado a la colina del anfiteatro, lo que permite pasar directamente de un edificio al otro. Un puente salva el espacio monumental y termina en un túnel excavado en la colina. El principal responsable de los gastos de la ornamentación religiosa fue Marco Junio Crescente.

EL ARCO DE SEPTIMIO SEVERO
Tras la llegada del emperador Septimio Severo al poder, sus conciudadanos de Lepcis le dedicaron un monumental arco de triunfo, que complementaba las estatuas de su familia. También se proyecto un nuevo “barrio de Severo”.
El arco de Severo se encuentra en la entrada principal de Lepcis. Es un monumento exagerado de mármol, que rompe las reglas de racionalidad y armonía de la arquitectura romana. Se encuentra profusamente adornado de bajorrelieves ornamentales e históricos, celebrando las virtudes imperiales, la concordia de los emperadores y la piedad, así como una procesión triunfal que conmemora una victoria del emperador sobre los partos y el retorno victorioso a Lepcis.

EL FORO NUEVO
El fórum novum Severianum es el principal añadido a Lepcis durante el reinado del emperador Severiano. Este foro dispone de una basílica, la plaza del Ninfeo y una vía bien conectada con el puerto. Fue construido al norte de las termas de Adriano, un espacio marginal. Este foro unió de forma continua el foro antiguo con el puerto. Las obras fueron comenzadas en el año 209 y se terminaron en el 216, durante el reinado de Caracalla.
El Foro de Severo fue construido a semejanza del Foro de Trajano en Roma, con dos pisos, adaptándolo al espacio disponible. En un extremo tradicional se encuentra un conjunto de tiendas. El Ninfeo es la confluencia de la Via Colonnata con otras calles de la ciudad. El pavimento del foro es de mármol y cierra con su pórtico un espacio de 100 x 60 m.
Sin relegar al olvido el Foro Antiguo, el Foro de Severo se convirtió en el nuevo centro político oficial. En él se celebraron numerosos homenajes a los emperadores, gobernadores y personajes insignes, que dejaron numerosas inscripciones y estatuas.
En el Foro de Severo también se levantó un templo dedicado a la Concordia y al culto a la dinastía imperial, de dimensiones relativamente modestas pero compensado por la altura del podio y la escalinata.
La gran vía porticada., construida al estilo de las ciudades orientales de Siria y Asia Menor está flanqueada por 125 columnas

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Re: [Edad Romana] Libia

#5

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:30

OTRAS CIUDADES Imagen OEA
En sus orígenes Oea (o Wy’t) fue construida como un puesto comercial fenicio en el siglo VII,
aunque existen indicios de que anteriormente pudo haber existido una aldea libia en el lugar. Los fenicios, y los cartagineses fueron atraídos al lugar por su puerto natural, flanqueado en el oeste por una pequeña península defendible, sobre la que establecieron la colonia. El asentamiento fue conquistado por los griegos de Cirene, que a su vez fue reconquistado por los cartagineses.
A mediados del siglo II a.C. Oea había pasado a la influencia númida, con el beneplácito de los romanos, que posteriormente la incluyeron en la Regio Syrtica (posteriormente Regio Tripolitana). Los romanos construyeron una ciudad siguiendo el modelo romano, entre cuyos monumentos destacan un arco triunfal dedicado al emperador Marco Aurelio y a Lucio Vero, construido en el año 163. El arco se encontraba en una intersección de las dos vías principales de una ciudad ortogonal. Cerca del arco se construyó un templo dedicado al Genio de la Colonia (183-185) adjunto al foro cercano. También había unas termas monumentales.
La mayoría de los habitantes de Oea continuaron utilizando el lenguaje púnico (mezclado con el libio) hasta finales del siglo III, aunque el latín era el lenguaje oficial utilizado por la élite. La religión cristiana coexistió con las religiones paganas hasta el siglo IV, cuando el cristianismo fue aceptado por el conjunto de los habitantes de la ciudad.
Aunque quizás la más pequeña de las tres ciudades de Tripolitania, Oea continuó siendo ocupada ininterrumpidamente hasta nuestros días, dando lugar a Trípoli, la capital actual de Libia.
Imagen SABRATA
Como ocurrió en Oea, el asentamiento de Sabrata estuvo precedido por una ocupación temporal. El asentamiento fue ubicado a un centenar de metros de la costa, en una cala poco profunda. La primera ciudad púnica fue construida hacia el siglo V a.C. en una disposición este-oeste, con calles estrechas y tortuosas. La ciudad prosperó con el comercio con los griegos, y adquirió un aspecto helenizante. La renovación arquitectónica fue favorecida por un terremoto en el siglo I a.C. Durante esta época fueron construidos varios templos, dedicados a Shadrapa-Liber Pater, Serapis (el gran dios de Alejandría) e Isis (protectora de los marinos). A finales del siglo I también se eliminó el tofete, un santuario púnico dedicado a los sacrificios a Tanit y Baal Hammon, debido al declive de los dioses púnicos frente a la romanización.
La ciudad romana surgió tras otro violento seísmo durante el reinado del emperador Nerón. Sin embargo, la ciudad pronto fue restaurada, remodelándose el foro y alcanzando un período de esplendor durante el siglo II, cuando se construyeron varios monumentos dedicados a Marco Aurelio y Lucio Vero, entre ellos un templo, ampliándose el centro de la ciudad. La población excedente se trasladó a una ciudad satélite junto a la costa. En los nuevos barrios se construyó un templo dedicado a Hércules.
En el año 190 se construyó el teatro romano de Sabrata, el mayor de África, y un anfiteatro. Como en Lepcis también se realizaron remodelaciones en el puerto, recubriendo las rocas de la antigua cala con piedra y cemento.
En el año 306 Sabrata fue afectada por un terremoto que se extendió por la costa tripolitana, que destruyó una parte del templo de Liber Pater, aunque sería reconstruido en las décadas siguientes. Los materiales de los edificios destruidos fueron aprovechados para la construcción de una muralla para protegerse de las incursiones de los libios nómadas.
El terremoto del año 365 agudizó el declive de la ciudad. En esta ocasión la destrucción fue total y los sacerdotes cristianos impidieron la reconstrucción de los antiguos templos. El teatro ardió en un incendio y su espacio fue ocupado por viviendas particulares. Sólo se reconstruyó la curia, donde se encontraba la asamblea de los cien decuriones de la ciudad, así como la basílica judicial. En lugar de los
templos se construyó un complejo religioso de dos basílicas, con un baptisterio y cementerio. La basílica judicial sería reclamada por los cristianos y convertida en una iglesia.
Los vándalos conquistaron Sabrata en el año 445 y expulsaron al obispo Vicis, obligando a muchos cristianos católicos a practicar sus ritos en las catacumbas, aunque ya hacía más de un siglo que el cristianismo era una religión aceptada en el Imperio Romano.

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Alexander Weiss
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Re: [Edad Romana] Libia

#6

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:32

Imagen LA ADMINISTRACIÓN DE TRIPOLITANIA
De las ciudades púnicas se había heredado en Tripolitania la figura de los sufetes, los magistrados más importantes, residiendo dos en cada ciudad. En época imperial los sufetes fueron sustituidos (con la excepción temporal de Lepcis) por duunviros que cumplían las mismas funciones. Los mahazim (en época romana ediles) tenían encomendadas la vigilancia de los mercados y el cobro de multas e impuestos.
Los poderes judicial, administrativo y financiero de la provincia senatorial de Africa se concentraban al principio en manos del procónsul que residía en Cartago, y cuya paga anual era muy codiciada. No obstante durante el reinado de Calígula en el siglo I d.C., se nombró la figura del legado de la Legión III Augusta, suprimiéndose el poder militar del procónsul. La duración del mandato del procónsul por lo general era anual, aunque en ocasiones sobrepasaban los tres años. Los procónsules actuaban en las ciudades tripolitanas con la colaboración de legados y los procónsules se reservaban la decisión final en temas judiciales y penales.
Los consejos y asambleas municipales de las ciudades a menudo otorgaban honores a los procónsules al término de sus mandatos, o presentaban quejas o acusaciones en Roma debido a su mala gestión.
A la cabeza de la administración financiera de África se encontraba el procurator provinciae Africae, un funcionario del orden ecuestre, que se encargaba de la recaudación de impuestos y tributos. También era responsable de la supervisión de las propiedades imperiales. No obstante, a partir del siglo III, para una gestión más eficaz se crearon más puestos de procuradores imperiales. No obstante, hasta la época de la dinastía de los Severos, los emperadores no dispusieron de muchas propiedades en la provincia, y la administración financiera pasó a Lepcis Magna. En Tripolitania también había un procurador especial encargado de la adquisición del aceite.
La elevación de Tripolitania a la categoría de provincia por parte del emperador Diocleciano convirtió a Lepcis en la capital natural de la misma, debido a su desarrollo y crecimiento demográfico, siendo considera la principal ciudad púnica y romana de África después de Cartago.

CULTOS RELIGIOSOS
La libertad de la que disfrutaron las ciudades tripolitanas favoreció que en la zona se conservaran tradiciones y costumbres púnicas. De todas formas en Lepcis (más ligada que Oea y Sabrata a Roma) se muestra una adhesión más temprana y manifiesta a los ideales del Imperio Romano. De hecho en Lepcis se instauró el culto al emperador Augusto antes que en ningún otro lugar de África, hacia el año 8 a.C. Ídibal, hijo de Ari, y Abdelquart, hijo de Annobal, se convirtieron en los primeros flamines o sacerdotes.
Los dioses púnicos Shadrapa y Milk’ashtart, siguieron siendo los dioses de Lepcis Magna, asimilados a Liber Pater (Dionisos) y Hércules. Los cultos a Augusto y Roma (Júpiter-Juno-Minerva) encajaron en la tradición púnica.
En Oea los dioses púnicos recibieron los atributos de Apolo y Atenea, mientras en Sabrata recibían culto Serapis, Isis, Liber Pater y Hércules, siendo Liber Pater el más venerado. Los templos de Sabrata sobrevivieron más que en ningún otro lugar de Tripolitania, hasta el fin del paganismo.
Sin embargo, no tuvieron tanta suerte Tanit y Baal Hammon, dioses tutelares de Cartago, y su culto sólo permaneció hasta el siglo I d.C. Los dioses cartagineses recibían culto en torno a altares de sacrificios o tofetes. Baal Hammon con el paso del tiempo se confundió con el culto de Saturno y el del egipcio Amón.
Sabrata recibió de Alejandría a varios dioses egipcios, especialmente Serapis, Isis y Amón. Posiblemente debido a la importancia del comercio de animales, el culto al dios egpicio Bes, domador de leones, también adquirió cierta relevancia.
Los sacerdotes púnicos o zubeh, se convirtieron en los latinos flamines. El sacerdocio tenía asociado prestigio social, y en las ciudades tripolitanas esos cargos eran ocupados por familias influyentes, como los Tapapios de Lepcis en el siglo I d.C.
Los flámines menores ocupaban la posición más baja, mientras que los flámines perpetuos constituían la posición más elevada del sacerdocio. La posición de flamens perpetuo permitía representar a las ciudades en el consejo provincial de Cartago, así como presidir los consejos municipales. Esta posición también proporcionaba impulso en la carrera política y era el honor máximo al que podía aspirar un ciudadano de a pie en Tripolitania. A partir del siglo III disfrutaron de poderes civiles cada vez mayores, convertidos en sacerdotes que velaban por el mantenimiento de edificios religiosos y civiles, haciéndose cargo de la reparación de los edificios públicos.

EL CRISTIANISMO
La provincia de África fue uno de los primeros centros de expansión del cristianismo en el Imperio Romano. La nueva religión fue aceptada especialmente entre la población púnico-romana, en gran parte marginada por las élites. A mediados del siglo II las comunidades cristianas de África ya eran numerosas y dinámicas. Aunque eran minoría, desde los primeros tiempos los cristianos africanos adoptaron una actitud beligerante en la expansión de su fe, entrando en conflicto con el poder imperial.
Tertuliano, un sacerdote de Cartago de finales del siglo II, cercano a la élite municipal, lucha por el reconocimiento oficial del cristianismo en el Imperio, marcando con su intransigencia el cristianismo africano, rechazando la convivencia con el paganismo. Su rechazo de las ceremonias oficiales y del servicio militar, especialmente durante períodos en los que el reclutamiento era una necesidad, provocaba severas sanciones que incluían la pena de muerte. Pronto comenzaron a aparecer numerosos mártires, en un contexto de resistencia y recuerdo. Ante las derrotas y calamidades que afectaban al Imperio Romano, la “impiedad” de los cristianos fue consideraba motivo de culpabilidad.
La persecución del emperador Decio (249-251) fue la primera gran persecución contra los cristianos de África. Una nueva persecución se produjo en el año 257 bajo el reinado de Valeriano, exiliando a todos los obispos y clérigos que se negaban a participar en los sacrificios del estado. Hubo varias ejecuciones, entre ellas la del Obispo Cipriano de Cartago y la persecución continuó hasta el año
260. El emperador Diocleciano reinició las persecuciones en África en los años 303-304, aunque resultaron menos intensas que en otras épocas.
Con la tolerancia y aceptación del cristianismo por parte del emperador Constantino en el año 313 la Iglesia de África se encontraba dividida por controversias y herejías: católicos y donatistas se enfrentaban no sólo dialécticamente, sino también con violencia. Un edicto de Constantino del año 318 confiscó las iglesias de los donatistas, entregándolas a los católicos, pero su influencia seguía siendo poderosa, hasta el punto que los obispos donatistas celebraron un concilio en Cartago en el año 327. Los intentos de conciliación fracasaron. En el año 399 se proclamó oficialmente el cierre de los templos paganos que quedaban en las provincias africanas, pero los enfrentamientos entre católicos y donatistas continuaban siendo un problema. Durante este período destaca la figura de Agustín de Hipona, que desde la diócesis de Cartago realizó una intensa labor pastoral y literaria escribiendo contra paganos y herejes. Durante el siglo IV la creencia en el donatismo y otras herejías como el pelagianismo fue sancionado con la muerte, pero la llegada de los vándalos, que creían en la herejía arriana, añadió una nueva facción, que se impuso sobre los cristianos africanos.
Estructuralmente, los cristianos africanos reconocían la autoridad de los Arzobispos de Cartago.
Las ciudades de Tripolitania: Lepcis, Oea y Sabrata, contaban cada una con su propio Obispo.

EL DONATISMO
Durante las persecuciones del siglo III varios cristianos renunciaron a su fe o entregaron sus escrituras sagradas, por lo que fueron llamados “traditores.” Surgió entonces una corriente rigorista que afirmaba que la Iglesia debía ser de santos, no de pecadores, y rechazaban la validez de los sacramentos
ofrecidos por los traditores. En el año 311 el Obispo Cecilio de Cartago fue nombrado por Felix, un traditor, por lo que sus opositores nombraron Obispo a Mayorino, que fue sucedido por Donato. Dos años después el Papa Miltíades condenaba a los donatistas, pero éstos todavía disponían de gran poder e influencia en África, negándose a aceptar a sacerdotes y obispos traditores. En el siglo V Agustín de Hipona se opuso al donatismo, afirmando que la santidad del sacramento era válida al margen de quien lo administrara.
Los enfrentamientos entre donatistas y católicos provocaron disturbios en el norte de África, que se exacerbaron cuando el emperador Constantino dio su apoyo a los católicos. Los intentos diplomáticos de buscar una conciliación fracasaron. Los gobernadores de África confiscaron las propiedades de los donatistas e incluso condenaron a quienes participaban en los disturbios. Sin embargo, la persecución de los donatistas resultó tan encarnizada que algunos obispos católicos elevaron sus protestas. Las iglesias donatistas sobrevivieron en gran parte en las zonas rurales, fuera de las grandes ciudades, y sobrevivieron a la caída del Imperio Romano.

EL COMERCIO DE FIERAS
La demanda de animales para los espectáculos del Imperio Romano provocó la extinción de los elefantes en el Norte de África en el siglo IV, así como la desaparición de los leones de lugares donde algunos autores decían que eran tan numerosos como para asediar las aldeas. Los espectáculos romanos modificaron en gran medida la fauna del continente africano. Las cacerías, aunque no proporcionaran animales vivos, se convirtieron progresivamente en una tradición de las élites romanas.
Sin embargo, cuando se trataba de proporcionar animales para las necesidades de los espectáculos entraba en juego un oficio peligroso dotado de un arsenal de trampas diversas. Leones y panteras eran capturados en hoyos disimulados. En ocasiones se vertía vino en los abrevaderos para “amansar” a las fieras. La captura de cachorros también era frecuente y peligrosa.
Pero además de las capturas episódicas en ocasiones se realizaban expediciones organizadas con la ayuda de la población local. Los animales eran acosados y dirigidos hacia cercados de ramas reforzadas con redes; el fuego se utilizaba para evitar que las fieras retrocedieran o saltaran con demasiada violencia contra la cerca. Más tarde las diferentes especies de avestruces, antílopes y fieras eran seleccionadas y repartidas en jaulas de madera reforzadas con metal, que eran cargadas en carretas de bueyes hasta un puerto. Si bien el embarque de algunas especies no suponía un problema, era mucho más complicado subir elefantes ante el miedo al agua profunda, y a menudo tenían que ser arrastrados con cuerdas.
Los magistrados romanos de la época de la República romana que ofrecían una “caza” en el anfiteatro recurrían a los buenos oficios de los gobernadores de África o Asia, que a su vez recurrían a mercaderes o indígenas expertos en la captura de animales, siendo la principal preocupación de los gobernadores hacer llegar la valiosa carga hasta Roma.
Durante el Imperio Romano la captura y el transporte de animales dejaron de estar exclusivamente en manos privadas. Las legiones acantonadas suministraban mano de obra barata, con unidades exentas del servicio ordinario. Las ciudades de las provincias debían ocuparse del albergue y mantenimiento de los animales transportados a lo largo de su recorrido, para evitar que perecieran debido a un viaje sin descanso. Esta especie de impuesto a veces se convertía en una carga desproporcionada para los recursos de los municipios, que en ocasiones acudían a los emperadores para evitar abusos.
En Roma se crearon las casas de fieras, indispensables para los espectáculos de los emperadores, pues no bastaba que los cargamentos llegaran a tiempo, sino que no se vieran diezmados, pues era habitual que los animales capturados no soportaran bien los trayectos, por no hablar de los cambios de clima y los peligros de enfermedades. Los elefantes eran trasladados a Roma por vía fluvial a unos parques especiales situados en Árdea, mientras que la casa de fieras de Laurentum acogía una fauna muy numerosa y diversa. Se estima que en tiempos del emperador Augusto se presentaron en quince años unos
3.500 animales, entre ellos 400 tigres, 260 leones, 600 panteras y todo tipo de especies: focas, osos, águilas, etc. Naturalmente su mantenimiento y doma eran muy costosos y requerían toda una administración, por lo que los emperadores a menudo ofrecían sus animales como regalo a particulares.
África fue un territorio favorecido para el comercio de fieras, reservándose leones y elefantes en exclusiva para el emperador. Pero además en los juegos africanos las “venatio”, combates entre venatores
y fieras se habían convertido en ritos. Las ejecuciones por medio de fieras también formaban parte de los rituales locales en honor del dios Saturno, heredero del púnico Baal Hammon. Como los sacrificios humanos habían sido prohibidos por Roma, la condena a las fieras permitía ofrecer al dios la sangre que reclamaba; bastaba con disfrazar a los condenados de sacerdotes de Saturno y consagrarlos al dios antes de arrojarlos a las fieras. De esta manera lo que era un intermedio lúdico en Roma, en Cartago se convertía en una ceremonia púnica. En los spoliarum de los anfiteatros africanos se han encontrado maldiciones que pedían la desgracia para los cazadores. Por otra parte los combates con fieras no eran anónimos pues los animales llevaban nombres como Leander, Crudelis u Homicida. Este espectáculo alcanzó su auge a mediados del siglo III.
En África había necesidad de animales y medios para satisfacerla. Los anfiteatros dieron vida a un comercio próspero en manos de sociedades como los Pensatii, Synematii, Tauriscii y principalmente los Teleginii. Estas sociedades, relacionadas con criadores y domadores de caballos, poseían colecciones de fieras que obtenían mediante el intercambio con las tribus nómadas por productos manufacturados o abalorios. Los organizadores de los juegos no sólo adquirían animales, sino que también alquilaban los “cazadores” expertos que necesitaban.

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Alexander Weiss
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Re: [Edad Romana] Libia

#7

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:34

Imagen CIRENAICA HISTORIA
El territorio de Cirenaica, que corresponde a la parte oriental de Libia, se extiende desde Catabatmos al este y hasta los altares de los hermanos Filenos en época romana. En la antigüedad el territorio era una especie de isla en el desierto libio, pero en contacto con Grecia por mar, a través de un itinerario que tenía una etapa intermedia en la isla de Creta. Las tradiciones y epopeyas míticas sitúan en la zona los naufragios y peregrinaciones de héroes griegos y supervivientes de la guerra de Troya. Estos mitos y los restos arqueológicos muestran que los griegos mantenían un contacto frecuente con el territorio antes de la fundación de Cirene, ya desde el siglo XIV a.C.
Cirene fue la primera ciudad griega fundada en la costa libia por colonos procedentes de la isla de Thera. A la cabeza de estos colonos se encontraba un hombre llamado Aristóteles, designado por el oráculo de Apolo de Delfos para liderar la expedición colonizadora, en torno al año 631 a.C. La empresa tenía como objetivo reducir la numerosa población de la isla y resolver los conflictos internos. Tras su viaje desembarcaron en Aziris, un lugar demasiado duro, y aconsejados por la tribu libia de los giligames, dos años después los colonos griegos se instalaron en una región más fértil entre dos colinas y un valle recorrido por dos ríos: fue allí donde se fundó Cirene y Aristóteles fue proclamado rey tomando el nombre libio de Batos. Según el historiador Herodoto, los giligames pretendían alejar a los griegos de su territorio y los asentaron en el territorio de sus rivales, los asbistas. Por fortuna, griegos y libios pronto establecieron relaciones de buena vecindad, al menos durante un tiempo.
Para asegurar los contactos por mar y el comercio los colonos de Cirene construyeron a unos quince kilómetros un puerto entre finales del siglo VII y principios del siglo VI a.C., que posteriormente recibiría el nombre de Apolonia.
Poco después de la fundación de Cirene en el 625 a.C. se fundó Teuquira, en el litoral, y a principios del siglo VI se fundó Evespérides. Por último, a mediados del siglo VI a.C. llegó una nueva oleada de colonos griegos y el rey Batos II, les prometió tierras que fueron arrebatadas a los libios. Los indígenas recurrieron a la ayuda del faraón Apries de Egipto, pero en la batalla que entablaron hacia el año 570 a.C. los griegos resultaron vencedores. Sin embargo, las disputas entre los cireneos y los nuevos colonos llevaron hacia el 560 a.C. a la fundación de Barca por los disidentes, entre los que se contaban los hermanos del rey Arcésilas II.
Al cabo de un tiempo cireneos y libios alcanzaron cierta estabilidad. Los libios proporcionaron caballos y bueyes, así como una planta medicinal y afrodisíaca llamada silfio. A cambio los cireneos les proporcionaban los productos manufacturados que necesitaban. De la misma forma que la región de Tripolitania recibió su nombre de las tres grandes ciudades costeras fundadas por los cartagineses Cirene también recibió el nombre de Pentápolis por las cinco ciudades fundadas por los griegos.
Las disputas entre Cirene y Barca fueron interrumpidas por la invasión persa de Egipto, que se apoderó de Barca a finales del siglo VI a.C. No obstante, los reyes de Cirene consiguieron mantenerse en el poder otros dos siglos. La solidez de los monarcas, que a menudo emparentaron con los faraones egipcios, les permitió extender sus dominios a costa de los indígenas libios, descoordinados y sin objetivos comunes, que fueron empujados hacia el desierto.
El reinado de Arcésilas IV de Cirene resulto especialmente tiránico, hasta el punto que el poeta Píndaro aconsejó al rey que buscara la conciliación con su pueblo. El último monarca cireneo fue asesinado hacia el 440 a.C., tras una sublevación fomentada por las divergencias y rivalidades políticas. Tras su caída se proclamó una república democrática, aunque sus comienzos no fueron fáciles. Cientos de aristócratas fueron asesinados y los supervivientes huyeron. Hacia el año 401 a.C. los exiliados de Cirene se aliaron con mercenarios extranjeros y regresaron, y la lucha fue tan encarnizada que finalmente los cireneos decidieron reconciliarse entre sí. Los aristócratas exiliados fueron rehabilitados y las sentencias de exilio revocadas.
Cirene se sometió voluntariamente a Alejandro Magno hacia el 331 a.C.; tras su muerte y las disputas de sus sucesores pasó al dominio del general Tolomeo, que se había apoderado de Egipto e instauró su propia dinastía. Sin embargo, los cireneos no se sometieron pacíficamente a Tolomeo, protagonizando varias revueltas, que fueron apaciguadas cuando el yerno del faraón, Magas, fue enviado como gobernador a Cirenaica, adquiriendo una gran autonomía. Treinta años después de su designación, Magas se proclamó rey y rompió relaciones con Tolomeo II, que no serían restablecidas hasta el año 246
a.C. cuando Berenice, hija de Magas, contrajo matrimonio con Tolomeo III, restaurando la unidad de Cirene con Egipto.
La muerte de Magas dejó Cirenaica dividida entre varias facciones, entre los monárquicos partidarios de Egipto y los republicanos que deseaban restaurar la democracia y su autonomía. Para restablecer la paz social se apeló a dos filósofos y legisladores arcadios, Ecdelos y Demófanes, que organizaron la ciudad de forma que mantenía su autonomía dentro del reino de Egipto. Esta situación, salvo algunas tensiones, se mantuvo hasta el año 96 a.C., cuando Tolomeo Apión, hijo del faraón Tolomeo VII, dejó la Cirenaica en herencia a Roma.
Los romanos respetaron las tradiciones e instituciones de Cirenaica, manteniéndola en el mundo griego y uniéndola en el año 74 a.C. a la vecina isla de Creta para formar una provincia única gobernada por un procónsul elegido por el senado. La romanización fue gradual y prudente, hasta el punto que los cireneos podían elegir entre la ley romana y la local.
La presencia de una numerosa población judía comenzó a generar tensiones que estallaron en una primera revuelta en el año 73, durante la primera guerra entre Roma y los judíos y finalmente una gran sublevación en el año 115, que provocó graves fracturas políticas y sociales. El emperador Trajano reprimió la revuelta con severidad y su sucesor Adriano llevó a cabo las labores de reconstrucción, que habían provocado un despoblamiento que precisó la fundación de nuevas colonias. Caucali, entre Berenice (Evespérides) y Teuquira, fue rebautizada como Adrianópolis, convirtiendo de esta manera la Pentápolis en Hexápolis. Adriano también consolidó a Cirene como la principal de las ciudades cirenaicas, convirtiéndola en centro del culto imperial y sede del gobernador de la provincia.
Uno de los principales productos de exportación de la Cirenaica había sido el silfio, y la extinción de esta planta, junto con la competencia comercial de Cartago, Lepcis y Alejandría provocarían un progresivo declive económico que no obstante no se percibiría hasta mediados del siglo III. Adrianópolis, fundada apenas un siglo antes, se encontraba en su ocaso, y el terremoto del año 262 agravó la situación. El emperador Claudio II el Gótico reconstruyó Cirene dándole el nombre de Claudiópolis, aunque su nombre sería efímero, como la reconstrucción. Durante el reinado del emperador Diocleciano Cirenaica fue dividida en dos distritos: Libia Superior o Pentápolis y Libia Inferior o Sicca. La capital de la Libia Superior fue trasladada a Tolemaida y la capital de la Libia Inferior fue trasladada al puerto de Paraetonium.
El año 365 fue crítico para Cirenaica, pues un nuevo terremoto hizo temblar la tierra, devastando el territorio, lo que aceleró su abandono. No obstante, apenas unos años después se intentó su reconstrucción, especialmente mediante la iniciativa privada, aunque se centró sobre todo en la ciudad de Tolemaida. A principios del siglo V varias sequías e incursiones nómadas que provocaron el abandono de
las ciudades. El cristianismo se implantó con fuerza y la vieja aristocracia se trasladó al campo, sobreviviendo de forma autárquica.

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Re: [Edad Romana] Libia

#8

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:35

Imagen HISTORIA VAMPÍRICA

EL REINO DE CIRENE
La colonización griega de Cirenaica no pasó desapercibida para los vampiros, si bien no viajarían hasta la Pentápolis hasta después del surgimiento de las ciudades griegas. Calímaco, un joven Toreador de Creta, vio en las nuevas colonias, una oportunidad lejos de la influencia de su abusivo sire. Una vez en Cirenaica, convirtió Cirene en su dominio personal, y comenzó a crear una progenie para controlar otros asentamientos.
Para disgusto de Calímaco, pronto se dio cuenta de que no estaba solo. Desde hacía tiempo los Seguidores de Set parasitaban las noche de Egipto, y la llegada de los griegos había atraído su atención. Pronto comenzaron disputas entre los vampiros egipcios y cirenaicos, pero el aislamiento de la zona benefició a Calímaco, que pronto contó con la ayuda de sus congéneres de Creta. Durante este período los Toreador trataron de extender su influencia con la costa africana acompañando a los colonos y mercaderes griegos, pero a menudo chocaron con el creciente poder de Cartago y los Brujah en el oeste, y con los Seguidores de Set en el este.
La conquista persa de Egipto en el siglo VI a.C. atrajo a los Assamitas a la zona. No obstante, Calímaco los recibió como aliados, ofreciéndoles el dominio de Barca a cambio de su ayuda contra los Seguidores de Set. Por otra parte, la presencia de los Assamitas también permitió a los Toreador establecer relaciones diplomáticas con los Brujah cartagineses, definiendo los límites de su influencia.

EL DOMINIO DE EGIPTO
Calímaco murió durante los disturbios que acompañaron a la caída de los reyes de Cirenaica a mediados del siglo V a.C. y sus numerosos chiquillos comenzaron a luchar entre sí por hacerse con el poder, atrayendo a otros clanes a su causa. Finalmente establecieron un consejo lleno de intrigas y tensiones entre los cinco dominios de Cirenaica. Apenas unas décadas después la llegada de varios antiguos Toreador a Egipto acompañando al conquistador Alejandro Magno, forjó una alianza entre los Toreador cirenaicos y macedonios. Sin embargo, pronto surgieron disputas entre ambas facciones, entre los partidarios de la unión con Egipto y los de restablecer una república independiente. El Consejo de la Pentápolis raramente conseguía actuar unido, y otros clanes participaron en las intrigas. Algunos Toreador cirenaicos acogieron a refugiados Brujah durante la caída de Cartago en el siglo II a.C., mientras que otros de sus compañeros afirmaban que semejante acto provocaría la intervención de los vampiros de Roma.
Sin embargo, la principal amenaza para los Toreador cirenaicos la constituían los Seguidores de Set, que se habían apoderado de la ciudad de Berenice. Ante el peligro de quedar atrapados en los anillos de las serpientes, los vampiros cirenaicos decidieron aprovechar la cesión de Cirenaica a Roma en el año 96 a.C. para recuperar el poder. Siguiendo el consejo de Tribón, un filósofo Malkavian, los vampiros cirenaicos se unieron al Senado Eterno, al mismo tiempo que conseguían mantener sus tradiciones. Tribón fue nombrado Princeps de Cirenaica, asistido por un consejo de Toreador y Capadocios, convertidos en la clase popular de los dominios, que constituían el verdadero poder en la Pentápolis, mientras el Princeps quedaba como una mera figura representativa. Los Seguidores de Set quedaron relegados a una posición marginal en el nuevo orden, que fue sostenido con la llegada de gobernadores y funcionarios romanos.

EL ORDEN ROMANO
El orden romano benefició a los vampiros cirenaicos, que se fortalecieron con la llegada de vampiros romanos, especialmente de los clanes Lasombra y Ventrue. No obstante, los Toreador eran muy numerosos, y su influencia en las clases medias a menudo reducía el poder de las élites. Los vampiros romanos pronto percibieron esta situación, y dejaron a los vampiros cirenaicos con sus juegos de poder.
La paz de Cirenaica se vio enturbiada por las rebeliones judías del siglo II. Varios Assamitas las fomentaron para distraer a los romanos de su avance sobre Mesopotamia y el Imperio Parto. Sin embargo, en las rebeliones también participaron vampiros que habían permanecido al margen del orden establecido por los Toreador, especialmente Brujah y Setitas. La rebelión terminó descontrolándose, atrapando a muchos no muertos a su paso con una sorprendente eficacia. Algunos vampiros sospechan que entre los mortales rebeldes había quienes habían descubierto las manipulaciones de los inmortales y se habían vuelto contra ellos.
Una vez los fuegos de la rebelión se apagaron y comenzaron las labores de reconstrucción, el poder de los Toreador cirenaicos había sido quebrantado. Otros clanes, especialmente los Ventrue, tomaron dominios que habían quedado despoblados. El Princeps Tribón había sobrevivido, pero su autoridad era sólo nominal. Entristecido por lo que había ocurrido, cayó en una oscura depresión y se aisló del resto de los vampiros.
Fue nombrado Princeps Cneo Julio Probatio, un Ventrue de origen romano, que abriría el poder a otros clanes. El Princeps Julio mantuvo buenas relaciones con los Principes de Alejandría y de Roda, estrechando los lazos de Cirenaica con Egipto.

EL LENTO DECLIVE
El declive comercial de Cirenaica y su despoblación alejaron a muchos vampiros de la zona. En este vacío otros probaron suerte, tratando de revitalizar la Pentápolis. Sin embargo, en el terremoto del año 262 pereció el Princeps Julio, y tratando de evitar una crisis sucesoria, los vampiros cirenaicos llamaron al antiguo Tribón para que lo sustituyera. Aunque el antiguo Malkavian a menudo sufría accesos de depresión, todavía conservaba cierta dignidad para representar a los vampiros de la Pentápolis. Sus partidarios trataron de animarlo para que contribuyera a revitalizar la prosperidad de su dominio, pero no lo consiguieron. Los sucesivos terremotos y la decadencia generalizada de las ciudades de Cirenaica terminaron siendo demasiado para el antiguo. En el año 366 dejó una nota de despedida antes de enfrentarse a los rayos del sol de la mañana.
El Consejo de la Pentápolis permaneció durante unas décadas más, siendo utilizado por los vampiros cristianos para asegurarse el poder. A principios del siglo V el Concilio de los Cireneos había sustituido al consejo, y los vampiros que lo formaban no trataban tanto de mantener sus dominios como ayudarse mutuamente a sobrevivir.

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Re: [Edad Romana] Libia

#9

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:36

Imagen CIRENE
La ciudad de Cirene fue bautizada con el nombre de una fuente llamada Ciré, que consagraron al dios Apolo, siguiendo las instrucciones del oráculo de Delfos. El emplazamiento original estaba situado sobre una colina de caliza, comunicada directamente con el manantial que fluía a sus pies. Según los mitos, en un pequeño bosque el dios Apolo salvó a la ninfa Ciré o Cira de un león.
Del núcleo poligonal de la antigua acrópolis, la ciudad creció hacia el sur, siguiendo un modelo similar al de la ciudad de Thera, de donde eran originarios los primeros colonos. Junto a la vía principal, llamada Escirotá se construyó un templo dedicado a los Dióscuros (Cástor y Pólux) y otro templo dedicado al dios Apolo. La llegada de nuevos colonos hacia el 560 a.C. y la obra reformadora de Demonax de Mantinea, permitieron la integración de los recién llegados. La disposición urbana adquiriría una red de manzanas rectangulares en época helenística, período en el que Cirene alcanza su máxima expansión dentro de sus murallas, y a partir de entonces la expansión continuará en el exterior.

EL TEMPLO DE ZEUS
En la colina nordeste a la ciudad de Cirene se construyó un templo dedicado a Zeus (Júpiter), cuyos inicios se remontan al año 515 a.C., construido en estilo dórico, ocupando una superficie de 32x70
m. El templo fue restaurado durante la época del faraón Tolomeo III, y posteriormente durante el reinado del emperador Augusto. La última restauración tuvo lugar en el siglo durante la época del emperador Adriano, para subsanar los destrozos provocados por la revuelta judía, que había destruido la columnata exterior. Las paredes de piedra caliza fueron sustituidas con mármol, y se introdujo una réplica de la
escultura de Zeus del templo de Olimpia. El arquitecto Aurelio Rufo fue el artífice de esta última restauración.
El terremoto del año 365 destruyó definitivamente el templo de Zeus de Cirene. En las proximidades se construyó una catedral cristiana que tomó su relevo.

EL TEMPLO DE APOLO
El templo de Apolo se encuentra junto a la vía principal de Cirene, bajo la Acrópolis de la ciudad, y está constituido por dos niveles sostenidos por muros. Las profundas grutas de las que surgen los manantiales de Ciré y Apolo comunican con la terraza superior. El agua canalizada alimenta dos fuentes en el pórtico dorio, que eran utilizadas en los rituales sagrados.
La entrada principal se encuentra en el este. Fue construido ya en los primeros años de la colonia como un espacio cerrado. A finales del siglo VI a.C. se había construido un templo rodeado por una columnata de estilo dórico. Sufrió reparaciones y reconstrucciones en el siglo I a.C., y durante los reinados de Augusto y Adriano.
El santuario de Apolo también acoge los templos de otras divinidades, como Artemisa, Isis, Latona y Hécate, y con el tiempo también se añadirían oratorios a Mitra y las Ninfas. En el siglo V el recinto quedó englobado en una domus patricia y fue convertido en un ninfeo.
El templo de Apolo contiene donaria (tesoros) o monumentos construidos por los fieles agradecidos al dios, bien de individuos particulares u ofrecidos por la ciudad para celebrar victorias, como la de los cireneos sobre las tribus libias de macios y nasamones.

TERMAS DE TRAJANO
En época del emperador Trajano se construyeron al este del templo de Apolo unas termas, que pocos años después serían destruidas durante la sublevación judía. Su sucesor Adriano ordenó su reconstrucción.

EL TEMPLO DE DÉMETER
El templo de Démeter fue construido fuera de las murallas de Cirene, frente a la colina del ágora. Comenzó a construirse poco después de la fundación de la ciudad, con un amplio recinto con un edificio de una sola sala. Posteriormente se realizaron otras modificaciones, como la ampliación del santuario hacia el sur y la construcción de una entrada. También se añadieron otros edificios sagrados, y a partir de mediados del siglo II a.C. el santuario adquirió un aspecto monumental, con un puente que cruzaba el río.
Todo el complejo sufrió importantes restauraciones tras la revuelta judía.

EL ÁGORA
En el lado oeste del ágora de Cirene se construyó un boleutherion en el siglo V a.C., al que se añadieron asientos de mármol en el siglo IV a.C. Tras la sublevación judía sufrió una transformación radical en época de Adriano, añadiéndose estatuas y se decoró la fachada anterior con un friso dórico. Posteriormente se añadieron varios edificios y elementos copiados del ágora de Atenas.
Los monumentos del ágora se multiplicaron a partir del siglo IV a.C., añadiéndose pórticos y pequeños santuarios dedicados a Zeus, Démeter y Ciré, situados en el centro de la plaza. Progresivamente fue adquiriendo una forma más regular, a medida que se construían edificios privados y públicos, así como monumentos honoríficos. Durante el reinado del emperador Augusto fue añadido un augusteum o altar consagrado al culto imperial. En la plaza también se encontraba un monumento funerario dedicado a Batos, el fundador de la ciudad, que fue destruido durante la revuelta judía.
La reconstrucción realizada tras la sublevación judía derribó los antiguos edificios griegos y se construyeron edificios nuevos más próximos al estilo romano, cargados de ornamentos, así como arcos de triunfo y pórticos. Las últimas reformas se realizaron en época de Septimio Severo, ya a finales del siglo II.
Los terremotos de los siglos III y IV destruyeron la monumentalidad del ágora. Pequeños edificios invadieron los espacios públicos, creando una red de calles tortuosas y angostas.
LOS TEATROS
El primer teatro de Cirene se construyó al oeste del santuario de Apolo, con sus gradas talladas en la roca de la colina durante el siglo IV a.C. Este teatro, conocido como Teatro de Mirtusa, fue convertido en un anfiteatro tras la revuelta judía.
El segundo teatro fue construido a finales del siglo II, que resultaría afectado por los terremotos, y ya a finales del siglo IV se construiría un tercer teatro en el fondo del valle.

EL HIPÓDROMO
Al este del santuario de Zeus los cireneos construyeron un hipódromo rebajando el suelo y disponiendo gradas en las pendientes de la zanja.

EL GIMNASIO
En las inmediaciones del ágora se construyó un inmenso gimnasio a mediados del siglo II a.C., que servía de marco para las actividades deportivas. Fue dotado con una pista cubierta con un muro de bajorrelieves de Hércules y Hermes, los dos dioses protectores del deporte.
En la segunda mitad del siglo I d.C. el gimnasio fue convertido en un foro. En el centro del patio rodeado por una columnata dórica se levantó un pequeño templo sobre un podio y en el lado norte una basílica judicial en el espacio de los edificios deportivos. En el lado sur se construyó una casa de mármol y mosaicos, que asumió las funciones del gimnasio.
Justo al oeste del gimnasio también se construyó un odeón con gradas para las actividades musicales.

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Alexander Weiss
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Re: [Edad Romana] Libia

#10

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Feb 2025, 21:41

OTRAS CIUDADES Imagen APOLONIA
Apolonia fue fundada en una amplia bahía como puerto de Cirene, situada a unos 20 km, y no se convirtió en una ciudad independiente hasta que Cirenaica pasó al dominio de Roma. Debido a su importancia comercial recibió numerosas reconstrucciones y reformas. A mediados del siglo V sustituyó a Tolemaida como capital de la Libia Superior, adquiriendo el nombre de Sozusa.
Las murallas, erigidas de una sola vez durante el siglo II a.C. tenían la función de proteger el puerto, y sufrieron importantes restauraciones durante los siglos III y IV. Se prolongaban hasta el espigón, que dividía el puerto en dos dársenas. Al norte, un faro de planta circular, ocupaba un extremo del malecón. Durante la misma época se construyó un estadio a un kilómetro al oeste.
Al este se construyó una acrópolis y un teatro con gradas excavadas en la roca. Durante el reinado del emperador Domiciano se monumentalizó, decorándolo con columnas.
Un acueducto y numerosas cisternas abastecían de agua a la ciudad, y permitió la construcción de unas grandes termas, construidas con una piscina durante el siglo I d.C.
Imagen BARCA
Fundada por disidentes de los primeros colonos griegos, los persas aprovecharon su debilidad para conquistarla a finales del siglo VI a.C. El rey Dario I esclavizó a los habitantes de la ciudad y los trasladó a Bactria. Debido a la ocupación, los griegos preferían frecuentar su puerto natural, donde posteriormente se construiría la ciudad de Tolemaida en el siglo III a.C.
Barca fue conquistada y destruida con frecuencia, hasta que en época romana se había convertido en una pequeña villa, que no obstante, se convirtió en la sede de un obispado cristiano. Imagen EVESPÉRIDES
El territorio de Berenice está ocupado por varias lagunas y lagos, entre los que se encuentra el lago Tritón, en cuyo centro se encuentra una isla en la que se construyó un templo a Afrodita. Cerca se encontraba otro lago llamado lago de las Hespérides, que recibía agua del río Latón.
Evespérides fue fundada hacia el 525 a.C. Su nombre procede del legendario jardín de las Hespérides, con el que fue comparado por su fertilidad y abundante flora, así como por los verdes oasis de su paisaje. La ciudad se situó al borde de una laguna abierta al mar.
La ciudad prosperó con el comercio de silfio (utilizado como planta medicinal y afrodisíaca), que se convirtió en el símbolo de la ciudad, pero se encontraba en medio de territorio hostil, rodeada de tribus libias. En el año 414 a.C. la ciudad fue asediada por los nasamones, y Evespérides se salvó por la inesperada llegada de una flota espartana dirigida por el general Gilipo, que había sido desviada por una tormenta de su rumbo a Sicilia. Para protegerse, la ciudad solicitó colonos griegos y acudió un grupo de mesenios dirigidos por Comón.
La ciudad fue favorecida por el rey Arcésilas IV de Cirene con la llegada de nuevos colonos. Cuando los cirenaicos se rebelaron contra el monarca, se refugió en Evespérides, pero fue asesinado, lo que supuso el final de la monarquía.
La ciudad de Evespérides disfrutaba de una constitución republicana similar a la Cirene, con un tribunal de éforos y un consejo de ancianos (gerontes). Durante el siglo IV a.C., tras la muerte de Alejandro Magno la ciudad intentó someter a las demás polis de Cirenaica, pero fue derrotada por los cireneos y sus aliados.
Después del matrimonio del faraón Tolomeo III con Berenice, hija del rey y gobernador Magas, muchas ciudades cirenaicas se rebautizaron. Evespérides se convirtió en Berenice, y también comenzó su traslado, debido a la insalubridad de las marismas, hasta un asentamiento a 3 km al sudoeste, fundado hacia el 446 a.C., y que dependía de Evespérides.
A medida que Cirene entraba en decadencia, Berenice comenzó a adquirir importancia como capital de Cirenaica. Con la llegada del cristianismo se convirtió en sede de un obispado, que acabó con la adoración de Apolo, el principal de los dioses paganos de la ciudad.
Imagen TEUQUIRA
Teuquira fue fundada poco después que Cirene, pero nunca alcanzó una importancia destacada en la Pentápolis de Cirenaica. La ciudad destacó como el principal santuario de adoración de la diosa Cibeles, a la que se dedicaba un festival anual. Durante el período helenístico fue rebautizada como Arsinoe, en homenaje a la hermana y esposa del faraón Tolomeo Filadelfo.
Imagen TOLEMAIDA
Aunque Tolemaida no fue fundada hasta mediados del siglo III a.C. la bahía natural constituía un puerto para la ciudad de Barca. Bajo el dominio de Egipto, Barca sufrió un declive económico y Tolemaida heredó su importancia. Era una ciudad populosa y célebre, cuya importancia dependía de su puerto, con unos malecones y un faro situados al noroeste.
En la época de su fundación se trazó una red de calles regulares entre dos ríos. La población se extendió desde una meseta que terminaba en el litoral. Las murallas se construyeron por la misma época y fueron restauradas en el siglo III.
El ágora de Tolemaida, construida hacia el siglo II a.C., ocultaba una red de cisternas dedicadas a recoger y conservar reservas de agua. Por la misma época también se construyó un teatro excavado en la colina, a imitación del teatro de Apolonia.
Fue en época romana cuando se construyó el foro, con una amplia plaza recubierta de teselas blancas con un templo jónico dedicado a Roma (Júpiter-Juno-Minerva). Durante esta época también se añadieron varios pórticos y se levantó un edificio para la curia.
Después de que Tolemaida fuera elevada a capital de la Libia Superior, la ciudad emprendió grandes obras arquitectónicas, con teatros y termas, pero el terremoto del año 365 provocó su abandono. El cristianismo se implantó con tanta firmeza que prácticamente se abandonaron las construcciones paganas, construyéndose numerosas iglesias reutilizando los materiales de los edificios abandonados.
Imagen EL ORÁCULO DE AMÓN
El “Campo de los árboles” o Sekhtam ya era conocido por los antiguos egipcios al menos desde hace más de 10.000 años. En torno al siglo VII a.C. los egipcios establecieron una necrópolis y un templo
dedicado al dios Amón (Zeus Amón para los griegos), que según los griegos, había asumido en Egipto la figura de un carnero. En el templo fue instalado un oráculo sagrado, que era consultado tanto por griegos como por egipcios.
Durante su campaña para conquistar el Imperio Persa, Alejandro Magno llegó hasta el oráculo de Amón, guiado por unos pájaros a través del desierto. El oráculo lo confirmó como hijo de los dioses y el legítimo faraón de Egipto.

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