"Countdown" 5
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx mantuvo el silencio unos segundos, asimilando las palabras de Montecristo. Su mirada recorrió la calle, los edificios, las farolas que proyectaban su luz sobre la acera mojada. Un orfanato. Una moneda de cambio.
Exhaló aire, aunque no lo necesitara, y se pasó una mano por la mandíbula, pensativo.
-Si Virgil sigue con esa costumbre, si todavía tiene algún lazo con ese sitio, podemos usarlo. Pero hay demasiados "si" en esto, Montecristo.
Su tono no era de desaprobación, sino de cautela.
-No podemos asumir que va a reaccionar como esperamos. O que ese lugar sigue teniendo el mismo peso en su vida.
Hizo una pausa, observando la expresión del Tremere, su tensión contenida, la ira apenas disfrazada en su tono. Nyx entendía la rabia, entendía la urgencia de hacer algo, cualquier cosa, para recuperar a Melinda. Pero había aprendido que la desesperación no era buena consejera.
-Voy a necesitar que me digas exactamente dónde está ese orfanato. Lo buscamos, conseguimos información, pero no nos precipitamos. Si Virgil no cede al chantaje, si lo tomamos por la fuerza sin un plan sólido, podríamos estar firmando nuestra condena.
Su mirada se endureció.
-Si esto se convierte en un ojo por ojo, quiero asegurarme de que somos nosotros los que seguimos viendo al final de la noche.
Exhaló aire, aunque no lo necesitara, y se pasó una mano por la mandíbula, pensativo.
-Si Virgil sigue con esa costumbre, si todavía tiene algún lazo con ese sitio, podemos usarlo. Pero hay demasiados "si" en esto, Montecristo.
Su tono no era de desaprobación, sino de cautela.
-No podemos asumir que va a reaccionar como esperamos. O que ese lugar sigue teniendo el mismo peso en su vida.
Hizo una pausa, observando la expresión del Tremere, su tensión contenida, la ira apenas disfrazada en su tono. Nyx entendía la rabia, entendía la urgencia de hacer algo, cualquier cosa, para recuperar a Melinda. Pero había aprendido que la desesperación no era buena consejera.
-Voy a necesitar que me digas exactamente dónde está ese orfanato. Lo buscamos, conseguimos información, pero no nos precipitamos. Si Virgil no cede al chantaje, si lo tomamos por la fuerza sin un plan sólido, podríamos estar firmando nuestra condena.
Su mirada se endureció.
-Si esto se convierte en un ojo por ojo, quiero asegurarme de que somos nosotros los que seguimos viendo al final de la noche.
- Voivoda
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Re: "Countdown" 5

Pagliacci echó un vistazo de reojo a los mensajes de Montecristo, no tanto como para hacerse una idea completa de en lo que andaban metidos sus compañeros de Coterie como para comprobar que no había nada urgente que requiriera dejar de inmediato de buscar respuestas en el tipo que tenía delante. Pudo escuchar sus quejidos lastimeros al caer en el maletero y por un momento la Caitiff temió que aquel infeliz pudiera perder la consciencia, algo que de momento no había sucedido.
Después de comprobar que no había ninguna grabación en curso, aunque preocupada por la geolocalización con la que iban ahora acompañados todos los terminales móviles, Pagliacci terminó de mirar al despojo humano que tenía delante. Le resultaba irónico que alguien como ella, que intentaba cumplir con los mínimos principios éticos que le habían enseñado, fuera considerada una paria en su nueva sociedad, y aquel tipo que básicamente era un traficante de personas vinculado a un político con un más que posible historial lleno de irregularidades seguramente pasaría por ser el típico hombre blanco anglosajón heterosexual considerado modélico por la sociedad estadounidense.
- No... no sé... -dice con un hilo de voz- las tengo que llevar a Zuckerman Building...

Montecristo escuchaba en silencio a Nyx. En ocasiones el Tremere sentía que tenía más rabia en sus venas muertas que el Brujah. Al final no siempre el Clan lo era todo. Quizá Montecristo había atemperado una amargura visceral al entrar a formar parte de las filas de un Clan erudito y metódico, mientras que probablemente Nyx había despertado de la rutina y la modorra existencial al engrosar las de otro destacado por su pasión.
El Tremere llegó a la conclusión de que probablemente por eso eran buenos compañeros de Coterie. Mientras su mente seguía buceando en su memoria, el móvil de Nyx vibró con un mensaje de Pagliacci. Tengo información valiosa, podría llevarnos hacia ella. Puede que estén experimentando en Zuckerman. El Brujah sintió en primer lugar cierto alivio al comprobar que la Caitiff no parecía metida en un problema tan grave que le impidiera comunicarse con el mundo exterior. Después reconoció al momento el nombre: el Instituto Zuckerman era uno de los edificios de investigación vinculados a la Universidad de Columbia.
- The New York Foundling
La voz de Montecristo le sacó de sus pensamientos. El Tremere había recordado el nombre de la institución que gestionaba el orfanato al que acudía de vez en cuando su hermano de Sangre. Nyx conocía la institución, vinculada a la iglesia católica, ya que de vez en cuando inauguraban o reformaban edificios en la ciudad y le llegaban detalles de algunos de los proyectos.
Pero el Brujah vio enseguida dos inconvenientes. El primero es que NYF tenía edificios por los cinco distritos de la ciudad. No iba a ser por tanto tan fácil dar con el lugar exacto. Y en segundo lugar, cuando llegaron los malos tiempos y gente como el capullo de Milliner o las sanguijuelas que rodean a Panhard comenzaron a pasar lista, a gente como tú se le dieron algunos avisos. Fue prácticamente en la misma noche en la que se oficializó el rechazo a todos aquellos que, como tú, prefieren seguir alimentándose y conviviendo lo más cerca posible de su propia familia.
En aquellas peroratas sobre el peligro que representaban vampiros así, se explicaba que algunos Vástagos estaban en peligro por haber seguido visitando a familiares suyos en residencias de ancianos, o haber querido echar un vistazo a ese nuevo bebé de su tataranieto, o seguían dejando algún regalo por Navidad a aquel muchacho al que no podían ver de nuevo.
Y estaban en peligro porque la Iglesia del siglo XXI había vuelto a parecerse a la del siglo XIII.
Y la Iglesia aún tenía influencia en los barrios de Nueva York. A través de instituciones como The New York Foundling.
OFF: Curiosa elección musical, @Jebediah_Gogorah , me encanta Stripped, aunque la versión de Rammstein

https://www.youtube.com/watch?v=10JDA8SvwX8

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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 5
https://www.youtube.com/watch?v=fvMJH6Z ... j&index=20
La investigadora miró al desecho que tenía ante sí con una mezcla de desprecio y lástima, no le sacaría nada más, no valía la pena apretar más. Acabó de colocarlo en el interior del maletero y le sostuvo la cabeza con las manos, clavando su mirada en sus ojos vidriosos, dejando marcas de sangre en su cara embarrada.
-Mírame, mírame fijamente. Has conducido hasta aquí esta noche y, cuando ibas a realizar el intercambio, una criatura, una bestia, emergió de la oscuridad y destrozó a los dos clientes que se llevaban a la chica. Era una emboscada, reventaron el neumático del coche, saliste a dispararle y entonces los viste. Una mole de músculo y cuero envuelta en pelo y humo. Llevaba una cazadora, los disparos le atravesaron, pero no se detuvo. En la oscuridad, antes de que te acribillara, acertaste a leer tres palabras: Sons of blood. Después perdiste la conciencia.
La Caitiff cerró el maletero de un portazo y se sentó en el asiento del conductor, había limpiado lo mejor posible su rastro, pero era consciente de que había dejado una cantidad considerable de huellas a su paso, literal y figuradamente. Lo más peligroso era el mismo teléfono que le había robado a aquel tratante de personas, aquella alimaña que ocupaba el mismo lugar que sus víctimas. Se quitó la chaqueta, cubierta de sangre y barro y se limpió lo mejor que pudo, usando el retrovisor interior del coche. El frío húmedo y el olor metálico del lodo erizaron su piel, si es que todavía aquello era posible.
Trató de sacarse toda la vitae y barro posibles de la ropa, envolviendo la escopeta con los harapos mugrientos y dejándola en la parte baja del asiento trasero, oculta a la vista. Mientras lo hacía, no podía dejar de pensar en el vestido de flores desgarrado, en el pellejo de la rata de cloaca, deshaciéndose entre sus dedos. Se sintió horrorizada, como la última superviviente de una película de terror, una película en la que ella había sido el monstruo.
No obstante, también se sentía liberada. Había conseguido información, había acabado con dos vástagos, había obtenido el terminal, una dirección y las antiguas monedas, fueran lo que fueran. Se sentía fuerte, se sentía inhumana, se sentía imparable.
Encendió el motor del coche, la máquina respondió con ronroneo suave. Aquel sedán no era la furgoneta cochambrosa de los otros dos no-muertos, era el coche de un político, al menos, de un lacayo suyo. Sus pensamientos se detuvieron en Jameson, en Vanya, en Melinda, en toda la gente que estaba en peligro. Encendió las luces y colocó la primera marcha, poniendo el vehículo en movimiento, saliendo de Broad Channel, de aquel barrizal en el que había desatado a su bestia y transportando, una vez más, una carga prohibida en su interior.
Condujo despacio, tratando de no llamar la atención, por las tensas calles de Brooklyn, en una noche en la que el silencio ocultaba verdaderas atrocidades tras su negro telón teñido de luces de ciudad. Dejando atrás el aeropuerto JFK, se movió esquivando las áreas más concurridas de la 27ª avenida. El corazón le latía desbocado pensando en el peligro de que le detuvieran, de que hallaran un arma o, peor aún, un hombre secuestrado en el interior del sedán. Cada segundo era una agonía en la que temía, por encima de todo, las luces roja y azules de un control de policía.
Se acercó a una manzana del New York-Presbyterian Brooklyn Methodist Hospital, al otro lado de Prospect Park. Sin atreverse a aproximarse más, por temor a que la grabaran, bajó del coche y recogió sus pertenencias, incluyendo la escopeta envuelta en harapos embarrados. Sacó las llaves del contacto, preparada para abrir el maletero y arrastrar a Don hasta la puerta de urgencias.
Y, entonces, se dio cuenta. Ya había cumplido con su palabra, lo había llevado hasta el hospital ¿No? Que le jodan. Pensó para sí misma, mientras se llevaba las llaves y dejaba tirado a Don allí, atrapado, junto a la puerta del hospital. Enterrado en vida, igual que todas y cada una de las mujeres que había visto ser asesinadas.
La investigadora miró al desecho que tenía ante sí con una mezcla de desprecio y lástima, no le sacaría nada más, no valía la pena apretar más. Acabó de colocarlo en el interior del maletero y le sostuvo la cabeza con las manos, clavando su mirada en sus ojos vidriosos, dejando marcas de sangre en su cara embarrada.
-Mírame, mírame fijamente. Has conducido hasta aquí esta noche y, cuando ibas a realizar el intercambio, una criatura, una bestia, emergió de la oscuridad y destrozó a los dos clientes que se llevaban a la chica. Era una emboscada, reventaron el neumático del coche, saliste a dispararle y entonces los viste. Una mole de músculo y cuero envuelta en pelo y humo. Llevaba una cazadora, los disparos le atravesaron, pero no se detuvo. En la oscuridad, antes de que te acribillara, acertaste a leer tres palabras: Sons of blood. Después perdiste la conciencia.
La Caitiff cerró el maletero de un portazo y se sentó en el asiento del conductor, había limpiado lo mejor posible su rastro, pero era consciente de que había dejado una cantidad considerable de huellas a su paso, literal y figuradamente. Lo más peligroso era el mismo teléfono que le había robado a aquel tratante de personas, aquella alimaña que ocupaba el mismo lugar que sus víctimas. Se quitó la chaqueta, cubierta de sangre y barro y se limpió lo mejor que pudo, usando el retrovisor interior del coche. El frío húmedo y el olor metálico del lodo erizaron su piel, si es que todavía aquello era posible.
Trató de sacarse toda la vitae y barro posibles de la ropa, envolviendo la escopeta con los harapos mugrientos y dejándola en la parte baja del asiento trasero, oculta a la vista. Mientras lo hacía, no podía dejar de pensar en el vestido de flores desgarrado, en el pellejo de la rata de cloaca, deshaciéndose entre sus dedos. Se sintió horrorizada, como la última superviviente de una película de terror, una película en la que ella había sido el monstruo.
No obstante, también se sentía liberada. Había conseguido información, había acabado con dos vástagos, había obtenido el terminal, una dirección y las antiguas monedas, fueran lo que fueran. Se sentía fuerte, se sentía inhumana, se sentía imparable.
Encendió el motor del coche, la máquina respondió con ronroneo suave. Aquel sedán no era la furgoneta cochambrosa de los otros dos no-muertos, era el coche de un político, al menos, de un lacayo suyo. Sus pensamientos se detuvieron en Jameson, en Vanya, en Melinda, en toda la gente que estaba en peligro. Encendió las luces y colocó la primera marcha, poniendo el vehículo en movimiento, saliendo de Broad Channel, de aquel barrizal en el que había desatado a su bestia y transportando, una vez más, una carga prohibida en su interior.
Condujo despacio, tratando de no llamar la atención, por las tensas calles de Brooklyn, en una noche en la que el silencio ocultaba verdaderas atrocidades tras su negro telón teñido de luces de ciudad. Dejando atrás el aeropuerto JFK, se movió esquivando las áreas más concurridas de la 27ª avenida. El corazón le latía desbocado pensando en el peligro de que le detuvieran, de que hallaran un arma o, peor aún, un hombre secuestrado en el interior del sedán. Cada segundo era una agonía en la que temía, por encima de todo, las luces roja y azules de un control de policía.
Se acercó a una manzana del New York-Presbyterian Brooklyn Methodist Hospital, al otro lado de Prospect Park. Sin atreverse a aproximarse más, por temor a que la grabaran, bajó del coche y recogió sus pertenencias, incluyendo la escopeta envuelta en harapos embarrados. Sacó las llaves del contacto, preparada para abrir el maletero y arrastrar a Don hasta la puerta de urgencias.
Y, entonces, se dio cuenta. Ya había cumplido con su palabra, lo había llevado hasta el hospital ¿No? Que le jodan. Pensó para sí misma, mientras se llevaba las llaves y dejaba tirado a Don allí, atrapado, junto a la puerta del hospital. Enterrado en vida, igual que todas y cada una de las mujeres que había visto ser asesinadas.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx sintió una punzada de inquietud mientras su mirada se posaba en la pantalla del móvil. Pagliacci tenía información. El Instituto Zuckerman. Aquello podía cambiarlo todo, pero no podía permitirse saltar de un problema a otro sin pensar. Guardó el teléfono en el bolsillo de su abrigo, dejando que las palabras de Montecristo se asentaran.
-The New York Foundling.
El Brujah asintió lentamente. Lo conocía. Arquitectónicamente, por supuesto, pero también por lo que representaba en el entramado de la ciudad. Uno de esos lugares donde la Iglesia aún metía sus garras bajo la fachada de la caridad. Y si algo había aprendido en todos estos años, era que la Iglesia nunca olvida.
-Es un buen punto de partida
Admitió, su voz más grave de lo normal, sopesando las implicaciones.
-Pero no va a ser fácil. Tienen edificios en toda la ciudad, y los que están al mando...
Hizo un gesto vago con la mano,
-Tienen memoria. Y una lista de nombres.
Su mandíbula se tensó. Recordaba bien aquellos tiempos. Las "recomendaciones", las miradas de advertencia. Sabía lo que pasaba con los que ignoraban esos avisos. "La Iglesia del siglo XXI había vuelto a parecerse a la del siglo XIII".
-No me sorprendería que tengan más de un sacerdote con conocimiento de lo que somos. No del todo, pero lo suficiente.
Sus ojos se clavaron en los de Montecristo.
-Si Virgil sigue vinculado a ese sitio, si ha estado yendo allí, alguien se ha dado cuenta. Y eso nos deja dos opciones: o tienen un interés especial en él, o ya están preparados para cuando vuelva.
Exhaló por la nariz, una vieja costumbre que aún conservaba.
-Necesitamos saber qué edificio es el correcto y quién lo gestiona ahora. Quizá mi contacto en urbanismo pueda averiguar algo. Pero si hay alguien en ese sitio que ya espera un posible ataque o movimiento extraño, nos encontraremos con más problemas de los que podemos manejar.
Hizo una pausa, su mano volviendo inconscientemente al móvil. Pagliacci estaba en otro frente, pero las piezas del puzle podían estar más relacionadas de lo que parecía.
-Y tenemos que movernos ya. Porque mientras hablamos, hay alguien en el Instituto Zuckerman que podría estar experimentando con Melinda.
-The New York Foundling.
El Brujah asintió lentamente. Lo conocía. Arquitectónicamente, por supuesto, pero también por lo que representaba en el entramado de la ciudad. Uno de esos lugares donde la Iglesia aún metía sus garras bajo la fachada de la caridad. Y si algo había aprendido en todos estos años, era que la Iglesia nunca olvida.
-Es un buen punto de partida
Admitió, su voz más grave de lo normal, sopesando las implicaciones.
-Pero no va a ser fácil. Tienen edificios en toda la ciudad, y los que están al mando...
Hizo un gesto vago con la mano,
-Tienen memoria. Y una lista de nombres.
Su mandíbula se tensó. Recordaba bien aquellos tiempos. Las "recomendaciones", las miradas de advertencia. Sabía lo que pasaba con los que ignoraban esos avisos. "La Iglesia del siglo XXI había vuelto a parecerse a la del siglo XIII".
-No me sorprendería que tengan más de un sacerdote con conocimiento de lo que somos. No del todo, pero lo suficiente.
Sus ojos se clavaron en los de Montecristo.
-Si Virgil sigue vinculado a ese sitio, si ha estado yendo allí, alguien se ha dado cuenta. Y eso nos deja dos opciones: o tienen un interés especial en él, o ya están preparados para cuando vuelva.
Exhaló por la nariz, una vieja costumbre que aún conservaba.
-Necesitamos saber qué edificio es el correcto y quién lo gestiona ahora. Quizá mi contacto en urbanismo pueda averiguar algo. Pero si hay alguien en ese sitio que ya espera un posible ataque o movimiento extraño, nos encontraremos con más problemas de los que podemos manejar.
Hizo una pausa, su mano volviendo inconscientemente al móvil. Pagliacci estaba en otro frente, pero las piezas del puzle podían estar más relacionadas de lo que parecía.
-Y tenemos que movernos ya. Porque mientras hablamos, hay alguien en el Instituto Zuckerman que podría estar experimentando con Melinda.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 5
- A ver si resulta que el traidor del clan es mi hermanito y no yo - refuró Montecristo ante las palabras de Nyx - Tal vez, esté pasándole información a la Segunda Inquisición, a cambio del perdón y de su limitado y asqueroso territorio de caza - Devolvió la mirada al brujah esperando que no necesitara de una explicación sobre aquella información - Es una de las posibilidades, no la desechemos.
Siguió avanzando con su amigo, echándole de vez en cuando una visual a su enigmática aura, que a veces le causaba una extraña mezcla de sentiientos entre la admiración por la forma que tenía de calcular milimétricamente cada uno de sus pasos (como un arquitecto que sabe exactamente donde colocar un muro de carga) y desesperación ante su sometida cobardía.
- No creo que tengamos tiempo para todo eso, Nyx. - replicó amargamente el tremere- Tira de tu contacto en urbanismo, pero eso nos despeja otra noche de la ecuación. Creo que el orfanato no está muy lejos, creo que a un par de manzanas, tal vez si avanzamos un poco pueda reconocer la calle*1.
Luego el brujah añadió más madera a la hoguera. - ¿Qué es el instituto Zuckerman? ¿Quién te ha dado esa información? Si tenemos la certeza de que Melinda está allí, no debemos perder más tiempo...
*1
Siguió avanzando con su amigo, echándole de vez en cuando una visual a su enigmática aura, que a veces le causaba una extraña mezcla de sentiientos entre la admiración por la forma que tenía de calcular milimétricamente cada uno de sus pasos (como un arquitecto que sabe exactamente donde colocar un muro de carga) y desesperación ante su sometida cobardía.
- No creo que tengamos tiempo para todo eso, Nyx. - replicó amargamente el tremere- Tira de tu contacto en urbanismo, pero eso nos despeja otra noche de la ecuación. Creo que el orfanato no está muy lejos, creo que a un par de manzanas, tal vez si avanzamos un poco pueda reconocer la calle*1.
Luego el brujah añadió más madera a la hoguera. - ¿Qué es el instituto Zuckerman? ¿Quién te ha dado esa información? Si tenemos la certeza de que Melinda está allí, no debemos perder más tiempo...
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Re: "Countdown" 5
Montecristo se movió con rapidez, sacando a Nyx de sus pensamientos y forzando al Brujah a seguirle un tanto a regañadientes. A pesar de que no era lo habitual entre los miembros de su Clan, a Nyx le gustaba sopesar las posibilidades con calma. Acercarse de buenas a primeras al orfanato era probablemente arriesgado. Y le gustaban lo justo los riesgos. No obstante, prefería seguir al Tremere y, fuera lo que fuera lo que podían descubrir, hacerlo juntos. Mandó su ubicación a Pagliacci, confiando en que la Caitiff hubiera resuelto sus asuntos... y en que nadie estuviera monitorizando su teléfono.
El Tremere recordaba bien todas aquellas calles de los tiempos en los que las patrullaba. Por esas ironías del destino también realizaba aquellas vigilancias de madrugada, en ocasiones con algún compañero, la mayor parte de ellas él solo. Nunca habría imaginado que la noche se convertiría en su escenario eterno.

A pocas manzanas de distancia, destacaba el edificio de la red de The New York Foundling. Su estética victoriana llamaba la atención incluso en aquel amplio vecindario lleno de edificios que parecían un homenaje a la metrópoli londinense en medio de un mar de rascacielos. La enorme cruz que lo coronaba hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de los dos Vampiros.
A Nyx le impresionó el aspecto del edificio, que lograba no desentonar en una ciudad que caminaba hacia el postmodernismo como Nueva York. Se fijó desde la distancia en algunas ventanas iluminadas en las que se veía mobiliario de oficina, lo que hizo pensar que tendría usos probablemente de carácter administrativo para la orden que lo gestionaba.
Montecristo no estaba pendiente de esos detalles, pero no era capaz de recordar si aquel edificio exacto era al que acudía Virgil. Los logotipos que veía en la distancia eran de la organización que gestionaba el orfanato que frecuentaba su hermano, pero no podía jurar que este era el lugar al que solía acudir a saciar sus oscuros deseos. El Tremere no se sentía cómodo en las inmediaciones de aquel edificio y esperaba que Nyx le dijera algo más del supuesto Instituto Zuckerman.
Los dos Vampiros miraron al cielo y vieron cómo un helicóptero de la Guardia Nacional sobrevolaba aquella zona de Manhattan.
------ Pagliacci se permitió el lujo de pedirle al conductor del VTC que pusiera música. Una sensación de cierto subidón se agolpaba en sus venas muertas. Se sentía liberada al haber dejado a aquel desgraciado encerrado en aquel maletero a pocos metros del hospital, al rememorar cómo la voluntad de aquel tipo había sido arcilla para sus palabras. En cierto modo sentía que ese momento de poder era un nuevo golpe en el rostro de Adam Rand. Podría sospechar de ella, pero era prácticamente imposible que la alcanzara.
Pagliacci era consciente de que había dinamitado los puentes a futuro con los Sons of Blood, pero confiaba en no tener que tratar con ellos nunca más. Seguramente tendrían más conocimiento de sus propios orígenes, pero la Caitiff prefería tirar por su cuenta de los hilos que se iban soltando a su paso.
Un sentimiento de libertad salvaje la inundó al cruzar de Brooklyn hacia Manhattan por la 495. Pudo ver desde la ventanilla cómo el East River brillaba a sus pies reflejando las luces de una ciudad que nunca dormía. Era irónico tener esa sensación cuando se estaba introduciendo en la boca del lobo, en un lugar que era una auténtica ratonera repleta de trampas. Pudo ver incluso que la policía había desplegado barcos de vigilancia en el río, por lo que se obligó a centrarse y a intentar acudir por calles secundarias al lugar en el que estaban sus dos hermanos de Coterie.
Minutos después, Pagliacci pidió al conductor que redujera aún más la velocidad y comenzó a callejear por una zona residencial no muy lejana a Central Park en la que poco a poco las grandes avenidas con altísimos edificios daban paso a zonas asfaltadas más estrechas con edificios de estilo victoriano a los lados. Por un momento la Caitiff fue capaz de dejar atrás todo lo vivido hasta el momento en aquella noche que comenzaba a extinguirse para dejarse llevar por la curiosidad casi profesional por lo que estuvieran haciendo Montecristo y Nyx por aquel lugar.

Unos faros a lo lejos le hicieron entrecerrar los ojos para intentar enfocar con más nitidez. A unos centenares de metros vio que el lugar indicado por Nyx se correspondía con algún tipo de gran edificio en el que llegaba a distinguir una cruz en su parte superior. Pero entre el VTC y ese lugar estaban aquellos faros que, por lo que se temía la Caitiff, se correspondían con un control policial.
OFF: Ansia Pagliacci 1, Montecristo 3, Nyx 1
Nyx 2 niveles superficiales a la FV
Pagliacci 4 nives superficiales a la FV
Pagliacci 1 Mácula
El Tremere recordaba bien todas aquellas calles de los tiempos en los que las patrullaba. Por esas ironías del destino también realizaba aquellas vigilancias de madrugada, en ocasiones con algún compañero, la mayor parte de ellas él solo. Nunca habría imaginado que la noche se convertiría en su escenario eterno.

A pocas manzanas de distancia, destacaba el edificio de la red de The New York Foundling. Su estética victoriana llamaba la atención incluso en aquel amplio vecindario lleno de edificios que parecían un homenaje a la metrópoli londinense en medio de un mar de rascacielos. La enorme cruz que lo coronaba hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de los dos Vampiros.
A Nyx le impresionó el aspecto del edificio, que lograba no desentonar en una ciudad que caminaba hacia el postmodernismo como Nueva York. Se fijó desde la distancia en algunas ventanas iluminadas en las que se veía mobiliario de oficina, lo que hizo pensar que tendría usos probablemente de carácter administrativo para la orden que lo gestionaba.
Montecristo no estaba pendiente de esos detalles, pero no era capaz de recordar si aquel edificio exacto era al que acudía Virgil. Los logotipos que veía en la distancia eran de la organización que gestionaba el orfanato que frecuentaba su hermano, pero no podía jurar que este era el lugar al que solía acudir a saciar sus oscuros deseos. El Tremere no se sentía cómodo en las inmediaciones de aquel edificio y esperaba que Nyx le dijera algo más del supuesto Instituto Zuckerman.
Los dos Vampiros miraron al cielo y vieron cómo un helicóptero de la Guardia Nacional sobrevolaba aquella zona de Manhattan.
------ Pagliacci se permitió el lujo de pedirle al conductor del VTC que pusiera música. Una sensación de cierto subidón se agolpaba en sus venas muertas. Se sentía liberada al haber dejado a aquel desgraciado encerrado en aquel maletero a pocos metros del hospital, al rememorar cómo la voluntad de aquel tipo había sido arcilla para sus palabras. En cierto modo sentía que ese momento de poder era un nuevo golpe en el rostro de Adam Rand. Podría sospechar de ella, pero era prácticamente imposible que la alcanzara.
Pagliacci era consciente de que había dinamitado los puentes a futuro con los Sons of Blood, pero confiaba en no tener que tratar con ellos nunca más. Seguramente tendrían más conocimiento de sus propios orígenes, pero la Caitiff prefería tirar por su cuenta de los hilos que se iban soltando a su paso.
Un sentimiento de libertad salvaje la inundó al cruzar de Brooklyn hacia Manhattan por la 495. Pudo ver desde la ventanilla cómo el East River brillaba a sus pies reflejando las luces de una ciudad que nunca dormía. Era irónico tener esa sensación cuando se estaba introduciendo en la boca del lobo, en un lugar que era una auténtica ratonera repleta de trampas. Pudo ver incluso que la policía había desplegado barcos de vigilancia en el río, por lo que se obligó a centrarse y a intentar acudir por calles secundarias al lugar en el que estaban sus dos hermanos de Coterie.
Minutos después, Pagliacci pidió al conductor que redujera aún más la velocidad y comenzó a callejear por una zona residencial no muy lejana a Central Park en la que poco a poco las grandes avenidas con altísimos edificios daban paso a zonas asfaltadas más estrechas con edificios de estilo victoriano a los lados. Por un momento la Caitiff fue capaz de dejar atrás todo lo vivido hasta el momento en aquella noche que comenzaba a extinguirse para dejarse llevar por la curiosidad casi profesional por lo que estuvieran haciendo Montecristo y Nyx por aquel lugar.

Unos faros a lo lejos le hicieron entrecerrar los ojos para intentar enfocar con más nitidez. A unos centenares de metros vio que el lugar indicado por Nyx se correspondía con algún tipo de gran edificio en el que llegaba a distinguir una cruz en su parte superior. Pero entre el VTC y ese lugar estaban aquellos faros que, por lo que se temía la Caitiff, se correspondían con un control policial.
OFF: Ansia Pagliacci 1, Montecristo 3, Nyx 1
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 5
Ajeno a cuanto ocurría tras él, el conductor del Uber llevó a la no-muerta hasta la dirección indicada, la periodista sintió durante la mayor parte del trayecto una sensación de satisfacción y poder, de victoria. Paradójicamente, parte de sí misma, de su humanidad, se resquebrajaba lentamente. Había usado la violencia como primera opción y había funcionado muy bien, había conseguido resultados. Había dejado a un tipo moribundo abandonado a su suerte, un tratante de mujeres, un despreciable lacayo de Rand.
-He cumplido mi parte del trato- Se repetía a sí misma, tratando de ocultar su malestar tras la música- Lo merecía. He cumplido mi parte del trato.
Las luces violetas filtradas por los cristales del vehículo de pasajeros le hicieron recordar que en esta ciudad, ella era una presa. Los haces azulados teñían de preocupación sus pensamientos. Había dejado el coche, repleto de huellas sanguinolentas, cerca del hospital.
-Una bestia soy, para una bestia no convertirme- Se dijo mentalmente. A veces, había que liberar a la sombra para que ésta no se apoderara de ti. Aquella perra hambrienta y salvaje que llevaba en su interior había pasado mucho tiempo bajo control y, al final, había roto la correa, había estado a punto de canibalizar a otra no-muerta.
Al menos, el coche no le traería problemas por el momento. Sabía que, a partir de entonces, sus huellas entrarían en una base de datos, pero dada la ausencia de delitos previos, no la podrían emparejar o asociar a nada o nadie. En los Estados Unidos, los únicos que llevaban un registro de las huellas dactilares era el FBI... El móvil, sin embargo, era otro asunto. Tarde o temprano, lo rastrearían. Instintivamente, se llevó la mano derecha al teléfono de Don, ahora en su bolsillo.
Más preocupante, incluso, que todo aquello, era el rifle envuelto en harapos que todavía llevaba consigo. Probablemente, un arma relacionada con numerosos delitos y con la que no quería que la detuvieran. Debería haberse deshecho de ella en el podrido pantano, pero, en cierto modo, se aferraba a ella. Se acercaba al territorio de los brujos y aquel hierro frío al tacto le transmitía una cierta sensación de seguridad.
Se apeó del vehículo y se despidió del conductor, dejando restos de barro en los asientos de cuero. A un centenar de metros, el control de policía. Entre sus manos, una escopeta cargada, un puñado de monedas extravagantes, un terminal robado. Tenía que haber otro camino...
-He cumplido mi parte del trato- Se repetía a sí misma, tratando de ocultar su malestar tras la música- Lo merecía. He cumplido mi parte del trato.
Las luces violetas filtradas por los cristales del vehículo de pasajeros le hicieron recordar que en esta ciudad, ella era una presa. Los haces azulados teñían de preocupación sus pensamientos. Había dejado el coche, repleto de huellas sanguinolentas, cerca del hospital.
-Una bestia soy, para una bestia no convertirme- Se dijo mentalmente. A veces, había que liberar a la sombra para que ésta no se apoderara de ti. Aquella perra hambrienta y salvaje que llevaba en su interior había pasado mucho tiempo bajo control y, al final, había roto la correa, había estado a punto de canibalizar a otra no-muerta.
Al menos, el coche no le traería problemas por el momento. Sabía que, a partir de entonces, sus huellas entrarían en una base de datos, pero dada la ausencia de delitos previos, no la podrían emparejar o asociar a nada o nadie. En los Estados Unidos, los únicos que llevaban un registro de las huellas dactilares era el FBI... El móvil, sin embargo, era otro asunto. Tarde o temprano, lo rastrearían. Instintivamente, se llevó la mano derecha al teléfono de Don, ahora en su bolsillo.
Más preocupante, incluso, que todo aquello, era el rifle envuelto en harapos que todavía llevaba consigo. Probablemente, un arma relacionada con numerosos delitos y con la que no quería que la detuvieran. Debería haberse deshecho de ella en el podrido pantano, pero, en cierto modo, se aferraba a ella. Se acercaba al territorio de los brujos y aquel hierro frío al tacto le transmitía una cierta sensación de seguridad.
Se apeó del vehículo y se despidió del conductor, dejando restos de barro en los asientos de cuero. A un centenar de metros, el control de policía. Entre sus manos, una escopeta cargada, un puñado de monedas extravagantes, un terminal robado. Tenía que haber otro camino...
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx se detuvo un instante, lo justo para alzar la mirada hacia el cielo nocturno y seguir con la vista el helicóptero que surcaba Manhattan como un buitre mecánico. El zumbido lejano del rotor parecía horadar la calma falsa que reinaba en las calles vacías.
-Pagliacci
Respondió al fin, con voz baja, sin apartar los ojos del edificio de The New York Foundling
-Ha conseguido algo, o eso dice. Cree que están usando el Instituto Zuckerman para experimentar. No me ha dado detalles. Pero si Melinda está implicada, no lo va a poner por escrito.
Guardó el móvil con cuidado, como si fuera un objeto caliente.
-El Zuckerman pertenece a Columbia. Es un centro de investigación neurológica. Topografía cerebral, enfermedades degenerativas, inteligencia artificial, teoría de la mente... y subvenciones, muchas. De esas que nunca salen en los periódicos
Añadió, con un dejo de ironía amarga en la voz.
Dejó que el silencio habitara unos pasos. Luego volvió a hablar.
-No digo que abandonemos este lugar. Pero tampoco quiero que nos precipitemos. Aquí, si la Segunda Inquisición se ha colado entre sotanas y hábitos, podemos terminar en una trampa. Y ya nos faltan suficientes dedos para contar enemigos.
Hizo una pausa breve, como tanteando el terreno antes de confesar algo más.
-A veces me pregunto si los de arriba no quieren que la caguemos. Como si fuéramos... prescindibles. Una pieza de ajedrez que solo sirve para hacer ruido y distraer.
Volvió la mirada hacia Montecristo
-Si tu hermano ha caído tan bajo, nos lo encontraremos. Pero si alguien está usando ese orfanato como tapadera, quiero saber para quién trabaja antes de quemar la iglesia entera.
No había ira en su voz. Sólo una frialdad tensa, como la de quien camina por una cornisa sabiendo que no hay red abajo. Volvió a mirar al edificio, calibrando ángulos, alturas, accesos. Y luego al helicóptero que se perdía más allá de los tejados.
-Tú decides por dónde empezamos.
-Pagliacci
Respondió al fin, con voz baja, sin apartar los ojos del edificio de The New York Foundling
-Ha conseguido algo, o eso dice. Cree que están usando el Instituto Zuckerman para experimentar. No me ha dado detalles. Pero si Melinda está implicada, no lo va a poner por escrito.
Guardó el móvil con cuidado, como si fuera un objeto caliente.
-El Zuckerman pertenece a Columbia. Es un centro de investigación neurológica. Topografía cerebral, enfermedades degenerativas, inteligencia artificial, teoría de la mente... y subvenciones, muchas. De esas que nunca salen en los periódicos
Añadió, con un dejo de ironía amarga en la voz.
Dejó que el silencio habitara unos pasos. Luego volvió a hablar.
-No digo que abandonemos este lugar. Pero tampoco quiero que nos precipitemos. Aquí, si la Segunda Inquisición se ha colado entre sotanas y hábitos, podemos terminar en una trampa. Y ya nos faltan suficientes dedos para contar enemigos.
Hizo una pausa breve, como tanteando el terreno antes de confesar algo más.
-A veces me pregunto si los de arriba no quieren que la caguemos. Como si fuéramos... prescindibles. Una pieza de ajedrez que solo sirve para hacer ruido y distraer.
Volvió la mirada hacia Montecristo
-Si tu hermano ha caído tan bajo, nos lo encontraremos. Pero si alguien está usando ese orfanato como tapadera, quiero saber para quién trabaja antes de quemar la iglesia entera.
No había ira en su voz. Sólo una frialdad tensa, como la de quien camina por una cornisa sabiendo que no hay red abajo. Volvió a mirar al edificio, calibrando ángulos, alturas, accesos. Y luego al helicóptero que se perdía más allá de los tejados.
-Tú decides por dónde empezamos.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 5
Montecristo miró a Nyx con cierta dececpión. Pareciera que alguien hubiera cambiado los roles de ambos clanes, y la rebeldía de los hijos de Troile corriera ahora por las venas del brujo. Luego, esa decepción se convertiría en aprobación y afirmaría con la cabeza. Tenían todas las cartas marcadas y toda las papeletas para no ver otra noche, si se precipitaban.
- Debemos reunirnos con Pagliacci y unificar criterios - comentó Montecristo - Afrontar la siguiente noche con nueva información.
Se dio la vuelta indicando el camino de salida del callejón, como si una misteriosa neblina fuera capaz de atraparlos y no dejarlos salir de allí nunca.
- Vayamos al refugio que te has agenciado. Dile a Pagliacci que se dirija alli.
Avanzó dejando Columbia atrás, y tantos y tantos recuerdos desagradables.
- Debemos reunirnos con Pagliacci y unificar criterios - comentó Montecristo - Afrontar la siguiente noche con nueva información.
Se dio la vuelta indicando el camino de salida del callejón, como si una misteriosa neblina fuera capaz de atraparlos y no dejarlos salir de allí nunca.
- Vayamos al refugio que te has agenciado. Dile a Pagliacci que se dirija alli.
Avanzó dejando Columbia atrás, y tantos y tantos recuerdos desagradables.
- Voivoda
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Re: "Countdown" 5

Pagliacci esperó a que el Uber avanzara un poco para caminar lo más escondida posible entre las sombras, para dejar las mínimas huellas posibles en el barro y las aceras mojadas. Observó a lo lejos las luces del control policial y apretó con más fuerza aquella escopeta entre sus manos. Se sentía poderosa y, al mismo tiempo, más vulnerable que nunca. Esa mezcla entre tener la capacidad de salir indemne se pusiera quien se pusiera por delante y la de sentir que un paso en falso le podría conducir a un destino incierto y probablemente desagradable.
Repasó mentalmente el lugar de Manhattan en el que se encontraba. No era su barrio predilecto, pero lo conocía lo suficiente de tiempos pasados como para saber que podría caminar por calles paralelas sin llamar la atención, bordeando en la medida de lo posible Central Park sin terminar de entrar en el parque que, hasta donde sabía, era un territorio en disputa entre Vástagos más parecido a una selva que al epicentro de una de las ciudades más urbanizadas del mundo.
En mitad de su recorrido recibió una ubicación enviada por Nyx. La Caitiff sintió que se la estaban jugando mucho al compartir ese tipo de información. Este tipo de mensajes son los que habían conducido al Principado de Helene Panhard a enrocarse en su Dominio y dejar que cada Vampiro fuera de él sobreviviera como pudiera. En todo caso, eligió seguir la dirección hacia un centro cultural judío cuyo nombre le sonaba lejanamente. Confiaba en el Brujah.
Pagliacci llegó prácticamente a la vez que Nyx y Montecristo a la puerta del Museo Doctor Bernard Heller. Los tres se miraron con cierto alivio mutuo, aunque el Brujah y el Tremere quedaron un tanto impactados por el aspecto de su compañera. A pesar de la labor de limpieza, aún había restos de barro en sus ropas desgastadas, su pelo estaba totalmente despeinado, portaba lo que parecía un arma envuelta en una especie de manta y en general estaba empapada. Antes de hacer cualquier pregunta, Nyx hizo una seña a todos para guardar silencio y abrió una puerta lateral de aquel edificio.
El cielo comenzaba a perder su negrura absoluta.

El Brujah les condujo a la planta sótano del edificio y abrió con otra llave el almacén que hacía un par de horas había visto de refilón y que iba a ser el refugio temporal para el grupo.
El cansancio pesaba sobre todos. Montecristo le sumaba el incómodo aguijonazo de un hambre creciente, de un Ansia que no descansaba nunca y mantenía su mente en un permanente estado de angustia. Nyx y Pagliacci notaban sus mentes cada vez más abatidas por la llegada del día, y sentían el agradable abrazo del alivio y el descanso después de haber estado a unos niveles de estrés que habían minado sus voluntades. La Caitiff pensaba para sus adentros si se estaba abandonando a la Bestia después de dejar a aquel bastardo abandonado en su estado y, al segundo siguiente, justificaba esa acción en un diálogo interno repleto de acusaciones y excusas.
OFF: Ansia Pagliacci 1, Montecristo 3, Nyx 1
Nyx 2 niveles superficiales a la FV
Pagliacci 4 niveles superficiales a la FV
Pagliacci mantiene su Humanidad
Podéis hablar entre vosotros hasta que os durmáis para poneros al día, o hacerlo resumido o esperar a empezar la siguiente noche, como prefiráis. Tiempo para poneros al día antes del amanecer tenéis.
