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Historia
Prehistoria
La historia de Catar se extiende desde las primeras poblaciones humanas de su territorio, hace unos 50.000 años, hasta las noches actuales. La mayoría de los primeros asentamientos prehistóricos se encontraban en la costa catarí, divididos en cuatro culturas que utilizaban herramientas de pedernal.
Hace unos 8.000 años el Golfo Pérsico se inundó y se formó la península de Catar, desplazando a sus habitantes. Desde este momento, la península fue ocupada por tribus procedentes del desierto de Arabia, que construían campamentos estacionales en torno a las fuentes de agua.
El principal de los asentamientos prehistóricos de Catar se encontraba en el lugar de Al Da’asa, situado en la costa occidental, donde se concentraba un grupo de cazadores y pescadores, que dejaron restos cerámicos, herramientas de pedernal, cuentas, y restos de hogueras. En otros asentamientos como Al Khor se encontraron varias tumbas con enterramientos rituales.
Alrededor del 2000 a.C. los habitantes de Catar comenzaron a recibir la influencia de la cultura Dilmun, surgida en la cercana Baréin, a través del comercio. En esta época los habitantes de Catar comenzaron a participar en la red comercial que estaba formándose en el Golfo Pérsico a través de la pesca de perlas y el cultivo de dátiles, pero en conjunto la península se encontraba en gran parte deshabitada durante este período. Con el tiempo también llegaron comerciantes de Mesopotamia, atraídos por la presencia de múrices, un molusco del que se extraía el tinte púrpura.

En general la mayoría de los Ashirra de Catar llaman “Tiempo de ignorancia” a la época anterior al Islam. De hecho, los Jeques Ashirra de Catar consideran que la historia vampírica del país comienza con la llegada de su dinastía en el siglo XIX. No obstante, algunos eruditos de los clanes, han investigado la presencia sobrenatural en la península de Catar mucho antes del surgimiento del Islam. La mayoría creen que de la misma forma que ocurría con los primeros habitantes humanos, unos pocos vampiros se asentaron de manera temporal en Catar, antes de continuar sus viajes.
Se conocen algunos testimonios de estos viajeros antiguos, y algunos clanes incluso afirman que alguno de los Ancianos, o incluso algún miembro de la Tercera Generación recorrió la costa del Golfo Pérsico. Algunas leyendas locales incluso afirman que uno de los Antediluvianos, tal vez Brujah o Toreador, se detuvo en la península de Catar para descansar durante un tiempo, y que tomó una maravillosa perla de las aguas del mar como recuerdo de su viaje, pero no existe ninguna evidencia que confirme estos relatos y leyendas orales, que parecen haber sido creados para engrandecer el dominio de Catar.

La Antigüedad
Asarhaddón, rey de Asiria, emprendió una victoriosa campaña militar contra Bazu, un territorio en el que se encontraba la península catarí, hacia el año 680 a.C. Poco después comenzó un período de cambios climáticos adversos que hicieron la península menos acogedora para la ocupación humana. En el siglo V a.C. aparece la primera fuente escrita conocida que describe a la población de Catar. El historiador Herodoto afirma que los habitantes de la zona eran “canaanitas marineros.”
Hacia el año 325 a.C. Alejandro Magno envió a su almirante, Andróstenes de Tasos, a explorar las costas del Golfo Pérsico. Las cartas del viaje llegaron poco después de la muerte de Alejandro Magno dos años después, y el general Seleuco I Nicator reclamó la parte oriental del imperio de Alejandro. Desde el 312 a.C. Seleuco comenzó a extender su imperio hacia el este, conquistando varios lugares del este de Arabia. Durante el dominio seléucida, en Catar se asentó una considerable población marinera. Sin embargo, los monarcas seléucidas perderían gran parte de su influencia en el Golfo Pérsico en las décadas siguientes, interrumpiéndose su dominio en torno al 250 a.C.
Tras la expulsión de los seleúcidas en el siglo III a.C., el Imperio Parto obtuvo el control del Golfo Pérsico y las costas de Arabia. Como los partos dependían de las rutas comerciales marítimas, establecieron varias fortalezas y asentamientos en la costa arábiga. En Catar se establecieron puestos comerciales y pesquerías.
A mediados del siglo I, Plinio el Viejo escribió una descripción de los habitantes de la península de Catar, refiriéndose a ellos como “catharrei”, nómadas en busca constante de agua y alimento. En torno al siglo II el cartógrafo Ptolomeo, dibujó el primer mapa donde aparece reflejada la península, descrita con el nombre de “Catura.”

El primer testimonio conservado de un Cainita que afirma haber residido en Catar es el nombre de Estratónice, una mujer que recibe el título de “Reina de las perlas”, y que aunque reclama sangre noble parece haberse enriquecido con el comercio. Estratónice llegó al Golfo Pérsico con el dominio seleúcida, y reclama varios puertos comerciales en las costas arábigas. Escribe poemas alabando la belleza del lugar y su propia riqueza, situándose por encima de todos los vampiros de la zona.
Mucho se ha debatido sobre los escritos de la llamada “reina de las perlas”, y hasta qué punto entremezclan la realidad con el deseo de su autora de engrandecer su ego y su belleza. Se desconoce el linaje de Estratónice, y durante mucho tiempo varios Vástagos cataríes afirman que debía tratarse de una vampira del clan Banu Haqim o Toreador. En el siglo XX, unos investigadores de la Estirpe encontraron los escritos de una vampira romana llamada Marcia Felicia Licinia, donde menciona despectivamente a su “vanidosa hermana Estratónice”, obsesionada por el lujo y las perlas de Arabia. A partir de esta mención, y teniendo en cuenta el linaje de Marcia, hay quienes dicen que en realidad Estratónice pertenecía al clan Ravnos, que también tuvo intereses comerciales en el Golfo Pérsico, especialmente en las rutas de la India.
En cualquier caso, parece que Estratónice estuvo presente en Catar durante el dominio seléucida, pero no se vuelve a saber de ella, si es que permaneció o regresó en siglos posteriores. Hay quienes creen que desapareció o fue destruida con el paso del tiempo, pero en cualquier caso, ningún Vástago parece recordarla en estas noches.

El dominio persa
El Imperio de los persas sasánidas tomó el control del Golfo Pérsico en el año 224, y Catar adquirió una renovada importancia con el nuevo dominio, convirtiéndose en una zona de comercio de dos productos de lujo: perlas y tinte púrpura. El lugar era conocido con el nombre sirio de “Beth Qatraye” (región de los cataríes), o la variante de “Beth Catara”. Sin embargo, este nombre no se limitaba a la península, sino que también incluía Baréin, la isla Tarut, Al-Khatt y Al-Hasa. El gobernador persa de la zona tenía su sede en Murwab.
El gobierno sasánida no fue pacífico, y con frecuencia los persas tuvieron que enfrentarse o negociar con los reinos árabes de la zona, como los lájmidas y los gasánidas, que en ocasiones gobernaban varias zonas de Arabia en nombre del Imperio persa, y en otras, rechazaban su mandato.
El dominio de los sasánidas también trajo el cristianismo a la zona, a través de la varios cristianos de Mesopotamia de tradición siria. Durante esta época se construyeron varios monasterios en Catar y se fundaron nuevos asentamientos. A mediados del siglo VII se formó la diócesis de Beth Qatraye, de corta duración, aunque durante la mayor parte del período los cristianos cataríes dependían del arzobispo metropolitano de Fars.
En el año 628 el profeta Mahoma envió a Al-Ala’a Al-Hadrami a Munzir ibn Sawa Al Tamimi, gobernante persa de Arabia Oriental, para solicitarle que él y su pueblo aceptaran el Islam. Munzir aceptó la petición y la mayoría de las tribus cataríes se convirtieron. Después de adoptar el Islam, los árabes emprendieron la conquista de Persia y provocaron la caída del Imperio Sasánida.
No todos los cataríes aceptaron de inmediato la conversión al Islam. En Beth Qatraye nació Isaac de Nínive, un obispo cristiano del siglo VII, y eruditos cristianos como Dadisho Qatraya, Gabriel de Catar y Ahob de Catar. En el año 674 los obispos de la diócesis de Beth Qatraye, que había sido fundada apenas unas décadas antes, dejaron de asistir a los sínodos, y terminó desapareciendo.

Si bien los cataríes aceptaron voluntariamente el Islam, no ocurrió lo mismo con los Cainitas que habitaban entre ellos. De mediados del siglo VII es otro escrito que se conservaba en la fortaleza de Alamut, y que se conoce por varias copias y el testimonio de eruditos del clan de los Banu Haqim.
Este documento parece indicar que con en compañía de los persas sasánidas en el siglo III llegó a Catar un visir de los Banu Haqim llamado Awal, que se dedicó a controlar el comercio local, Abrazando una progenie. Estos serían en verdad los primeros Cainitas cataríes que se conocen.
Awal y sus chiquillos se enriquecieron con el comercio de perlas y tinte púrpura. Sin embargo había quienes en Alamut desconfiaban de su lealtad. En el siglo VII al-Mundhir, un Banu Haqim de la casta de los guerreros, y uno de los primeros miembros de su clan en convertirse al Islam, visitó a Awal en su refugio en Baréin.
Según los escritos de Alamut, al-Mundhir descubrió horrorizado que Awal había creado un culto de sangre que adoraba a los demonios, y el conflicto fue inevitable. Los guerreros Banu Haqim destruyeron a Awal y a su progenie, derribando sus ídolos sangrientos y acabando con su culto.
Entre los eruditos Banu Haqim hay quienes engloban este conflicto en la guerra entre los Banu Haqim y los Baali de Arabia, “La guerra contra los Reyes Demonio.” Sin embargo, dentro de la casta de los visires de los Banu Haqim hay quienes afirman que Awal no era culpable de infernalismo, sino que simplemente adoraba a los dioses paganos, y que fue acusado falsamente por al-Mundhir para conquistar su dominio y permitir que el Islam se extendiera sin oposición en la zona.
En cualquier caso, Awal y su progenie fueron destruidos, y al-Mundhir tomó su dominio, estableciéndose en la isla de Baréin.

La era del califato y el Islam
Con la llegada al poder de los califas omeyas de Damasco en el siglo VIII, Catar se convirtió en el centro del comercio de perlas en el Golfo Pérsico, así como un lugar de cría de caballos y camellos árabes. La caída de los omeyas no interrumpió el desarrollo de Catar.
Varios asentamientos, incluyendo Murwab, fueron construidos durante el gobierno de los nuevos califas abbasidas. Barcos procedentes de Basora en ruta hacia la India y China se detenían en las puertos de Catar a la ida y a la vuelta de sus viajes, trayendo porcelana de China, monedas africanas, y objetos de lujo de Tailandia. Los habitantes de Catar utilizaron su riqueza para mejorar sus ciudades y construir edificios públicos. Sin embargo, con el declive de los califas de Bagdad, también llegó la decadencia a Catar.
En el año 868 Mohammed ibn Alí, un revolucionario, provocó una revuelta de los habitantes de Bahréin y Catar contra el califato, pero no tuvo éxito y huyó a Basora, donde instigó una nueva rebelión, entre los esclavos y las clases populares.
Un grupo radical de los ismaelitas, conocido como los Cármatas, establecieron una república utópica en el este de Arabia en el año 899. Consideraban el peregrinaje a La Meca una superstición y tras tomar el control de Baréin y la costa arábiga del Golfo Pérsico, lanzaron incursiones contra las rutas de peregrinaje en Arabia. En el año 906 emboscaron a una caravana de peregrinos que regresaban de La Meca y masacraron a unas 20.000 personas. Sin embargo, a pesar de esta demostración de fuerza, en cuestión de décadas el reino cármata de Baréin se colapsó, y los cármatas fueron perseguidos o se integraron en otras facciones religiosas como los fatimitas.
El gobierno de los cármatas fue sucedido en Baréin en el año 1077 por los uyuníes, una dinastía árabe fundada por Abdullah bin Alí Al Uyuni, y de lealtades confusas entre musulmanes sunnitas y chiítas. Los uyuníes fue ayudados por los selyúcidas de Bagdad en la persecución de los radicales cármatas.
Los usfuríes, que habían sido aliados de los cármatas, los traicionaron para aliarse con los uyuníes. Sin embargo, terminaron traicionándolos a su vez y en el año 1253 Usfur bin Rashid tomó el control de Baréin y gran parte del este de Arabia. Después de siglo y medio de gobierno los usfuríes fueron derrocados por los jarwaníes en 1392, pero su gobierno fue breve, y en 1417 la dinastía de los jabríes, que controlaban la mayor parte del Golfo Pérsico, con presencia tanto en la costa arábiga como en la costa persa.

El Jeque al-Mundhir de Baréin no fue un buen gobernante, descuidando las labores del gobierno para dedicarse a atacar a sus oponentes. Su práctica ocasional de la diablerie no le generó muchas simpatías, y otros Ashirra unieron fuerzas contra él. Algunos comerciantes de los clanes Ray’een al-Fen y Al-Mujrim pagaban elevados tributos simplemente para poder comerciar en paz, pero procuraban evitar los manejos de la corte de Baréin.
Sin embargo, no fueron los Ashirra quienes acabaron con el gobierno de al-Mundhir. Un culto de Majnoon, descendientes de la diosa Al-Ussa, instigaron la locura en los corazones de los cármatas, y aprovecharon su revuelta fanática para iniciar su propia revolución contra los Ashirra. El Jeque al-Mundhir intentó hacerles frente, pero fue destruido por una turba enloquecida y hábilmente dirigida por Karmitah (“El de los ojos rojos”), el líder de los Majnoon.
Karmitah y sus seguidores se extendieron como una plaga por Arabia, pastoreando a los fanáticos cármatas como si fueran un rebaño. Los Ashirra afirman que dirigieron a los radicales para que saquearan La Meca y rompieran la Kaaba sagrada, y los Majnoon se dieron un festín con la sangre de los peregrinos y creyentes. Los Ashirra estaban horrorizados y desesperados.
Tariq al-Hajj, un devoto Mutasharid, y sus seguidores Ashirra, emprendieron la persecución de Karmitah y los Majnoon cármatas, pero antes de que los Ashirra pudieran capturarle, los propios mortales les dieron caza hasta su refugio en el oasis de Al-Ahsa. Karmitah desapareció, y muchos de sus seguidores, mortales y no muertos, fueron destruidos bajo el fuego y la luz del sol. La Piedra Negra de la Kaaba fue recuperada y devuelta a su emplazamiento.
Tras “La Guerra de los Ojos Rojos,” muchos Ashirra habían sido destruidos o habían huido de los asentamientos del Golfo Pérsico. Varios Ashirra de los clanes Banu Haqim, Ray’een al-Fen, y Al-Mujrim comenzaron a regresar poco a poco a las rutas comerciales de la zona, ayudando en la reconstrucción, y al mismo tiempo compitiendo entre sí, apoyando a distintos gobernantes entre las dinastías árabes locales.

Entre portugueses y otomanos
En el siglo XVI los exploradores portugueses habían llegado al Golfo Pérsico, y en 1521 conquistaron la isla de Baréin y la península de Catar, extendiéndose y construyendo una serie de fuertes y fortificaciones a lo largo de la costa arábiga. Su objetivo era crear una red comercial en Arabia, que durante esta época exportaba oro, plata, seda, clavo, ámbar, caballos y perlas. Sin embargo, la población local terminó rebelándose contra la presencia de los europeos y se sometió a la autoridad de los turcos otomanos para protegerse de nuevos ataques. La presencia portuguesa sería expulsada por completo en 1602, y los otomanos vieron poca necesidad en mantener su presencia militar.
En el año 1670 la tribu árabe Bani Khalid, dirigida por Barrak ibn Ghurayr, expulsó a los otomanos y tomó el control de Catar y la zona circundante, dominando la costa y los desiertos. Una vez proclamado emir, ibn Ghurayr situó la capital de su reino en Al-Mubarraz. Los Bani Khalid extendieron su influencia sobre otras tribus de la región del Najd, pero su expansión terminó enfrentándolos a los Al Saud. En 1763 los saudíes, dirigidos por Abdulaziz bin Muhammad atacaron el emirato Bani Khalid y consiguieron derrocar al emir en 1789.

La llegada de los portugueses fue acompañada por varios vampiros que se dedicaban a la piratería. Un grupo de exploradores del clan Lasombra llegó al Golfo Pérsico y comenzó a atacar los dominios costeros. Varios Ashirra locales resultaron destruidos, entre ellos el Jeque de Baréin, Abu Sakhr de los Ray’een al-Fen. La llamada “guerra de las sombras” se prolongó durante varias décadas, y los Ashirra de la zona recurrieron a sus compañeros de otros lugares.
Khalid ibn Sahl del clan Mushakis y Abdul Rahman de los El Hijazi dirigieron una ofensiva contra los invasores Lasombra. La guerra se prolongó durante décadas, pero finalmente los Lasombra fueron expulsados o destruidos. Una vez terminado el conflicto, Khalid y Abdul Rahman llegaron a un acuerdo. La isla de Baréin quedó en manos de un descendiente de Abdul Rahman, mientras que los descendientes de Khalid se instalaban en Catar y la costa circundante.
La cooperación de los dos linajes se mantuvo varias décadas, y el dominio local prosperó a través del comercio. Se formó un Consejo de las Perlas, en el que estaban representados todos los Jeques locales de la costa oriental de Arabia, pero poco a poco los El Hijazi fueron alcanzando supremacía sobre los demás clanes, arrebatando influencia a los Banu Haqim y los Ray’een al-Fen, que tradicionalmente habían sido los linajes más influyentes en la zona.

El dominio de Baréin
Después de la derrota de la familia Bani Khalid en 1795, los saudíes fueron atacados en dos frentes. Los otomanos y egipcios atacaron en el oeste de Arabia, mientras la familia Al-Khalifa de Baréin y los omaníes atacaban Arabia desde el este. En Catar los saudíes se aliaron con la tribu Al Jalahmah para enfrentarse con sus enemigos en el este.
Después de derrotar a los egipcios en el oeste en 1811, el emir saudí redujo sus fortalezas en la costa oriental de Arabia para redistribuir sus tropas. El jeque Said de Mascate aprovechó la oportunidad y atacó los territorios saudíes. Varias fortalezas fueron destruidas, y los Al-Khalifa, que habían perdido Baréin, consiguieron recuperar el poder.
En este momento los británicos, que deseaban asegurar las rutas comerciales para la Compañía de las Indias Orientales e imponer su propio orden, alcanzaron una serie de acuerdos con los jeques árabes de la costa oriental en 1820 (La Tregua de la Costa). El tratado reconocía la autoridad británica en la zona y perseguía acabar con la piratería y el comercio de esclavos. Baréin formó parte del tratado, y se asumió que Catar, dependiente de Baréin, también formaba parte.
En esta época Catar seguía siendo el principal centro de producción y comercio de perlas del Golfo Pérsico. Las principales ciudades cataríes se encontraban en la costa oriental, siendo Al Huwaila Fuwayrit, Al Bidda y Doha. La población consistía en tribus árabes nómadas y asentadas, así como una importante presencia de esclavos traídos del este de África. Como castigo por la presencia de piratas en Doha, la Compañía de las Indias Orientales bombardeó la ciudad, arrasándola y forzando a sus habitantes a huir.
Tras la expulsión de los Banu Khalid, no había una autoridad central en Catar, y el territorio era gobernado por los jeques locales, dependientes de Baréin. Sin embargo, en 1828, el asesinato de un jeque procedente de Baréin, provocó el arresto del asesino catarí, y en consecuencia una revuelta de los cataríes, que fue aplastada por el gobierno de Baréin. La presencia bareiní se incrementó en la zona.
En las décadas siguientes las tribus cataríes se enfrentarían en una serie de escaramuzas contra la autoridad de los jeques de Baréin, negándose a pagar tributo, y asesinando a funcionarios y gobernadores locales. En 1847 el ejército de Baréin derrotó a Abdullah bin Ahmed Al Khalifa, quien se había aliado con los cataríes para derrocar al jeque de Baréin, su pariente Mohammed bin Khalifa. Después de la derrota, la ciudad catarí de Al Bidda fue arrasada, y sus habitantes trasladados a Baréin.
En 1851 Faisal bin Turki, un emir de Najd, intentó la invasión de Baréin, formando una alianza con varios jeques árabes, entre ellos Mohammed bin Thani. Los árabes saudíes invadieron Catar, y el jeque de Baréin recurrió a los británicos para detener el avance de Faisal y sus aliados. La intervención británica terminó la guerra y se alcanzó la paz. El jeque de Baréin aceptó pagar una indemnización a cambio de la devolución de las plazas ocupadas y la ruptura de la alianza entre los saudíes y los cataríes.

En el siglo XVIII el dominio de Khalid ibn Sahl y los Mushakis en la costa oriental de Arabia comenzó a declinar, ante el avance de los El Hijazi, que introdujeron su influencia en el comercio del Golfo Pérsico, no siempre de forma directa. Los Jeques Mushakis, más vinculados a las tribus nómadas, fueron en ocasiones depuestos pacíficamente, pero cuando el Jeque Nasr Al-Khalifa, de los El Hijazi, obtuvo el dominio de Baréin, comenzaron las hostilidades. Los Mushakis, bastante numerosos en Catar, se negaron a aceptar la autoridad del Jeque de Baréin, y abandonaron el Consejo de las Perlas, donde se encontraban en minoría, y que en la práctica se había convertido en un herramienta en manos de los El Hijazi.
Khalid ibn Sahl por parte de los Mushakis, y Abdul Al-Rahman por parte de los El Hijazi se reunieron, pero no fue posible alcanzar un acuerdo. Mientras ambas partes habían respetado sus áreas de influencia en el oeste y el este de Arabia, la cooperación había sido habitual. Abdul Al-Rahman señaló que la llegada de la Camarilla y sus agentes entre las potencias europeas debía ser contrarrestada creando un reino unido y fuerte en Arabia, o los pequeños emiratos de la costa arábiga terminarían quedando bajo la protección de los europeos.
Khalid ibn Sahl rechazó la propuesta de Abdul Al-Rahman, en gran parte porque eso significaba reconocer el predominio de los El Hijazi, que en esta época estaban formando una alianza con los antiguos al-Hajj de La Meca y los Wah Sheen nómadas de Arabia. Khalid sabía que el Islam había atravesado momentos de fragmentación y de crisis, pero no quería que el poder entre los Ashirra quedase concentrado en manos de los El Hijazi.
A principios del XIX, los Mushakis de Arabia, dirigidos por Khalid ibn Sahl y sus descendientes, formaron su propia alianza con los Banu Haqim y los Ray’een al-Fen del Golfo Pérsico frente a los El Hijazi y sus aliados. Aunque no consiguieron una victoria completa, sí consiguieron mantener su influencia entre varias tribus y emiratos de la zona. Catar se convirtió en el principal punto de enfrentamiento entre ambas facciones.
Fue durante esta época cuando Farad Al-Thani fue Abrazado por uno de los chiquillos de Khalid ibn Sahl, y pronto se convirtió en el principal líder de los Mushakis cataríes.

La guerra entre Baréin y Catar
A pesar del acuerdo de paz, Faisal bin Turki no rompió su alianza con los opositores al jeque Mohammed bin Khalifa de Baréin, proporcionándoles refugio. En consecuencia, los bareiníes trataron de expulsar a los partidarios de los saudíes imponiendo un bloqueo económico sobre Catar, deteniendo el comercio de perlas. En esta ocasión los británicos mediaron entre ambas partes para alcanzar un acuerdo de paz. Sin embargo, las hostilidades estallaron de nuevo en 1859, y en 1862 el jeque de Baréin consiguió un acuerdo con los británicos para que protegieran y reconocieran Catar como una dependencia de Baréin. Los partidarios de los saudíes fueron expulsados o arrestados.
En junio de 1867, Mohammed bin Thani, gobernador de Catar, exigió la liberación de un beduino que había sido deportado a Baréin, y el jeque Mohammed Al Khalifa terminó aceptando, pero las negociaciones de paz se detuvieron cuando el negociador de Catar fue arrestado, y el jeque de Baréin envió barcos y tropas para castigar a los cataríes. Dos ciudades cataríes fueron saqueadas, arrasadas, y sus habitantes deportados.
En represalia, al año siguiente, las tribus cataríes se alzaron contra la autoridad de Baréin, hundiendo numerosos barcos y matando a más de 1.000 bareiníes. El jeque de Baréin aceptó un intercambio de prisioneros.
El coronel británico Lewis Pelly impuso una tregua en 1868. El acuerdo de paz entre ambas partes reconocía la distinción entre Baréin y Catar, así como la autoridad de Mohammed bin Thani como representante de las tribus cataríes.

En principio el Jeque Nasr Al-Khalifa de Baréin se mostró generoso con los Mushakis de Catar, y a pesar de las tensiones entre los mortales, las relaciones entre los Ashirra de la zona eran bastante fluidas. A pesar de las acusaciones de El Hijazi y Mushakis de haber provocado la guerra entre Baréin y Catar para apoderarse de los dominios de la costa oriental arábiga, lo cierto es que los Ashirra se vieron arrastrados por las hostilidades de los mortales. El Jeque Nasr trató de influir en el jeque mortal de Baréin para que liberara a los prisioneros cataríes y mantener la paz, y de la misma forma Farad Al Thani trató de evitar la revuelta de las tribus cataríes.
La actitud y las hostilidades de los mortales arrastraron a los Ashirra a la guerra. Cuando las ciudades cataríes fueron arrasados por el ejército de Baréin, dos Mushakis fueron destruidos, entre ellos el sire de Farad Al-Thani, aunque no había ninguna evidencia de su participación en la revuelta. Los Mushakis acusaron a los El Hijazi y al Jeque de Baréin de tratar de eliminar su presencia de la costa arábiga. Es posible que alguien fomentara las hostilidades, simplemente para que los Ashirra cataríes tuvieran una excusa para unirse y rechazar la autoridad del Jeque de Baréin.
En respuesta, Farad Al Thani se autoproclamó Jeque de Catar en 1868, rechazando la autoridad del Jeque Nasr de Baréin, y expulsando a los pocos El Hijazi cataríes, aunque prohibió que se les causara ningún daño. Hubo algunas escaramuzas, y también intentos de recuperar la paz, pero el nuevo Jeque Farad no estaba dispuesto a someterse de nuevo a la autoridad del Jeque de Baréin.
De esta forma, los Ashirra cataríes remontan la historia moderna de su dominio a 1868. En esta época Catar estaba habitado por el Jeque Farad y sus partidarios, en gran parte un puñado de Mushakis y Ray’een al-Fen. También tenía aliados entre los Banu Haqim y otros linajes locales. Bajo la autoridad del Jeque catarí había dos visires: Bisr de los Banu Haqim y Saad, de los Ray’een al Fen.

El dominio otomano
Los otomanos extendieron de nuevo su influencia sobre el este de Arabia en 1871. Después de establecerse en la costa de Al-Hasa, dirigieron su atención hacia Catar. Abdullah II Al-Sabah de Kuwait fue enviado a la zona para asegurar la llegada del ejército otomano. Mohammed Al Thani aceptó la autoridad otomana, así como otros líderes cataríes locales.
Los británicos consideraron que sus intereses en el Golfo Pérsico estaban en juego, y enviaron un barco armado a Catar, encontrándose con la presencia de varios soldados otomanos. El Imperio Otomano creó la provincia del Najd en Arabia y Jassin bin Mohammed Al Thani fue nombrado kaymakan (vicegobernador) de Catar. La mayoría de los líderes cataríes mantuvieron sus posiciones con el nuevo gobierno.
El jeque de Baréin reaccionó negativamente a la presencia otomana, pues los británicos acusaron falsamente a los otomanos de interferir en territorio bareiní. El jeque reiteró su soberanía en su territorio y las tribus vasallas, pero los británicos le aconsejaron que no interviniera en Catar.
A pesar de la oposición de muchas tribus cataríes, Jassin Al Thani continuó mostrando su apoyo a los otomanos, pero las relaciones se deterioraron cuando los otomanos se negaron a apoyar a Jassin en su conflicto con Abu Dhabi en 1882. Además, los otomanos apoyaron a Mohammed bin Abdul Wahal en su intento de su derrocar a Jassin Al Thani en 1888.
En 1893 Mehmed Hafiz Pachá llegó a Catar en nombre de los otomanos para recaudar tributos sin pagar y proponer reformas a Jassin Al Thani, exigiendo que disolviera su ejército y renovara su lealtad. Sin embargo, Jassin Al Thani temía ser arrestado o asesinado, y se negó a aceptar la autoridad otomana. En respuesta, Mehmed Hafiz ordenó la prisión de Ahmed, el hermano de Jassin, así como varios líderes de las tribus cataríes. A continuación envió tropas otomanas para detener a Jassin.
Los cataríes se alzaron en armas, causando elevadas bajas a las tropas otomanas, y derrotándolas. Los otomanos aceptaron liberar a los cautivos cataríes a cambio de permitir la retirada de Mehmed Hafiz. Aunque Catar no consiguió la independencia completa de los otomanos, Catar adquirió cada vez mayor autonomía dentro del imperio, terminando con la retirada otomana en 1915.
En 1913 Abdullah bin Jassin Al Thani sucedió a su padre en el poder y se convirtió en el nuevo jeque de la península de Catar, contando con un ejército de 2.000 hombres, además del apoyo de la mayoría de las tribus cataríes.

El Jeque El Hijazi de Baréin se convirtió en el principal rival del nuevo Jeque de Catar. Durante esta época, el antiguo Khalid ibn Sahl de los Mushakis entró en letargo, y los El Hijazi aprovecharon la ocasión para reducir la influencia de su linaje en la península arábiga. A través de la influencia otomana, trataron de someter a los Jeques cataríes, o por lo menos tratar de reducir la importancia de Catar en el Golfo Pérsico.
El Jeque Farad Al Thani aceptó el desafío. En su ascenso al poder, los El Hijazi otomanos habían conseguido la animadversión de otros linajes Ashirra, de modo que Farad se apoyó en los rivales de los El Hijazi para consolidar su propio poder. Sus aliados Ray’een al-Fen le proporcionaron recursos a través del comercio del Golfo Pérsico, mientras que los Banu Haqim le prestaron poder militar. La influencia de los Mushakis sobre las tribus árabes en esta época no era nada desdeñable, a pesar de encontrarse en declive, frente al ascenso de los Wah’ Sheen entre los nómadas del desierto.
De esta manera mientras los dominios de los Mushakis y otros clanes eran conquistados por los El Hijazi y sus aliados, o simplemente eran ignorados y aislados de forma que su importancia se reducía, Catar consiguió mantener su autonomía y prosperar.
Para consolidar su dominio Farad también Abrazó una progenie, entre ellos varios diplomáticos, que durante esta época entraron en conversaciones con la Camarilla. Aunque a los Ashirra más conservadores les desagradaban estos tratos, Farad supo ver que la expansión británica en el Golfo Pérsico era imparable, y que entre otomanos y británicos, Catar tenía la oportunidad de prosperar si sabía jugar bien sus cartas.
En 1895 llegó invitado a Catar Duncan Hill, un arconte del clan Gangrel y embajador de la Camarilla de Londres. El primer contacto fue muy cortés, y la corte del jeque Farad estuvo presente. Varios guardaespaldas del clan Banu Haqim se ocuparon de la seguridad del evento e impidieron cualquier intento de que el encuentro fuese boicoteado.

El protectorado británico
Los otomanos renunciaron oficialmente a la soberanía sobre Catar en 1913, retirándose dos años después. En 1916 Abdullah Al Thani firmó un tratado con Gran Bretaña, renunciando a su soberanía en asuntos exteriores y otros asuntos a cambio de la protección militar británica frente a amenazas externas. Por el tratado también se suprimía la esclavitud, la piratería, y el tráfico de armas, aunque los británicos no se mostraron muy estrictos a la hora de aplicar esos acuerdos.
A pesar de la nueva protección británica, la posición del jeque Abdullah Al Thani era insegura. Varias tribus se negaron a pagar tributo; miembros descontentos de la familia Al Thani intrigaban contra él, y los jeques de Baréin y Arabia mostraban su oposición. El jeque Abdullah pidió a los británicos apoyo militar, armas, y préstamos, pero los británicos se mostraron reticentes a involucrarse en la política catarí hasta el hallazgo de yacimientos petrolíferos en la zona, comenzando una intensa competición por las concesiones de explotación.
El primer movimiento se produjo en 1922, cuando Sir Percy Cox separó Catar de las concesiones petrolíferas en Arabia. Finalmente en 1935 Abdullah Al Thani firmó un acuerdo con representantes anglo-persas para la explotación del petróleo en su territorio a cambio de un pago anual. Baréin, que también se había involucrado en la explotación del petróleo, reclamó las islas Hawar entre Catar y Baréin, así como varias plazas donde habitaban tribus vasallas de Baréin. Sin embargo, los representantes británicos intervinieron para evitar la guerra, cediendo las islas a Baréin, y las plazas en tierra firme a Catar. El jeque de Baréin reaccionó con un embargo económico a Catar.
La explotación petrolífera catarí a gran escala comenzó en 1938, pero poco tiempo después estalló la Segunda Guerra Mundial y la producción se detuvo durante varios años. La escasez de suministros debido al bloqueo de la guerra causó un período de crisis económica en Catar, y muchos cataríes emigraron a otros países del Golfo Pérsico. El jeque Abdullah Al Thani se endeudó, y preparó a su hijo Hamad para que le sucediera en el trono. Sin embargo, la muerte inesperada de Hamad, provocó una crisis familiar entre otros posibles sucesores.
La explotación petrolífera se reanudó en 1949. Los ingresos del petróleo transformaron la economía y la sociedad de Catar pero también provocaron varias disputas. Varios miembros de la familia Al Thani amenazaron al jeque Abdullah si no recibían parte de los beneficios. Asediado, el jeque recurrió a los británicos, abdicando en 1949 a cambio del apoyo a su hijo Alí Al Thani como sucesor.
Bajo la tutela británica se desarrollaron estructuras de gobierno y servicios públicos. Al principio, el jeque Alí se mostró reticente a compartir el poder con una burocracia dirigida por extranjeros. Sin embargo, las dificultades financieras de Alí y su incapacidad para detener las huelgas de los trabajadores del petróleo y la ambición de otros miembros de su familia, lo llevó a aceptar el consejo británico.
Durante la década de 1950 se produjeron numerosas protestas contra los británicos y la familia real catarí, apoyadas por los nacionalistas árabes anticolonialistas. Paralelamente se desarrollaron servicios como la construcción de líneas telefónicas, plantas desalinizadoras, puertos, almacenes y aeropuertos. Los jeques cataríes también recibieron tierras y posiciones en el gobierno. Sin embargo, el modo de vida extravagante del jeque Alí Al Thani provocó el descontento entre los cataríes que no pertenecían a la familia Al Thani, y también entre otras ramas de la familia que deseaban más privilegios.
Sucumbiendo a la presión familiar y a razones de salud, Alí Al Thani abdicó en 1960 en su hijo Ahmad Al Thani. Uno de los primeros actos del nuevo jeque fue incrementar las pensiones de los jeques, a costa de proyectos de desarrollo y servicios sociales. Todos los varones de la familia Al Thani también recibieron posiciones en el gobierno. El descontento entre los trabajadores del petróleo y los jeques disidentes se manifestó en la formación del Frente de Unidad Nacional, tras la muerte de varios manifestantes.
En respuesta, el jeque Ahmad ordenó la detención de varios miembros del Frente de Unidad Nacional, aunque el gobierno también acordó varias reformas para frenar el descontento, ofreciendo tierras y préstamos a los granjeros pobres, priorizando la contratación de trabajadores cataríes y elecciones municipales. También se iniciaron esfuerzos para diversificar la economía de Catar, con fábricas de cemento, empresas pesqueras, y agricultura a pequeña escala. Consejeros británicos y egipcios ayudaron a organizar los departamentos del gobierno y la burocracia.

A medida que Catar se modernizaba, el Jeque Farad comenzó a crear una progenie que le ayudara a dirigir el país y adaptarse a los cambios, reservando para sí la influencia sobre los Al Thani, la familia real catarí, procurando controlar a los elementos más díscolos, y asignando a los más prometedores a puestos de confianza o convirtiéndolos en ghouls. Para Farad, el gobierno de su dominio era similar a dirigir una de las tribus y clanes familiares, pero el paso del tiempo le mostró que era mucho más complejo.
El Jeque procuro arbitrar la influencia de sus descendientes, lo cual no siempre era fácil. Al mismo tiempo, sus consejeros Banu Haqim y Ray’een al-Fen se encargaban de la seguridad y del cultivo de las riquezas del país. El visir Saad, de los Ray’een al-Fen, en especial, se dio cuenta del potencial de los recursos petrolíferos del país, y supo desviar los beneficios en favor de su clan y del conjunto de los Ashirra.
El visir Bisr de los Banu Haqim se dedicó a vigilar las fronteras del país, acabando con los ocasionales espías de Baréin o transmitiendo desinformación. También dedicó su atención a la creciente marea de inmigrantes que llegaban del Golfo Pérsico a Catar en busca de fortuna, y en especial a los vampiros que trataban de llegar clandestinamente. Algunos fueron cortésmente rechazados, pero otros, en especial los que trataban de permanecer ocultos, eran destruidos.
En el año 1959 se descubrió que los Walid Set habían conseguido construir un templo escondido en Catar. El visir Bisr advirtió al Jeque Farad, y éste dio su aprobación para acabar con aquel nido de Serpientes. Como represalia, uno de los chiquillos del Jeque fue asesinado al año siguiente, durante un viaje a Egipto, y el Walid Set se aseguró de que se supiera que las Serpientes habían sido las responsables.
El asesinato de su chiquillo llevó al Jeque Farad a dar un giro conservador a su gobierno. Varios vampiros ajenos a los Ashirra fueron expulsados de Catar por orden del Jeque, y otros resultaron destruidos. La progenie del Jeque recibió orden de permanecer en el país, y durante años los Ashirra cataríes emprendieron una política de aislacionismo, aunque recibían ocasionales embajadas de otros dominios Ashirra o de la Camarilla.

Los Nueve Emiratos del Golfo Pérsico
En el año 1968 el Reino Unido anunció sus planes de retirar sus efectivos militares al este de Suez en los años siguientes. Debido a la vulnerabilidad y reducido tamaño de los reinos del Golfo Pérsico, los gobernantes de Baréin, Catar, Abu Dhabi, Dubai, y otros propusieron la formación de una federación tras la retirada británica. El gobierno de Catar propuso la formación de una federación de emiratos gobernados por un consejo de nueve gobernantes. En principio, la propuesta fue aprobada, pero surgieron varias discrepancias en torno a la capital, la constitución, y distribución de ministerios.
Los gobernantes terminaron dividiéndose en dos bloques frente a la propuesta inicial, con Catar y Dubai frente a Baréin y Abu Dhabi. Baréin trató de reducir la posición de otros gobernantes en la unión y asumir un papel de liderazgo, buscando además apoyos en sus disputas territoriales con Irán.
En 1969 Zayed Al Nahyan, gobernante de Abu Dhabi, fue nombrado primer presidente, pero inmediatamente hubo un bloqueo sobre la posición del vicepresidente, la defensa de la federación, y si era necesaria una constitución. Poco después se descubrieron los intereses británicos en las negociaciones, y Catar y Ras Al-Khaimah se retiraron por la interferencia extranjera. La federación propuesta se disolvió, a pesar de los esfuerzos de Arabia Saudí, Kuwait, y Gran Bretaña por reanudar las negociaciones.
En 1970 Ahmad Al Thani promulgó una constitución provisional, declarando Catar un estado islámico árabe independiente, con la sharia como su ley básica. Khalifa Al Thani, hermano de Ahmad, fue nombrado primer ministro, y pronto se reunió el primer consejo de ministros cataríes, siendo siete de ellos de la familia Al Thani. La independencia del emirato de Catar fue proclamada oficialmente el 1 de septiembre de 1971. Baréin había proclamado su propia independencia en agosto. Abu Dhabi, Dubai, y otros cinco emiratos formaron los Emiratos Árabes Unidos en 1972.

Durante esta época Abdul Rahman de los El Hijazi había recibido el título de Malak de Arabia, y sus descendientes controlaban dominios por toda la península arábiga, e incluso más allá, recibiendo el título de “Jeques.” En el Golfo Pérsico, algunos Jeques El Hijazi también pertenecían al linaje de Abdul Rahman, extendiendo su influencia y la de su clan.
A medida que se acercaba la independencia de su dominio, el Jeque Farad de Catar era el más poderoso de los Mushakis árabes, rodeado por varios dominios de los El Hijazi, que eran mayoría. Aunque había otros Jeques Mushakis, especialmente entre las tribus nómadas del centro de Arabia, su peso político era escaso.
De la misma forma que los Emiratos Árabes del Golfo Pérsico habían iniciado conversaciones para crear una federación, los Jeques El Hijazi invitaron a los gobernantes Ashirra de la zona a formar una alianza similar. El Jeque Farad asistió a las primeras conversaciones, pero ante la mayoría de los El Hijazi y el requisito de que rompiera sus alianzas con los Vástagos de la Camarilla, Farad no estaba dispuesto a ceder a su soberanía.
Quizás de forma paralela o a través de su influencia sobre la familia real de los Al Thani, Farad consiguió su objetivo de que Catar permaneciera al margen de los Emiratos Árabes Unidos. Irónicamente, su rival, el Jeque Khalifa de Baréin, no pudo impedir que los mortales también decidieran rechazar la federación, a pesar del peso de los El Hijazi bareiníes en su dominio.
De esta manera, Catar mantuvo su independencia, y también su posición tradicional como refugio para los descontentos con el gobierno de los poderosos El Hijazi de Arabia. Sin embargo, el dominio catarí también se convirtió en un refugio para muchos vampiros descontentos con la sociedad tradicional de los Ashirra, entre ellos varios miembros de los clanes Majnoon, Mujrim, y Walid Set. Mientras el jeque de Catar y sus partidarios ejercían su control sobre la élite catarí, quienes se encontraban rechazados por el sistema buscaban su lugar e influencia entre las crecientes masas de inmigrantes atraídos por la prosperidad del emirato de Catar.
Los rápidos cambios y la modernización no eran del agrado del jeque Farad, que por otra parte los aceptaba como inevitables y necesarios para mantener su propio poder. A través de sus relaciones con la familia Al Thani buscó formas de mantener las tradiciones tribales con las que había crecido durante el siglo XIX.