
- He venido con él - dice Isabel, mirando al suelo e ignorando sin querer la mano de Gonçal. Hace un leve gesto con la cabeza señalando al Príncipe, que si bien se encuentra a unos metros, no está muy lejos de su órbita. - Yo no se nada de Llàtzer. Nadie sabe nada de Llàtzer.
La mujer alza los ojos y mira fijamente a Trias como si le viera por primera vez. El hombre al principio ve lo mismo que todo el mundo: un rostro asustado de una mujer bonita, pero con un aspecto tan frágil que pierde todo encanto a cada instante que pasa. Pero en cuestión de segundos esa mirada le captura y un frío terrible se apodera el pecho de Gonçal. Una tristeza infinita, como si alguien se dedicara a tirar uno a uno de todos los hilos de una madeja de dolor que él hubiese ocultado en lo más profundo y poco a poco empezase a tejer un tapiz con ellos.
Apenas dura unos instantes, los breves lapsos antes que Isabel se obligue a parpadear y baja la mirada.
- No quisiera distraerle...-susurra
De pronto se sobresalta, como si algo le hubiese rozado. Observa la sala preocupada, casi aterrorizada, con la mirada histérica mirando los rincones. Pero Gonçal no puede entender qué ocurre ya que ante ellos no ha cambiado nada.
¿O si?

- No es a mi a quien tienes que dorar la píldora, chico -dice Marta, mirando el resto de la sala y prestando atención a medias al chico. Al menos en apariencia, parece como aburrida por la velada, pero Tzu puede darse cuenta que no se le escapa ni un solo detalle de ninguna escena- Hablar conmigo no te va a hacer conseguir el premio que buscas. Me has caído simpático, pero eso no te va a suponer ninguna ventaja. Podría hablar bien de ti a Ignasi, cierto, ¿pero por qué iba a hacerlo? Si fuese otorgando a favores a todos los que me caen en gracia....Madre mía.
Marta de pronto se interrumpe y frunce el ceño, como quien nota que llega a su nariz un olor desagradable y fuerte que le interrumpe una agradable cena. A podrido, a sucio, a desorden. Tzu, por su parte, no nota nada de nada, salvo el agradable aroma de su traje recién sacado de la tintorería.
-Ratas - susurra, aunque sólo puede escucharlo el chino

Níobe, tras unos segundos preguntándose si volver abajo, mira a Santi hablando con Rebecca y Blanca. En su rostro hay duda y preocupación, algo que cualquier humando reconocería como culpabilidad o empatía. Pero los acalla con un parpadeo rápido, como si pudiera silenciar su consciencia sólo apartándola de su mente durante unos instantes.
En vez de impedir que el Malkavian salga con las dos muchachas, se acerca a Julián. Llama a la puerta del balcón, pero no espera a que el mortal responda antes de hablar.
- ¿Se encuentra bien? -pregunta en tono suave, pero bastante imperativo.

- Para no querer llamar la atención ha hecho precisamente todo lo contrario, señor Block. - Eduard habla sin acritud, pero no parece tener ningún problema en decir sus opiniones sin temor a la represalia...por razones obvias- Pero no se preocupe. Es comprensible.
Antes de proseguir, Fenoll mira de reojo a Roxanna, como esperando ver algo en ella, algo que le indique un plan o una idea. Quizás el Príncipe espera ver la mano de cartas de la Toreador o por lo menos llegar a deducir hacia dónde va a mover ese peón. ¿Lo sacrificará como distracción? ¿Lo usará y transformará en Reina? ¿Lo moverá tratando de sacar las mayores bajas posibles al otro y luego lo dejará a su suerte?
Pero de Andic no parece sacar nada, pues la mujer sigue sonriendo con esa máscara de perfección.
- Me dedico al campo más....editorial -dice, deliberadamente ambiguo- Y ocasionalmente a asuntos administrativos. ¿Y usted? - Pero antes que pueda seguir, chasquea los dedos, como recordando algo- ¡Ah! Ya sé dónde le he visto antes. En ese concierto de piano de Rajmáninov en el Palau. Iba usted acompañado del Conseller Puig.....o se llamaba Geli. Ya no lo recuerdo.

Santi sonríe.
Es la sonrisa de un niño cruel que observa el pájaro al que ha arrancado las alas dar saltos, desesperado. La expresión del adolescente caprichoso que se ríe cuando tras amenazar y patalear, consigue que castiguen a un inocente sólo porque se aburría o le caía mal. Es el reflejo de una alegría mezquina de un joven que se cree con el poder de hacer lo que quiera, cuando quiera, sin que los deseos o voluntades de los demás importen en lo más mínimo.
- Bien hecho, señoritas -dice, cogiéndolas ahora de la cintura y empujándolas hasta la puerta- Cuando termine con vosotras sabréis lo que significa estar vivas de verdad
- Ui qué bien guapo -dice una voz detrás de los tres, aguda y estridente- ¿Puedo venir yo también? Tengo el coño algo abandonado, necesita una lengua despierta como la tuya ji ji ji ji ji ji
Unas manos horrendas, de dedos largos y deformes, aparecen en los hombros de Santiago. Como si siempre hubieran estado ahí, pero al mismo tiempo, acabasen de aparecer de la nada. Y esa mano va unida a un cuerpo de mujer que sólo podría ser descrita como "horrenda y vomitivamente....¿sexy?".
Tangerine detiene el paso del Malkavian, apretando suavemente. No necesita imprimir mucha fuerza en las falanges para que se note el crujir suave del cuerpo del joven.

- Es que si no vengo contigo, me da a mi que la fiesta no va a ser completa
Santi se suelta en un gesto brusco de la Nosferatu, pero al hacerlo libera también a las dos mujeres....que pueden aprovechar para quedarse en la sala. O bien seguir con el plan inicial e irse con Santiago.