El Colegio
El colegio Fitzgerald se enguentra en el condado de Wicklow, en Irlanda, al sur de Dublín. Es dificil precisar más su ubicación porque está bastante alejado de cualquier otra parte. Se puede ir andando al pueblo más cercano, y esta lo bastante cerca como para que dejen ir solos a los niños mayores, pero demasiado lejos como para que merezca la pena. Fue fundado hará algo menos de un siglo por una viuda llamada Nora Fitzgerald que había perdido a su marido y a sus hijos en la epidemia de gripe española. Decía que su casa le parecía demasiado grande para ella sola y decidió que se le daría mejor uso como un colegio para los niños de la zona, muchos de los cuales habían perdido a sus padres por la guerra o la enfermedad.
Hoy en día la casa sigue siendo demasiado grande, incluso para los más de cien alumnos que van todos los días. Cuando se fundó era casi el unico colegio de la zona, por lo que había más del triple de alumnos, separando a las chicas en el ala norte y a los chicos en el ala sur. Pero conforme fueron pasando las decadas y se iban abriendo más colegios en cada pueblo, se fué quedando sin alumnos. Hoy apenas alcanzan veinte alumnos en cada clase, y hay montones de pasillos y habitaciones cerradas, entre otras todo el ala norte.
El edificio está en bastante buen estado para los años que tiene, aunque algunas clases, sobretodo las que no eran habitaciones originales en la casa sino que se construyeron al convertirla en un colegio son algo frías en invierno. A pesar de ello la forma de crujir del suelo de los pasillos, el desgaste de muchos muebles, o los líquenes que crecen en los muros de piedra dan testimonio de que la casa ya era vieja antes de hacerse colegio. Algunas de las zonas en deshuso nunca se han vuelto a pintar, por lo que podría decirse que conservan la pintura original si realmente quedase algo de esta. En conjunto, el colegio parece una casa encantada, sobretodo por la noche, según los pocos alumnos que se quedan a dormir en él. Algunos de los profesores afirman haber visto a los fantasmas del marido y los hijos de Nora Fitzgerald rondando por las zonas cerradas del colegio, como advertencia para que los alumnos no intenten colarse en ellas.
El recinto exterior del colegio no está vallado. Mas allá del patio y de la pista de deporte directamente hay prado. Mas de un padre ha expresado alguna vez su preocupación por esto, y porque el colegio esté bastante cerca de un bosque, pero los profesores aseguran que ningún niño podría alejarse lo suficiente sin que los profesores lo vieran y pudiesen alcanzarle antes de que se metiera entre los árboles. Pero lo cierto es que aunque lo hiciera, no tendrían demasiados problemas para encontrarlo, puesto que muchos de los profesores y algunos alumnos se conocen bien el bosque. De hecho, los internos van muchas veces, y aunque siempre entran acompañados de algún cuidador, nunca ponen objeciones a que se dediquen a explorar por su cuenta mientras no vayan solos y "no se alejen mucho". Así los niños pueden divertirse buscando leprechauns y encontrando anillos de hadas, los cuales nunca deben pisarse, puesto que hacerlo las enfadaría y según la señora O'Neill, lo último que le haría falta al colegio es que un puñado de criaturas mágicas aparecieran en su despacho quejandose del mal comportamiento de sus alumnos.
Pero un puñado de quejas formales serían el menor de sus problemas si una criatura enfadada decidiese aparecer en el colegio.