[Escenario] Ewarë: El Reino Encantado de la Amazonia
Publicado: 21 Abr 2021, 22:12
https://medium.com/brasil-in-the-darkne ... 575d0abc13
Ilustración de Alyne Lyonel EWARË, EL “REINO” ENCANTADO DE LA AMAZONIA
Una visión alternativa para los Gallain amazónicos en Changeling: El Ensueño.
Por Porakê Martins, Alex Pina, Aredze Xukurú, Eros Rosado, Jessele Damasceno y Kynni Kayode.
En los comienzos del mundo, Boiaçu fue la encargada de moldear y poblar la tierra con todo tipo de plantas y animales. Estaba feliz con su trabajo y, de los sueños de las plantas, de los animales y de la propia tierra, surgieron los espíritus. Boiaçu se mostró satisfecha con su creación durante eras, hasta que llegaron los primeros humanos, los ancestros de los pueblos indígenas.
De inmediato, para evitar confusión, Boiaçu separó todo lo que había creado, dividiendo la Superficie, el Mundo del Otoño; del Fondo, el Ensueño y otros Reinos del más allá, esperando la llegada de las extrañas criaturas que eran los humanos.
El origen de los Umuanas, los Antiguos, se remonta a aquellos días. Ellos surgieron de los sueños de la tierra, y Boiaçu les permitió permanecer en la Superficie, vinculados a los elementos de la naturaleza como restos de los primeros días, cuando todavía no existía la Línea del Agua para separar las cosas.
Al principio, a Boiaçu no le gustaron nada los humanos. Eran ruidosos, maleducados e insistían en cambiar las cosas que ella había creado. Derribaban las árboles, encendían fuego en la selva, desviaban el cuero de los igarapés y excavaban la tierra. Eso irritaba a Boiaçu. Entonces, furiosa, creo los Panemas, a partir de los miedos y pesadillas de los primeros humanos, para alimentar el terror en sus corazones y expulsarlos de sus dominios.
Pero no eran tontos, y se dieron cuenta de que no podrían quedarse en esas tierras sin las bendiciones de Boiaçu. Entonces suplicaron su clemencia, lloraron e hicieron resonar canciones pidiendo perdón y guía. Boiaçu escuchó su petición, pues en el fondo de su corazón no era sorda al sufrimiento de los demás.
Así se creó el Pacto, por el que los humanos podrían permanecer si respetaban la creación de Boiaçu. Sólo entonces, Boiaçu nos creó, seres creados no sólo de los miedos y pesadillas de los humanos, sino también de sus sueños y deseos más elevados, para inspirar, guiar, y también castigar a quienes violaran los términos del Pacto.
Este acuerdo sólo duró unas eras, y de nuevo Boiaçu estaba contenta y satisfecha con lo que había hecho. Hasta el día en que los forasteros llegaron a nuestras playas. Ellos no estaban interesados en honrar ningún pacto. La verdad es que parecían mucho más dispuestos a aniquilar hasta a los humanos que habitaban aquí. Y trajeron consigo una marea de Banalidad. Y, bien, si eres humano y no tienes respeto ni siquiera por otros humanos como tú, ¿qué se puede esperar de ti en relación a cualquier otra cosa?
La locura y la arrogancia de esta nueva oleada de humanos fue demasiado incluso para la paciencia de Boiaçu. Y en esta ocasión parece simplemente haberle dado la espalda a la humanidad, retirándose a las profundidades del Fondo, esperando días menos tristes.
Sin embargo, antes de marcharse para siempre, escuchó el clamor de quienes entre nosotros habíamos decidido mantener nuestra misión, revelando a Cobra Norato y a María Caninana los secreto de la Senda del Changeling. Ella todavía sigue acudiendo si la llamas de la forma correcta, pero siempre acude a su manera, a su debido tiempo. Boiaçu es amorosa como una madre y misteriosa como el amor, aunque su ira sea la cosa más terrible que se puede contemplar.
Los Taiguaras son quienes rechazaron la Senda del Changeling y por eso fueron exiliados, o se exiliaron por decisión propia, en el Fondo. De vez en cuando visitan la Superficie para ocupar de sus asuntos, y se llaman a sí mismos los “Libres”, por no estar presos en la Superficie o a cuerpos mortales.
Y nosotros, hermano, los Pueblos Caapua de Ewarë, los Nanatüs, como se decía antiguamente, somos los que decidieron continuar la misión que nos fue confiada por Boiaçu, compartiendo el destino de la humanidad, por deber, amor, fatalismo, desesperación o tozudez. Porque así es la naturaleza de los sueños y los soñadores.
-Ubirata, Mapinguari Gruñón del Gran Consejo de Ewarë.
Ilustración de Alyne Lyonel EWARË, EL “REINO” ENCANTADO DE LA AMAZONIA
Una visión alternativa para los Gallain amazónicos en Changeling: El Ensueño.
Por Porakê Martins, Alex Pina, Aredze Xukurú, Eros Rosado, Jessele Damasceno y Kynni Kayode.
En los comienzos del mundo, Boiaçu fue la encargada de moldear y poblar la tierra con todo tipo de plantas y animales. Estaba feliz con su trabajo y, de los sueños de las plantas, de los animales y de la propia tierra, surgieron los espíritus. Boiaçu se mostró satisfecha con su creación durante eras, hasta que llegaron los primeros humanos, los ancestros de los pueblos indígenas.
De inmediato, para evitar confusión, Boiaçu separó todo lo que había creado, dividiendo la Superficie, el Mundo del Otoño; del Fondo, el Ensueño y otros Reinos del más allá, esperando la llegada de las extrañas criaturas que eran los humanos.
El origen de los Umuanas, los Antiguos, se remonta a aquellos días. Ellos surgieron de los sueños de la tierra, y Boiaçu les permitió permanecer en la Superficie, vinculados a los elementos de la naturaleza como restos de los primeros días, cuando todavía no existía la Línea del Agua para separar las cosas.
Al principio, a Boiaçu no le gustaron nada los humanos. Eran ruidosos, maleducados e insistían en cambiar las cosas que ella había creado. Derribaban las árboles, encendían fuego en la selva, desviaban el cuero de los igarapés y excavaban la tierra. Eso irritaba a Boiaçu. Entonces, furiosa, creo los Panemas, a partir de los miedos y pesadillas de los primeros humanos, para alimentar el terror en sus corazones y expulsarlos de sus dominios.
Pero no eran tontos, y se dieron cuenta de que no podrían quedarse en esas tierras sin las bendiciones de Boiaçu. Entonces suplicaron su clemencia, lloraron e hicieron resonar canciones pidiendo perdón y guía. Boiaçu escuchó su petición, pues en el fondo de su corazón no era sorda al sufrimiento de los demás.
Así se creó el Pacto, por el que los humanos podrían permanecer si respetaban la creación de Boiaçu. Sólo entonces, Boiaçu nos creó, seres creados no sólo de los miedos y pesadillas de los humanos, sino también de sus sueños y deseos más elevados, para inspirar, guiar, y también castigar a quienes violaran los términos del Pacto.
Este acuerdo sólo duró unas eras, y de nuevo Boiaçu estaba contenta y satisfecha con lo que había hecho. Hasta el día en que los forasteros llegaron a nuestras playas. Ellos no estaban interesados en honrar ningún pacto. La verdad es que parecían mucho más dispuestos a aniquilar hasta a los humanos que habitaban aquí. Y trajeron consigo una marea de Banalidad. Y, bien, si eres humano y no tienes respeto ni siquiera por otros humanos como tú, ¿qué se puede esperar de ti en relación a cualquier otra cosa?
La locura y la arrogancia de esta nueva oleada de humanos fue demasiado incluso para la paciencia de Boiaçu. Y en esta ocasión parece simplemente haberle dado la espalda a la humanidad, retirándose a las profundidades del Fondo, esperando días menos tristes.
Sin embargo, antes de marcharse para siempre, escuchó el clamor de quienes entre nosotros habíamos decidido mantener nuestra misión, revelando a Cobra Norato y a María Caninana los secreto de la Senda del Changeling. Ella todavía sigue acudiendo si la llamas de la forma correcta, pero siempre acude a su manera, a su debido tiempo. Boiaçu es amorosa como una madre y misteriosa como el amor, aunque su ira sea la cosa más terrible que se puede contemplar.
Los Taiguaras son quienes rechazaron la Senda del Changeling y por eso fueron exiliados, o se exiliaron por decisión propia, en el Fondo. De vez en cuando visitan la Superficie para ocupar de sus asuntos, y se llaman a sí mismos los “Libres”, por no estar presos en la Superficie o a cuerpos mortales.
Y nosotros, hermano, los Pueblos Caapua de Ewarë, los Nanatüs, como se decía antiguamente, somos los que decidieron continuar la misión que nos fue confiada por Boiaçu, compartiendo el destino de la humanidad, por deber, amor, fatalismo, desesperación o tozudez. Porque así es la naturaleza de los sueños y los soñadores.
-Ubirata, Mapinguari Gruñón del Gran Consejo de Ewarë.