El predicador recogió de la parte superior del armario una gorra. Era negra con una parte frontal blanca donde destacaba el logo en relieve de un aguila, dándole un claro aspecto patriota. Sus bordes aparecían gastados y en algunos tramos descosidos en clara señal de uso. Además, Rick pensó, para los menos dogmáticos que seguramente habría restos de fibras capilares que podrían ser usados para un rastreo más científico.
Michael surcaba el cielo con su coche volador, esquivando el poco tráfico que podría encontrarse en aquellas horas tan tempraneras. El sol ya había empezado hace rato a levantarse y sus rayos anaranjados incidían frontalmente en la luna del vehículo volador, obligando al corista a activar en la consola central el anti-reflectante, haciendo que automáticamente, la cúpula enteriza del vehículo empezara a oscurecerse.
En aquella misma consola central del vehículo, recibió la llamada del Pater, que le indicaba que en principio estaban en la planta ochenta y uno y pensaban descender, y que si en diez minutos no aparecían por la entrada del edificio, que subiera con toda la ayuda divina posible. Tras la conversación, Michael enfiló el vehículo hacía abajo, justo cuando la Torre Civic Center empezaba a divisarse, imponente, sobre el mar de nubes.
Las oraciones del judío parecieron surtir efecto. Las puertas del ascensor se abrieron y les presentó un panorama aparentemente tranquilo. Cuando empezaron a descender, la misma cristalera del ascensor que le permitía ver el exterior y también el resto de ascensores, le alertaba la presencia de cuatro tipos que ascendían en otro ascensor. Cuando el pálpito místico de Tetsuo se encendió, supo que aquellos típos eran los hombres de negro, adivinable tambien por su ya característica indumentaria. Afortunadamente, pareció que la amenaza inminente había pasado, pero lamentablemente para ellos, y tal como rumiaba Ishanti, ya eran demasiadas las pistas que habían dejado de su presencia. Ahora todo se resumía a administrar la ventaja que llevaban sobre ellos. Una pequeña cábala contra todo el poder de una megacorporación como Tyrrell, y por ende de la Unión Tecnocrática.

Una cabeza semidestruida de un androide, una gorra del teniente Copeland, unos mensajes en un contestador y muchas dudas. Ese había sido todo el botín que habían sacado de su visita a la morada del cosmonauta. ¿Cual sería el siguiente paso de aquella heterogénea cábala de magos?.