
La ciudad de Sevilla y sus alrededores han disfrutado de un rico pasado histórico. La zona fue habitada por tartesios, fenicios y cartagineses, atraídos por los ricos yacimientos de plata de las montañas del Sistema Bético.
Como otros lugares, se cree que el asentamiento tartésico de Ispal se encontraba entre los dominiois del anciano Gerión, donde se encontraba uno de sus principales santuarios. Sin embargo, otros creen que la ciudad tartésica estaba habitada por otros vampiros, que ofrecían tributo al anciano para no ser destruidos. En cualquier caso, quizás finalmente el anciano se cansó de ellos o quizás se rebelaron, porque no ha quedado ningún rastro de su presencia salvo en las leyendas, y no hay nada más embustero que un no muerto.
Tras la Segunda Guerra Púnica los romanos fundaron varias poblaciones en la zona. En el año 206 a.C. el general Publio Cornelio Escipión fundó la ciudad de Itálica para establecer allí a los legionarios veteranos que habían resultado heridos en la guerra contra los lusitanos, y en el siglo I a.C. Julio César fundó en las proximidades la Colonia Iulia Romula Hispalis, que se convertiría en un centro artesanal. Hispalis disponía de muralla y foro, y comerciaba a través del río Guadalquivir. Con el tiempo los terratenientes Hispanos alcanzarían suficiente poder para adquirir la ciudadanía romana, e incluso llegaron a conformar su propia facción en Roma, que durante el siglo II dio lugar a una gloriosa dinastía iniciada por el general Trajano y continuada por Adriano, Antonino y Marco Aurelio.
Como es habitual, ante la prosperidad y riqueza de la zona no tardaron en llegar los parásitos no muertos, bajo la forma de un antiguo Ventrue llamado Cneo Junio, que tras haber perdido sus posesiones en Italia tomó posesión de Itálica y sus alrededores con sus descendientes mortales e inmortales. Cneo se convirtió en un Príncipe poderoso, relacionándose con sus iguales de Corduba y Emerita Augusta, conformando un triunvirato que gobernaba a la mayor parte de los Cainitas romanos de la zona.
El cristianismo llegó pronto a la ciudad, y en el siglo III fueron ejecutados los primeros mártires, como las hermanas Justa y Rufina, que con el tiempo se convertirían en las santas patronas de Hispalis.
El Príncipe Junio comenzó persiguiendo a los cristianos, pero a medida que la religión se extendía, ordenó a Julio Nestoriano, uno de sus chiquillos, que se convirtiera y lo nombró Obispo, pasando a controlar a los Cainitas cristianos. Quienes no aceptaban la autoridad del Obispo Julio eran expulsados o destruidos.
En el siglo V los vándalos atacaron Itálica y las ciudades cercanas, y entre ellos viajaba un antiguo Gangrel llamado Alar y sus descendientes. El Príncipe Cneo le hizo frente con sus propios chiquillos, y se libró una encarnizada batalla de resultados inciertos en la que ambos antiguos desaparecieron. Los vándalos Gangrel fueron rechazados y el Obispo Julio gobernó una ciudad no sólo arruinada por las sucesivas oleadas de invasores, sino también por la decadencia económica. De todas formas los Ventrue consiguieron seguir gobernando las ruinas de Itálica y las poblaciones próximas durante los siglos siguientes, beneficiándose de un acuerdo entre los Gangrel germánicos y el Príncipe de Corduba.
Finalmente los visigodos consiguieron conquistar Spali, y durante un tiempo incluso trasladaron temporalmente la residencia real a la ciudad. Sin embargo, los hispanorromanos se rebelaron, asesinado al rey Teudiselo en el año 549. La debilidad del reino visigodo fue aprovechada por los bizantinos, que no obstante terminaron expulsados por el rey Leovigildo.
En el año 585 Hermenegildo, uno de los hijos del monarca, se convirtió al catolicismo y se autoproclamó rey en Spali, sublevándose contra su padre. Leovigildo hizo asediar la ciudad, llegando a cortar el curso del río Guadalquivir para rendir la ciudad por falta de agua. El príncipe rebelde fue capturado y ajusticiado. Sin embargo, tras la muerte de Leovigildo, en el año 589 su sucesor Recaredo se convirtió al catolicismo, terminando con las disputas religiosas entre hispanorromanos y visigodos, y Spali volvió a disfrutar de un período de prosperidad.
Durante esta época los obispos de Spali, los hermanos Leandro e Isidoro, desempeñaron una importante labor política y erudita en representación de la Iglesia católica, realizando un compedio de todo el saber grecorromano de la época.
En el año 712 llegaron los musulmanes a Spali, procediendo a la conquista del reino visigodo. El príncipe Abd al-Aziz ibn Musa tomó Spali después de un largo asedio, convirtiéndola brevemente en la capital de Al-Ándalus, hasta su asesinato en el año 716. A partir de entonces la capital del emirato fue trasladada a Córdoba, aunque la ciudad, rebautizada como Isbiliya conservó su importante y creció enormemente en riqueza económica y cultural. Se construyeron mezquitas y otros edificios.
El Obispo Julio y los Ventrue trataron de resistir la llegada de los Ashirra con la ayuda de los Cainitas cristianos, especialmente los Gangrel contra los que habían luchado en otro tiempo. Sin embargo, fueron destruidos o expulsados, y algunos se refugiarían en las ruinas romanas de Itálica, que encontraron ocupadas por los Capadocios. No es seguro si recibieron cobijo o fueron destruidos, pero hay quienes creen que algunos todavía podrían yacer en letargo.
Ocupó entonces el trono de Isbiliya un sultán del Qabilat al-Khayal, un Lasombra converso al Islam que había tomado el nombre de Dawud al-Saad, que reconoció la autoridad del sultán Hilem al-Masaari de Córdoba. Realizó un pacto con los Banu Haqim y los Mushakis (Brujah) para disponer de estabilidad en su dominio. Estos tres clanes se convertirían en los mayoritarios entre los Ashirra de Isbiliya.
En el año 844 Isbiliya sufrió el primer ataque de los vikingos, que regresarían en varias ocasiones, aunque siempre conseguirían ser expulsados. En uno de esos ataques llegó una banda de incursores Gangrel y Brujah, que saquearon uno de los refugios del sultán y destruyeron a dos de sus chiquillos. A partir de entonces Dawud al-Saad puso especial empeño en que la ciudad dispusiera de una armada fuerte para protegerse de los ataques por mar.
Tras la muerte de Almanzor y la cída del califato de Córdoba en el año 1031, el sultán al-Saad vio su oportunidad, desligando su ciudad de la autoridad cordobesa y convirtiéndola en la capital de una poderosa taifa independiente, gobernada entre los mortales por Abu al-Casim. Sus aliados Banu Haqim no vieron con buenos ojos esta maniobra e intentaron derrocar al sultán, que había previsto esta reacción y realizó una purga entre sus filas, expulsando a los supervivientes.
Con el tiempo, y aprovechando la expansión de su taifa, el sultán de Isbiliya recibió el vasallaje de varios sultanes, especialmente de su propio clan, buscando alcanzar una hegemonía similar a la del sultán de Córdoba y tratando de unir Al-Ándalus bajo su dominio.
Sin embargo, el avance de los reinos cristianos llevó a los gobernantes de Isbiliya a buscar ayuda en el Norte de África. Siendo consciente de la necesidad, el sultán al-Saad llegó a un acuerdo con los Banu Haqim que acompañaban a los almorávides, liderados por el visir Umar al-Rashid, permitiéndoles regresar a la ciudad si reconocían su autoridad. De esta manera, al contrario que otros sultanes Ashirra de Al-Ándalus, el sultán de Isbiliya consiguió mantenerse en el poder.
El sultán al-Saad y el visir al-Rashid chocaron con frecuencia durante el gobierno almorávide de Isbiliya. Sin embargo, el visir Banu Haqim comenzó a preparar su derrocamiento, apoyando a una ambiciosa Ashirra Brujah de origen judío llamada Gerusha bint Yoav, a cambio de su conversión al Islam. Cuando los almohades llegaron en el año 1146, lo hicieron acompañados por más Banu Haqim, pero en esta ocasión no estaban dispuestos a alcanzar un acuerdo con el sultán al-Saad. Los Lasombra se enfrentaron a ellos, y en los disturbios que siguieron, el sultán al-Saad fue destruido con varios de sus chiquillos en un incendio que devastó su refugio. En ese momento los Banu Haqim se hicieron a un lado y permitieron que Gerushah bint Yoav se hiciera con el poder como candidata de compromiso, aunque realmente era el visir Umar quien tiraba de sus hilos.
Tras la conquista de la ciudad los almohades convirtieron Isbiliya en la capital de Al-Ándalus, el príncipe Abu Yaqub Yusuf fue nombrado gobernador, iniciando un período de grandes obras, como la mejora de las murallas exteriores, ampliando el alcázar, la canalización de las aguas y una nueva mezquita.
Tras la euforia inicial por alcanzar el poder, la sultana Gerushah comenzó a sentirse intraquila. Marginada por los vampiros judíos de Isbiliya tras su conversión al Islam, los Ashirra tampoco le ofrecían la deferencia debida por su condición de mujer conversa. El visir Umar la trataba con distante cortesía, dejando claro que debía obedecer sus órdenes, por lo que buscó apoyos alternativos para mantenerse en el poder, e incluso tratando con Cainitas cristianos, encontrándose cada vez más sola.
Poco a poco, otros comenzaron a pugnar por el poder. El visir Umar protegió a la sultana de las intrigas que se iban tejiendo a su alrededor, especialmente de los Lasombra, dejándole claro que no la dejaría caer, pero que tenía el poder de hacerlo si así lo pretendía. Tras la Batalla de las Navas de Tolosa y la derrota de los almohades, la sultana vio la posibilidad de consolidarse y deshacerse de la influencia del visir. Sin embargo, éste reconoció sus esfuerzos y se distanció de ella, aproximándose a los Lasombra y preparando un nuevo candidato al trono de Isbiliya.
En el año 1230 se produjo una gran crisis entre los Ashirra de Isbiliya. En lo que fue llamado el Día del Cielo Oscuro se produjo un eclipse que provocó graves problemas en la ciudad. No se trataba de un eclipse normal, pues duró más de una hora, y bajo su influencia los Ashirra despertaron y muchos cayeron en frenesí. Un grupo de infernalistas Azaneali y Lasombra habían realizado un poderoso ritual en Isbiliya, oscureciendo el cielo.
En ese momento también despertó el antiguo Alar, que había permanecido en letargo en la ciudad durante siglos. La sultana Gerushah lo había encontrado y lo había preparado para su despertar y enviarlo contra sus enemigos. Sin embargo, el antiguo Gangrel despertó completamente descontrolado, matando Ashirra e infernalistas por igual, y parecía poseído por la oscuridad invocada. Sólo una alianza de los Ashirra y otros vampiros de la ciudad consiguió expulsar al antiguo y derrotar a los infernalistas.
Sin embargo, la destrucción provocada por el antiguo y la presencia de los infernalistas acabaron con el sultanato de Gerushah, a quien culparo de haber actuado con debilidad durante la crisis. El visir Umar y otros Ashirra apoyaron a Reyham, del clan Lasombra, como nuevo sultán, aunque se permitió a la sultana derrocada permanecer en la ciudad.
Pero aunque la paz parecía haber vuelto a Isbiliya, la caída de Córdoba en 1236 y la proximidad de los cristianos han vuelto a generar un nueva crisis de intranquilidad en los últimos años.
POLÍTICA Y RELIGIÓN
La ciudad de Sevilla fue construida sobre el río Guadalquivir, dominando la ribera oriental. Es una gran ciudad con calles estrechas y retorcidas, con muchas plazas pequeñas. A pesar de la decadencia almohade, sigue siendo un gran poder en Al-Ándalus, político, económico y cultural, famoso por sus sabios y artesanos. Las sucesivas dinastías andalusíes, así como almorávides y almohades han dejado su huella en la ciudad. La construcción más reciente es la Torre del Oro, una fortaleza para vigilar el río Guadalquivir, con una cadena para impedir la navegación llegado el caso.
La alcazaba de Sevilla fue construida en el siglo X, por orden de los emires omeyas. Se construyó adyacente a las murallas romanas, y posteriormente fue ampliada hacia el sur, construyéndose una serie de pequeños edificios y un palacio. Los almohades la reformaron completamente en el siglo XII, creando nuevos edificios y reforzando las fortificaciones.
La judería de Sevilla se encuentra en el extremo oriental de la ciudad, aunque quedan muy pocos judíos, que fueron repetidamente atacados durante el dominio almohade.
La mezquita aljama comenzó a construirse poco después de la conquista almohade en el siglo XII, que fue terminada en 1198. Su arquitecto fue Ahmad ben Baso, que utilizó el estilo de los palacios que había construido, un enorme edificio de diecisiete naves con arcos de herradura. El alminar de la mezquita es una hermosa torre ornamentada que sobrevivirá a su destrucción y será conocida como la Giralda.
El gobierno de Sevilla se encuentra en una situación convulsa. Tras la expulsión de un gobernador enviado por el rey de Túnez, el nuevo gobernador es un cadí andalusí llamado Bel Achad, de una importante familia sevillana, aunque su posición es muy precaria. Su gobierno es discutido por Axataf, comandante de la guarnición de la ciudad.
SOCIEDAD CAINITA
El actual sultán de Sevilla es Reyham al-Khabir, del clan Lasombra, un chiquillo superviviente del antiguo sultán al-Saad. Después de haber tomado el poder con ayuda de los Banu Haqim y otros Ashirra, ha descubierto para su contrariedad su dependencia del visir Umar al-Rashid, líder de los Assamitas sevillanos. Sin embargo, el sultán no está dispuesto a compartir el poder, ni siquiera en la situación actual de su dominio. Ha comenzado una serie de intrigas para debilitar al visir, y apoyado por los Ashirra de su clan, confiando en que podrá pactar con los Lasombra cristianos cuando lleguen a la ciudad para deshacerse de la influencia Assamita.
Por su parte el visir Umar se encuentra irritado ante su peón díscolo en un momento en el que también tiene que hacer frente a otras intrigas en lo que queda de Al-Ándalus. El visir fue en gran parte responsable de reclutar a los sucesivos Banu Haqim que llegaron acompañando a almorávides y almohades. El fracaso de estos invasores es en gran parte el suyo, aunque ha conseguido desviar las responsabilidades hacia otros Ashirra, especialmente Lasombra, culpándolos de dividir Al-Ándalus con la lucha entre taifas. Pero incluso en estos momentos oscuros, el visir Umar confía ciegamente en que todavía se puede salvar la situación y recuperar la gloria de Al-Ándalus. Otros Assamitas sevillanos, en su mayoría de origen almohade, comparten su visión y están afilando sus cuchillos aguardando sus órdenes para atacar o realizar una última resistencia desesperada. Uno de estos servidores es Hassan ibn Faiz, un hechicero, que se ha convertido en la mano derecha del visir para realizar trabajos sucios. Umar también controla a la Imán de Sevilla, su chiquilla Rida, que no obstante considera que las intrigas de su sire pueden terminar provocando su destrucción, y ha preparado un plan de contigencia para huir.
Por su parte la antigua sultana Gerushah ha intentado regresar con sus compañeros Brujah, en su mayor parte judíos. Sin embargo, quedan muy pocos. El fanatismo almohade provocó la huida de muchos judíos, que fueron acompañados por sus compañeros vampíricos al exilio. Rechazada por los Brujah, Gerushah se encuentra sola y sin apoyos, por lo que piensa en marchar a su propio exilio, pero antes de marcharse le gustaría provocar la caída del visir Umar y que vea como la ciudad cae ante los cristianos. Con sus contactos comerciales ha comenzado a contactar con varios Cainitas de la Reconquista en la Sombra, tanto para facilitar su entrada en Sevilla como para protegerse a sí misma.
Otra facción reciente e importante entre los Ashirra es la de los Gangrel de Taifa, dirigidos por Nashwa bint Muktar, que lidera a sus compañeros en ausencia de su sire. Nashwa es una creyente sincera que contempla entristecida cómo el sultán al-Khadir y su visir se enfrentan cuando deberían unir fuerzas para defender la ciudad. Nashwa cree que aunque Sevilla puede caer pronto a los cristianos, los Ashirra pueden conservar su dominio como ocurrió en Valencia, donde se encuentra su mentor Shabaqo el Nubio. Sin embargo, tras su enfrentamiento con el antiguo Alar, las filas de los Gangrel de Taifa quedaron diezmadas, y quizás no sean suficientes para resistir la llegada de los Cainitas cristianos.
Entre los jóvenes Ashirra se encuentra la figura del mercader Nadim ibn Nuri, del clan Ventrue, un intermediario profesional que organiza las entradas y salidas de los Ashirra a través del río Guadalquivir. En los últimos tiempos ha recibido a muchos clientes, mortales y vampíricos, que desean huir de Sevilla antes de que caiga ante los cristianos, y en secreto, mantiene contacto con varios mercaderes de su clan. Los Ventrue cristianos le han ofrecido protección y un lugar en el nuevo dominio si ayuda a introducir a varios Cainitas cristianos en la ciudad. Por el momento se ha negado, pero mantiene el contacto por si acaso tuviera que recurrir a medidas desesperadas...
Mientras unos Ashirra se van, otros llegan. Taysir, un Nosferatu procedente de la Meca, ha acudido para traer consuelo a sus compañeros de clan, que se están preparando para hacer frente a la conquista. Las crecientes intrigas entre las diversas facciones Ashirra les han proporcionado numerosas recompensas y favores, pero Taysir está tratando de convencerles de que deberían actuar unidos al servicio del Islam para detener la conquista cristiana. Los Nosferatu se encuentran divididos entre los creyentes musulmanes y quienes creen que su supervivencia es lo primero, y no ven con buenos ojos al peregrino santurrón que intenta darles órdenes.
Pero en las sombras de Sevilla se está realizando una batalla en las sombras. Una antigua infernalista del linaje Azaneali llamada Mirabelle ha llegado a la ciudad con la intención de provocar una matanza. El ritual de 1230 estaba pensado para debilitar la influencia de los Ashirra sobre la ciudad, pero el verdadero objetivo de Mirabelle es cosechar el dolor y la sangre que provocará la conquista para invocar a uno de sus amos, y liberarlo de las cadenas del abismo. El ritual de 1230 ya agitó a este poder, que provocó una miasma que enloqueció a los vampiros sevillanos. Si este demonio sin nombre queda totalmente libre las consecuencias pueden ser imprevisibles.
Pero las acciones de Mirabelle no han pasado desapercibidas. En el año 1202 un ambicioso Seguidor de Set, llamado Salah ben Qaboos llegó a Sevilla con el propósito de corromper y destruir el poder de los almohades. Tras los sucesos de 1230, Salah contactó con su sire y varios antiguos Setitas, que percibieron lo que estaba ocurriendo. Recientemente un antiguo llamado Saatha ha acudido a la ciudad, aunque se hace pasar por un chiquillo de Salah y por un esclavo entre los mortales, pasando desapercibido. Saatha está dispuesto a encontrar a los infernalistas antes de que vuelvan a provocar otra crisis en la ciudad, y planea utilizar a los Ashirra contra ellos. Sin embargo, mide sus pasos con cuidado, pues es consciente de que muchos de sus compañeros de clan han sido destruidos por los Gangrel de Taifa, cuyo líder Shabaqo el Nubio mantiene un especial rencor hacia las Serpientes, y ha destruido varios templos de Set en la península.
Cerca de Sevilla se encuentran las ruinas de la antigua ciudad romana de Itálica, que fueron reclamadas por Aliyyah, una antigua Capadocia y su prole, que se dedican a realizar experimentos necrománticos en el lugar. Estos Capadocios son aliados del visir Umar, y apoyaron el derrocamiento de la sultana Gerushah. Ahora permanecen impasibles, dedicados a sus asuntos, esperando la próxima cosecha de almas que se avecina, habiendo leído los signos que indican la próxima caída de Sevilla.
INTRIGAS ANDALUSÍES EN LAS TAIFAS DE LA LLANURA CENTRAL
Contrabando en el Guadalquivir: El río Guadalquivir es utilizado como ruta comercial, y muchos vampiros lo utilizan para entrar y salir de Sevilla. El mercader Nadim ibn Nuri dispone de una red de transporte que facilita este tráfico y pide a los personajes que escolten a un Ashirra que desea salir de la ciudad. Sin embargo, antes de llegar a su destino, serán interceptados por Cainitas cristianos, que han descubierto la ruta, o por Ashirra fanáticos que quieren obstaculizarla para evitar que los “cobardes” abandonen Sevilla.
Intento de asesinato: Alguien intenta asesinar al sultán Harún de Cádiz, soliviantando todavía más los ánimos en una situación política tensa. Si los personajes investigan, el responsable fue manipulado por uno de los Ashirra judíos de la ciudad. Sin embargo, los personajes también son advertidos, posiblemente por otro de los vampiros judíos, que si revelan lo ocurrido podrían provocar una matanza contra su comunidad. Hacer justicia y evitar la furia descontrolada de los Ashirra contra los vampiros judíos requiere actuar con gran tacto.
Riña fraticida: En el dominio de Algeciras, la convivencia entre los Banu Haqim se ha envenenado entre el fanatismo guerrero del sultán Yusuf y la posición moderada del sultán Hashem. Otros Ashirra también ven en el enfrentamiento entre las dos facciones la oportunidad de arrebatar el poder a los Banu Haqim, mientras que hay vampiros que quieren distraer a los Banu Haqim para poder utilizar las vías de entrada desde África a la península ibérica sin ser molestados.
Las últimas noches de Isbiliya: En vísperas de la conquista cristiana, el dominio de Sevilla hierve de actividad, a medida que la desesperación se extiende entre sus habitantes mortales y no muertos. Quienes no piensan en huir poco a poco van abandonando las sutilezas para solucionar rencillas y rencores pasados y presentes. Los Lasombra contra los Assamitas, los Seguidores de Set contra los Baali, la previa sultana Gerusha contra el visir Umar, los Ashirra judíos contra los musulmanes...es una situación tensa, compleja y difícil, en la que los personajes pueden quedar fácilmente atrapados.