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Lozen nació sobre 1840 y probablemente creció en el territorio de New Mexico. Era una mujer apache chihenne, la hermana más joven del jefe Victorio. Su nombre significa “pequeña hermana”. Tenía lo que los apaches denominaban “poder”, habilidades sobrenaturales para la batalla y para la comunicación espiritual.
Cuando tenía unos 12 años de edad, se acercó a una de las montañas sagradas del suroeste de New Mexico para orar. Según la tradición oral apache, fue bendecida con un “poder” que le permitía determinar la ubicación exacta del enemigo.
En esta tierra donde vivimos
Ussen tiene poder.
Este poder es mío
para localizar al enemigo.
Que sólo el gran Ussen
me lo muestre a mí
para buscar al enemigo.
Según Harlyn Geronimo, bisnieto de Gerónimo, Lozen encontraba a los enemigos de su pueblo, levantando las manos y caminando en un círculo completo hasta que las venas de sus brazos se volvían de color azul oscuro que indicaba la dirección por donde vendría el enemigo. Según Alexander B. Adams en su libro “Geronimo”: “Lozen se paraba con los brazos extendidos, cantaba una oración y poco a poco se giraba. Por las sensaciones que sentía en sus brazos, ella sabía dónde estaba el enemigo y cuántos eran”.
Lozen nunca se casó, dedicando su vida a la supervivencia de su pueblo. De joven demostró fuerza, resistencia y agilidad para convertirse en guerrera, siendo aceptada ente los guerreros y participando en los consejos. Se vestía y vivía como sus compañeros de armas. Según Peter Aleshire, autor del libro “Warrior Woman: The Story of Lozen, Apache Warrior and Shaman”, Lozen luchó en varias campañas contra los mexicanos y los norteamericanos junto a líderes apaches como Cochise, Mangas Coloradas, Juh, Chihuahua, Gerónimo, y su propio hermano, Victorio. Lozen comenzó a luchar contra los mexicanos y los cazadores cabelleras, cuando llegó a la mayoría de edad. Lozen luchó junto a Victorio cuando los norteamericanos los quisieron llevar, en primer lugar, a la reserva de San Carlos (Arizona) y luego a la reserva Mescalero (New Mexico).
Cuando estaban huyendo de los soldados norteamericanos, Lozen ayudó a las mujeres y niños a cruzar el Río Grande. James Kaywaykla, un niño entonces que iba caballo detrás de su abuela, diría: “Vi a una mujer magnífica en un hermoso caballo, Lozen, hermana de Victorio. Lozen la mujer guerrera. Por encima de su cabeza sostenía su rifle. Espoleó a su caballo entrando en el agua. Las otras mujeres y niños la siguieron”. Cuando llegaron a la otra orilla del río, fríos y empapados, Lozen llegó a donde la abuela de Kaywaykla, diciendo: “A ti te dejo ahora. Debo volver con los guerreros”. Lozen condujo su caballo al otro lado del río y volvió con sus compañeros.
Victorio dijo: “Lozen es mi mano derecha… fuerte como un hombre, más valiente que la mayoría, y astuta en la estrategia. Lozen es un escudo para su pueblo”. Kaywaykla diría: “Ella podía montar, disparar y luchar como un hombre y creo que tenía más capacidad en planificar la estrategia militar que Victorio“.
Al final de la campaña de Victorio, Lozen dejó la banda para acompañar a una mujer que había sido madre y a su hijo recién nacido a través del desierto de Chihuahua (México) hasta la reserva apache Mescalero (New Mexico), lejos de las penurias de la campaña. Equipada solamente con un rifle, una cartuchera, un cuchillo y alimentos para tres días, realizó con la madre un peligroso viaje atravesando patrullas de fuerzas mexicanas y norteamericanas. En el camino, para no disparar traicionando su presencia, usó su cuchillo para matar a un buey “Longhorn” para alimentarse. También robó un caballo a una patrulla mexicana para la madre que la acompañaba, escapando a través de una lluvia de disparos. Robó el caballo de un vaquero, desapareciendo antes de que pudiera perseguirla. Robó a un soldado la silla de montar, su rifle, municiones, manta y cantimplora, incluso su camisa. Consiguieron llegar a la reserva.
Allí supo que tropas mexicanas al mando de Joaquín Terrazas habían alcanzado a la banda de su hermano Victorio en Tres Castillos, tres colinas pedregosas en el noreste de Chihuahua, el 15 de octubre de 1880. Victorio murió junto a casi todos los guerreros, y muchas mujeres murieron luchando. Casi un centenar de mujeres jóvenes y niños fueron capturados. Sólo unos pocos escaparon.
Sabiendo que su presencia era necesaria, Lozen abandonó inmediatamente la reserva Mescalero y se fue sola al suroeste a través del desierto, abriéndose camino sin ser detectada por las patrullas norteamericanas y mexicanas, llegando a donde estaba su banda, ahora dirigida por el anciano Nana, en la Sierra Madre, en el noroeste de Chihuahua. Según Kimberly Moore Buchanan autor del libro “Apache Women Warriors (Southwstern Studies)”, Lozen luchó al lado de Nana y su puñado de guerreros en sus dos meses de incursión por el suroeste de New Mexico en 1881. Justo antes de comenzar, Nana había dicho: “A pesar de que es una mujer no hay guerrero más digno que la hermana de Victorio“.
Lozen también luchó junto a Gerónimo tras su huida de la reserva de San Carlos en 1885, en la última campaña de las guerras apaches. Con la rendición de los últimos chiricahuas, fueron enviados a Florida. Lozen falleció de tuberculosis en la prisión de Mount Vernon (Alabama) el 17 de junio de 1889 con el nombre de Isspyelzosen, aproximadamente con 50 años. La única concesión del gobierno fue mandar su cuerpo de vuelta para que los apaches la pudiesen enterrar con honores.