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Veronique sonreía triunfante. Por fin se había hecho justicia. Tras la muerte del Príncipe Longueville, su sire, a ella le correspondía como su chiquilla superviviente de más edad ocupar su lugar como gobernante de la ciudad y líder del clan Ventrue. El Sabbat había intentado sembrar la confusión con el asesinato de su sire para apoderarse de la ciudad, y Veronique había dirigido a la Camarilla en la purga de los Cainitas.
Por fin, después de varias décadas bajo la sombra de su sire, en las que era tratada como una mera consorte decorativa, ocupaba el lugar y el poder que realmente le correspondía.
Sonrió sutilmente a los Vástagos reunidos, su corte. Percibía cierto recelo, miedo y envidia, pero eso no era nada. Debían tratarla como la nueva Príncipe, ¿O por qué no, reina? Las filas de los Ventrue de la ciudad habían sido diezmadas y sólo quedaba ella con suficiente autoridad.
Se dirigió para ocupar el elaborado trono barroco que sólo hacía unas noches había ocupado el Príncipe Veronique, cuando una voz fría interrumpió su ensoñanción.
-Un momento.
Veronique dudó, especialmente cuando una extraña se adelantó entre las filas de los Vástagos reunidos.
-Soy Henriette Soissons, de la Casa y Clan Tremere, y arconte enviado del Justicar Baylor.
La duda y cierta preocupación comenzó a rodear a Veronique, pero no permitió que enturbiaran aquel momento. Con calma se dirigió a la arconte.
-¿Y a qué debemos la presencia de una enviada del Justicar en mi ciudad?
Henriette se adelantó con mirada gélida.
-Todavía no habéis sido reconocida como Príncipe, y por la autoridad que me acompaña invalido esta ceremonia.
Una serie de susurros se extendieron entre los presentes, elevándose en cuchicheos y preguntas.
-Os acuso a vos, Veronique de Longueville, chiquilla de Armand de Longueville, de haber confabulado con el Sabbat para asesinar a vuestro sire y ocupar su lugar. Después de su muerte os asegurasteis de acabar con vuestros aliados para que no quedaran testigos.
Veronique se alzó, desafiante.
-¡Exijo pruebas, no infundios!
-La prueba está ante mí. Participasteis en los ritos del Sabbat para romper el Vínculo que os unía a vuestro sire. Lleváis la marca de la traición en vuestra sangre.
La arconte Tremere realizó un gesto. Veronique gritó cuando sintió cómo ardía su sangre. En su frente se mostró la marca de la traición. El pánico la llevó a tambalearse y pensó en huir, pero sintió un dolor en el pecho que paralizaba sus miembros y vio cómo el arconte la atravesaba con una estaca.
-Y por la autoridad del Justicar respaldada por la Camarilla, os condeno a muerte por asesinato y confraternización con el enemigo. Que se haga justicia.