

Bueno, no hay mucho que contar. El valle del río Salado o valle del Sol en el centro de Arizona no estuvo muy habitado durante miles de años. Por aquí pasaron sucesivos pueblos, los hohokams, los pimas, los maricopas, que luchaban contra yumas y apaches, y que construían pequeñas aldeas y pueblos más o menos permanentes en función de lo que las cosechas y los cielos dijeran.
El padre Eusebio Kino, un jesuita, y otros misioneros españoles pasaron por el valle durante los siglos XVII y XVIII, pero instalaron sus misiones y presidios en el sur de Arizona, dejando el centro y el norte en gran parte despoblado. Los españoles dijeron que el territorio les pertenecía, y cuando México se independizó de España el nuevo país dijo que el territorio era suyo, pero los nativos a los que les preocupaban esas cosas se limitaban a encogerse de hombros y seguir con sus vidas como habían hecho sus antepasados.
¿Y nosotros, los Vástagos? Pues sabemos que ya había vampiros entre los nativos, pero lo que ocurría entre ellos no lo sabemos, o por lo menos ninguno ha querido contarlo. Vete a preguntárselo, y reza para que estén de buen humor y te digan que no es asunto tuyo.
En cualquier caso, durante siglos la mayoría de los Vástagos prefirieron evitar un territorio con rebaños escasos y en gran parte desértico, y donde la supervivencia era difícil.
En 1848, tras la guerra entre México y los Estados Unidos el Valle del Sol se convirtió en territorio estadounidense, pero en esta ocasión las cosas comenzaron a cambiar. Los europeos decidieron que aquellas tierras podían merecer la pena, y comenzaron a llegar, como no había ocurrido antes. En 1865 construyeron Fort McDowell, para controlar a los nativos de la zona.
Jack Swilling, un veterano confederado, y su mujer Trinidad Mejía, llegaron al valle en 1867 y construyeron una granja. Un año después construyeron un canal de agua y llegaron otros colonos y pioneros que se instalaron en las tierras de los alrededores. En unos meses habían formado un asentamiento y a Philip Darrell se le ocurrió llamarlo “fénix,” como el pájaro que renace de las llamas, sugiriendo que el asentamiento nacía sobre una civilización previa. La ciudad fue reconocida el 4 de mayo de 1868.
La ciudad creció rápidamente con la llegada de nuevos colonos, y en menos de diez años había superado los 2.000 habitantes.
Fue entonces cuando llegaron los primeros Vástagos. Gustave Brunnelle, del clan Nosferatu, bajó del tren de Phoenix en 1880, pero para su sorpresa, y seguramente desagrado, se encontró con que le habían tomado la delantera. El padre Francisco Fernández ya se había instalado, y construido un templo dedicado a las serpientes. No hace falta que te diga qué tipo de sangre corría por sus venas.
Pero el padre Francisco se mostró conciliador. Estaba llegando mucha gente, y había suficiente espacio, así que él y Gustave llegaron a un acuerdo. Quiero creer que el hecho de que a los Vástagos nativos no les gustaran mucho los europeos impulsaron a Gustave y Francisco a llevarse bien.
La ciudad siguió creciendo, gracias al impulso del ferrocarril, y al traslado de la capitalidad de Arizona a Phoenix en 1889. Nominalmente la Camarilla tenía el control del dominio. E incluso nombraron un Príncipe, un don nadie del clan Ventrue. Bruno era más viejo, pero ni siquiera quiso tomarse la molestia o pasar la vergüenza de ocupar semejante puesto, prefiriendo dedicarse a sus asuntos.
No, el verdadero poder en Phoenix eran las Serpientes, y el padre Francisco lo dejó bien claro desde el principio. El pobre diablo que ocupaba el puesto de Príncipe terminó renunciando y largándose de la ciudad un año después -la mejor decisión que tomó- durante su mandato. Su chiquillo Phillip Darrell, que comía de la mano del padre Francisco, ocupó su lugar. Por su parte, la Camarilla a regañadientes aceptó la situación. Phoenix todavía era un dominio pequeño y se encontraba demasiado expuesto, y mantenerlo era mejor que nada.
En 1894 es el año en que se tiene noticia de la presencia de “Asesino de Arañas”, un Vástago nativo que se mostraba especialmente beligerante con las Serpientes. Se cree que los Setitas habían sido los responsables de la muerte de su familia mortal, e incluso del exterminio de su tribu, de la que era el último representante.
Y mientras tanto Phoenix siguió creciendo, extendiéndose sobre el desierto de Arizona gracias a la construcción de varias presas que proporcionaban un agua tan valiosa para los humanos como la sangre para nosotros. La presa Roosevelt en 1911 era la mayor del mundo, formando un lago en las montañas del este de la ciudad. Pronto resultó insuficiente, y en los años siguientes se proyectaron nuevas presas y canales. En 1912 Arizona fue admitida como el estado 48 de los Estados Unidos, y Phoenix se convirtió en su capital.
A los Vástagos nativos no les hizo mucha gracia la nueva situación. Algunos comenzaron a aparecer en la ciudad, pero el Príncipe ordenaba su expulsión, y al padre Francisco tampoco le agradaban los “paganos.” De hecho, las Serpientes solían dedicarse a perseguirlos y destruirlos. Los Vástagos europeos que llegaban a Phoenix, tampoco se mostraban especialmente hospitalarios con los nativos.
Las Guerras Mundiales comenzaron a atraer inversores industriales a Phoenix, y la zona comenzó a ser conocida como “El valle del sol.” Se construyeron pistas de aviación militar y campos de adiestramiento aéreo. Terminada la guerra, Phoenix continuó creciendo de manera explosiva atrayendo numerosas industrias, especialmente en el sector de la electrónica. El nivel de construcción llevó a la creación de pueblos urbanos.
El Príncipe Phillip Darrell se encontró así con un dominio de importancia considerable en sus manos, y eran muchos quienes cortejaban su favor. Sin embargo, el Príncipe era un servidor del antiguo Francisco Fernández y de los Seguidores de Set, que eran los que realmente recogían un tributo de recursos, favores, y sangre. El Templo de Phoenix era la fortaleza más importante de los Seguidores de Set en Arizona.
Quienes conspiraban contra el Príncipe títere, a menudo eran rechazados por sus amos ocultos, cuando no terminaban atrapados en las redes de las Serpientes. Otros clanes de la Camarilla, como el Primogénito Nosferatu (ahora llamado Bruno) negociaban directamente con el Templo de Set o preferían evitar sus atenciones, mientras tuvieran libertad para dedicarse a sus asuntos.
Pero en 1997 el Templo de Set fue destruido en una repentina y rápida conflagración. Un ghoul superviviente afirmó que de repente un ave de presa llameante había descendido sobre la congregación y había envuelto el lugar en llamas. Los Setitas supervivientes fueron cazados uno tras otro y destruidos. Se rumoreó que Asesino de Arañas había regresado a la ciudad tras una larga ausencia.
El Príncipe Darrell, asustado, y temiendo su caída, recurrió al Primogénito Bruno, y aceptó un Vínculo de Sangre a cambio de obtener su apoyo. Sin embargo, la ayuda del antiguo Nosferatu resultó efímera. Dos años después varias manadas del Sabbat atacaban Phoenix e incendiaban el refugio del antiguo, destruyéndolo.
La llegada de la Gehenna y la Segunda Inquisición hizo tambalear la autoridad de la Camarilla en Phoenix. Varios Vástagos resultaron destruidos, pero el peor ataque lo sufrió la capilla Tremere. Demasiados chupasangres reunidos en un mismo lugar. Hay quienes dicen que no fueron los inquisidores, que fueron enemigos de los Brujos, ansiosos de ajustar cuentas. En cualquier caso, dio igual.