"Countdown" 7

Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista

Re: "Countdown" 7

#21

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 29 Oct 2025, 20:51

{ https://youtu.be/hs5hOhI4pEE?list=RDhs5hOhI4pEE - The Partisan by Leonard Cohen }

Una campana de silencio se había apoderado de la nave. Un microcosmos naciente de soledad entre vigas metálicas y techos de uralita. Cantos de sirena muteados entre el oleaje rompiente contra la isla de la feria sin luces.

Salió de la oscuridad de su reflejo oscuro cuando supuso que el peligro había pasado. Cuando suponía a Nyx siendo atrapado por los maderos, y a Pagliacci vagando en busca de más respuestas, a Melinda siendo torturada por Virgil, o a Sienna pereciendo en su lecho de noche eterna. Entre todos aquellos pensamientos vagando en su mente, aparecía la obsesión brillante de las monedas, cómo si de una urraca se tratara. Comprobó su peso en el bolsillo, como si del mismisimo anillo de poder se tratara, y recordó amargamente y con su memoria fotográfica como la pariah se las echaba al suyo. Maldijo su inacción. Otro fallo más que no se podía permitir.

Y vagando entre los pensamientos y obsesiones, apareció una nueva pista. Ferrosa y oxidada, en el rincón más olvidado de aquella masa de cemento y acero. Se agachó en cuclillas, y paso su meñique por ella. La pasó por su boca restregando entre sus dientes frontales*1, recordando las remesas de coca que se movían en los 70 en la ciudad que nunca dormía. Alzó la mirada hacia el cielo oculto por la nave, esperando que los arcanos le ayudaran a recuperar la senda del camino que le llevara a salvar a su hija.

*1
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Nyx (DarkOsca)
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Re: "Countdown" 7

#22

Mensaje por DarkOsca » 30 Oct 2025, 19:27

El zumbido del dron era una mordaza en la nuca; la sangre del hombro le ardía con cada movimiento. No había tiempo para pensar, sólo un instinto que lo empujaba hacia adelante como empuja una corriente a un objeto suelto. La ciudad se estrechaba a su alrededor: un callejón sin salida y, al fondo, un coche patrulla que cortaba el paso.

La Bestia en su interior rugía que reventara puertas, que devorara, que no mirara atrás. La otra parte de él, la rala costra de paciencia que a veces le quedaba, calculó en una fracción de segundo: no había rendijas, no había tejados, no había huecos. Sólo una opción suicida que, sin embargo, podía funcionar.

Se lanzó fuera de la sombra y corrió directo hacia el coche policial. No fue un ataque deliberado; fue una maniobra desesperada: cruzar a toda velocidad delante del vehículo, rozarlo si era necesario, aprovechar el impulso para caer a un lado y seguir calle abajo antes de que los focos y las voces pudieran converger sobre su figura.

El cristal le cantó en la cara, el metal vibró bajo sus manos, y en sus oídos sólo quedó el latido acelerado de la huida. Intentó esquivar la trayectoria del vehículo con un giro seco de cadera, clavó los pies en el asfalto y forzó el desvío con todo lo que le quedaba.

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Re: "Countdown" 7

#23

Mensaje por Voivoda » 04 Nov 2025, 17:56

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El clac no sonó nada bien.

Nyx logró controlar el empuje de su Bestia, que le aullaba por dentro exigiendo sangre, violencia y libertad. Era un miembro convencido de su propio linaje, pero detestaba perder el control a la mínima como le sucedía a otros miembros de su misma familia. A pesar de que controlar esos arranques de ira era un esfuerzo sobrenatural, que además cada noche se estaba haciendo más y más complicado, intentaba hacerlo siempre para mantener la cabeza lo más fría posible.

Incluso en situaciones como aquella, en la que se lanzó a la carrera en un acto suicida muy propio de su Sangre, pero no tanto de su personalidad.
Pero no había otra opción para salir de aquella ratonera policial que podía acabar de una manera fatal para él. Por eso corrió decidido, clavó sus pies en el suelo, saltó cuando la puerta del copiloto comenzaba a abrirse con un brillo metálico apuntando hacia él, y golpeó con fuerza el capó para coger impulso y dejar a la patrulla detrás.

El problema es que lo que notó bajo sus pies no fue el capó.
Fue ese clac.

El que hacen las vértebras al romperse.

Nyx maldijo en voz baja, pero siguió corriendo para alejarse de Coney Island. No sabía si a cada paso que daba, dejaba atrás no solo su futuro, sino su propia humanidad. Sea como fuere, tenía que salir de allí.


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El sabor de la sangre reseca provocó una silenciosa arcada al Tremere. Quizá había pasado demasiado tiempo para que mantuviera información útil, quizá sus capacidades se habían atrofiado desde que era un vampiro errante. Había más restos de mugre y humedad en el sabor de aquella sangre que elaborados tonos férricos que pudieran darle información. Aún así, podía discernir en algún punto situado entre la parte superior de sus encías y su propios pensamientos un leve matiz.

Era tan difuso que Montecristo dudaba de si realmente lo sentía o si era una ilusión fruto de su ansiedad y su deseo de hallar respuestas. Pero aún así, era lo suficientemente detectable para que pudiera notarlo como esa palabra que se tiene en el cerebro y en la punta de la lengua pero nunca acaba de llegar hasta las cuerdas vocales. Esa sensación de tener la respuesta dentro y no poder verbalizarla, como la de los mortales que intentan estornudar sin poder, era la que comenzaba a invadir su mente de una manera agónica y desagradable.

Montecristo apoyó un momento la cabeza en una de las paredes de aquel cubículo y cerró los ojos para concentrarse. El rostro de Pagliacci fue el primero en aparecer en sus pensamientos. De alguna manera tenía que volver a verla. No solo por su relación de compañeros, sino por haber dejado que la Caitiff se llevara las monedas. Rápidamente despejó la cara de la Caitiff de sus pensamientos.

El Tremere intentaba negarse la solución que rondaba su cabeza. Conocía a un Vampiro que sería capaz de interpretar a la perfección aquel matiz que la sangre del suelo había dejado en su interior. Alguien que podía darle una respuesta más concreta, que vincularía aquella esencia efímera con datos tangibles.

El bastardo de su hermano Virgil.


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El aire helado por la cercanía del East River golpeó el rostro de Pagliacci cuando salió de la estación de Fulton Street en dirección al muelle 16. Había prácticamente un coche de policía en cada cruce importante de avenidas, y en algunos incluso había alguna camioneta del ejército. Nueva York estaba tomada por las fuerzas del orden y en algunas calles pudo ver la bandera azul de la OTAN ondeando como señal de bienvenida a las distintas delegaciones que estarían ya llegando a la Gran Manzana.

A la Caitiff todo aquello le resultaba ajeno, aunque era consciente de que aquella militarización tendría a todas las sanguijuelas de Manhattan escondidas. Pensó en Nyx y en Montecristo, esperando que pudieran escapar de aquella ratonera en la que se había convertido Coney Island. Pagliacci quería pensar que aún había alguna oportunidad para el grupo. Y quizá para Melinda, estuviera donde estuviera.

Al muelle 16 se accedía después de pasar por debajo de un tramo de autopista por un túnel donde dormían varias personas sin hogar. Pagliacci aligeró el paso intentando evitar la llamada de su Bestia interior. Aquella sangre no le saciaría, a duras penas podría sacar de aquellas personas algo que le hiciera sentirse satisfecha.
Dejó atrás el túnel con la ansiedad creciendo en su interior y se introdujo en la zona de almacenes del muelle. La brisa era aún más fría en esta parte de Manhattan, y junto al East River se habían formado bancos de niebla que le daban a todo el lugar un aspecto fantasmagórico.

Pagliacci pudo ver la silueta del puente de Manhattan entre la niebla, así como pequeños puntos de luz que acompañaban a varias voces masculinas. Se escondió detrás de un contenedor de gran tamaño y observó en la distancia a un grupo de cuatro hombres conversando mientras fumaban; los cigarrillos eran el origen de aquellos puntos de luz. Los Shelby nunca dejaban su territorio descuidado. Evidentes en sus formas a la vieja usanza, pero no podía negar Pagliacci que les había valido para sostener un dominio en la Gran Manzana contra viento y marea.


OFF: Nyx Ansia 4 + 4 Niveles de Salud superficiales (4/5).

Pagliacci, Ansia 4 + 1 Nivel de Salud FV

Montecristo, Ansia 1
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista

Re: "Countdown" 7

#24

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Nov 2025, 20:38

{ https://youtu.be/sKFcACtM_q4?list=RDMMhs5hOhI4pEE - The Nightingale by Julee Cruise }

La anatomía del casi. La yema de los dedos. La punta de la lengua. Otra vez un mínimo matiz lo separaba de la certeza y hacía que la frustración de Montecristo creciera a la par que la presión que sentía. Cada hora, cada noche. Todas las respuestas pasaban por su hermano y por su casa. Un clan experto en traiciones que había defraudado hasta a su propio leitmotiv de curiosidad, antiguos arcanos y poderosos saberes.

La sangre le devolvía la inequivoca y vasta sombra de su hermano. Sangre y oro.

Debía recuperar las monedas y debía reunir a sus compañeros por incontable vez, así que las baldodas amarillas pasaban por Pagliacci. No debía andar lejos a no ser que se hubiera montado en el metro. Esperaba que la pariah llegara a la misma conclusión que él, pero no las tenía todas consigo. Había notado la sensación de carga y estorbo en la mirada desidiosa de la afroamericana. No era el momento de descabrajar la cáscara del huevo. Eran noches de permanecer en unión. Ya habría tiempo de echarse en cara todos los trapos sucios y de hablar del futuro de la coterie, si tenían la improbable suerte de sobrevivir.

Pero no aquella noche. No en aquella antiparadisiaca isla. No hasta que Melinda estuviera con ellos. Salió del almacen con su ya mugrosa y característica gabardina a la vez que marcaba el número de la periodista caitiff.

Nyx (DarkOsca)
Arquitecto

Re: "Countdown" 7

#25

Mensaje por DarkOsca » 06 Nov 2025, 19:34

El cuerpo gritaba, la espalda era fuego y hielo a la vez. El sonido de las vértebras rotas se había quedado incrustado en su mente como el eco de un martillo. Cada paso era un recordatorio de que seguía existiendo, aunque cada zancada lo acercara más a desmoronarse del todo.

Había dejado atrás el coche de policía, pero no la sensación de estar vigilado. El zumbido metálico de los drones se confundía con el de su propia ira atemperándose. Los músculos se le tensaban, el hambre rugía y el miedo se le metía bajo la piel. Su Bestia pedía sangre, cualquier sangre, pero la parte de él que aún era humana gritaba más fuerte: Corre. Solo corre.

Se deslizó entre callejones, buscando cobertura. Fachadas oxidadas, muros de ladrillo, sombras sin refugio. Nada parecía ofrecer seguridad. En algún punto a lo lejos, creyó escuchar el timbre característico de un teléfono vibrando, una ilusión o un eco lejano del mundo que había dejado atrás. Montecristo… Pagliacci… nombres que ya parecían de otro siglo.
Apretó los dientes, luchando por mantener los pensamientos en orden.

“Primero sobrevivir. Luego pensar.”

El aire de Brooklyn sabía a óxido y a miedo. El dolor le subía por el brazo hasta el cuello, y aun así siguió avanzando, arrastrando su sombra por la pared, buscando una salida entre los muelles, algún túnel, un paso de servicio, una grieta. Cualquier cosa que no fuera la luz de los focos.

La paranoia lo empujaba, la rabia lo sostenía.
Y aunque no sabía si había escapado o sólo había entrado en otra trampa, Nyx siguió corriendo. Porque detenerse no era una opción.

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Pagliacci (Pagliacci)
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Re: "Countdown" 7

#26

Mensaje por Pagliacci » 06 Nov 2025, 22:23

El aire cálido de los túneles, cargado de dióxido, sudor y humedad, evocaba el olor a almizcle de una madriguera. La oscuridad del subsuelo le hacía sentirse segura, sin drones, sin controles de policía, solo vagones que cruzaban la colmena en venas de hierro y hormigón. El ruido blanco de las ruedas contras las vías le ayudó a contenerse, podía sentir la voz de su sombra bajo la piel, llamándola a libar sangre, a cometer actos impuros, a repetir la orgía de carne y costillas rotas entre el barro.

Manhattan. Los Shelby. Tenías pocas opciones. Sopesaba las monedas en el interior de la chaqueta, sin saber qué podía llega a comprar con ellas, quizás el asesinato de Virgil, quizás el rescate de Melinda o Ellie, quizás un refugio temporal. Algo valían, de eso estaba segura. Y, aunque entrar sin permiso y cargada con ellas en el territorio de la mafia era una invitación a que le robaran, tampoco podía hacer nada mejor.

Su sombra se revolvió hambrienta cuando avistó a los cuatro gángsteres fumando, buenas presas, buena y dulce sangre, la pariah hizo un esfuerzo consciente por aplacarla. Cuando se disponía a salir, sintió una suave vibración de su teléfono, Montecristo seguía vivo. La periodista se alegró, pero colgó la llamada. El tremere había ido por su cuenta en cuanto habían dejado del viejo almacén compartido, siguiendo su propio rastro, sus propios instintos, dejando a los demás lidiando incluso con su hijo.

La periodista tecleó rápidamente: Voy a negociar con los Shelby. ¿Dónde está Nyx?- después enfundó su teléfono, tomó una bocanada del aire salado que les envolvía y se dirigió de frente hacia la cuadrilla de matones.

-Buenas noches, caballeros- La vampira alzó los brazos para hacer ver que iba desarmada, aunque el hambre roía su garganta- Me llaman Pagliacci. Necesito hablar con Jack Shelby.

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Re: "Countdown" 7

#27

Mensaje por Voivoda » 11 Nov 2025, 19:17

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Si aún fuera capaz de respirar, Nyx se habría detenido resollando de manera salvaje al terminar su carrera. Su Bestia insistía en su mente en la necesidad de recibir su sustento, su impuesto, su pago para no desatarse hacia su propia perdición. Al menos, era capaz de controlar sus pensamientos.

Los aclaró con el aire del océano que llegaba especialmente frío delante de él. Había dejado atrás Coney Island, corriendo hasta alcanzar el Monumento a los Veteranos que se alzaba desde el borde oeste de Brooklyn. Los rascacielos de Manhattan, en particular aquel construido junto a donde en su día estuvieron las Torres Gemelas, se alzaban a cierta distancia a su derecha, como un enorme muro que le recordaba permanentemente que no tenía acceso.

Pensó en aquel agente de policía cuyas vértebras habían crujido bajo el peso de su cuerpo en su huida. Nyx se resistía a tomar a todos los agentes de las fuerzas del orden como potenciales enemigos. Nunca había creído en ello e, independientemente de que ahora sí le perseguían, aquel tipo solo hacía su trabajo. Tendría una familia, un entorno que ignoraba que entre los peligros a los que se enfrentaba en la noche estaba la huida desbocada de un vampiro.
¿Era alguien inocente? La preguntaba corroía la mente de Nyx mientras observaba las lejanas luces de Manhattan una vez que tuvo por seguro que estaba solo en aquel parque y que no le perseguía ningún dron. Una vez que volvía a sentir todo el dolor de sus heridas y el aguijón del hambre. Necesitaba una respuesta a esa pregunta. Si aquel tipo podía considerarse inocente, un daño colateral evitable, su destino se quedaría como una maldición en sus pensamientos. Necesitaba justificar que haber destrozado el cuello de aquel tipo era algo inevitable.

(ver Off más abajo)


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Hay una frase que Efraim Ellis le dijo a Montecristo en una fría noche invernal, cuando ya estaba ingresado en la residencia, que resonó para siempre en la mente del Tremere: "Un policía nunca deja de pensar como un policía". Aquella frase era un aguijonazo en los recuerdos de Montecristo, ya que Efraim la decía cuando aún era consciente de que su mente iba a perderse en las nieblas de la confusión. El viejo confiaba en que hubiera una parte instintiva en el cerebro que siguiera rigiendo su manera de entender el mundo incluso cuando su mente hubiera viajado a otros lugares alejados de la realidad.

Montecristo había querido aferrarse a aquel aforismo, pero la propia degeneración mental de su antiguo comisario le sumió desde entonces en una lógica incredulidad al respecto.

Hasta esta noche.

Ciertamente, la mente de un policía sigue funcionando siempre como ha sido entrenada. Montecristo sabía de modo instintivo cómo estarían actuando los agentes allí fuera. Varios estarían detrás de Nyx y seguramente del tipo que llamó a la puerta antes. Si Pagliacci había logrado colar su treta de mujer desamparada en unos almacenes en plena madrugada, otros estarían pendientes de ella.
Aún quedarían otros desplegados en la entrada de aquel almacén, pero seguramente sería por pura inercia, y estarían ya pensando en el final de su turno o en irse a otro lugar considerando que parte del peligro no era más que una negra perdida y la otra parte estaba siendo perseguida por los drones.

Eso le daba una oportunidad. Su Bestia se despertó repentinamente, incitándole a jugársela.

El Tremere se pegó a la pared del almacén una vez que salió de la estancia en la que ha descansado la Coterie. Amparado por las sombras, fue evitando en todo momento la luz exterior que entraba por la puerta principal abierta y, por tanto, también la de los focos de los coches patrulla. Iba palpando cada metro, paso a paso, buscando alguna salida trasera que estuviera probablemente sin vigilancia. Montecristo sabía que nadie se molestaría en vigilar la parte trasera de un almacén perdido en aquella zona de Nueva York si ya no había aviso de peligro en su interior.

Con ese modo de actuar alcanzó una puerta metálica que, al abrirse, daba acceso a un pequeño lavabo con un retrete. Y encima del retrete, una ventana.
Voilà.
No era la manera más glamurosa de salir de aquel lugar, pero como buen policía, sabía que sería la más segura para él.

Montecristo aterrizó suavemente en la gravilla del exterior confirmando que un policía nunca deja de pensar como un policía. En aquella salida no había nadie vigilando porque en teoría era absurdo vigilar nada en ese punto.

Con un atisbo de esperanza en su interior cogió su móvil y empezó a contar los tonos que daba hasta que la Caitiff contestara...


Imagen

La primera reacción de aquellos tipos puso en guardia a Pagliacci. No tenía la paciencia en su momento más álgido y era consciente de que la más mínima provocación podía acabar en un desastre. Por eso, la Caitiff intentó hacer oídos sordos a todos los comentarios soeces que salían de las bocas de aquellos tipos. No estaba segura de si podría hacerles frente llegado el caso, menos aún si alguno llevaba además la sangre de alguno de los Shelby, pero se había demostrado a sí misma en las últimas noches que no iba a temer el enfrentamiento.

Sus colmillos estaban a punto de asomar al exterior cuando una voz grave calló a los hombres, que se pusieron firmes de inmediato colocándose las ropas y carraspeando.

- ¡Callad de una puta vez!

Pagliacci observó a uno de los hermanos o primos Shelby, era imposible adivinar cuál de ellos sería, caminando con elegancia hacia ella. Su aspecto era antiguo, como el de las bandas de los años 20, su rostro pálido y no había nube de vaho alguna cuando hablaba, lo que le daba un aspecto cuando menos inquietante. Aún así, era extremadamente educado y, en cierta manera, atractivo.

- Perdone los modales, aún no han aprendido lo suficiente -dice para disculparse por las palabras de sus hombres, que guardan un silencio reverencial a cierta distancia- No sé si nos han presentado anteriormente, no tengo una gran memoria.... soy Adrian Shelby, el hermano de Jack. ¿Puedo ayudarle en algo?

En ese momento, el móvil de Pagliacci empieza a vibrar insistentemente de tal modo que Adrian se queda mirándola con las cejas enarcadas.

- ¿No va a cogerlo?


OFF: Nyx Ansia 4 + 4 Niveles de Salud superficiales (4/5). 1 Mácula (necesito tirada de Remordimiento)

Pagliacci, Ansia 4 + 1 Nivel de Salud FV

Montecristo, Ansia 2
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista

Re: "Countdown" 7

#28

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 11 Nov 2025, 21:17

{ https://www.youtube.com/watch?v=-dEcCX5 ... rt_radio=1 - Dancing in the dark by Bruce Sprinsteen (Caiola version) }

El rechazo de la llamada por parte de Pagliacci acabó de confirmar la rotura de la coterie. Tal vez recuperara a Melinda, pero había perdido a dos hermanos. Era el precio a pagar por el sentimiento más humano que existía. El amor parental. Aquel que había perdido cuando todo se convirtió en una eternan noche oscura, y que nadie supo comprender que fuera irrecuperable con Eddie. Eddie era el hijo de Patrick Hennesy, no el de Montecristo. Sabía que aquello era una bola candente en el interior de Pagliacci. Cómo si rompiera sus esquemas y anticipara un doloroso abandono futuro. Se la imaginaba, saciando su hambre periódistico, buscando las últimas conexiones de la espada o tratando parlamento con los Shelby. En cualquier caso, había escogido el camino de hacerlo por su cuenta. Había jugado el papel racial con buena mano, pero también, en cierto modo, los había dejado tirados a su suerte.

El rechazo de la llamada, significó algo más que presionar el botón rojo del teléfono. Ni siquiera se paró a pensar, que simplemente estuviera ocupada, ni que le devolviera la llamada más tarde. Su orgullo no se lo permitía. Simplemente quedaron marcadas en su mente las miradas reprobatorias, y la ausencia de las monedas. Recordó la noche que lo cambió todo y sintió el desagradecimiento en su cabeza, y la pena en su corazón. Pensó desde la soledad más absoluta como un sentimiento de injusticia se instalaba en sus huesos. Y entonces, con todo ese peso, cierto regustillo a traición se alojó en su paladar.

Nyx sería más de lo mismo. Había perdido los papeles, tanto o más que él, en aquellas noches, pero no había sido vilipendiado. Llamarlo ahora a él, no sería sino jugársela a otro rechazo. Además ni siquiera sabía si lo habían capturado o no. En aquel momento, con aquel sentimiento de traición alojado en su mente, no le pegaba el rol de padre preocupado. Pagando justos por pecadores, se perdió su silueta por las orillas de gravilla de la isla de Coney.

Debía haber alguien de los brujos que no estuviera metido en el ajo del juego de Virgil y compañía y de la Universidad de Columbia. Alguien que como él, siguiera manteniendo la curiosidad por los ancestros secretos y no por la más asquerosa y baja de las tratas, la trata de blancas. Mientrás se encamaniba hacia Brooklyn, con el skyline de Manhattan como una lejana galaxia al fondo, empezó su particular Who is who?*1 de rostros, amigos y enemigos, que durante algún tiempo convivieron en la pirámide, cuando el conocimiento era el poder, y no el chantaje. El plan B solo contemplaba llevar sus pasos hacia el Mark Hotel.


*1
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